Emma Spencer.
Luego de presenciar a ese patético mal nacido que, desgraciadamente, es aún mi marido, cogerse a su secretaria en mi casa, me subí al auto y apreté el acelerador. Sé que no puedo ir a casa de mi madre.Aún no. Necesito procesar todo lo que vi. Maddie no puede verme así. ¡Cielos! Maddie. ¿Cómo justificaré que su papi es un maldito? ¿Qué le diré cuando me pregunte que por qué no volvemos a casa?Puede que solo tenga cinco años y que Alberto no sea el mejor de los padres, pero no se le va ni una. A veces siento que hablar con ella es como hablar con un adulto, en pequeño. ¡Demonios! ¡Estoy conmocionada! y honestamente soy demasiado terca como para llorar.Furia fluye por mis venas, como lava espesa y ardiente. Mientras estoy discutiendo con mi yo interno sobre qué camino tomar, mi celular me arranca de mis pensamientos.Me detengo en la avenida y veo quien llama, y no es otro que ¡Alberto-idiota! Corto la llamada sin ganas de escuchar a ese gusano insignificante. Bloqueo su número. No tengo ánimo ni cabeza para lidiar con él.Suspiro, mientras aprieto fuerte mis ojos. Siento que una gran jaqueca se avecina. No sé si estoy en conmoción, pero si soy honesta, no es dolor lo que siento, es rabia.De esa que te hace hacer cosas estúpidas. Y me conozco. Soy capaz de hacer cosas estúpidas, como incendiarle el auto. Hum… de hecho, esa no es una mala idea.Nuevamente el sonido de mi celular me saca de mi dialogo interno. Veo la pantalla y el número telefónico, lo desconozco.Frunzo el ceño y contesto. “¿Aló?” Un hombre sorprendido de que respondiera me habla con una voz ronca y aterciopelada. “Dra. Spencer, no creí que me contestaría.”Pienso por un momento, recordando quien es. En verdad, no le doy mucho esfuerzo y le pregunto. “¿Quién es?”“Soy Peter… Bennett. Nos conocimos en la conferencia hace unas horas atrás.”Suspiro y digo. “Sr. Bennett, ¿cómo consiguió mi número?”Me responde. “Tengo mis maneras.”Molesta le digo. “¿Ah sí? Pues esto es considerado como acoso e invasión de la privacidad. ¿Está acostumbrado a ser de esta forma con las personas a su alrededor o con aquellas que recién conoce?”Hay un silencio incómodo al otro lado de la línea hasta que me responde. “Lo siento mucho por importunarla, Dra. Spencer. No creí que se enojaría por llamarla.”“Pues, adivine qué. Sí, me enoja, me emputece que ustedes los hombres crean que una estará contentísima con que invadan su espacio personal. Pues no, Sr. Bennett. Por lo menos yo no soy así. ¡Deje de importunarme!”Y sin darme cuenta, estoy gritándole. Él solo me escucha y dice. “¿Se encuentra bien? ¿Hay algo en la que la pueda ayudar?”Y justo así, las lágrimas que se negaban salir comienzan a fluir como cascadas. Preocupación se escucha en su voz cuando demanda. “¿Dónde está? Iré por usted.”No puedo hablar. Las lágrimas me impiden hablar. Vuelve a demandar. “Quédese donde está. Iré por usted. No se vaya de la avenida.”Eso, capta mi atención. Sin dejar de llorar le pregunto. “¿Cómo sabe que estoy en la avenida?”Suspira y dice. “Se lo diré cuando vaya por usted y me cerciore de que está bien. Por favor. Espere por mí. Estaré ahí en diez minutos.”Quiero rebatir, pero corta la llamada. Me quedo mirando la pantalla por un momento, todavía perdida y confundida con todo lo que ha pasado.Mis lágrimas ahora se niegan a detenerse y me odio a mí misma, por estar llorando por ese falso, estúpido y engreído hombre, llamado Alberto.Fiel a su palabra, el Sr. Bennett está afuera de mi auto en diez minutos. Abre la puerta haciéndome saltar.Se agacha, observa mi rostro enrojecido e inflamado de tanto llorar. Frunce el ceño, suspira y con una tierna y compasiva voz me pregunta. “¿Qué pasó? ¿Quién fue capaz de hacerle daño?”Cubro mi cara con mis manos y vuelvo a llorar. Él toma mi barbilla con su gran mano, y siento chispas que invaden todo mi cuerpo, enviando escalofríos por toda mi espina dorsal. ¿Qué es esta sensación? Me pregunto.Abro mucho mis ojos, contengo la respiración e inconscientemente toco su mano. Tiemblo ante su tacto. Él me sonríe complacido y en un susurro dice. “Mate.”Frunzo el ceño y digo. “¿Eh?”Me suelto de su agarre, recobrando la cordura y le digo. “¿Qué es eso de pareja? Discúlpeme Sr. Bennett. No tenía por qué molestarse con venir aquí. Le agradezco la preocupación.”El frunce el ceño, su mirada se oscurece y dice. “No lo agradezca. La escoltaré a su casa. No dejaré que maneje en ese estado.”Abro mucho mis ojos y le grito. “¡NO! ¡A mi casa no!”Una mirada confundida cruza su bello rostro y dice. “Pues usted me dirá dónde quiere que la lleve, pero no la dejaré sola. Y eso es definitivo.”Suspiro, resignada, mientras me cambio de asiento. Él se sube al auto, me mira de reojo y dice. “¿Dónde la llevo, madame?”Yo lo observo detenidamente y le pregunto. “¿Por qué está aquí?”Él se gira en el asiento y me observa con una mirada penetrante. Sus ojos de color almendra, brillan intensamente mientras dice, “Estoy aquí, Emma, porque soy incapaz de dejarte tranquila.”Debería estar furiosa por dirigirse a mí de forma tan informal, pero no puedo evitar sonrojarme al escuchar su declaración.Mi corazón late fuertemente, al escuchar como suena mi nombre, en sus apetitosos labios y sin evitarlo, me encuentro mirándolos fijamente.Él sonríe divertido al notarlo y dice. “¿Hay algo que estás viendo que te guste?”Me sacudo el pensamiento, mientras digo. “¿A qué te refieres?”Él sonríe nuevamente mientras dice. “No importa. Dado a que no me dices donde ir, elijo yo. Quédate tranquila.”Voy a debatir, pero él ya está manejando y muy en el fondo, estoy profundamente agradecida de que haya aparecido y me esté sacando de esto, tomando el control.Peter manejó durante una media hora y llegamos a un lugar precioso. Miro alrededor, sin reconocer donde estoy.Le pregunto. “Peter, ¿Dónde estamos?”Me sonríe y dice.” Me alegra mucho que me llames por mi nombre, Emma. Honestamente me estaba enfadando de que me dijeras señor Bennett.”Frunzo el ceño y digo. “No fue por opción. Dado de que tú me llamaras por mi nombre hace un rato atrás, creí que solo era justo que yo también hiciera lo mismo.”Su sonrisa se amplía mientras dice. “La razón que sea, me alegra. Ahora, con respecto a tu pregunta, estamos en mi casa.”Abro mucho los ojos y grito. “¿QUÉ? ¡NO! ¡Esto está mal! Aún soy una mujer casada y ¡mi reputación debe ser intachable si quiero permanecer siendo profesora de la universidad! No puedo quedar sin trabajo. Ahora no puedo.”Él frunce el ceño y dice. “Emma, ¿De qué estás hablando? No estamos haciendo nada malo, bueno. No todavía.”Veo como se ríe divertido mientras yo estoy hiperventilando, entrando en pánico.Me dice. “¡Hey! Ojos en mí, Emma. Jamás permitiría que te metieras en problemas por mi culpa. Cuando te digo que está todo bien, debes confiar que así es.”“Es más fácil decirlo que hacerlo.” Le digo entrelazando mis brazos.“Tú no sabes lo que es ser una mujer en un mundo de hombres, Peter. Solo por el hecho de ser hombre, nadie cuestiona tu posición. Sin embargo, solo por el hecho de ser mujer debo justificar mi posición ante todos. Constantemente todos cuestionan mi inteligencia, mis logros y hallazgos. Y ni siquiera hablemos si es que eres una mujer bonita. Eso sí que es un debate para un día completo.”Él se estaciona enfrente de la inmensa mansión, la cual es… asombrosa.Cuelga su cabeza de lado y dice. “Sé que jamás podré estar en tu posición, ya que no nací mujer. Pero no hay día en que no me esfuerce para que mis trabajadores tengan las mismas oportunidades y que para que esos sesgos, sobre todo de género, no se den. Es cierto, que es una gran batalla, Emma. Pero por algún lado se empieza. Ahora, entiendo que te cueste trabajo confiar en las personas, debido a lo mismo. Pero quiero que sepas, que, en mí, si puedes confiar. Jamás te engañaré.”Suspiro, derrotada, mientras digo. “Solo el tiempo lo dirá, Peter.”“Y te demostraré cada día, que soy digno de tu confianza, Emma.”Miro por la ventana, procesando lo que me acaba de decir, mientras asiento a sus palabras. Luego, lo escucho decir cautelosamente. “¿A qué te referiste, hace un momento, cuando me dijiste que aún eres una mujer casada? ¿Qué fue lo que te hizo tu marido?”Lo miro nerviosa, me muerdo el labio, suspiro mientras digo, “Lo acabo de ver cogiéndose a su secretaria, en mi casa.”Peter Bennett.Al escuchar su voz a través de los parlantes, hizo que me congelara en mi puesto, sin poder avanzar. Mi intención nunca fue asistir a la conferencia.Es más, había desistido de ir, no por el tema en sí, sino que era más relevante mi reunión con el decano Smith, por lo tanto, jamás había esperado estar en el auditorio. Apolo, mi lobo, se agitó dentro de mi cabeza, exigiendo verla.Necesitaba saber a quién pertenecía la melodiosa voz que hablaba, cuyo discurso estaba lleno sentencias ingeniosas y descubrimientos novedosos.Dejo hablando solo al decano y me dirijo en piloto automático hacia el auditorio. Me quedo en la puerta, observando a la pequeña figura detrás del podio.Mi lobo salta en mi cabeza, absolutamente enloquecido gritando, “¡Mate, mate, mate,, mía, mía, mía!” dándome una gran jaqueca.Nunca me casé, porque siempre creí que encontraría al amor de mi vida, algún día. No creí que, a mis treinta y seis años, la encontraría.Aunque si me hace peguntarme, ¿Por qué
Emma Spencer.Un rugido sale de su enorme pecho y sin pensarlo me asusto de escucharlo y me alejo de él. Peter, al darse cuenta de que me asustó se disculpa diciendo que soy muy buena para él.Por supuesto que sé que soy muy buena para Alberto y justamente es eso lo que me enoja. Que el muy mal nacido haya sido capaz de engañarme, ¡a mí!Creí que sabía lo que hacía cuando decidí escogerlo como mi marido, creí que sería un buen padre para Maddie, pero no. Me equivoqué y por dios, como odio equivocarme.En el papel, era el hombre indicado, pero en la realidad, no podía ser más opuesto. Suspiro, absolutamente derrotada, mientras no puedo evitar sonrojarme de que un hombre extraño sea capaz de verme.Se baja del auto y me ofrece su mano, la cual acepto. Y ahí están de nuevo: las chispas. Abro mucho los ojos mirándolo, mientras él solo se limita a sonreírme.¿Qué es esto? ¿Por qué este hombre me provoca estas sensaciones, las cuales jamás he sentido con otro hombre? ¿Por qué siento como si
Emma Spencer. Veo como Peter frunce el ceño a lo que le dije y sin pensarlo me pregunta, “¿matrimonio por conveniencia? ¿A qué te refieres? ¿tus padres te obligaron?” Siento como mi corazón comienza a latir fuertemente ante su interrogatorio. Rápidamente le digo, “mis padres no tuvieron nada que ver con mi decisión, es más, ellos estaban en contra. Nunca les agradó Alberto, pero yo soy demasiado testaruda como para cambiar de opinión. La decisión pasó por lo que creí que me convenía más.” “Perdóname querida, pero sigo sin entender.” Suspiro y digo, “Verás, yo deseaba una familia propia. Siempre sentí que algo me hacía falta, siempre me sentí como un pedazo roto. Ese sentimiento dejé de sentirlo cuando nació Maddie. Ni siquiera cuando me casé. Fue ella la que trajo la paz y esa sensación de pertenencia que tanto busqué.” Veo que me va a preguntar algo cuando somos interrumpidos por el sonido de mi celular. Lo saco de mi bolsillo y veo que es mi madre. “Perdóname, Peter, pero debo
Emma Spencer.Peter se gira violentamente hacia mí, me toma de los hombros contra la pared y grita, “¿Por qué puedo oler a mi hija ahí dentro?”Abro mucho los ojos, respirando agitadamente sin saber cómo responder a eso. “¿Tu hija? ¿De qué demonios estás hablando, Peter? Es solo Maddie que está ahí dentro. ¡Déjame ir!”“Entonces ella es mi hija, Emma. ¡Puedo olerla! ¡Es mi sangre la que recorre sus venas!”“¿A qué te refieres con que puedes olerla? No somos animales, Peter. ¿Qué rayos te pasa? Si sigues gritando de ese modo, asustarás a todos ahí dentro, incluyendo a Maddie.”Observo como intenta calmarse mientras me dice, “ella no es hija de Alberto, Emma. ¿Cómo la concebiste? ¿Cómo te embarazaste?”“¿Cómo sabes que no es su hija?”“¡Responde la pregunta, joder!”Siento como si un poder invisible me azotara, obligándome a responder con la verdad. Respiro entrecortado, intentando soportar el dolor que conlleva, mientras el sudor se asoma por mi frente.Le digo, “por inseminación artif
Peter Bennett. Maddie me susurra, “Papi, yo sé que ellos, no son mis abuelos.” Mi agarre en ambas se tensa. Los observo detenidamente y sé de inmediato quienes y de donde son. “¿Qué demonios hacen aquí, el beta y su mujer, de la manada real del norte?” me pregunta Apolo, totalmente fastidiado por lo que estamos presenciando. “No lo sé Apolo, pero algo me dice que han sido ellos quienes han criado a Emma como suya. La pregunta es, ¿Por qué? Maddie sabe que no son sus abuelos, entonces, ¿Por qué están aquí?” “¿Acaso no es obvio? El rey Alexander tenía un plan B… Emma.” Cierro los ojos, lamentándome por lo que acabamos de descubrir. Llamo rápidamente a William por enlace mental. “William, trae a todos aquí, ¡Ahora!” No espero su respuesta. Respiro profundo, de modo de no asustar a Maddie ni a Emma, mientras digo, “John, hace mucho que no te veía. Pensé que habías fallecido. ¿Qué haces en las tierras del sur? Estas muy lejos de casa.” Miro como su cara y la de su mujer se descompon
Emma Spencer.“Durante treinta años te han buscado, porque eres la heredera legítima del trono del norte, escondida en el corazón del sur.”Esa frase resuena sin cesar en mi mente. En las últimas veinticuatro horas mi vida ha cambiado drásticamente sin poder volver atrás. La seguridad que sentía la mañana de ayer al despertar ya no existe.Nada en mi vida es cierto. Me hace cuestionarme si cada decisión que he tomado ha sido guiada por fuerzas invisibles que orquestan en contra de uno.Mis creencias sobre que uno forja su destino, ha sido destruida por completo. Un millón de preguntas me invaden constantemente, pero una es la que sobresale cada vez que pienso en toda esta situación: por qué.Luego de que se llevaran a mis padres, Peter nos llevó de regreso a su casa. Maddie no dejó de hablar con Peter sobre cómo ha sido su vida lejos de ella durante todos estos años.Yo solo me limité a observar este intercambio. Me parece sumamente extraño la confianza que ha nacido entre ellos, sien
Peter Bennett.Me duele el corazón ver a mi pareja tan triste. Entiendo perfecto por qué. Apolo no deja de aullar, dado a las emociones que sentimos, a través del vínculo de pareja, el cual, ella no tiene idea de que existe. Veo a la mujer enfrente de mí y me siento tan dichoso de que sea mía.“Comienza, desde el principio, Peter. Quiero saberlo todo.”Trago fuerte, mientras observo a mi hermosa pareja mirándome con sus ojos bien abiertos, expectante a lo que tenga que decir.Me aclaro la garganta y digo, “Existen distintas sociedades en este mundo. Los humanos son solo una de ellas. Entre ellos viven distintas criaturas, como los hombres lobos y los Lycan.”Continuo, “Nuestra cultura colabora con los humanos, pero no nos mezclamos. Esto quiere decir, que podemos hacer negocios con ellos, trabajar con ellos o para ellos, pero no nos emparejamos con ellos. Estar con un ser humano, es prohibido.”Emma me interrumpe preguntando, “¿Cuál es la diferencia entre un hombre lobo y un Lycan?”“
Parker Bennett.Aturdido por el viaje que mi hermano me obligó a emprender a las tierras del norte, me siento feliz de que concluya. Llevo meses en el extranjero y solo añoro mi cama y mi espacio.Fue un tiempo muy duro, en donde pude lograr lo que quería: información. Peter estará contento con todo lo que descubrí del Rey Harry.Me bajo del avión y estoy complacido de que William, el beta de Peter, me está esperando.“Gusto en verlo, príncipe Parker. Espero que el viaje en avión haya sido sin novedad.”Le sonrío, cansado, mientras le digo “Gracias, William. Sí, fue un viaje cómodo, a pesar de la distancia. Dime, ¿Cómo está el gruñón de mi hermano?”Veo como William comparte una sonrisa nerviosa, mientras dice, “Nuestro rey, encontró a su pareja, mi príncipe.”Me detengo en seco. “¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién es?”A decir verdad, siempre creí que yo la encontraría primero. Siempre intenté sentir consuelo en que, si no era rey, por lo menos tendría a mi pareja destinada. Pero veo que l