Elizabeth tenía las emociones revueltas. Estaba feliz de volver a casa y tomar un descanso, pero también sentía que algo iba a pasar. Tenía un presentimiento y su pecho estaba pesado. Quiso pensar que era por lo ocurrido unas horas atrás, frente a la casa de Noah.Ella se dio cuenta de que era más alto que ella y el olor de su perfume era embriagante. Olía tan, pero tan bien, que Elizabeth quería conseguir ese frasco para recordarlo siempre.«Un momento, ¿por qué quiero recordar el perfume de Noah?» pensó, mientras lavaba su ropa.Ella se encontraba en la casa que compartía con Jessica. El arrendatario no las había molestado en un tiempo y el departamento estaba limpio. Antes del accidente de su amiga, Elizabeth había limpiado todo, pero al mudarse a la mansión de Noah, solo tenía ropa sucia que fue a lavar.Elizabeth estaba concentrada guardando su ropa, que no se dio cuenta cuando la puerta del departamento fue abierta por los padres de Jessica. Ambos eran personas mayores y de ment
Elizabeth no paraba de mirar a Noah y a su alrededor. Las personas comenzaron a seguir su camino cuando escucharon decir que ella era su novia. Los padres de Jessica habían quedado en ridículo con tan solo decir un par de palabras. Ella estaba en shock, nadie había logrado nunca defenderla de esa manera.Cuando joven, siempre fue su familia quien la rescataba, pero al pasar los años, se fue independizando y sí, tuvo compañeros de clase, pero si ella no se metía en problemas, no había necesidad de defenderla. Solo en su trabajo fue que le fallaron a lo que ella creyó que era amistad.Si en el piso en donde estaba su oficina, de cincuenta y seis personas, todos le dan la espalda, le quitan el habla, la empiezan a ignorar y solo chismes en su nombre era lo que había, Elizabeth dudaba mucho que alguien lograra hacer algo diferente.«No digas que yo te dije. Que no nos vean juntos mientras hablamos», eran las palabras que en ese momento se le venían a Elizabeth, mientras recordaba su pasad
Elizabeth se había quedado en el departamento de Noah sin derecho a quejas. Primero, no tenía a donde vivir si no aceptaba y segundo, ya había gastado el adelanto de su sueldo en pagar el alquiler. Era divertida la situación que le estaba pasando. Pagó por algo que no podrá usar porque la echaron.Se sentía mal por Jessica, su amiga siempre lamentó la actitud de sus padres, pero no pudo hacer nada para cambiarlos. Ellos siempre fueron así. Solo esperaba que su jefe no la tomara tan duro con esos señores... Pero muy en el fondo, Elizabeth rogaba porque sí se desquitara con ellos y les diera con todo el poder que él tuviera.—No, Elizabeth, tú no eres así... No debes pensar eso. Son personas que están siendo manipuladas por Alexis. Deja de buscar venganza... —murmuraba, con un nudo en la garganta.Caminó hacia el ventanal de la sala y miró hacia abajo. Era el último piso del edificio. Fácilmente podría ir por las escaleras porque ella le tenía miedo a los ascensores, pero recordó que es
Elizabeth, después de haber llorado tanto, se sintió tan tonta, que tuvo vergüenza de ella misma. No era una mujer débil y mucho menos que se dejara vencer por nadie. No le costaba llorar, pero normalmente lo hacía por cosas que estuviesen fuera de su alcance. Elizabeth jamás se permitiría llorar por un hombre. En su diccionario de mujer empoderada e independiente, no estaba escrito semejante idiotez. Por esa razón, haber llorado toda la noche hasta caer dormida por alguien que no valía la pena, le resultaba fuera de este mundo. —Si mis padres vieran lo que hice me desheredan —se burló de ella misma, levantándose del suelo. Había dormido bien, a pesar del lugar en el que estaba, pero supuso que tener un lugar en el que estar y sin temor a que te echen, le permitió lograr tener un sueño profundo. —Mentira, con Noah tengo el tiempo contado. No sé hasta cuando él pueda apoyarme —se corrigió así misma, tomando una maleta para ir al baño a tomar una ducha. Hoy volvería a la mansión y l
Elizabeth, Noah y Damian habían salido los tres al supermercado, ella quería ir a sus sitios favoritos, porque aunque no lo pareciera, le encantaban las ofertas, pero Noah tenía otros planes cuando se trataba de compras.Al departamento no le hacía falta nada. Tenía todo un sin fin de lujos, pero él sabía que tal vez a Elizabeth podría no gustarle. No veía problema en remodelarlo, solo si eran cosas mínimas.—Voy a comprar un tratamiento capilar reconstructivo. Mi cabello está muy maltratado... Esto me parece bien... —comentó, mientras leía las indicaciones de un shampoo de aguacate.—A mí me parecen todos iguales. Yo necesito uno anticaspa y Damian uno de niño. Quedamos olorosos y limpios —Elizabeth se gira a ver el cabello de los dos y negó con la cabeza.—Tan fácil que es ser hombre y lo peor es que se les ve el cabello más saludable que a mí —se quejó, haciendo pucheros.Ella no se dio cuenta de lo que había hecho, pero Noah sí, y le causó mucha ternura esa queja. Damian también e
Elizabeth se había quedado helada, sus ojos estaban abiertos mientras veía y sentía los labios de Noah sobre los de ella. Tardó alrededor de cinco segundos para darse cuenta de que su jefe la estaba besando. Sus labios eran suaves y carnosos, al inicio fue lento y sus caricias en sus mejillas, la fueron relajando poco a poco hasta que ella por fin pudo cerrar los ojos.Noah besaba muy bien y para su desgracia, estaba resultando adictivo.No era la primera vez que la besaban, pero no de esa manera tan delicada y cuidadosa. El corazón de Elizabeth estaba desbocado al igual que el de Noah, pero a diferencia de él, la confusión ya no estaba en su mente.Noah no entendía como y porque la besó, pero estaba necesitado de esos labios que lo estaban provocando. Noah necesitaba callar esa apetitosa boca y no encontró la mejor manera que esa... Un beso.Ambos se dejaron llevar por el momento. Noah tomó la mano de Elizabeth y la llevó a su pecho. Quería que ella sintiera como se estaba sintiendo,
Había pasado un mes desde que Elizabeth entró a trabajar en la mansión de Noah. Ella no volvió a tener contacto con Jessica y no supo si en algún momento salió del hospital. Tenía llamadas y mensajes de su amiga, pero no se arriesgaría a perder nada de lo que tenía ahora.Ella siempre ha trabajado y puede decir que ha sido el peor mes, desde que empezó como niñera. Damian era un niño muy tranquilo y obediente. Como todo pequeño en crecimiento ha tenido sus arrebatos, pero nada que ella no pudiese controlar ni él tolerar. El problema era el padre de su mini jefe. Noah O'Brien se había convertido en la persona más insoportable que ella había podido conocer.Nada de lo que dijera o hiciera, estaba bien. No la dejaba trabajar cerca de Liam y cuando se le quitaban sus locuras de perro rabioso, podían tener una pequeña conversación como adultos, pero sin tocar el tema del beso y mucho menos hablar de sus historias pasadas.Noah, por su parte, no dejaba de estar molesto con la situación entr
El corazón de Noah hizo un latido tan fuerte, que sintió que en cualquier momento se le iba a salir por la garganta. Si había escuchado, Liam acababa de decirle, que, la niñera de su precioso hijo, fue su novia. ¿O sea, que Elizabeth había tenido otro novio y él lo contrató? Liam era una persona muy talentosa por donde se viera. Por eso es que la niñera le dijo que ser Noah era malo. Por supuesto, Elizabeth prefería a los rubios. Todo tenía sentido ahora. —¿Tu novia? Vaya, pero qué malos gustos tiene Elizabeth —Liam alzó una ceja, ante la respuesta de su jefe. —Nos separamos por nuestras profesiones, no por falta de amor. Ahora que la he encontrado otra vez... Oh, no es necesario que le cuente eso, señor —Noah sonrió, ante la soberbia de su empleado. ¿No se separaron por falta de amor? ¿Quería conquistar a su empleada y en su propia casa? —Tienes que hacer tu trabajo. No puedes dejar a Damian solo. No me gustan los errores y tampoco las distracciones. Donovan, te tengo alta esti