Noah y Elizabeth se miraban como si fueran enemigos, se podría decir que, si era necesario, irían a la guerra para destrozarse mutuamente. Ella sentía rabia por lo que le había sucedido a su amiga y él estaba cabreado por la retahíla de cosas que le dijo, siendo inocente. Ambos se malentendieron y lamentablemente, para ellos ya no existía el momento de hacer las pases.
Podría decirse que ambos eran muy tercos y solo llevaban de conocerse un minuto.
—¿Cuál es la propuesta? Jessica ya me ha dicho que no fuiste el causante del accidente —le comentaba la joven, sentada en la cama.
Soberbia, esas fueron las palabras que encontró a la perfección, Noah, para definir a Elizabeth.
—¿Y no me vas a pedir disculpas por el malentendido que hiciste? —le preguntó el castaño, y por más que ella quisiera hacerlo no podía, y se arrepentía de haber actuado de esa manera porque lo acusó igual que su exnovio lo hizo con ella.
—¿Cambiaría algo si yo lo hiciera? Además, tampoco te disculpaste por haberte tropezado conmigo —respondió enojada, nadie le creía a Elizabeth, solo su familia y su amiga. No había nada de lo que ella pudiera decir, que alguien se lo tomara en serio.
—Lo hice cuando te vi. Pensaba que ya eso estaba en el pasado. En fin, Elizabeth. Soy una persona un poco ocupada, pero trato de estar presente en la vida de mi hijo. Damian tiene 5 años y era cuidado por Jessica, pero como verás, ella se encuentra en una situación que se lo impide. Quiero ofrecerte el trabajo como niñera de mi hijo. Será un trabajo de lunes a viernes y los días que tenga una reunión después de tu horario laboral, se te pagarán horas extras. Si tengo algún viaje por negocios, suelo llevarme a Damian, a menos que él esté en el colegio, pero siempre que viajo su niñera viene conmigo —y era cierto, Noah era una persona sobreprotectora con su hijo. Él sufrió demasiado cuando su esposa murió en un accidente de auto y no llevaba guardaespaldas.
Hasta el día de hoy se lamentaba que ella haya muerto.
—Quiero agradecerle la oportunidad que me ofrece, pero me temo que debo rechazar la propuesta —aunque sentía que el corazón se le iba a salir porque le estaba ofreciendo lo que ella necesitaba, Elizabeth, tuvo que rechazarlo. Ella recordó las palabras de su amiga cuando se quejaba de lo frío, despiadado y carácter de los mil demonios, que se gastaba ese hombre.
Ella necesitaba el trabajo, pero era muy esclavizante, según Jessica. Había escuchado con atención a Noah, pero simplemente, consideraba una opción para que le hiciera esa proposición. Quería liberarse de la demanda que le iba a poner por el accidente de su amiga y sí, ella sabía que él no era el culpable. Pero debía ser una mentira. Nadie en su sano juicio le ofrecería el empleo de una persona herida, a otra y mucho menos, si ambos estaban presentes.
O ese hombre estaba muy loco, o en serio necesitaba a una niñera, pero para la cabeza de Elizabeth, todo era una farsa.
—La verdad, es que no me estás dando alguna razón para rechazar lo que te estoy proponiendo. No es un mal empleo, Elizabeth. Piénsalo un poco más y no te apresures en darme una respuesta. Como dije anteriormente, escuché un poco la conversación con Jessica. Te daré alojamiento en mi casa y el dinero que desees para hacer el trabajo. Vacaciones pagadas y un día libre al mes, además de los fines de semana. La única condición es que debes responder a mi propuesta en unas horas porque debo volver a trabajar y no quiero dejar a Damian solo —cada palabra que salió de la boca de Noah, eran sinceras.
Le daría lo que fuera a esa mujer loca, con tal de que cuidara a su hijo. Tenía un poco más de un año trabajando con Jessica y había sido la única mujer que se había comportado decentemente frente a él. Pero por alguna razón, Elizabeth, se le parecía mucho a su accidentada empleada.
—Bien, lo pensaré esta noche y le daré una respuesta mañana si nos volvemos a ver —fue lo único que le pudo responder.
—Entonces, nos estaremos viendo. Jessica, espero que te mejores pronto. Vendré cuando tenga un poco de espacio en la agenda. No te preocupes por nada y recupérate a tu tiempo. Elizabeth, a veces, solo debemos aceptar las cosas, nos gusten o no —y con esa última palabra, él salió de la habitación.
Damian ya debía estar en casa y en pijama porque pronto sería la hora de dormir. Noah decide llamar a su guardaespaldas, para presionarlo y dar con la persona involucrada en el accidente. Necesitaba respuestas y la investigación que se había iniciado, para él, iba muy lenta. Noah estaba agotado y solo quería volver a casa para estar con su hijo. Si Damian hubiese estado en el auto, el destino de Jessica hubiese sido el de su hijo. Maldijo internamente y se fue del hospital.
***
Por otro lado, Elizabeth estaba esperando con Jess, a que llegara el doctor, que le realizaría la cirugía a su amiga. En toda la noche, ninguna mencionó nada después de la partida de Noah, y aunque ella quería aceptar, había más razones para no hacerlo.
—Eli...
—No, Jess, dijiste que esperara la llamada de otra compañía —la interrumpió, para no escucharla decir algo, su celular sonó y un número familiar se reflejó en la pantalla.
Llamada telefónica.
—Al fin me atienden el celular. He estado todo el día detrás del rastro de ustedes, pero ninguna me ha dado la cara. Me es imposible poder verlas, pero no he recibido el pago del alquiler del mes y el plazo se venció hace algunas semanas. Si no recibo el dinero para mañana las voy a desalojar al caer la tarde —la voz fría del casero, hizo que la piel de Elizabeth se erizara.
—Pero subió el alquiler hace unos días. Nos informó muy tarde y apenas nosotras...
—Para mañana o, hay desalojo —el casero terminó la llamada, Elizabeth, como de costumbre, no pudo decir nada para intentar dialogar. Sus palabras siempre quedaban en el aire para todo el mundo.
—¿Nos van a echar de casa? —la voz de Jess, estaba temblorosa y sí, ella estaría un tiempo en el hospital, pero sus padres necesitaban un lugar para quedarse mientras le hacían las terapias.
—Tenemos hasta mañana para poder pagar el alquiler. No voy a recibir mágicamente otra propuesta de trabajo y mucho menos me aceptarán en otra empresa —se lamentaba, queriendo llorar.
Hoy su día había sido el peor de todos. Desde que amaneció, hasta que la luna apareció. El rechazo del trabajo, el accidente de Jessica, tropezarse con Noah, la propuesta extraña y ahora, un posible desalojo. Elizabeth no podía dejar sin casa a su mejor amiga, que había estado pagando todo, hasta los gastos de su familia. La realidad la golpeó en la cara y la obligó a no ser exigente. Debía aceptar lo que tenía y hacerle frente, aunque no le gustara. Ella tenía miedo del trabajo de Noah, porque sabe que es un hombre muy reconocido e importante. Si él descubría que ella fue despedida por robarse el dinero de su antigua empresa, no le daría nada de lo que prometió esa noche y hasta podría ir a la cárcel.
Elizabeth tenía un nudo en la garganta y un dolor de cabeza muy fuerte. Ella aceptaría ser la niñera del hijo de Noah, pero tendría que esconder su identidad. No le diría quien es y si en algún momento le tocaba encontrarse con alguna de las personas que la acusó injustamente, intentaría defenderse, aun sabiendo que sus palabras ante la gente no tienen validez.
Ella no perdería la oportunidad de tomar el dinero que le estaba ofreciendo. Se proponía trabajar para él por un tiempo y desaparecer de su vida después. Por ahora o tal vez unos meses, Elizabeth sería la niñera del hijo de Noah.
Además, ella tenía una hermana menor, con la que se llevaba bien y podía ser un factor fundamental, para tener una buena relación con su nuevo mini jefe.
—¿Lo harás? —su amiga le preguntó.
—Sí... —respondió con simpleza, tragándose las ganas de llorar.
Su jefe tenía cinco años, tal vez no muerda y esté vacunado contra la rabia.
Una de las noches más largas había tenido Elizabeth, no solo por la cirugía de su mejor amiga, también por la decisión de tomar el empleo que el jefe de Jessica, le había ofrecido. El miedo pasaba a segundo plano, cuando la necesidad le estaba respirando en la nuca. La dirección de la compañía en la que trabajaba Noah, estaba ubicada en una de las mejores zonas de Londres. Justo ahí, ella se dio cuenta de lo imponente que sería ese nuevo trabajo.Jessica le había dado algunas indicaciones de como llegar al lugar, ya que, era una zona que ni ella, ni su exnovio que era rico, o eso es lo que él creía, hubiesen podido pisar. Después de tomar una gran bocanada de aire y armarse de valor, decidida, lee una vez más el nombre de la empresa y entra en busca de Noah.Cars Technology, era una de las compañías más importantes de Europa. Eran los principales creadores de los autos que se manejan solos. Muchas veces, su antiguo jefe quiso intentar ponerse en contacto con el presidente de la empres
Comer con Damian, era la actividad favorita de Noah, debido al incremento de trabajo de los últimos meses, no podía estar con su hijo cómo le gustaría. Las personas que trabajaban en la mansión eran de su completa confianza. Habían pasado una exhaustiva investigación, antes de poder acercarse a su hijo y por esa razón, podía estar tranquilo.—Papá volverá pronto, campeón. Juega un poco con Gabriella mientras no estoy y conoce a la nueva niñera —aunque esas fueron las últimas palabras dichas por Noah, antes de salir de casa, su hijo solo lo ignoro.Ser padre soltero tampoco era una tarea sencilla, las noches sin dormir, el trabajo, los llantos sin explicación o simplemente no tener idea de lo que le pasaba a su hijo, eran cosas del día a día para él. Noah quería que su hijo volviera a ser un niño feliz.—Señor O'Brien, su guardaespaldas se encuentra esperándolo en su oficina —le informa la secretaría, entregándole un vaso de jugo. Noah, desde que tenía un hijo, había cambiado sus gust
Elizabeth, después del día tan complicado que tuvo, no pudo dormirse con facilidad. Repasó todo lo que había sucedido y trataría de no volver a repetirlo. Tenía miedo de perder su empleo porque ahora era el único sustento que tenía para ella y su familia. Se imaginaba que su mejor amiga había salido bien en la cirugía porque no tenía noticias de ella. Iría el fin de semana a verla y desahogarse de todo lo ocurrido estos días.No era una persona malagradecida y mucho menos en estos tiempos de necesidad, tampoco era de quejarse o ventilar sus problemas, pero a veces, solo quería descansar.«Mírate esas ojeras, Elizabeth. No parecen cosas tuyas», se dijo al verse al espejo de su polvo. Una mala noche le iba a pasar factura por el resto de la mañana.—¿Regresará a casa conmigo, señorita? Debo ir por unas cosas al mercado. Puede esperarme aquí o, vamos juntos y hacemos las compras —la voz del chófer, la saca de sus pensamientos.Ella sonríe porque no quería hacerlo perder el tiempo.—Por f
Noah no sabía qué hacer ante las lágrimas de Elizabeth, no esperaba que ella actuara así. Se sentía impotente por no poder ayudarla a que se detuviera. Ella se veía tan frágil y delicada, parecía como si en serio le doliera todo. Noah pensó que tal vez fueron sus palabras, pero la manera en la que se encontraba ahora mismo, frente a sus ojos, podría suponer que era solo una pequeña niña asustada.Los empleados miraron a Noah con rostros de decepción y molestia. Estaban enojados por la manera en la que había tratado a la pobre niñera. La señora Gabriella siempre había defendido a su muchacho, pero esta vez, él se había pasado de la línea. No había dejado que Elizabeth pudiera hablar. Nadie sabía nada, pero él fue el único en decir una barbaridad tras otra. —Elizabeth, lo siento. No debí hablarte de esa manera, pero es que estaba preocupado. No conoces estas zonas y nadie tiene cómo dar contigo. No tenemos tu número de celular y mucho menos sabemos en dónde buscarte —él estaba parado l
Noah se acercó con rapidez al verla lastimada. Damian seguía hablando con su niñera hasta que vio que su padre se paró frente a ellos. El niño se bajó de las piernas de Elizabeth y fue a abrazar a Noah. Para nadie era un secreto que tal vez él ya estaba enojado y por esa razón, Gabriella y el chófer que los había traído, abandonaron el pasillo, pero la verdad, es que en ese momento, él no sentía algo más que solo alivio.La mansión de Noah era un lugar muy grande. Pasillos amplios, espacios que no usaba y siete habitaciones, además del sitio de los empleados. Todo era minimalista, aunque eso a él no le importaba. El diseñador de interiores le recomendó lo más chic para su casa. No entendía a qué se refería en ese entonces, pero ahora estaba agradecido de que su pasillo tuviera esa silla en donde estaba Elizabeth sentada.—¿Qué te ha pasado? ¿Estás herida en otra parte? —preguntó, recibiendo a Damian en sus brazos para cargarlo.—Bueno, esto es un poco vergonzoso, pero me ha ocurrido a
Elizabeth no podía creer que Noah la estuviera invitando a salir, de hecho, le parecía imposible que su jefe lo hiciera. No había nada impresionante en ella como para querer compartir un minuto de su ocupado tiempo con alguien tan sencilla. Sí, era por agradecimiento, pero normalmente, las personas le huían por ser tan aburrida. Nunca comprendió que fue lo que Alexis vio en ella. Elizabeth nunca se consideró una mujer fea. Era una rubia bastante guapa, pero tampoco entendía por qué las personas se alejaban.Ella era feliz estando con alguien o sola. Su única amiga en la ciudad era Jessica y fue la típica relación de una extrovertida, convirtiéndose en amiga de una persona introvertida. No recuerda cómo sucedió, pero un día amanecieron siendo amigas y jamás volvieron a separarse.Durante toda la noche pensó que su jefe debía estar muy agradecido por salvar a Damian, y por esa razón, también le sonrió. Era bastante difícil descifrar a una persona que tenía una máscara de hielo. El día d
Elizabeth y Noah disfrutaron de una cena tranquila sin mucho drama. Se dieron cuenta de que ambos tenían mucho en común. Al parecer, la muerte de la señora de la casa, lo había afectado tanto, que no podía aceptar a nadie en su vida, sin antes haber investigado hasta lo más mínimo. Elizabeth desconocía las razones de que él fuera de esa manera. Solo creyó que ese hombre era muy protector con su familia. Tenían los mismos gustos en comida y música. También eran personas que les gustaba estar en casa y disfrutar de los pequeños detalles.Elizabeth se sintió intrigada al ver lo suelto que era su jefe. En ningún momento le pareció mal hombre y las palabras que le había dicho la noche anterior, no dejaban de hacerle ruido en su mente.«¿Qué pasaría si Noah se hiciera su enemigo?», pensaba, mientras se terminaba de peinar.Ella sabía que él tenía dinero y poder. Más no sabía que tanto y mucho menos que podía hacerle. Tenía miedo, por supuesto que sí. Elizabeth le había mentido y si él consi
Elizabeth tuvo que hacer de tripas corazón y escuchar a su amiga enamorada. Sentía vergüenza por lo que le estaba confesando. Jamás se imaginó que, precisamente ella, fuera la que hablara sobre amor. Jessica siempre comentó que Noah era un ser despreciable y justo antes de la operación dijo lo mismo. Nunca hubo palabras bonitas para ese hombre, así que le resultaba un poco extraña la situación ahora.—No sé, pero siento que él cambió de actitud después del accidente. Me escribe y me pregunta cómo estoy. Está pendiente de mis padres y siempre envía a Sebastian a traernos comida. Esos pequeños detalles marcaron la diferencia y se instalaron en mi corazón —su voz era melosa y aunque Elizabeth quería estar feliz por ella, no podía.—Sabes que eso puede ser admiración. Normalmente, cuando un policía, militar, médico o bombero rescata a alguien, la persona siente que lo ama, pero realmente es gratitud. Tal vez lo que sientes por él sea eso —su amiga la miró, pero no le importó lo que dijo.