Comer con Damian, era la actividad favorita de Noah, debido al incremento de trabajo de los últimos meses, no podía estar con su hijo cómo le gustaría. Las personas que trabajaban en la mansión eran de su completa confianza. Habían pasado una exhaustiva investigación, antes de poder acercarse a su hijo y por esa razón, podía estar tranquilo.
—Papá volverá pronto, campeón. Juega un poco con Gabriella mientras no estoy y conoce a la nueva niñera —aunque esas fueron las últimas palabras dichas por Noah, antes de salir de casa, su hijo solo lo ignoro.
Ser padre soltero tampoco era una tarea sencilla, las noches sin dormir, el trabajo, los llantos sin explicación o simplemente no tener idea de lo que le pasaba a su hijo, eran cosas del día a día para él.
Noah quería que su hijo volviera a ser un niño feliz.
—Señor O'Brien, su guardaespaldas se encuentra esperándolo en su oficina —le informa la secretaría, entregándole un vaso de jugo. Noah, desde que tenía un hijo, había cambiado sus gustos por las bebidas. No bebía té, porque le recordaba a su difunta esposa y el café, era una droga que estaba tratando de dejar por las miles de noches sin dormir, que lo bebió, cuando su pequeño se enfermó.
Tomando el jugo va directo a su oficina a encontrarse con Sebastian. Necesitaba sentirse tranquilo y que todo estaba bajo su control. No quería simplemente tener que esperar a que las cosas fluyeran. Noah necesitaba respuestas, para que su mente pudiera descansar.
—¿Me esperaste mucho tiempo, Sebastian? Dime que tienes buenas noticias. Estoy teniendo un mal día porque Damian tiene que volver a pasar un proceso de aceptación… otra vez —toma asiento, después de darle un sorbo a su jugo, él no era un hombre de tener muchos amigos, pero se sentía cómodo frente a su guardaespaldas. Ambos se respetaban mutuamente y podría decirse que eran cercanos.
—Acabo de llegar, señor. Siento mucho que a Damian le toque pasar por todo esto nuevamente y no sé a qué se refiere con buenas noticias —la mirada seria de Noah, hace reír a Sebastian.
—De verdad que no estoy de humor, hombre —recibe el USB que le da su guardaespaldas.
—Es muy pronto para tener noticias o alguna información más amplia sobre lo que pasó. Solo han pasado unas horas y la policía está haciendo lo que puede para conseguir pistas. Lo que le estoy entregando son las grabaciones de las cámaras de seguridad que hay en las calles en donde hubo el accidente. Antes de venir aquí, he revisado detalladamente cada uno de los vídeos, pero solo nos muestra un auto sin placa y un conductor encapuchado —Noah escucha con atención la explicación de Sebastian, mientras ve las grabaciones que le dio.
—Un conductor sin rostro… ¿No hay nada más que eso? —pregunta, aunque sabe perfectamente cuál es la respuesta. Repite, una y otra vez, el momento que el auto impacta contra el de él y estaba agradecido de que Damian no estuviera en ese momento.
Estaba seguro de que su hijo podría haber muerto y de solo pensarlo, sentía que su corazón se llenaba de dagas.
—Lamentablemente, no, señor. Necesito más tiempo para tener más pruebas o pistas sobre…
—¿Crees que sean las mismas personas que le quitaron la vida a Aurora? —interrumpe a Sebastian, porque esa pregunta le iba a dar vueltas durante todo el día si no la sacaba de su cabeza.
—No lo creo, señor. El accidente de la señora fue por un conductor borracho y lo de usted fue intencional —asiente y aparta la vista del ordenador.
—Necesito más vigilancia a mi alrededor, Sebastian. Quiero que traigas a los mejores guardaespaldas que conozcas. Las personas más talentosas y en las que más confíes, las quiero trabajando para mí. No me importa si es hombre o mujer. Tú simplemente les haces el mismo proceso y los traes —mira el jugo que estaba a medio tomar y piensa en la mujer que había metido a su casa el día de hoy. Aceptó que ella fuera niñera de la persona más valiosa para él, después de que le diera solo el apellido.
—Bien, entonces, me retiro y le tendré nuevos guardaespaldas antes de terminar la semana —Sebastian se levanta al ver que su jefe estaba teniendo una profunda conversación con su mente, solía hacerlo cuando le molestaba algo, pero no lo iba a interrumpir, ese no era su trabajo.
—También quiero que investigues a Elizabeth, la nueva niñera de Damian. Se llama Elizabeth Miller. Quiero que me traigas todo lo que consigas de ella, pero eso no se lo debes comentar a nadie. Ni a tu esposa Gabriella —Noah confiaba en que la amiga de su antigua empleada estuviera limpia, no parecía una mujer con problemas o que fuera mala, pero no había nada que hacer. Él había sufrido demasiado por confiar en quien no debía y eso no le volvería a pasar.
—Entendido, señor. Será secreto para todos.
Noah odiaba las mentiras y las personas falsas. Por esa razón, era un hombre con un círculo social bastante pequeño.
Traición, era el acto más asqueroso que alguien podría hacer, cuando te dieron todo.
***
El resto del día para Elizabeth, había sido tan difícil, que le pareció un sueño, la bonita mañana que creyó haber tenido. Ella había regresado a la mansión, unas horas más tarde, con toda la ropa que necesitaba y poder instalarse en su habitación. Tuvo un amistoso almuerzo con la señora Gabriella y estuvo feliz, por lo amable que eran todos con ella, pero el resto del tiempo, fue ir a la guerra.
Su mini jefe no la soportaba y solo la ignoraba.
—Elizabeth, solo debes tener un poco de paciencia, él es un niño bastante amoroso, pero tienes que ganarte su confianza —le informaba la señora Gabriella.
Damian le da una mala mirada a la rubia y cierra la puerta de su habitación.
—Haré mi mayor esfuerzo. Tengo una hermana menor que es igual a él. Muchas gracias por el consejo, pero solo dígame Eli. Mi nombre completo es muy serio —ambas se rieron y ella, dio un suspiro para ir a la habitación de su mini jefe.
La señora Gabriella la vio alejarse y sonrió, al darse cuenta de que la chica tenía ganas de llorar, pero estaba decidida a cuidar a su rebelde jefe. No se veía mala muchacha y se alegró de ver que Noah, había elegido a una persona que estaba dispuesta realmente a cuidar de su hijo.
***
—Vamos, Damian, prometo no acercarme a ti, pero debes arroparte para ir a dormir. Hace frío en la habitación —tenía más de cuarenta minutos tratando de hacer dormir al pequeño, pero él solo se había sentado en la cama después de ponerse su pijama.
Damian ni parecía que tenía cinco años.
—¿Por qué no consigues a Teddy? —le volvía a preguntar enojado. Damian estaba tan frustrado de que la nueva niñera no pudiera dar con su peluche favorito. Ante los ojos del pequeño, esa mujer era tan mala.
¿Cómo no podía saber en donde se encontraba Teddy? Tampoco le diría que estaba en la habitación de su padre. Ella debía saberlo e irlo a buscar.
—Porque no sé en dónde está. Si yo lo supiera, ahora mismo iría corriendo para traerlo —Elizabeth, daba pequeños pasos para acercarse sin que él se diera cuenta.
—Jess lo consigue… —y sí, ella estaba segura de que su amiga lo haría, de hecho, Jessica siempre consigue todo.
—Lo sé, Jess es increíble. Ella es mi amiga y me canta canciones. ¿Quieres que lo haga? —le preguntó, terminando de acercarse, el niño tenía el ceño fruncido, pero aceptó la canción.
—Yo también canto y sé mi nombre —Elizabeth sonrió, al ver que se le había ido el enojo. Damian se acostó y ella pudo arroparlo.
—A mí me gusta mucho tu nombre —se sentó en el suelo y apoyó sus codos en la cama del niño.
Así ellos empezaron a hablar y a cantar, por un largo rato. Ninguno se dio cuenta cuando cayeron dormidos, simplemente sucedió. A Noah se le había hecho tarde y lamentaba no haber llegado antes. Él fue directo a su habitación a buscar a Teddy porque Damian debía despertar temprano. Para su sorpresa, al abrir la puerta, ve a su hijo dormido con el dedo de Elizabeth en su mano.
La furia se apoderó de él y fue a despertar a la intrusa.
—¿Qué se supone que estás haciendo? Te espero afuera —su voz se escuchó áspera, Elizabeth se despertó sobresaltada, por la manera tan tosca con la que Noah la despertó al tocarla.
—Lo siento, no me di cuenta de… —se levanta del suelo y ve que su dedo era sostenido por Damian.
A Noah le hervía la sangre, no podía creer que su hijo estuviera dormido sin Teddy. Ni él había podido lograr eso en todo este tiempo que lo lleva cuidando.
—¿Qué estabas haciendo con mi hijo? —le preguntó, sus ojos estaban fríos e inexpresivos como de costumbre.
—Dormí a Damian…
—Que sea la última vez que lo haces. No tienes permitido dormir a mi hijo. Ese es mi trabajo. El tuyo es cuidarlo y atenderlo mientras yo no estoy. Si leíste el documento esta mañana, decía claramente cuáles eran tus funciones y dudo mucho que en ellas se encontraba esta. Es la primera advertencia que te hago y espero que no se repita. Te lo dejo pasar porque eres nueva. Buenas noches, Elizabeth —dicho eso, le señala el pasillo para que se vaya.
—Sí, lo siento mucho…
Ella tragó grueso y se fue a su habitación con el corazón acelerado.
Ni siquiera pudo explicar que se quedaron dormidos.
Elizabeth, después del día tan complicado que tuvo, no pudo dormirse con facilidad. Repasó todo lo que había sucedido y trataría de no volver a repetirlo. Tenía miedo de perder su empleo porque ahora era el único sustento que tenía para ella y su familia. Se imaginaba que su mejor amiga había salido bien en la cirugía porque no tenía noticias de ella. Iría el fin de semana a verla y desahogarse de todo lo ocurrido estos días.No era una persona malagradecida y mucho menos en estos tiempos de necesidad, tampoco era de quejarse o ventilar sus problemas, pero a veces, solo quería descansar.«Mírate esas ojeras, Elizabeth. No parecen cosas tuyas», se dijo al verse al espejo de su polvo. Una mala noche le iba a pasar factura por el resto de la mañana.—¿Regresará a casa conmigo, señorita? Debo ir por unas cosas al mercado. Puede esperarme aquí o, vamos juntos y hacemos las compras —la voz del chófer, la saca de sus pensamientos.Ella sonríe porque no quería hacerlo perder el tiempo.—Por f
Noah no sabía qué hacer ante las lágrimas de Elizabeth, no esperaba que ella actuara así. Se sentía impotente por no poder ayudarla a que se detuviera. Ella se veía tan frágil y delicada, parecía como si en serio le doliera todo. Noah pensó que tal vez fueron sus palabras, pero la manera en la que se encontraba ahora mismo, frente a sus ojos, podría suponer que era solo una pequeña niña asustada.Los empleados miraron a Noah con rostros de decepción y molestia. Estaban enojados por la manera en la que había tratado a la pobre niñera. La señora Gabriella siempre había defendido a su muchacho, pero esta vez, él se había pasado de la línea. No había dejado que Elizabeth pudiera hablar. Nadie sabía nada, pero él fue el único en decir una barbaridad tras otra. —Elizabeth, lo siento. No debí hablarte de esa manera, pero es que estaba preocupado. No conoces estas zonas y nadie tiene cómo dar contigo. No tenemos tu número de celular y mucho menos sabemos en dónde buscarte —él estaba parado l
Noah se acercó con rapidez al verla lastimada. Damian seguía hablando con su niñera hasta que vio que su padre se paró frente a ellos. El niño se bajó de las piernas de Elizabeth y fue a abrazar a Noah. Para nadie era un secreto que tal vez él ya estaba enojado y por esa razón, Gabriella y el chófer que los había traído, abandonaron el pasillo, pero la verdad, es que en ese momento, él no sentía algo más que solo alivio.La mansión de Noah era un lugar muy grande. Pasillos amplios, espacios que no usaba y siete habitaciones, además del sitio de los empleados. Todo era minimalista, aunque eso a él no le importaba. El diseñador de interiores le recomendó lo más chic para su casa. No entendía a qué se refería en ese entonces, pero ahora estaba agradecido de que su pasillo tuviera esa silla en donde estaba Elizabeth sentada.—¿Qué te ha pasado? ¿Estás herida en otra parte? —preguntó, recibiendo a Damian en sus brazos para cargarlo.—Bueno, esto es un poco vergonzoso, pero me ha ocurrido a
Elizabeth no podía creer que Noah la estuviera invitando a salir, de hecho, le parecía imposible que su jefe lo hiciera. No había nada impresionante en ella como para querer compartir un minuto de su ocupado tiempo con alguien tan sencilla. Sí, era por agradecimiento, pero normalmente, las personas le huían por ser tan aburrida. Nunca comprendió que fue lo que Alexis vio en ella. Elizabeth nunca se consideró una mujer fea. Era una rubia bastante guapa, pero tampoco entendía por qué las personas se alejaban.Ella era feliz estando con alguien o sola. Su única amiga en la ciudad era Jessica y fue la típica relación de una extrovertida, convirtiéndose en amiga de una persona introvertida. No recuerda cómo sucedió, pero un día amanecieron siendo amigas y jamás volvieron a separarse.Durante toda la noche pensó que su jefe debía estar muy agradecido por salvar a Damian, y por esa razón, también le sonrió. Era bastante difícil descifrar a una persona que tenía una máscara de hielo. El día d
Elizabeth y Noah disfrutaron de una cena tranquila sin mucho drama. Se dieron cuenta de que ambos tenían mucho en común. Al parecer, la muerte de la señora de la casa, lo había afectado tanto, que no podía aceptar a nadie en su vida, sin antes haber investigado hasta lo más mínimo. Elizabeth desconocía las razones de que él fuera de esa manera. Solo creyó que ese hombre era muy protector con su familia. Tenían los mismos gustos en comida y música. También eran personas que les gustaba estar en casa y disfrutar de los pequeños detalles.Elizabeth se sintió intrigada al ver lo suelto que era su jefe. En ningún momento le pareció mal hombre y las palabras que le había dicho la noche anterior, no dejaban de hacerle ruido en su mente.«¿Qué pasaría si Noah se hiciera su enemigo?», pensaba, mientras se terminaba de peinar.Ella sabía que él tenía dinero y poder. Más no sabía que tanto y mucho menos que podía hacerle. Tenía miedo, por supuesto que sí. Elizabeth le había mentido y si él consi
Elizabeth tuvo que hacer de tripas corazón y escuchar a su amiga enamorada. Sentía vergüenza por lo que le estaba confesando. Jamás se imaginó que, precisamente ella, fuera la que hablara sobre amor. Jessica siempre comentó que Noah era un ser despreciable y justo antes de la operación dijo lo mismo. Nunca hubo palabras bonitas para ese hombre, así que le resultaba un poco extraña la situación ahora.—No sé, pero siento que él cambió de actitud después del accidente. Me escribe y me pregunta cómo estoy. Está pendiente de mis padres y siempre envía a Sebastian a traernos comida. Esos pequeños detalles marcaron la diferencia y se instalaron en mi corazón —su voz era melosa y aunque Elizabeth quería estar feliz por ella, no podía.—Sabes que eso puede ser admiración. Normalmente, cuando un policía, militar, médico o bombero rescata a alguien, la persona siente que lo ama, pero realmente es gratitud. Tal vez lo que sientes por él sea eso —su amiga la miró, pero no le importó lo que dijo.
Noah sentía como su corazón se desgarraba ante ese acto cruel de Elizabeth. Esa extraña mujer abrazaba a su hijo con ternura y secaba sus lágrimas con pequeños murmullos reconfortantes.¿En qué momento él se había convertido en un mal padre?Sus ojos no paraban de ver esa escena sacada de la mejor película dramática que pudo haber imaginado. Su hijo, su pequeño Damian, era consolado en otros brazos que no eran los suyos. No estaba enojado, estaba herido y se sentía traicionado.«Tu propia sangre es quien te lastima», recordó esa frase de una película de vaqueros que vio hace unas semanas. El padre fue entregado a la policía por su propia familia.Elizabeth vendría siendo la DEA. Así de cruel y así de injusta. Miró, como una sonrisa, se empezó a dibujar en el rostro de la rubia y se dio cuenta, de lo mucho que esa mujer estaba disfrutando su agonía. Agradecía que durante todo el camino a la mansión, Damian estuvo tranquilo y hablando con ella. Después de todo, él no quería ver a su hij
Elizabeth tenía las emociones revueltas. Estaba feliz de volver a casa y tomar un descanso, pero también sentía que algo iba a pasar. Tenía un presentimiento y su pecho estaba pesado. Quiso pensar que era por lo ocurrido unas horas atrás, frente a la casa de Noah.Ella se dio cuenta de que era más alto que ella y el olor de su perfume era embriagante. Olía tan, pero tan bien, que Elizabeth quería conseguir ese frasco para recordarlo siempre.«Un momento, ¿por qué quiero recordar el perfume de Noah?» pensó, mientras lavaba su ropa.Ella se encontraba en la casa que compartía con Jessica. El arrendatario no las había molestado en un tiempo y el departamento estaba limpio. Antes del accidente de su amiga, Elizabeth había limpiado todo, pero al mudarse a la mansión de Noah, solo tenía ropa sucia que fue a lavar.Elizabeth estaba concentrada guardando su ropa, que no se dio cuenta cuando la puerta del departamento fue abierta por los padres de Jessica. Ambos eran personas mayores y de ment