Aunque era un evento familiar, Noah acostumbraba que sus empleados, disfrutaran el día. Se contrataba a otras personas, para que ellos tomaran un descanso y compartieran como familia. Esa había sido una tradición desde que Damian nació, solo que a su antigua mujer, por supuesto que no le gustaba.Damian no paraba de reír y estar feliz porque Elizabeth, su persona favorita después de su padre, si había ido a su cumpleaños. El pequeño estaba cumpliendo por fin seis años y estaba a solo pasos de la adultez.—Ya soy casi un adulto, papá. No necesitas tomar mi mano para yo subir al castillo inflable —se dirigió a Noah, que intentaba ayudarlo.—Claro, pero todavía no tienes altura para subirte. Eres un adulto pequeño y quiero ayudarte —su hijo lo miró serio.—Le diré a Elizabeth... Yo ya soy un adulto —dejó que lo subiera y se fue a disfrutar de su momento.Noah se acercó a su mujer y ambos veían la sonrisa de Damian. Él no podía creer que sería padre de nuevo. Nada más con imaginarlo, sent
El mundo les sonreía a los dos, parecía que todo era un sueño en donde podrían vivir felices para siempre. Damian había regresado al colegio y Noah asistió a la entrevista, durante el último mes, aunque el trabajo se le había hecho imposible, su padre había decidido retirarse y con el compromiso de Elizabeth y él, la compañía pasaba a sus manos. Noah pasaba a ser el hombre más influyente e importante de Londres. Le llevó años, pero por fin, había logrado lo suyo. Su legado recién empezaba.—¿Cuándo te vas a Alemania? —le preguntaba a su amigo, que también debía asistir a la entrevista—. ¿No te parece que estás posponiendo demasiado la mudanza?Ian termina de acomodar su corbata, ya que a él le tocaban las sesiones de fotos.—Estoy en eso, Noah. Solo que no he encontrado algo en Alemania que me anime a ir —frunció el ceño, ante esa respuesta.—¿El dinero no te mueve a irte? —lo mira con sorpresa—. ¿Qué te retiene en Londres? Y no es que me incomoda, pero últimamente estás viniendo mu
Elizabeth estaba en silencio viendo como la persona que ella, una vez quiso, se había convertido en alguien tan repugnante. No podía entender o tal vez, no quería entender que ese sujeto, guardara tanta maldad.Ella no lloraba por más que así lo deseaba. Su orgullo, sus deseos de ver como ese hombre se hundía, no la dejaba respirar. Tenía tanto miedo de hacer algo y que Alexis tomara represalias contra Damian, que solo respiraba y tragaba.—Tengo hambre, Eliza —le susurraba Damian en el oído.No sabía cuánto tiempo había pasado desde que estaban encerrados en el salón, pero ella también tenía hambre. —Alexis, en uno de esos bolsos, hay unas galletas. Damian tiene hambre y...—¿Quieres que los busque? —se burló—. ¿Me estás pidiendo un favor ahora?—No. Solo que dejes que él vaya por sus galletas. Es pequeño todavía y no sabe aguantar lo suficiente —le explicó.Alexis tenía un bolso también, lleno de muchas cosas. Aurora le dijo que lo usara, pero se le había olvidado. Miró al niño y a
La cuenta regresiva para todos ya estaba dada. Noah había escuchado la conversación, para cuando recibió la llamada de Aurora. Después de todo, era su hijo al que estaba lastimando. ¿Por qué ella no sentía remordimientos o dolor al verlo llorar? ¿Tan mal hombre y esposo había sido con ella? Noah tenía tantas preguntas, que le parecía inhumano, que justo una madre, atentara contra su hijo. Él entendía que podía haber hecho todo mal, pero era su sangre. Noah no podía soportar ver a su hijo con gripe, porque ese malestar apagaba a su amado hijo. Pero era increíble que Aurora no pudiera sentir nada. Tres años tenía Damian cuando ella fingió su muerte... —Noah, nosotros estaremos cerca. No creas que dejaremos que Elizabeth salga herida —le informaba Liam. —Era francotirador en el ejército, así que un movimiento pequeño lo notaré y daré de baja a quien me ordenes —intervino Ethan. Noah estaba agradecido de las personas que lo acompañaban, pero él solo quería sacar a su mujer y a sus h
La situación en el colegio fue completamente controlada por la gente de Noah. Ellos sabían que debían hacer con Aurora y Alexis. En el hospital estaba Noah recibiendo atención médica, después de negarse completamente, porque no quería separarse de Elizabeth, pero ambos, tenían que recibir ayuda. Él tuvo que recibir sutura, pero la suerte había estado de su lado. La bala entró y salió, sin hacer ningún tipo de daño. En el caso de Aurora, ella sí tenía daños en su cuerpo. No se culparía a Noah porque se tomó como defensa personal. Damian se encontraba con Gabriella, esperando a que su padre se sentara, Todo era una locura, pero el niño se estaba tranquilo. A diferencia de Noah, que no podía caminar de un lado al otro. —Noah... —el detective lo llamó—. Siento mucho venir en este momento, pero quería darte información sobre lo sucedido. —Claro, te escucho —las manos del castaño, no lograban estar tranquilas. Estaban llenas de la sangre de Elizabeth y su hijo. Su corazón dolía de so
Les habían robado la calma por un momento, pero antes de eso, nadie pudo negar que se odiaron, pelearon y sí, también se amaron. No fue un amor a primera vista y mucho menos uno de novela. Tuvieron algunas trabas, pero lograron al final, estar juntos.No esperaban tener una relación y mucho menos, formar una familia. Noah y Elizabeth eran tan diferentes, que al final del día, se complementaban. Además de Damian, ahora también estaba ella, que era quien lo hacía más humano. Dos meses después del encierro de Aurora, todos en la mansión, lograron respirar y darse cuenta de que ella, no iba a volver a salir de la cárcel. Elizabeth tenía cinco meses de embarazo y su bebé, no tenía ánimos de mostrarse ante los ecos. No había manera de lograr descubrir su sexo. Piernas cerradas, cada vez que su ginecóloga trataba de verlo. Damian y Noah, estaban seguros de que sería una niña, pero Elizabeth, presentía que sería otro niño. Su barriga no era muy grande y estaba arriba. Lo único de lo que es
Obra registrada bajo el núemero: 2303113776069Con fecha: 11/03/2023Prohibida su reproducción total o parcial de ella.***************Tres meses después...Londres-Inglaterra.Era la decimoquinta vez que a Elizabeth la rechazaban en una entrevista de trabajo. Ya habían pasado tres meses de constantes llamadas y respuestas negativas a lo que ella buscaba. Pareciera que en su frente llevaba marcado con tinta roja «a todo el mundo menos a ella.»Era difícil cada día tratar de conseguir algún nuevo empleo. Todo era muy cuesta arriba en estos tiempos. Se encontraba viviendo con su mejor amiga, pero las deudas tampoco se saldaban solas. Ella solo necesitaba una carta de recomendación, para volver a tener la vida que tanto añoraba.Si tan solo el idiota de su exnovio no la hubiese expuesto de la manera en que lo hizo, su vida no sería un completo desastre, o eso es lo que ella imaginaba.—¿Cómo pudiste hacernos esto, Elizabeth? Nosotros confiamos en ti y de esta manera nos pagas —su novio
Elizabeth encontró a la enfermera y le indicó el número de habitación de su amiga. El accidente de auto había sido un poco grave y Jess, no caminaría sin ayuda de unas muletas, por un año o tal vez más. Era una situación complicada, ya que en estos momentos, el único sustento en la casa, era Jessica. Se iban a complicar las cosas, pues en su última entrevista, ni siquiera pudo tomar asiento, cuando fue rechazada.—¡Oh, por Dios, Jess! Estaba tan preocupada por ti. ¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor? —le preguntó una y otra vez, con lágrimas en los ojos cuando entró a la habitación y fue a abrazarla, pero se detuvo con los brazos extendidos, al darse cuenta de lo lastimada que se encontraba la pobre de su amiga.—Abrázame, tonta, solo hazlo lento —le respondió con cariño. Elizabeth y ella habían sido amigas por muchos años y se ayudaban mutuamente en todo. Cuando la dulce rubia vino de otra ciudad, Jessica fue la primera persona que conoció y le prestó ayuda.—¿Cuéntame qué es lo que ha su