Maddison Spencer – Bennett.Me desperté en una cama vacía. Miré a mi alrededor, pero mi candente pareja, no estaba conmigo. Debía reconocer, que me decepcionó un poco.Pero ahí vi la nota. La tomé y la leí, haciéndome sonreír con cada línea. Suspiré y me dejé caer en la cama sosteniendo la nota en mi pecho.“¡Eres tan cachonda, mujer! ¡Ahora, nos tocará sufrir en la noche!”Fruncí el ceño. “¿De qué estás hablando, Kallie?”“De que estabas tan caliente y enojada a la vez, ¡que no escuchaste nada de lo que grité! Te dije que no te dejarás marcar hasta después del cambio… ¡Pero tú nunca escuchas!”“Sigo sin entender, Kallie.”Ella gruñó frustrada y se fue caminando furiosa a los confines de mi mente, dejándome con preguntas sin ser respondidas.Decidí dejar de lado esa conversación, para que no afectara mi excelente estado anímico. Habían pasado años desde que no me sentía tan feliz y completa.Toc, toc, toc.“¡Adelante!” —grité, aun soñando, despierta con la inolvidable noche que Alonso
Maddison Spencer – Bennett.“Hasta que nos volvemos a encontrar, Suicune, diosa del viento del norte. Te dije que te encontraría de nuevo… pareja.”¿Suicune? ¿De qué mierda estaba hablando? ¿Quién era Suicune?Como si me hubieran escuchado los pensamientos, una voz femenina y melodiosa dijo: “Creí que estabas muerto, Sokaris. ¿Qué es lo que tomará librarnos de ti? ¡Maldita basura griega!”Abrí mucho los ojos al entender que quién dijo esas palabras, no era otra que Selene.“Gusto en verte, Selene. Te ves vieja. ¿Mucho trabajo?” —le dijo, burlándose de la diosa de la luna.“No tan viejo como tú, Sokaris. ¿Mucho tiempo esperando a tu alma gemela? Que triste que no te reconozca.” —le dijo en tono sarcástico, lo cual era bastante extraño escuchar, proviniendo de ella.Usualmente, Selene era la más recatada y compuesta de las tres, pero… creo que con este hombre tenían mucha historia pasada.¿Alma gemela? ¿De qué mierda estaba hablando Selene? ¿Qué era lo que habían estado haciendo sin que
Maddison Spencer – Bennett.Contuve la respiración… Abrí mucho los ojos y busqué al dueño de esa voz, la cual tenía múltiples efectos no esperados, en mí, pero fue en vano… Él no estaba aquí.Suspiré decepcionada, creyendo que fue una invención de mi cerebro creativo, cuando lo escuché decir: “No me busques entre esas cuatro paredes, mi diosa. Siempre que quieras escucharme, sopla en el punto cardinal del sur y podrás hablarme.”“¿Cómo estás en mi cabeza? ¿Es un enlace mental?”“Hum… en una forma, si lo es. Los enlaces mentales solo funcionan dentro de un rango reducido de distancia. La rosa de los vientos te permitirá contarte con cualquiera de nosotros en cualquier momento que lo necesites.”Fruncí el ceño. “¿Nosotros? ¿A qué te refieres?”Lo escuché sonreír y luego dijo: “Sé que no soy el único, diosa mía. Pero es un precio que estoy dispuesto a pagar con tal de tenerte nuevamente conmigo. Soy capaz de compartirte, con tal de no volver a separarme de ti. Te he esperado durante sigl
Maddison Spencer - Bennett.Me quedé viendo a Alonso con los ojos muy abiertos. Me sequé la mano y rápidamente le quité el teléfono de sus manos.“¿Alice?”“¡Princesa! He intentado comunicarme con usted, pero había sido en vano. ¿Ha visto su calendario?”Fruncí el ceño y me maldigo por haber sido descuidada. Suspiré y le dije: “No lo he visto.”“Debe venir a mi consultorio lo antes posible. Usted sabe que las inyecciones anticonceptivas son muy efectivas, siempre y cuando se hagan en la fecha correspondiente. Ya han pasado tres meses desde la última.”“Lo entiendo totalmente, Alice. Debido a que mi primer cambio fue anoche y por protocolo real, no puedo salir. ¿Puedes venir al palacio? Esto es algo que me preocupa mucho.”“Ningún problema, princesa. Estaré allí al mediodía.”“Muchas gracias, Alice. Nos vemos al mediodía.” —Y sin más, ambas cortamos la comunicación.Alcé la mirada y ahí estaba la de Alonso, esperando algún tipo de explicación. Suspiré y calmadamente dije: “¿Puedo termi
Maddison Spencer – Bennett.Fruncí el ceño, confundida. ¿Qué demonios hacía ella aquí? ¿Quién la invitó? ¿Por qué mamá y Alonso están a la defensiva? ¿Qué estará planeando, ahora?Tengo clarísimo que, si mi tía Wilma está aquí, nada bueno se viene. Aún tengo recuerdos de cuando tenía cinco años y ayudó con mi secuestro. Si bien no recuerdo que haya sido ella la que invadió la cabaña en la que estaba, si recuerdo vívidamente, que fue a mi habitación a verme.Recuerdo, como si fuera ayer, sus palabras… «Jamás permitiré que tú seas la reina, mocosa… No eres nada.»Por lo tanto, nunca he estado feliz de que exista, respire o simplemente esté viva.Me crucé de brazos y dije: “Tía Wilma… ¿Quién te dejó salir del agujero al que llamas hogar?”Abrió mucho los ojos y dijo: “Emma, ¿así es como has criado a esta mocosa insolente? ¿Sin un ápice de respeto por sus mayores?”Sonreí irónica y le dije: “El respeto se gana, Wilma… ¿O acaso no recuerdas lo que me dijiste cuando era una niña y el monstru
Maddison Spencer – Bennett.Por un segundo sentí que estaba muerta. Un dolor agudo invadió todo mi cuerpo, mientras que un sonido punzante abatía mis oídos.Intenté reincorporarme, con gran dificultad, mientras veía que Alonso trataba de decirme algo. Podía observar que sus labios se movían, pero no escuchaba nada. Eso me desorientó por completo.Abrí y cerré muchas veces los ojos, con la esperanza de que mi orientación volviera, pero fue en vano. Dado que no pude reaccionar, Alonso me tomó en sus brazos y me cargó hacia otro lugar.Miré a mi alrededor y todos corrían por doquier, mientras nos invadía una gran cortina densa de polvo y escombros. Lo que hace unos minutos era la inauguración de un nuevo orfanato, se convirtió en una escena de una película de guerra.De repente, el sonido volvió.“¡Maddison! Por favor pequeña, ¿me escuchas?” —gritaba Alonso, totalmente desesperado.Puse una mano en su hombro y en un susurro solo dije: “Sí, te escucho.”“¡Oh, gracias Diosa!” —Sonrió mientr
Emma Spencer. “Y con eso concluye mi presentación sobre innovación educativa. Muchas gracias a todos por asistir.” Patrick Sheldon, el decano de la universidad dice, “Damas y caballeros, esta fue la presentación magistral de la Dra. Spencer, profesora interina de la universidad de Stanford” Puedo observar como el público se pone de pie aplaudiéndome. Algunos gritan, “¡Bien hecho!” y no puedo evitar sonreír. Me bajo del escenario y me encuentro cara a cara con el principal benefactor de la universidad: Peter Bennett. Es el multimillonario más codiciado del país. Observo al inmenso hombre que está de pie frente a mí. Extremadamente alto, una pared de puro músculo, pelo castaño un poco más largo arriba que en los costados, ojos de color almendra, labios carnosos, mandíbula fuerte y barba recién cortada. Viste un traje negro, hecho a la medida. Atractivo, varonil, el sueño de cualquier mujer, el cual hace que tus bragas se mojen, solo con mirarlo. Con una sonrisa perfecta dibujada
Emma Spencer. Luego de presenciar a ese patético mal nacido que, desgraciadamente, es aún mi marido, cogerse a su secretaria en mi casa, me subí al auto y apreté el acelerador. Sé que no puedo ir a casa de mi madre. Aún no. Necesito procesar todo lo que vi. Maddie no puede verme así. ¡Cielos! Maddie. ¿Cómo justificaré que su papi es un maldito? ¿Qué le diré cuando me pregunte que por qué no volvemos a casa? Puede que solo tenga cinco años y que Alberto no sea el mejor de los padres, pero no se le va ni una. A veces siento que hablar con ella es como hablar con un adulto, en pequeño. ¡Demonios! ¡Estoy conmocionada! y honestamente soy demasiado terca como para llorar. Furia fluye por mis venas, como lava espesa y ardiente. Mientras estoy discutiendo con mi yo interno sobre qué camino tomar, mi celular me arranca de mis pensamientos. Me detengo en la avenida y veo quien llama, y no es otro que ¡Alberto-idiota! Corto la llamada sin ganas de escuchar a ese gusano insignificante. Bloqu