Katherine
En el preciso momento en el que me desperté, sentí un fuerte dolor de cabeza que estaba matándome por completo. Lo primero que hice fue tomarme de la cabeza, haciendo una mueca de disgusto e incomodidad. Lo segundo que sentí fue un dolor en el brazo derecho, pero no era un dolor fuerte. Era, más bien, una molestia, una especie de cosquilleo extraño que me llamaba mucho la atención. Y, diablos, todos mis sentidos se sentían muy intensificados.
Miré mi brazo, curiosa, y fue allí cuando recordé todo lo que había pasado en la noche después de que salí de la Universidad y me fui al bosque a tener un momento de paz, como solía hacer algunas veces cuando me sentía abrumada. Esa especie de monstruo que me perseguía y me atacó entre las sombras y me dejó esa herida en el brazo, la cual empezó a sangrar de inmediato, me dejó petrificada. Pero... ahora que observaba mi piel, yo no tenía ninguna marca de aquella mordida que ese monstruo me dio. ¿Cómo era eso posible?
Me sentí muy confundida. Es que esto no podía ser posible.
¿Cómo era posible que no tuviese ninguna marca en ninguno de mis brazos, si en la noche anterior yo sentí tanto dolor y derramé tanta sangre? ¿Acaso todo fue un sueño?
—¿Cómo te sientes? —una voz grave y llamativa hizo que me agarrara del pecho por el susto.
Mis ojos se encontraron con los de ese hombre, que estaba sentado en un sofá, en un rincón del cuarto, mirándome con atención como si yo fuera lo más interesante del mundo. Sentí miedo de él, pues no entendía nada, ni siquiera sabía qué era lo que hacía en este lugar, que era una habitación, muy bonita, pero desconocida para mis ojos.
Entonces, también recordé que, ese hombre desconocido, también fue el hombre que me salvó la vida la noche anterior cuando me cargó en sus brazos y me trajo corriendo hacia su casa.
—Lo siento, no quería asustarte —se disculpó, con voz tranquila.
Yo lo observé sin saber qué decir. Por más que él me haya salvado la noche anterior, estaba muy confundida al respecto y no lo conocía. No podía confiar en ese hombre. Bueno, eso era lo que mi parte racional me decía, porque, tengo que admitir, que una parte de mí, en el fondo, sentía unas inmensas ganas de confiar en él. Era muy extraño.
—¿Cómo te sientes? —Quiso saber.
—Bien... me duele la cabeza —respondí, desconfiada.
—Hay una pastilla al lado de la cama, sobre la mesa de luz. Tómala —indicó, y yo volteé a ver la pastilla sobre la mesa, pero no quise tomarla. No podía tomar nada de este desconocido.
Lo miré un momento y solté la pregunta. No podía simplemente quedarme callada respecto a lo de anoche.
—Anoche... ¿Qué pasó?
El hombre se tensó un poco, pero estuvo dispuesto a decirme la verdad.
—¿No recuerdas nada de lo que pasó?
—No es que no lo recuerde, es que no creo estar segura de si estoy en lo cierto o estoy equivocada. Porque anoche me ha pasado algo muy... loco.
—Lo que te ha pasado no ha sido un sueño.
—¿Sabes lo que me ha pasado? —indagué.
—Vi la mordida en tu brazo anoche. Estabas sangrando. Sé qué era lo que te perseguía —se levantó de su asiento y empezó a dar unos pasos hacia la cama—. ¿Tú sabes lo que te perseguía?
—No, no lo sé —respondí, nerviosa.
—Sí, sí lo sabes. Solo que no quieres aceptarlo.
—No, no lo sé —insistí, pero algo se me venía a la mente. Le estaba mintiendo a ese hombre. Y él tenía razón cuando me decía que yo sabía qué era lo que me atacó.
—Lo sabes. Sabes que fue un hombre lobo.
Hombre lobo...
—Los hombres lobo no existen —me negué.
—¿Estás segura? Entonces, ¿cómo explicas que un lobo en forma casi humana te ha atacado anoche? ¿Cómo explicas el hecho de que la herida de tu brazo ya esté sanada? —se sentó en la cama, a unos centímetros de mí.
Mi corazón latió con más fuerza, no solo por la situación, sino por lo atractivo que era ese hombre. Había algo que me llamaba desesperadamente a él, y no entendía cómo, no entendía por qué. Pero tuve la repentina sensación de que él y yo, a partir de ahora, íbamos a tener un significado en la vida del otro. Pero, esto era algo estúpido, ¿no?
Miré mi brazo.
—Eres una mujer lobo ahora —comunicó, y abrí los ojos grandemente.
—¿Qué estás diciendo?
—Por favor, no intentes negarlo, sabes lo que eres. Parece irreal, pero este mundo tiene muchas cosas locas que parecen irreales, pero que, en realidad, son reales. Eres una mujer lobo ahora. Estoy dispuesto a dejarte entrar en mi manada, ya que eres mi... Luna —saboreó la última palabra.
¿Su Luna? ¿Qué diablos significaba eso?
—¿Tu Luna? ¿Tu manada? Espera... tú... ¿eres...?
No hizo falta que terminara de preguntar, pues los ojos de ese hombre, se volvieron rojos.
Me pegué al respaldar de la cama y abracé mis piernas para protegerme. Estaba muerta del miedo.
—No te haré daño —aseguró—. Jamás podría hacerte daño a ti.
—¿Qué eres? —murmuré.
—Lo sabes. Soy un hombre lobo. Soy un alfa. Tú eres una mujer lobo ahora —repitió—. Quiero que estés conmigo ahora, en mi manada. El lobo que te mordió, querrá buscarte para adentrarte en su manada, pero en serio, como eres mi Luna, quiero que te quedes aquí.
—¿Tu Luna?
—Permíteme presentarme: mi nombre es Damon Grey. ¿Tu nombre empieza con K? Empieza con K, ¿verdad?
Fruncí las cejas.
Pero por alguna razón, asentí.
—Sí.
Una sonrisa hermosa se plantó en el rostro de Damon.
—Entonces, definitivamente, eres mi Luna. Tú eres la mujer que la Luna me ha asignado para que me acompañes durante mi vida. Prometo protegerte con mi vida —tomó mi mano y depositó un beso en ella.
Katherine El que él me dijera que yo era su Luna me parecía algo muy loco, pero por una extraña razón, sentí que algo se removió en mi interior. Le creí. No entendía muy bien del tema, pero le creí lo que me decía. Sus ojos estaban sobre los míos, pero luego sus labios viajaron hacia mis labios. Y yo quise besarlo. —¿Qué pasa? —me preguntó Damon. —¿Por qué? —Porque tu corazón está latiendo desesperado —comentó. Pero creo que él sabía por qué me había puesto nerviosa—. ¿Es porque estoy mirándote los labios? Dios míos. Esa pregunta, para mí, fue pura tentación y no lo podía entender. ¿Esto era parte de ser su Luna? —Sí, es por eso —asintió—. Tienes unos labios muy hermosos. No puedo parar de pensar en mí besándolos. Y no tuvo que decir ninguna palabra más, y ni siquiera me dio tiempo a mí para decirle algo, pues Damon Grey me besó. Ese hombre tocó mis labios con los suyos y me llenó de un fuerte sentimiento y alocadas sensaciones que no podía controlar. Me aferré a él c
Katherine Escuché rugidos en la parte de arriba de la casa, rugidos de hombres lobo completamente furiosos. El Alfa Kyle me dejó sola en el sótano y comencé a sentir el verdadero terror cuando los gritos y el calor comenzaron a sentirse. Polvillo caía sobre mi cuerpo, indicándome que la casa comenzaba a quemarse. Estuve allí por varios minutos, sintiendo cómo el calor se volvía más intenso, y con el terror de terminar quemada. Grité pidiendo auxilio y supe en mi interior que Damon me estaba escuchando. La pelea pareció intensificarse en la parte de arriba, mientras yo gritaba para que me ayudaran. El humo comenzaba a asfixiarme. La puerta del sótano se abrió y creí que sería Damon quien bajara de las escaleras, pero fue Kyle quien lo hizo. Caminó enojado hacia mí y me tomó del cuello y me levantó de la silla, ahorcándome. Quise luchar, pero no podía. Justo cuando mis ojos estaban perdiendo la visión, noté que alguien venía corriendo hacia nosotros dos. Cuando abrí los ojos des
Damon Sabía que lo mío con Katherine podía estar avanzando demasiado rápido, pero supongo que era parte de esta conexión que teníamos. Y es que, con ella, con mi Luna, todo se sentía fácil y natural. Es como si nos hubiéramos conocido hace mucho tiempo. Decidí llevarla a conocer a la bruja que me leyó mi profecía, para que nos dijera algo más sobre nuestro futuro. No podía perder esta oportunidad. Pero no me esperaba lo que la bruja nos dijo apenas vio a Katherine entrar por la puerta de su casa. —Estás embarazada —anunció la bruja, mirando a Katherine con profundidad y preocupación. Vi el terror en los ojos de esa mujer, y sentí de inmediato la preocupación. Sabía que algo no estaba bien. Katherine me observó sin entender nada. —Damon, ella es tu Luna, ¿verdad? La has encontrado tal y como te dicté la profecía. Pero es que hay algo que no te he dicho y tienes que saber. No creí que la encontrarías tan pronto, pensé que tendríamos más tiempo para hablar sobre ellos. —Damo
Katherine Desde la noche en la que me mordieron, todo en mi vida dio un giro completamente incómodo para mí. Ni siquiera había aparecido en la universidad por días y mis estudios habían quedado suspendidos por todo lo que me ocurrió, pues simplemente no pude volver a la universidad con todo lo que estaba pasando. Luego de que me enterara de que estaba embarazada, tuve que tomarme un par de horas en silencio con la compañía de quien ahora era mi novio, y futuro esposo, para detenerme a entender que todo lo que yo creía que era parte de mí, ahora ya no lo era. Todo era diferente. Era impresionante lo que una mordida de una criatura mitológica me provocó. Jamás me habría creído que algo así iba a pasarme a mí. Para colmo, estaba lidiando con el trauma de que un maldito y loco hombre lobo, que, encima, era mi Alfa, me secuestró solo porque no quise ir con él. Ese maldito loco me retuvo como si fuese parte de su propiedad, y no paraba de decir que yo era suya y que no me permitía hacer
Damon Apenas podía pegar ojo en la noche mientras miraba cómo Katherine descansaba a mi lado plácidamente, como si no hubiese dormido en días. No sé si esto tenía que ver con el embarazo o el estrés que todo esto le estaba produciendo, pero después de comer poco se fue directamente a dormir, pues estaba muy agotada. Sinceramente, me preocupaba. Ella quería tener su vida normal de antes, pero no entendía que su vida de antes ya no estaba, por más que no quisiera aceptarlo. Cuando yo era humano y me mordió mi Alfa, quien ya murió hace muchos años atrás, cuando yo era un adolescente, también me sentí enojado y frustrado de que la vida que conocía se había disipado entre mis dedos de una noche par otra. También actué de la misma manera en la que Katherine actuó, pero con el tiempo te das cuenta de que no puedes ignorar la realidad y que nada es como era antes. Pero creo que era demasiado pronto para que Katherine lo entendiera. En ciertos puntos, ella me daba pena, pues el ser mor
Damon No le di mucha respuesta a Katherine sobre lo que me dijo. Cuando llegamos a su casa, la acompañé hasta su departamento para que buscara la mayoría de sus cosas. La sentí lagrimear un poco, sabía que ella no quería dejar su departamento, por más pequeño que fuera. Supuse que este lugar para ella tenía un significado especial. Sé que vive aquí desde hace unos años, cuando arrancó la universidad. —¿Estás bien? —le pregunté. —Sí —dijo, pero era mentira. —Más tarde te presentaré a mi manada. Ellos están ansiosos de conocerte, Katherine. No se lo podían creer cuando les dije que mi Luna había aparecido. Te vieron el otro día cuando les pedí ayuda para que fueran a rescatarte conmigo, pero estabas desmayada cuando logré sacarte. Se quedaron toda la noche custodiando la casa por si algo raro ocurría, pero no era la ocasión para presentarlos. —Está bien —dijo sin mucha emoción. ¿Era el momento de hacer lo que tenía planeado hacer? Tal vez eso le alegraba un poco el día y la
Katherine Creo que siempre me imaginé durante mi vida el poder casarme con una persona que realmente me amara con toda la intensidad posible. Siempre tuve ese sueño de poder tener todo aquello que veía en las películas románticas. Quería un amor completamente verdadero y fiel. Quería tener a ese hombre que se arrodillara ante mí y me dijera lo importante que era para su vida y lo mucho que deseaba poder casarse conmigo y que abriera una cajita pequeña y apareciera un anillo allí dentro. Y es justo lo que estaba pasando ahora mismo, pues Damon estaba de rodillas ante mí, esperando a que le diera una respuesta. Pero supongo que nunca me imaginé lo aterrada que podía llegar a estar en esta situación. Porque sí, era demasiado bonito lo que Damon estaba haciendo, que era proponerme matrimonio y pretender que ambos estuviéramos juntos durante toda la vida, que, sinceramente, a pesar de que no nos conocíamos para nada, era algo que yo quería, ya que era consciente de que este sentimiento
DamonNo me quería ir de la ciudad, pero si en algo tenía Katherine razón, es que no estábamos seguros aquí. Yo no tenía ningún problema en que Kyle y yo nos enfrentáramos cuando a él se le diera la gana, me había quedado con ganas de acabar con su vida desde la última vez en que lo vi, pero era cierto que tampoco podía tener este tipo de pensamientos y pretender como si eso no le afectara a mi familia, porque sí, Katherine y ese bebé que estábamos esperando eran mi familia y no había nada en este mundo que me hiciera cambiar de opinión. Yo quería estar toda la vida con mi Luna y quería proteger a mi bebé también, y con las predicciones y la cara de susto de que la bruja nos regaló cuando nos comentaba lo peligrosa que iba a ser nuestra relación Katherine, me hacía pisar lo pies en la tierra. Esto ya no se trataba simplemente de un enfrentamiento entre Kyle y yo, esto era algo que conllevaba a mi familia y no podía correr riesgos, menos cuando la vida de Katherine pendía de un hilo.