"Nunca piense que su amor es imposible, nunca digas "Yo no creo en el amor", la vida siempre nos sorprende".William ShakespeareDesde aquella noche tan especial, Phillips quedó prendado de la belleza de Edelmira, de alguna manera sentía que la vida le estaba dando una segunda oportunidad. Sin embargo, había tenido que viajar dis días después a Inglaterra y no había vuelto a hablar con Edelmira, siendo un hombre tan ocupado, era difícil para él, mantener una relación normal.Tal como lo habían conversado aquella tarde, Edelmira se ocupa en pintar el cuadro de Maddeline, para de una u otra forma agradecerle a Philli0s, el gran gesto que tuvo con ella y sus hijas.Tocan el timbre de la mansión Hunter, la ama de llaves Felicia, abre la puerta.—Buenos días, el Sr. Hunter por favor. —pregunta el joven.—No se encuentra en estos momentos. ¿En qué puedo servirle?—Tengo una encomienda para él. ¿Puede recibirla y me firma acá, por favor? —le entrega el recibo y Felicia recibe el pedido.—Gra
"El que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo."Viktor Frankl—Papá, ya estoy listo. Apúrate. —insiste Felipe a su padre, quien sale de la habitación arreglándose la corbata.—¿Me veo bien? —le pregunta Arthur.—Te ves genial, pero vamos que no quiero llegar tarde.—Estás estupendo hijo. Todo un galán.—Gracias papá.Padre e hijo suben al auto para la ceremonia de gráficos de Felipe.Al entrar al auditorium, Verónica voltea a verlo, siempre estuvo enamorada de aquel chico, Felipe está mucho más alto y más maduro.—Hola —susurra en voz baja. Él se sienta junto a ella.—Hola, estás guapísima —le susurra al oido.—Y tú, muy elegante. —sonríe, emocionada.El evento inicia, Arthur ve el reloj, aún Fred no llega a pesar de que aseguró que estaría allí con ellos. Su celular suena con un mensaje. “No podré llegar a tiempo, Carmen está en labor de parto”.Arthir guarda su teléfono. Aunque quisiera acompañar a su hijo en aquel momento tan especial, no puede hacerle un d
“Estábamos, estamos, estaremos juntos. A pedazos, a ratos, a párpados, a sueños”.Mario Benedetti(1 año después)—Es el cumpleaños de Emmanuel, debo terminar de arreglar a Emmanuel, antes de que llegue su padre a buscarlo. Sería una locura que el cumpleañero llegue tarde —le comenta Elvira a Lucía, la nueva cocinera que entró después de Carmen.—Ok. No se preocupe, yo me encargo del almuerzo. —responde la chica mientras llora cortando la cebolla.—Arthur mi amor, dime ¿Cuál de los dos vestidos me pongo? —le muestra el rojo largo y el rojo corto.—Por Dios mi amor, si son iguales —responde él, mientras se aferra en el baño.—Hombres —responde ella, sale de la habitación en busca de una segunda opinión. Se topa con Verónica, quien viene saliendo del cuarto de Felipe. —¿Cuál de los dos?—Este —Le señala el vestido corto, mientras saborea la barra de chocolate.—Bien. Justo el que quería ponerme. —Verónica se encoge de hombros sin entender porque si deseaba ponerse el corto, buscaba la o
“Dejaron de sentirse niños cuando, mirándose a los ojos comprendieron, que ese amor que les unía no tenía grabada la palabra eternidad en las pupilas.”Martha Salas¡Nunca podré olvidarte Emma! Aunque pasen los años, siempre serás mi único y gran amor. Desde que te conocí, descubrí que nuestra historia de amor sólo existiría si tú y yo deseábamos escribirla. Sobre tu cuerpo dejé marcadas mis huellas y tú en cambio, me diste de regalo a Fred y Felipe, nuestros dos hijos. El primero, Frederick, fue fruto de nuestra entrega absoluta. Un amor juvenil, desbocado, lleno de pasión y ganas de comernos el mundo, yo tenía veinte años y tú apenas diecisiete. Luego, siete años más tarde nació Felipe; a él lo hicimos con menos premura, pero con el mismo amor, su nacimiento era necesario para que sintieras que te amaba y que nunca había dejado de hacerlo.Aún recuerdo tu mirada de desprecio cuando encontraste a Flavia entre mis brazos, preferiste creer que te estaba engañando y no me creiste. Aún m
“Hay un encanto sobre lo prohibido que hace que sea indescriptiblemente deseable.”Mark Twain—¡Anna! —grita desde la cocina, Michelle.—Voy —responde, mientras deja sobre el mostrador el libro que está leyendo.—Necesito que vayas al supermercado y traigas el mejor café tostado que encuentres.—¿Y el dinero? —pregunta la joven con cierto temor de recibir el habitual regaño que Michelle le ofrece cuando pregunta tontecez—Vé a la caja y saca de allí, ya cuando vuelvas, te doy y lo repones, pero ve volando que ya nos toca abrir en diez minutos.Anna se quita el delantal beige de su uniforme verde oscuro. Sale por la puerta trasera, camina apresurada, entra al supermercado, toma el paquete de café en grano, todo va bien de no ser por la anciana que decidió pagar en monedas sus compras.La joven comienza a impacientarse al ver que pasan los minutos y la señora aún no termina de pagar. Agita sus pie derecho mirando el reloj de pared. Cuando ya faltan cinco minutos, le toca su turno. La ca
“sin embargo/te doy toda mi/autorización/de que en tu cama en/ tu sueño/o en la vida cotidiana/me hagas todo lo que/ tú quieras”Anaïs Abreu D’ArganceAnna escucha un auto detenerse frente a la pensión, su cuarto es uno de los primeros, Doña Cira, es una mujer algo estricta por lo que no le agradan las visitas a altas horas de la noche.La joven astutamente se asoma a la ventana, Arthur le hace señas desde la ventanilla del auto. Ella sala sigilosamente sin hacer ruido. Él está parado frente a la puerta:—Olvidaste esto en mi auto. —Le entrega el libro, ella sonríe y él sonríe también.Sin decir palabras, ella se prende a su cuello y lo besa, Arthur la toma entre sus brazos, ella siente su fuerza, el calor de su cuerpo, lo guía sin dejar de besarlo hasta su habitación, cierra la puerta, empujándola con uno de sus pies.Arthur la acaricia frenéticamente, toca sus delicados senos, ella se estremece, sus besos son ardientes y únicos, nunca sintió unos labios tan suaves pero a la vez apas
“Nada fija tan intensamente un recuerdo como el deseo de olvidarlo.”Michel de Montaigne)Anna se mantiene algo incómoda ante la insistente mirada de aquel chico. Finalmente y de la nada el joven se dirige a ella:—¿Anna Bauer? —sonríe emocionado.—Sí ¿y tú? —pregunta algo sorprendida.—¿No me recuerdas? Soy Otto Schneider.Anna sigue sin recordar a aquel chico que se ve tan feliz de encontrarla.—Estuvimos en el Conservatorio Hoch, ¿recuerdas el chico de lentes, gordito que tocaba la viola?—Ah sí, ya recuerdo. ¿Cómo estás?—Bien, bien. Realmente feliz de verte. Tanto tiempo que ha pasado, no pensé que volvería a verte.—También me alegra verte —responde un tanto recelosa, realmente no lo recordaba, mas él parecía saber mucho de ella.—¿Vives por aquí? —pregunta Otto con curiosidad. Quería saber de ella loa más que pudiera.—Sí, ¿y tú?—Me quedo en la próxima parada. De verdad no puedo creerlo. Anna Bauer, que linda estás. —El bus se detiene y el chico desciende. Agita su mano efusiv
“Nada más peligroso que una persona que te haga estrenar sentimientos”.Benjamín GrissDurante toda la noche Anna estuvo dando vueltas en la cama, no lograba conciliar el sueño, era como si todos sus pensamientos estuviesen en complot para no dejarla dormir. Necesitaba descansar. El día siguiente requería de concentración, foco y sobre todo mucha energía para cumplir con ambas tareas.De pronto, cayó en cuenta que no había preparado el material para comenzar con su trabajo como “profesora de piano” sonaba tan bien decirlo; respiró profundamente y se levantó, tomó la libreta para comenzar a planificar su primera clase.Ya eran más de la 1:00 de la madrugada, se acostó y finalmente se quedó dormida. Sonó la alarma, a diferencia del día anterior que despertó antes, tuvo que correr, ir al baño, ducharse y alistarse para salir. Poco tiempo tuve para arreglarse bien, por ahora solo tenía en mente, cumplir con su trabajo, a fin de cuentas, ya Arthur Venzon había dejado de ser el hombre de su