Elizabeth y Noah disfrutaron de una cena tranquila sin mucho drama. Se dieron cuenta de que ambos tenían mucho en común. Al parecer, la muerte de la señora de la casa, lo había afectado tanto, que no podía aceptar a nadie en su vida, sin antes haber investigado hasta lo más mínimo. Elizabeth desconocía las razones de que él fuera de esa manera. Solo creyó que ese hombre era muy protector con su familia. Tenían los mismos gustos en comida y música. También eran personas que les gustaba estar en casa y disfrutar de los pequeños detalles.Elizabeth se sintió intrigada al ver lo suelto que era su jefe. En ningún momento le pareció mal hombre y las palabras que le había dicho la noche anterior, no dejaban de hacerle ruido en su mente.«¿Qué pasaría si Noah se hiciera su enemigo?», pensaba, mientras se terminaba de peinar.Ella sabía que él tenía dinero y poder. Más no sabía que tanto y mucho menos que podía hacerle. Tenía miedo, por supuesto que sí. Elizabeth le había mentido y si él consi
Elizabeth tuvo que hacer de tripas corazón y escuchar a su amiga enamorada. Sentía vergüenza por lo que le estaba confesando. Jamás se imaginó que, precisamente ella, fuera la que hablara sobre amor. Jessica siempre comentó que Noah era un ser despreciable y justo antes de la operación dijo lo mismo. Nunca hubo palabras bonitas para ese hombre, así que le resultaba un poco extraña la situación ahora.—No sé, pero siento que él cambió de actitud después del accidente. Me escribe y me pregunta cómo estoy. Está pendiente de mis padres y siempre envía a Sebastian a traernos comida. Esos pequeños detalles marcaron la diferencia y se instalaron en mi corazón —su voz era melosa y aunque Elizabeth quería estar feliz por ella, no podía.—Sabes que eso puede ser admiración. Normalmente, cuando un policía, militar, médico o bombero rescata a alguien, la persona siente que lo ama, pero realmente es gratitud. Tal vez lo que sientes por él sea eso —su amiga la miró, pero no le importó lo que dijo.
Noah sentía como su corazón se desgarraba ante ese acto cruel de Elizabeth. Esa extraña mujer abrazaba a su hijo con ternura y secaba sus lágrimas con pequeños murmullos reconfortantes.¿En qué momento él se había convertido en un mal padre?Sus ojos no paraban de ver esa escena sacada de la mejor película dramática que pudo haber imaginado. Su hijo, su pequeño Damian, era consolado en otros brazos que no eran los suyos. No estaba enojado, estaba herido y se sentía traicionado.«Tu propia sangre es quien te lastima», recordó esa frase de una película de vaqueros que vio hace unas semanas. El padre fue entregado a la policía por su propia familia.Elizabeth vendría siendo la DEA. Así de cruel y así de injusta. Miró, como una sonrisa, se empezó a dibujar en el rostro de la rubia y se dio cuenta, de lo mucho que esa mujer estaba disfrutando su agonía. Agradecía que durante todo el camino a la mansión, Damian estuvo tranquilo y hablando con ella. Después de todo, él no quería ver a su hij
Elizabeth tenía las emociones revueltas. Estaba feliz de volver a casa y tomar un descanso, pero también sentía que algo iba a pasar. Tenía un presentimiento y su pecho estaba pesado. Quiso pensar que era por lo ocurrido unas horas atrás, frente a la casa de Noah.Ella se dio cuenta de que era más alto que ella y el olor de su perfume era embriagante. Olía tan, pero tan bien, que Elizabeth quería conseguir ese frasco para recordarlo siempre.«Un momento, ¿por qué quiero recordar el perfume de Noah?» pensó, mientras lavaba su ropa.Ella se encontraba en la casa que compartía con Jessica. El arrendatario no las había molestado en un tiempo y el departamento estaba limpio. Antes del accidente de su amiga, Elizabeth había limpiado todo, pero al mudarse a la mansión de Noah, solo tenía ropa sucia que fue a lavar.Elizabeth estaba concentrada guardando su ropa, que no se dio cuenta cuando la puerta del departamento fue abierta por los padres de Jessica. Ambos eran personas mayores y de ment
Elizabeth no paraba de mirar a Noah y a su alrededor. Las personas comenzaron a seguir su camino cuando escucharon decir que ella era su novia. Los padres de Jessica habían quedado en ridículo con tan solo decir un par de palabras. Ella estaba en shock, nadie había logrado nunca defenderla de esa manera.Cuando joven, siempre fue su familia quien la rescataba, pero al pasar los años, se fue independizando y sí, tuvo compañeros de clase, pero si ella no se metía en problemas, no había necesidad de defenderla. Solo en su trabajo fue que le fallaron a lo que ella creyó que era amistad.Si en el piso en donde estaba su oficina, de cincuenta y seis personas, todos le dan la espalda, le quitan el habla, la empiezan a ignorar y solo chismes en su nombre era lo que había, Elizabeth dudaba mucho que alguien lograra hacer algo diferente.«No digas que yo te dije. Que no nos vean juntos mientras hablamos», eran las palabras que en ese momento se le venían a Elizabeth, mientras recordaba su pasad
Elizabeth se había quedado en el departamento de Noah sin derecho a quejas. Primero, no tenía a donde vivir si no aceptaba y segundo, ya había gastado el adelanto de su sueldo en pagar el alquiler. Era divertida la situación que le estaba pasando. Pagó por algo que no podrá usar porque la echaron.Se sentía mal por Jessica, su amiga siempre lamentó la actitud de sus padres, pero no pudo hacer nada para cambiarlos. Ellos siempre fueron así. Solo esperaba que su jefe no la tomara tan duro con esos señores... Pero muy en el fondo, Elizabeth rogaba porque sí se desquitara con ellos y les diera con todo el poder que él tuviera.—No, Elizabeth, tú no eres así... No debes pensar eso. Son personas que están siendo manipuladas por Alexis. Deja de buscar venganza... —murmuraba, con un nudo en la garganta.Caminó hacia el ventanal de la sala y miró hacia abajo. Era el último piso del edificio. Fácilmente podría ir por las escaleras porque ella le tenía miedo a los ascensores, pero recordó que es
Elizabeth, después de haber llorado tanto, se sintió tan tonta, que tuvo vergüenza de ella misma. No era una mujer débil y mucho menos que se dejara vencer por nadie. No le costaba llorar, pero normalmente lo hacía por cosas que estuviesen fuera de su alcance. Elizabeth jamás se permitiría llorar por un hombre. En su diccionario de mujer empoderada e independiente, no estaba escrito semejante idiotez. Por esa razón, haber llorado toda la noche hasta caer dormida por alguien que no valía la pena, le resultaba fuera de este mundo. —Si mis padres vieran lo que hice me desheredan —se burló de ella misma, levantándose del suelo. Había dormido bien, a pesar del lugar en el que estaba, pero supuso que tener un lugar en el que estar y sin temor a que te echen, le permitió lograr tener un sueño profundo. —Mentira, con Noah tengo el tiempo contado. No sé hasta cuando él pueda apoyarme —se corrigió así misma, tomando una maleta para ir al baño a tomar una ducha. Hoy volvería a la mansión y l
Elizabeth, Noah y Damian habían salido los tres al supermercado, ella quería ir a sus sitios favoritos, porque aunque no lo pareciera, le encantaban las ofertas, pero Noah tenía otros planes cuando se trataba de compras.Al departamento no le hacía falta nada. Tenía todo un sin fin de lujos, pero él sabía que tal vez a Elizabeth podría no gustarle. No veía problema en remodelarlo, solo si eran cosas mínimas.—Voy a comprar un tratamiento capilar reconstructivo. Mi cabello está muy maltratado... Esto me parece bien... —comentó, mientras leía las indicaciones de un shampoo de aguacate.—A mí me parecen todos iguales. Yo necesito uno anticaspa y Damian uno de niño. Quedamos olorosos y limpios —Elizabeth se gira a ver el cabello de los dos y negó con la cabeza.—Tan fácil que es ser hombre y lo peor es que se les ve el cabello más saludable que a mí —se quejó, haciendo pucheros.Ella no se dio cuenta de lo que había hecho, pero Noah sí, y le causó mucha ternura esa queja. Damian también e