Ariam había tenido una noche muy difícil, un par de hombres le habían hecho la vida imposible, tratando de propasarse todo el tiempo, si no hubiera sido por los chicos de la seguridad, otra vez habría quedado sin empleo, por de una cosa estaba segura, ella no iba a permitir que nadie volviera a ponerle una mano encima sin su consentimiento.
Iba meditando mientras caminaba, estaba tan ofuscada que no se dio cuenta de que la calle se encontraba sola, que las bombillas que siempre estaban encendidas esa noche, estaban apagadas, tampoco se dio cuenta de que no era nada bueno que una chica que iba media desnuda, porque la minifalda que la obligaban a utilizar en la discoteca donde trabajaba de mesera, no cubría absolutamente nada.
Unos gritos de un hombre fue la alarma que la sacó de sus cavilaciones, y en ese momento es que fue consciente del peligro que estaba corriendo. En lugar de continuar su comino y salir de esa zona peligrosa, no pudo resistirse a prestar ayuda a esa persona que gritaba, no se paró a pensar en nada, solo siguió el sonido de los alaridos.
La imagen que observó a continuación la dejó conmocionada, en el callejón había dos hombres que tenían agarrado a otro individuo, al que sujetaban fuertemente, mientras que otro, un hombre alto de cabello rapado, lo golpeaba con un objeto metálico que tenía entre sus dedos, con fuerza en el rostro, la sangre borboteaba por la boca del hombre, los ojos estaban completamente hinchados.
—Habla de una puta vez, o tu carita de niño, bueno será un triste recuerdo. —Ari le escuchó decir al hombre que tenía el metal en la mano.
—No… lo… sé… Ya te lo he dicho que… —No terminó el despojo humano que horas atrás era una persona, porque enseguida el metal se estrelló contra su cara, varias piezas dentales ensangrentadas salieron disparadas, impactando contra el negro asfalto, tal fue el impacto que de manera involuntaria de la boca de Ari salió un quejido, alertando a los hombres de su presencia.
Al darse cuenta del error que cometió levantó la mirada y vio como los tres hombres giraban sus rostros para mirarla, ella supo de inmediato que corría peligro y sin pensarlo mucho, se echó a correr, su corazón latía frenéticamente, Ariam podía sentir las pisadas fuertes detrás de ella, cometió el error de voltear y no vio un agujero que había en medio de la calle, por lo que su pie enfundado en una botas de cuero altísima, no soportó la presión y se dobló haciendo que el tacón de la bota se partiera y Ari cayera irremediablemente en el piso, llevándose un buen golpe en sus glúteos, y permitió que el hombre que corría tras ella, la atrapara.
—Aquí tienes a la perra fisgona Derek —dijo uno de los matones que tenía a Ariam agarrada de los cabellos.
Ella estaba aterrada, se reprochó una y otra vez, haberse metido donde no la llamaban, maldiciendo para sus adentros, se encontraba cuando el hombre cruel y despiadado que tenía el metal en las manos se acercó, cuando Ari levantó la cara vio parada ante ella, se quedó sin aliento.
Él tan alto y robusto, media casi un metro, noventa o quizás llegada a los dos metros, no estaba segura, no debía de pesar menos de cien kilos. No era gordo, pero tenía un suntuoso ajuar de músculos que se apreciaban incluso bajo la ropa. Si deseaba la despedazaría con un solo puñetazo.
De uno de sus brazos salía un apretado trenzado de tatuajes tribales en tonos grises y negros. Su muñeca, tan sólida como la madera fósil, estaba estriada de venas, que afloraban nítidas pese a la penumbra. Tenía el pelo cortado al ras como un soldado y unos ojos claros, azules o grises, era una especie de espíritu celestial.
Era aterrador y fascinante al mismo tiempo.
—Mátala Derek no podemos dejar testigos.
Él la escrutó con dos pupilas que parecían unas esquirlas de cristal, mientras esa mirada glacial la recorría, Ari se sintió inquieta. Pese a ello, no bajó los párpados y permanecieron así unos extraños segundos, observándose en la penumbra. Alrededor reinaba el caos, las voces de sus compañeros instándolos, los quejidos del hombre herido que estaba tirado en el piso y la respiración frenética de ella. Pero aun así seguía sin apartar sus miradas.
—¿Qué coño estabas mirando? —Le preguntó Derek de malas maneras, mientras le agarraba la barbilla con fuerza.
Ari pensó que voz no desentonaba con el poderoso conjunto:
Era ronca, profunda, tan imponente como su cuerpo.
—Yo no vi nada, solo pasaba por aquí, pensé que alguien necesitaba ayuda… No quise, no era mi intención. —Ari miró hacia donde estaba el hombre al que se encontraban torturando, al verle bien su rostro, le pareció a alguien conocido, era un alto funcionario de la ciudad, lo miró horrorizada, cuando su mente dedujo quien era.
Uno de los secuaces se acercó a Derek.
—Mátala de una puta vez que no tenemos mucho tiempo.
—No por favor, no me maten, no diré nada, se los juro —suplicó Ariam.
Derek la volvió a agarrar por el rostro con una mano, mientras que con la otra que se encontraba ensangrentada y con la nudillera la pasó lentamente por su mejilla.
—Es mejor para ti que se te olvide, todo lo que acabas de ver, si quieres seguir respirando.
Ariam no podía apartar la mirada de ese feroz hombre.
—¿Lo has comprendido? —Le preguntó él al ver que no respondía.
Ella asintió frenéticamente.
—Entonces lárgate, antes de que me arrepienta y te vuele la tapa de los sesos de una puta vez —Derek la soltó y ella se resbaló y cayó al piso.
Ari sabía que era un milagro que la hubiese dejado marchar, así que no esperó, se quitó las botas y se levantó rápidamente para escapar de allí, no si antes mirar hacia donde estaba Derek que ya se había volteado, para agarrar al malherido funcionario y seguir con la tortura, su vista se quedó clavada en un tatuaje que tenía en la nuca, un escorpión negro.
Sin tiempo que perder, porque su vida dependía de un hilo, la chica salió corriendo y no paró hasta llegar a su casa, fue en ese momento en el que ya estaba a salvo que se permitió descansar, se tiró encima del césped y dejó que su respiración se calmara.
No había terminado de recuperarse cuando escuchó unos gritos, dentro de la casa, el corazón se le aceleró, su desafortunada noche parecía que todavía no había terminado.
Arian al escuchar la discusión dentro de su casa se levantó inmediatamente, se levantó, sacó las llaves de su bolso y abrió la puerta.Su padre se encontraba con Haru su mejor amigo, le pareció extraño que estuvieran discutiendo, el hombre tenía agarrado por las solapas de camisa a su papá, cuando la vio entrar, Haru se le quedó mirando, soltó al padre de Ariam y salió de la casa furioso.—¿Qué pasó aquí, papá? —Le preguntó la chica a Pablo. —¿Por qué discutías con Harú?—Tenemos que hablar Ariam —dijo el hombre contrariado.Su padre ya era un hombre entrado en años, su rostro surcado con arrugas y su cabello canoso, daban cuenta de lo mucho que había vivido, aunque sus ojos verdes eran vivaces como los de cualquier adolescente, mismos ojos que ella había heredado.—Ven conmigo ahora mismo —Pablo agarró de la mano a su hija y la llevo hacia el sótano.Muy poco, Ariam, solía ir a ese lugar, ya que su padre era muy hermético con ese sitio.Al entrar, Pablo encendió la luz y buscó entre
Desesperada, Ariam cogió a Danis por la mano y corrieron a esconderse, en un compartimiento secreto que había en la habitación de Pablo. Él siempre las había instruido en lo que debía hacer si ocurría algo repentino. Ari se preguntaba siempre, que era lo que su padre escondía, él decía que había trabajado de camionero por muchos años, pero ella sabía que escondía demasiados, secretos, un camionero no escondía armas por toda la casa, ni tampoco hacía compartimientos secretos para resguardar a su familia.Ariam metió a su hermana en el escondite y le pidió que se quedara quietecita y no gritara, que ella iría a ver que sucedía y regresaría en unos minutos.La niña no estaba convencida de quedarse sola, pero obedeció a su hermana, Ariam sigilosamente se acercó a la sala y vio a su padre sentado en una silla, Harú lo había amarrado y los golpeaba una y otra vez, mientras le gritaba.—¿Dónde tienes la lista? —Le preguntó el hombre. —Dámela y te dejaré vivir.Pablo negó con la cabeza y le
Una vez que Ariam estuvo en suelo americano, respiró con tranquilidad, caminó con su hermana tomada de la mano, caminaron hasta el lugar donde le había indicado Pancho que estaría su amigo esperando pero cuando llegó al sitio, se dio cuenta que el amigo de su padre las había traicionado, Haru y sus hombres era quien las esperaba.La chica miró a su alrededor, vio que había mucha gente alrededor, aquello no era como en su país, allí Haru no tenía tanto poder, así que lo único que se le pasó por la mente fue armar un alboroto así que agarró fuertemente a su hermana, entraron corriendo a una tienda de comida y comenzó a voltear las mesas a gritar como loca, armó tal escándalo que sabía que la policía llegaría al lugar, la gente comenzó a formarse alrededor por lo que Haru no pudo agarrarlas, era tanta la cantidad de curiosos que le permitió escaparse por la parte de atrás del local con la niña. Corrieron hasta quedar sin fuerza, se pararon frente a una iglesia.Ariam sabía que no podía c
Ariam era una chica fuerte, pero el asesinato de su padre y ahora la desaparición de su hermana estaba haciendo mella en ella, no había dejado de llorar en ningún momento pensando en como estaría su niña, si tendría frío o hambre.El dolor era insoportable, después de agarrar un autobús que la llevó a la ciudad de Los Ángeles, revisó la dirección en su móvil, estaba cerca, caminó una cuantas cuadras que era lo que le faltaba por llegar, iba pasando por un callejón, cuando vio a un hombre peleando con una mujer, la tenía arrinconada en la pared, la había golpeado porque la chica tenía sangre en la cara.Ariam se debatió entre seguir su camino o intervenir en aquello, pero el grito de la chica la hizo decidirse, ya que el hombre tenía la clara intención de abusar de la mujer.Ari fue corriendo hacia la pareja, vio un palo de madera tirado en el piso, lo agarró y sin pensarlo mucho le dio un palazo al hombre con todas sus fuerzas en la cabeza. El sujeto cayó al instante en el piso, Ariam
La mirada de Costello era un punto interrogativo despiadado.—¿Y tú que haces aquí? —Le preguntó de malas maneras, evidentemente la recordaba.La voz severa de él, la hizo reaccionar.—Soy la hija de Pablo Cairuz.Él se quedó mirándola, haciendo que Ariam se sintiera nerviosa de repente, se quitó de la puerta y dejó que ella entrara.—¿Qué le pasó a Pablo? —Preguntó Costello.Ariam que no era parca de palabras, de repente se sentía cohibida antes aquel hombre, aquella noche en el callejón, le parecía feroz y aterrador, lucía exactamente igual, a pesar de llevar una barba de al menos tres días en las mejillas, era un hombre dominante, su sola presencia inundaba la estancia por completo con su cuerpo monumental, Ari no tenía miedo más bien se encontraba deslumbrada con el amigo de su padre.—¿Qué le pasó a Pablo? Le volvió a preguntar él con impaciencia.—¿Cómo sabes que le sucedió algo? —Preguntó Ari sorprendida.—Si estás aquí buscándome, usando el apellido de mi madre, solo puede s
Derek estaba cabreado con Ariam por haberlo chantajeado, pero quería esa lista, si los Yakuza se quedaban, si sus padrinos, serían tan vulnerables que podían aplastarlos sin ningún problema, quedarían reducidos a cenizas, poder acabar con esos malditos, era una tentación muy grande, que él no iba a desperdiciar y ninguno de sus hermanos tampoco lo harían, si tenía que perder su libertad por un par de años lo haría gustoso con tal de tener a los Yakuza en sus manos.Derek llamó a un abogado para que redactara el acuerdo prematrimonial donde se establecía que el matrimonio duraría tan solo un par de años, de los cuales ninguno de los dos cónyuges estaban obligados a mantener relaciones sexuales, además, una vez casados, Ariam estaba obligada a darle lo que le había prometido.El abogado hizo los trámites.Ariam dejó el departamento de su nueva amiga Nilvia para irse a vivir en el apartamento de Derek, él no era el señor amabilidad en lo absoluto en su habitación, solo había un colchón y
Harú huyo del país y se refugió al otro lado de la frontera, una vez que estuvo medio recuperado, se mantuvo en las sombras, porque no quería a alertar a los hijos del escorpión que seguía vivo, porque ellos no descansarían hasta matarlo.Una vez que estuvo bien resguardado, se comunicó con el jefe de la Yakusa.—Keniche, tengo información importante.Keniche no solo era el jefe de los Yakuza, sino también el esposo de su hermana, por eso Haru tenía tanta importancia dentro de la mafia y le importaba la lista que Ariam tenía en su poder.—¿Qué información? —Le preguntó Keniche.—Sé donde está la lista de Osaka.—¿Dónde está?—La tiene la hija de Pablo.—¿Por qué la tiene ella y no tú? Ya debería estar en tu poder.—Lo intenté, pero ha buscado la protección de uno de los hijos del Escorpión, me hicieron un atentado.— Haru, has hecho bien en informarme, yo me encargaré de obtener la lista y de eliminar a todos los testigos, aunque para eso tenga que aniquilar a los hijos del Escorpión
En ese instante llegó Derek, acompañado con tres de sus sombras, así la gente llamaba a sus hombres.—¿Qué sucede aquí? —preguntó al ver a Cecil un poco perturbada y a Ariam sonriendo.—¿Me puedes explicar lo que está diciendo esta mujer? —Preguntó Cecil con arrogante elegancia. —Dice que es tu prometida.Derek se quedó mirando a Ariam, ella tenía una picardía en su rostro, de como quien ha sido descubierto haciendo una travesura, evidentemente estaba disfrutando con lo que sea que había pasado entre ellas.—Es cierto —respondió él con impaciencia.—¿Te das cuenta de lo que me estás diciendo? —Preguntó Cecil con incredulidad.—Lo se, es complicado, pero las cosas no son lo que parece. —Explicó.Derek sentía una fuerte atracción hacia Cecil, pero él era un hombre que conocía perfectamente el mundo donde se encontraba, y del que formaba parte, por eso jamás tendría una relación más allá del sexo, las debilidades eran muy malas para el negocio.—¿Quién es esta mujer que aparece de la