Capítulo 4

Una vez que Ariam estuvo en suelo americano, respiró con tranquilidad, caminó con su hermana tomada de la mano, caminaron hasta el lugar donde le había indicado Pancho que estaría su amigo esperando pero cuando llegó al sitio, se dio cuenta que el amigo de su padre las había traicionado, Haru y sus hombres era quien las esperaba.

La chica miró a su alrededor, vio que había mucha gente alrededor, aquello no era como en su país, allí Haru no tenía tanto poder, así que lo único que se le pasó por la mente fue armar un alboroto así que agarró fuertemente a su hermana, entraron corriendo a una tienda de comida y comenzó a voltear las mesas a gritar como loca, armó tal escándalo que sabía que la policía llegaría al lugar, la gente comenzó a formarse alrededor por lo que Haru no pudo agarrarlas, era tanta la cantidad de curiosos que le permitió escaparse por la parte de atrás del local con la niña. Corrieron hasta quedar sin fuerza, se pararon frente a una iglesia.

Ariam sabía que no podía continuar con su hermana, eso significaba exponerla al peligro.

—Dani —dijo Ari agachándose para ver a su hermana a los ojos. — No quiero hacer esto, pero es necesario que nos separemos.

La niña la miró horrorizada.

—No quiero separarme de ti —la chiquilla se aferró al cuello de su hermana.

—Mi amor, nunca me apartaré de ti, ni te dejaré sola, pero es necesario que aleje a esos hombre de nosotras, no quiero que nada te pase, por eso tengo que hacer esto sola, quiero que entres a la iglesia y me espere que vendré por ti.

—No quiero, no quiero.

—Dani, si no alejo a esos hombres de aquí, nunca tendremos una vida tranquila, te prometo que volveré por ti.

—Papá dijo lo mismo y ya viste como… —la niña no terminó porque comenzó a llorar.

Ariam la separó de ella, le limpió las lágrimas y la miró a los ojos.

—Mi chiquita, volveré, será un par de horas como mucho, no hay poder en esta tierra que me aleje de ti, ¿lo sabes, verdad?

La niña asintió.

—Muy bien, entra allí en la iglesia, no salgas, yo te buscaré ¿De acuerdo?

Dani asintió.

Ariam abrazó a su hermana, se le partía el corazón dejarla allí sola pero no podía seguir exponiéndola al peligro.

Una vez que se aseguró que su hermana estuviera bien, regresó hacia donde se encontraban sus perseguidores, estos al verla no dudaron e ir hasta ella, Ariam corrió en sentido contrario, haciendo todo lo posible por alejarlos del lugar donde se encontraba su hermana.

Corrió y corrió sin rumbo fijo, su fuerza disminuyo por eso Haru y sus hombres la acorralaron en uno de los puentes de la ciudad.

—Entrégame esa puta memoria, que me tienes hasta los huevos.

—Nunca te la daré, maldito, tendrás que matarme así como lo hiciste con mi padre.

—Ya viste, como terminó él, Pablo, un insigne miembro de la Yakuza, murió en mis manos como el traidor que era.

Ariam se quedó helada con la información que el monstruo de Haru le estaba revelando, su padre era miembro de una mafia, era un delincuente, ahora todo cobraba sentido.

—Contigo será mucho más, fácil, así que no agotes mi paciencia y dame la memoria —Haru se fue acercando mientras la apuntaba con su arma.

Ariam estaba acorralada, ya no tenía a donde ir, si Haru la atrapaba no le esperaba nada bueno, y no volvería a Dani, no podía fallarle a su hermana, miró hacia abajo del puente, prefería saltar de allí que caer en manos de ese monstruo, se subió rápidamente sobre los muros y se lanzó.

Haru y sus hombres corrieron hacia el puente para ver el cuerpo de Ariam, pero vieron como ella cayó encima de un camión que llevaba unos desperdicios y le mostraba los dedos medios de sus manos.

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Una vez que estuvo lo suficientemente lejos Ariam se bajó del camión, una vez fuera vació su estómago, aquel viaje era el peor de su vida. Parecía un zorrillo apestoso, por lo que no le quedó otra alternativa que alquilar un cuartucho de un motel, para darse una ducha y cambiarse de ropa, para luego regresar rápidamente a buscar a su hermana.

Una vez lista así lo hizo, tomó un autobús de regreso, no podía estar tranquila hasta que estuviera con Dani.

Era de madrugada cuando llegó a la iglesia, no le importó la hora que era, necesitaba llevarse a su hermana de aquel lugar.

—Que son horas de tocar y de esa manera —dijo un hombre cuando abrió la puerta.

—Lo siento es que necesitaba buscar a mi hermana.

—Igual no es manera de tocar jovencita —le reprochó el hombre que era el sacerdote de la iglesia —como se llama la hermana que buscas con tanta urgencia, las novicias a esta hora, no le es permitido salir de sus habitaciones.

—No busco a ninguna novicia, busco a una niña de ocho años que es mi hermana, se quedó aquí esta tarde.

—Aquí no hay ninguna niña.

—No puede ser, yo la dejé aquí, ella entró a la iglesia.

—Hija, puedes entrar y buscar por todo el lugar, aquí no hay ninguna niña.

—No puede ser, no puede ser —dijo Ariam desesperada —donde está mi niña, oh Dios mío.

—Quizás la chiquilla salió y fue a casa de alguna de sus amigas, ya sabes cómo son los niños.

Ariam negó con la cabeza.

—Llegamos al país apenas hace unas horas —respondió Ariam sollozando, imaginándose infinidades de cosas en su cabeza.

La chica se limpió las lágrimas y dejó de hablar con el religioso abruptamente y comenzó a buscarla por las calles aledañas, pero no encontró nada.

La desesperación y la angustia hacía mella en ella a cada minuto que pasaba, pensó que allí parada en medio de la calle sin conocer a nadie, no iba a servir de mucho para encontrar a su hermana, así que hizo lo que tenía que hacer ir en busca de Costello, él la ayudaría a encontrar a Dani.

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