“No creo en el destino. Creo en las señales”Elisabet BenaventAnna sube las escaleras apresuradamente, Edelmira quien viene saliendo de su habitación se topa con ella en el pasillo.—Anna mi amor, ¿qué te sucede?—Nada mamá, nada —se le quiebra la voz y Edelmira la sostiene por los hombros.—Nadie llora por nada. ¿No confías en mí? ¿No deseas contarme? —Anna la abraza y llora sobre el hombro de su madre.Edelmira acaricia sus cabellos, con ternura. Por unos segundos, el silencio se mantiene, Anna levanta el rostro, la tristeza en su mirada, es inminente.—Vamos a tu cuarto, es mejor que Cloe no te vea así, se pondría muy nerviosa. —Anna asiente, entran en la habitación de ella.Ambas se sientan una al lado de la otra, Edelmira le ofrece su regazo, Anna se recuesta y reposa su cabeza. Comienza a contarle a su madre todo, desde el principio. Hasta ahora lo poco que conocía de la historia de su hija, era por lo poco que había visto e interpretado o por la versión que Elvira, le había he
“El riesgo de una decisión equivocada es preferible al terror de la indecisión.”Maimónides—Extrañaba estar contigo. —murmura él, en su oido.—¿Me extrañabas? ¿Recuperaste la memoria? —le pregunta sorprendida.—Influiría, si te digo que sí. —pregunta él mientras, ella se viste.—No, pero me gustaría saberlo. Eso cambiaría muchas cosas.—¿Cómo cuáles? —pregunta él, de manera capciosa.—Pues, por ejemplo, si recuperaste la memoria, imagino querrás hablar de algunas cosas, algo incómodas pero que no se pueden borrar.—Anna, me gustaría comenzar de nuevo, creer que lo que acaba de suceder entre nosotros, es el inicio de nuestra verdad. Yo te amo y puedo sentir que tú también me amas—Quisiera poder tener la misma certeza que tienes tú, de pensar que entre nosotros todo ha vuelto a ser lo que fue en un comienzo.—¿Y por qué no? Estamos aquí, juntos. Sacábamos de hacer el amor, de entregarnos el uno al otro. ¿Qué podría impedir que lo intentemos?Aquella frase suena tan hueca para Anna, in
"Una mujer fuerte es una mujer decidida a hacer algo que otros están determinados a que no haga"Marge PiercyCloe continúa asistiendo a sus clases de teatro, sus encuentros y desencuentros con Arquimedes son intensos. Esa tarde, mientras ensayan, ella se sienta en las butacas de atrás para presenciar el ensayo de sus compañeros, está en sus días de picos horm9nales, fonde solo desea estar sola y donde suele ser vulnerable a todo.—¿Puedo acompañarte? —le pide él, ella accede a pesar de no querer hablar con nadie. —Te ves hermosa, hoy.—Gracias, me siento de la patada.—Sé como hacerte sentir mejor —coloca su mano, sobre la rodilla descubierta de la chica, y sinuosamente desliza su mano por su entrepiernas.—Estamos, en público —responde ella, visiblemente agitada al sentir la proximidad de su mano.—Nadie puede vernos, estamos al final de la fila. Relájate, no haré nada que no desees.Cloe no dice nada, solo deja que sus dedos acaricien sus labios, mientras ella jadea con cada roce.
"Nunca piense que su amor es imposible, nunca digas "Yo no creo en el amor", la vida siempre nos sorprende".William ShakespeareDesde aquella noche tan especial, Phillips quedó prendado de la belleza de Edelmira, de alguna manera sentía que la vida le estaba dando una segunda oportunidad. Sin embargo, había tenido que viajar dis días después a Inglaterra y no había vuelto a hablar con Edelmira, siendo un hombre tan ocupado, era difícil para él, mantener una relación normal.Tal como lo habían conversado aquella tarde, Edelmira se ocupa en pintar el cuadro de Maddeline, para de una u otra forma agradecerle a Philli0s, el gran gesto que tuvo con ella y sus hijas.Tocan el timbre de la mansión Hunter, la ama de llaves Felicia, abre la puerta.—Buenos días, el Sr. Hunter por favor. —pregunta el joven.—No se encuentra en estos momentos. ¿En qué puedo servirle?—Tengo una encomienda para él. ¿Puede recibirla y me firma acá, por favor? —le entrega el recibo y Felicia recibe el pedido.—Gra
"El que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo."Viktor Frankl—Papá, ya estoy listo. Apúrate. —insiste Felipe a su padre, quien sale de la habitación arreglándose la corbata.—¿Me veo bien? —le pregunta Arthur.—Te ves genial, pero vamos que no quiero llegar tarde.—Estás estupendo hijo. Todo un galán.—Gracias papá.Padre e hijo suben al auto para la ceremonia de gráficos de Felipe.Al entrar al auditorium, Verónica voltea a verlo, siempre estuvo enamorada de aquel chico, Felipe está mucho más alto y más maduro.—Hola —susurra en voz baja. Él se sienta junto a ella.—Hola, estás guapísima —le susurra al oido.—Y tú, muy elegante. —sonríe, emocionada.El evento inicia, Arthur ve el reloj, aún Fred no llega a pesar de que aseguró que estaría allí con ellos. Su celular suena con un mensaje. “No podré llegar a tiempo, Carmen está en labor de parto”.Arthir guarda su teléfono. Aunque quisiera acompañar a su hijo en aquel momento tan especial, no puede hacerle un d
“Estábamos, estamos, estaremos juntos. A pedazos, a ratos, a párpados, a sueños”.Mario Benedetti(1 año después)—Es el cumpleaños de Emmanuel, debo terminar de arreglar a Emmanuel, antes de que llegue su padre a buscarlo. Sería una locura que el cumpleañero llegue tarde —le comenta Elvira a Lucía, la nueva cocinera que entró después de Carmen.—Ok. No se preocupe, yo me encargo del almuerzo. —responde la chica mientras llora cortando la cebolla.—Arthur mi amor, dime ¿Cuál de los dos vestidos me pongo? —le muestra el rojo largo y el rojo corto.—Por Dios mi amor, si son iguales —responde él, mientras se aferra en el baño.—Hombres —responde ella, sale de la habitación en busca de una segunda opinión. Se topa con Verónica, quien viene saliendo del cuarto de Felipe. —¿Cuál de los dos?—Este —Le señala el vestido corto, mientras saborea la barra de chocolate.—Bien. Justo el que quería ponerme. —Verónica se encoge de hombros sin entender porque si deseaba ponerse el corto, buscaba la o
“Dejaron de sentirse niños cuando, mirándose a los ojos comprendieron, que ese amor que les unía no tenía grabada la palabra eternidad en las pupilas.”Martha Salas¡Nunca podré olvidarte Emma! Aunque pasen los años, siempre serás mi único y gran amor. Desde que te conocí, descubrí que nuestra historia de amor sólo existiría si tú y yo deseábamos escribirla. Sobre tu cuerpo dejé marcadas mis huellas y tú en cambio, me diste de regalo a Fred y Felipe, nuestros dos hijos. El primero, Frederick, fue fruto de nuestra entrega absoluta. Un amor juvenil, desbocado, lleno de pasión y ganas de comernos el mundo, yo tenía veinte años y tú apenas diecisiete. Luego, siete años más tarde nació Felipe; a él lo hicimos con menos premura, pero con el mismo amor, su nacimiento era necesario para que sintieras que te amaba y que nunca había dejado de hacerlo.Aún recuerdo tu mirada de desprecio cuando encontraste a Flavia entre mis brazos, preferiste creer que te estaba engañando y no me creiste. Aún m
“Hay un encanto sobre lo prohibido que hace que sea indescriptiblemente deseable.”Mark Twain—¡Anna! —grita desde la cocina, Michelle.—Voy —responde, mientras deja sobre el mostrador el libro que está leyendo.—Necesito que vayas al supermercado y traigas el mejor café tostado que encuentres.—¿Y el dinero? —pregunta la joven con cierto temor de recibir el habitual regaño que Michelle le ofrece cuando pregunta tontecez—Vé a la caja y saca de allí, ya cuando vuelvas, te doy y lo repones, pero ve volando que ya nos toca abrir en diez minutos.Anna se quita el delantal beige de su uniforme verde oscuro. Sale por la puerta trasera, camina apresurada, entra al supermercado, toma el paquete de café en grano, todo va bien de no ser por la anciana que decidió pagar en monedas sus compras.La joven comienza a impacientarse al ver que pasan los minutos y la señora aún no termina de pagar. Agita sus pie derecho mirando el reloj de pared. Cuando ya faltan cinco minutos, le toca su turno. La ca