Ariam era una chica fuerte, pero el asesinato de su padre y ahora la desaparición de su hermana estaba haciendo mella en ella, no había dejado de llorar en ningún momento pensando en como estaría su niña, si tendría frío o hambre.
El dolor era insoportable, después de agarrar un autobús que la llevó a la ciudad de Los Ángeles, revisó la dirección en su móvil, estaba cerca, caminó una cuantas cuadras que era lo que le faltaba por llegar, iba pasando por un callejón, cuando vio a un hombre peleando con una mujer, la tenía arrinconada en la pared, la había golpeado porque la chica tenía sangre en la cara.
Ariam se debatió entre seguir su camino o intervenir en aquello, pero el grito de la chica la hizo decidirse, ya que el hombre tenía la clara intención de abusar de la mujer.
Ari fue corriendo hacia la pareja, vio un palo de madera tirado en el piso, lo agarró y sin pensarlo mucho le dio un palazo al hombre con todas sus fuerzas en la cabeza. El sujeto cayó al instante en el piso, Ariam lo miró horrorizada y más cuando la sangre comenzó a brotar a un lado.
La mujer que estaba tirada en el piso se levantó rápidamente, recogió todas sus cosas y agarró a Ariam de la mano.
—Vamos encanto que este desgraciado no tarda en levantarse de nuevo.
—Pero mira toda esa sangre, está muerto.
—Qué va, ese tiene la cabeza bien dura —La mujer se agachó y le tocó el cuello —Te lo dije, el hijo de puta está vivo, así que no podemos seguir aquí, vamos —la mujer la volvió a agarrar de la mano y la sacó de aquel callejón.
—Gracias, chica, qué malagradecida soy.
Ari esbozó una mueca de sonrisa.
—De nada, no hice nada extraordinario, él quería abusar de ti.
—Qué va, lo que quería era quitarme mi dinero, todo lo que me había ganado en una noche de trabajo.
—¿No iba a violarte?
La mujer sonrió.
Ariam la vio detenidamente y entendió todo.
—Ese imbécil es un proxeneta, no le basta con la cuota que le doy sino que quiere que le de todo mi dinero, está loco.
—Me alegro de haberte ayudado igual.
Esta vez fue la mujer fue la que se quedó mirándola.
—Chica guapa, tú no eres de aquí, conozco a todas las chicas de este barrio.
—No, he venido aquí a buscar a Costello ¿Lo conoces?
La mujer negó con la cabeza.
—No me suena para nada.
Ariam buscó en su móvil la dirección y se la enseñó a la mujer.
—Sé donde queda esto, vamos que yo te acompaño.
Ariam sonrió.
La mujer extendió su mano.
—Mucho gusto, soy Nilvia.
—Yo soy Ariam. —Contestó la chica tomándole la mano en un saludo.
Nilvia la llevó a la dirección que tenía apuntada en su móvil.
Era un viejo edificio, que por fuera daba mal aspecto, pero que, en su interior, era otra cosa, nada que ver con su fachada, al pasar por la entrada estaban unos hombres vestidos de negro y con muy malas caras.
Ariam no se amedrentó en su lugar, se atrevió a preguntarle por el hombre a quien estaba buscando.
—Quiero hablar con Costello —sijo sin ninguna ceremonia.
—Los hombres se miraron las caras y fruncieron el ceño.
—Él no está.
—Necesito hablar con él, soy la hija de Pablo Cairuz.
—Él está fuera del país, tardará unos días en llegar.
—No puede ser —dijo Ariam presa del pánico, ese hombre era su única esperanza para encontrar a su hermana y obtener la protección que buscaba.
Salió del edificio, con el alma en los pies, sin saber a donde ir y sin saber qué hacer.
—Oye, no te pongas así, el tal Costello no tardará sino unos días.
—Es que tú no entiendes, mi hermana está desaparecida y yo no tengo a donde ir, él era mi única esperanza.
Nilvia le acarició el pelo a la chica.
—Tranquila, yo te voy a ayudar, puedes quedarte en mi casa, hasta que ese hombre aparezca y juntas buscaremos a tu hermana.
Ariam se limpió las lágrimas con el dorso de sus manos.
—¿Lo dices en serio?
—Por supuesto, tú me ayudaste hoy, ahora me toca a mí ayudarte, que no se diga que las putas, no somos solidarias.
Ariam sonrió a pesar de la tristeza que la embargaba.
Nilvia la llevó a su casa, era un lugar pequeño, pero muy ordenado y pintoresco. Tal como se lo prometió, después que la mujer llegaba de trabajar toda la noche, dormía un par de horas, para luego salir con ella y buscar a su hermana, preguntaron, en todos lados, enseñaron la foto de Danis a cuanta persona se encontraron, pero nadie la había visto, cada vez que regresaban al pequeño departamento Ariam lo hacía con el alma destrozada.
Una noche llegó Nilvia azorada.
—Ha llegado el tal Costello.
Ariam acaba de salir de la ducha.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque pasé por allí, vi que había unos vehículos parados al frente del edificio, entré, le pregunté a uno de los guardias, era uno con los que hablamos el otro día, me reconoció, por eso me dio la información. Ha llegado y quiere verte.
Ariam sonrió complacida y de inmediato corrió a vestirse, una vez lista, las dos fueron al edificio.
Los guardias al verla la dejaron pasar, mientras que su amiga tuvo que quedarse afuera con los guardias.
Ariam subió las escaleras hasta el tercer piso, tocó la puerta y en pocos segundos se abrió.
Y entonces lo vio, a sus mentes vinieron unas imágenes de un callejón en la noche, de un hombre siendo torturado y de unos ojos grises como unas esquirlas, era él, el hombre que la había dejado ir, el hombre que tenía el tatuaje del escorpión negro.
La mirada de Costello era un punto interrogativo despiadado.—¿Y tú que haces aquí? —Le preguntó de malas maneras, evidentemente la recordaba.La voz severa de él, la hizo reaccionar.—Soy la hija de Pablo Cairuz.Él se quedó mirándola, haciendo que Ariam se sintiera nerviosa de repente, se quitó de la puerta y dejó que ella entrara.—¿Qué le pasó a Pablo? —Preguntó Costello.Ariam que no era parca de palabras, de repente se sentía cohibida antes aquel hombre, aquella noche en el callejón, le parecía feroz y aterrador, lucía exactamente igual, a pesar de llevar una barba de al menos tres días en las mejillas, era un hombre dominante, su sola presencia inundaba la estancia por completo con su cuerpo monumental, Ari no tenía miedo más bien se encontraba deslumbrada con el amigo de su padre.—¿Qué le pasó a Pablo? Le volvió a preguntar él con impaciencia.—¿Cómo sabes que le sucedió algo? —Preguntó Ari sorprendida.—Si estás aquí buscándome, usando el apellido de mi madre, solo puede s
Derek estaba cabreado con Ariam por haberlo chantajeado, pero quería esa lista, si los Yakuza se quedaban, si sus padrinos, serían tan vulnerables que podían aplastarlos sin ningún problema, quedarían reducidos a cenizas, poder acabar con esos malditos, era una tentación muy grande, que él no iba a desperdiciar y ninguno de sus hermanos tampoco lo harían, si tenía que perder su libertad por un par de años lo haría gustoso con tal de tener a los Yakuza en sus manos.Derek llamó a un abogado para que redactara el acuerdo prematrimonial donde se establecía que el matrimonio duraría tan solo un par de años, de los cuales ninguno de los dos cónyuges estaban obligados a mantener relaciones sexuales, además, una vez casados, Ariam estaba obligada a darle lo que le había prometido.El abogado hizo los trámites.Ariam dejó el departamento de su nueva amiga Nilvia para irse a vivir en el apartamento de Derek, él no era el señor amabilidad en lo absoluto en su habitación, solo había un colchón y
Harú huyo del país y se refugió al otro lado de la frontera, una vez que estuvo medio recuperado, se mantuvo en las sombras, porque no quería a alertar a los hijos del escorpión que seguía vivo, porque ellos no descansarían hasta matarlo.Una vez que estuvo bien resguardado, se comunicó con el jefe de la Yakusa.—Keniche, tengo información importante.Keniche no solo era el jefe de los Yakuza, sino también el esposo de su hermana, por eso Haru tenía tanta importancia dentro de la mafia y le importaba la lista que Ariam tenía en su poder.—¿Qué información? —Le preguntó Keniche.—Sé donde está la lista de Osaka.—¿Dónde está?—La tiene la hija de Pablo.—¿Por qué la tiene ella y no tú? Ya debería estar en tu poder.—Lo intenté, pero ha buscado la protección de uno de los hijos del Escorpión, me hicieron un atentado.— Haru, has hecho bien en informarme, yo me encargaré de obtener la lista y de eliminar a todos los testigos, aunque para eso tenga que aniquilar a los hijos del Escorpión
En ese instante llegó Derek, acompañado con tres de sus sombras, así la gente llamaba a sus hombres.—¿Qué sucede aquí? —preguntó al ver a Cecil un poco perturbada y a Ariam sonriendo.—¿Me puedes explicar lo que está diciendo esta mujer? —Preguntó Cecil con arrogante elegancia. —Dice que es tu prometida.Derek se quedó mirando a Ariam, ella tenía una picardía en su rostro, de como quien ha sido descubierto haciendo una travesura, evidentemente estaba disfrutando con lo que sea que había pasado entre ellas.—Es cierto —respondió él con impaciencia.—¿Te das cuenta de lo que me estás diciendo? —Preguntó Cecil con incredulidad.—Lo se, es complicado, pero las cosas no son lo que parece. —Explicó.Derek sentía una fuerte atracción hacia Cecil, pero él era un hombre que conocía perfectamente el mundo donde se encontraba, y del que formaba parte, por eso jamás tendría una relación más allá del sexo, las debilidades eran muy malas para el negocio.—¿Quién es esta mujer que aparece de la
Ariam y Derek salieron del departamento, afuera ya estaba el vehículo que en el que se iría, era un viejo Cámaro del 67, al verlo Ariam quedó fascinada porque le encantaban los carros, de inmediato recordó las horas que su padre y ella pasaban en el garaje arreglando su Mustang del 65, era su posesión más valiosa, los coches y la pasión por ellos, era el vínculo perfecto, entre Pablo y ella, sintió una opresión al recordarlo.Ariam pasó la mano por la carrocería del vehículo.—¿Te gusta? —Le pregunta de Derek que la observaba atentamente, la sacó de sus tristes pensamientos.—Sí, me encanta. —Respondió ella con sinceridad.—Entonces, conduce —Derek le lanzó las llaves que ella agarró al vuelo.—¿Me vas a confiar esta preciosura? —Preguntó Ariam con incredulidad.—Eres hija de Pablo, me imagino que heredaste sus habilidades.Ariam no dijo nada, sino que, emocionada, abrió la puerta del coche, una vez adentro colocó las manos en el volante y disfrutó la sensación de tocar esa joya del
—Habla de una maldita vez —gritó Ariam que seguía apuntando a la mujer.La mujer entró en pánico al ver lo decidida que estaba la chica de atentar en contra de ella, lo veía en su cara, podía percibir que estaba dispuesta a lo que sea.Derek no le quitaba los ojos de encima a Ariam, a pesar de que parecía un cervatillo asustado, tenía lo suyo, era de un espíritu fuerte y eso lo tenía gratamente complacido.—Se la llevaron unos hombres —dijo la directora abruptamente.—¿Quiénes? —Preguntó Ariam.La mujer se paró de su asiento, nerviosa.—Aquí yo no gano mucho dinero, tengo una familia que mantener…—Dígame quienes fueron los que se llevaron a mi hermana, no me interesa su maldita vida —gritó Ariam enojada.—Se los llevaron unos traficantes.—¡Oh Dios mío! ¿Quiénes son esos traficantes? ¿Por qué se la llevaron a ella?—Son de Suramérica, no sé nada más… No solamente se la llevaron a ella, sino a otros chiquillos.—¿Para qué se llevan a los niños? — Preguntó Ariam conmocionada.—Son maf
Keniche jefe de la Yakuza vio a los niños, cuando pasaban en fila enfrente de él.—Muy buena la mercancía de este mes, a nuestro negocio le irá muy bien con estos chiquillos, entrénenlos, los quiero en la calle en una semana distribuyendo el polvo.—Es muy pronto jefe —le dijo su subordinado — además me ha llamado la directora del orfanato advirtiéndome que alguien fue a reclamar a unos de estos mocosos, dijo que era gente peligrosa.Keniche se quedó pensativo.—Entonces hay que usar la táctica de la persuasión, ya sabes lo que tienes que hacer y traslada a estos chicos a otra de nuestras ciudades y ponlo en las calles pronto.—Muy bien, se hará como usted diga.Keniche sonrió complacido.✨ ✨ ✨ ✨ ✨ ✨Ariam estaba frustrada, nerviosa, crispada, el tal Mario les había dicho que a los niños se los habían llevado a Suramérica, pero que no sabía a qué país y por más que Derek lo amenazó y golpeó, el hombre no dijo nada más.No quería ni pensar en lo que estaba pasando su hermana en ese ins
Derek accedió entrenar a Ariam. Él era duro, severo y exigente en su entrenamiento. Ari nunca había conocido a alguien tan implacable como él. A veces, había días en que pensaba que Derek estaba sacando lo peor de ella, pero luego se daba cuenta de que en realidad estaba sacando lo mejor de ella. Cada día, Derek la empujaba más allá de sus límites, y aunque se sentía tan agotada que muchas veces se sintió tentada en abandonar todo, pero luego recordaba a su pequeña, Dani. Recordaba cómo Haru había destruido su vida y la de su familia, y terminaba por darle el empuje que necesitaba y aguantar al troglodita de Derek. Así que continuó entrenando, con la única determinación firme que tenía en la vida, acabar con Haru.Una noche, mientras Ariam estaba profundamente dormida, de repente fue despertada por unos ruidos extraños en la casa. Se incorporó rápidamente y, sin hacer ruido, se deslizó fuera de la cama y se acercó a la puerta de la habitación. Cuando la abrió, se encontró cara a cara