—No me toques, Dev.
Rápidamente retrocedí los pasos que él había avanzado y lo vi apretar sus puños lleno de frustración.
—Cariño, por favor escúchame —pidió recorriendo con su mirada las maletas que sostenía.
—No, no tengo nada que escucharte, Dev. Ultrajaste nuestro hogar, trajiste m****a aquí, lo ocultaste en la misma habitación en dónde dormíamos, en dónde hacíamos el amor y te atreviste a mentirme diciéndome que trabajabas como seguridad en un jodido club, cuando lo que realmente hacías era vender tu porquería.
—Lo hice por nosotros, amor, por favor, escúchame. Vivimos bien, no tienes que trabajar y te doy todo lo que necesitas.
Reí de forma incrédula al escuchar sus pobres excusas.
—Dejé de trabajar porque tú me lo pediste, no porque realmente quisiera hacerlo. Y prefiero mil veces tener una vida más decente que tener una llena de opulencias dadas con el dinero sucio. Así que apártate de mi camino, Dev o gritaré hasta que los vecinos llamen a la policía y se encuentren con tu m****a debajo del colchón.
Eso pareció convencerlo, por lo que con un suspiro derrotado se hizo a un lado y dejó que pasara hacia la puerta.
Con la frente en alto y la rabia destilando de cada uno de mis movimientos, me acerqué a la puerta entreabierta y la empujé con un pie para salir con mis únicas dos maletas.
Había vivido con Dev tan solo por unos cuatro meses. Éramos novios desde que tenía veintitrés, exactamente hacía un año y me había ido con él seis meses después para formar lo que sería nuestra familia.
Todo era excelente. Él era amoroso, cariñoso, me dedicaba tiempo y se había encargado total y completamente de mí pidiéndome que dejara el trabajo para que pudiera tener más tiempo libre para pasar junto a él.
Todo iba bien y consideré pasar mucho tiempo con él. Pero en una de esas tantas mañanas en las que él corría por los alrededores y yo me ponía a arreglar la cama, me encontré con un paquete de una sustancia que ni siquiera quería mencionar.
Él estaba repartiendo su porquería y usaba nuestra casa para esconderla. Simplemente no podía soportarlo.
Yo había sido criada con rigurosos códigos de moral y consciencia y vivir con alguien que hacía esa clase de trabajos no era una jodida opción.
Una vez bajé por el ascensor del edificio en el que había estado viviendo, me permití respirar profundamente mientras las lágrimas descendían por mis ojos.
Dev había sido mi novio durante mucho tiempo y una vez vivimos juntos se convirtió en mi todo, por lo que saber que realmente no lo conocía era doloroso hasta el punto de quiebre.
Se sentía como si algo dentro de mí se desgarrara ante la confianza rota, el tiempo perdido y los meses en la absoluta oscuridad a causa de sus mentiras.
¿Y si en algún momento la policía lo hubiese estado vigilando y terminaban adentrándose en mi casa con una orden judicial alegando tales cosas de él? ¿Les hubiese creído? Joder, hubiese sido una estúpida mujer enamorada defendiéndolo de sus acusaciones que para mí serían falsas, pero que claramente no lo eran.
Dev era un delincuente de la peor calaña y me cuestioné que tan mal estaba para terminar viviendo con un hombre como él.
Habíamos fantaseado tantas veces con casarnos mientras nos acurrucábamos en la cama. Lo había escuchado hablar de bebes, de una vida juntos.
Por dios ¿cómo podría pensar en traer niños al mundo cuando vivía en ese asqueroso mundo?
Podría terminar muerto cualquier día si llegaba a estar involucrado en algún negocio que terminara mal.
Pero ese ya no era mi problema. Lo había dejado, había roto lazos con él en cuanto regresó a casa y recogí todas mis cosas, que eran relativamente pocas. Y me fui.
Cuando un taxi se detuvo frente a mí le asentí lentamente y solté una de las maletas para poder secar mis lágrimas mientras el hombre se baja del auto.
Estás no estaban dispuestas a detenerse, pero el hombre frente a mí no parecía querer indagar en la razón de mi llanto. Él solo se limitó a subir mis maletas al auto y mientras lo hacía me subí en los asientos traseros mientras marcaba el número de mi mejor amiga en mi teléfono.
Lilian me conocía desde que tenía uso de razón. Ella era hija de uno de los amigos de mi madre y habíamos estado juntas siempre.
Cuando vine a la gran ciudad lo hice con ella y ambas conseguimos trabajos de acuerdo con nuestra capacidad y vivimos juntas. Claro, hasta que a mí se me ocurrió la grandísima idea de mudarme con Dev seis meses después de conocerlo.
Ella me había dicho que me lo pensara mejor, pero siendo lo terca que era cuando una idea se me metía en la cabeza, terminé yéndome sin dudarlo.
Continuamos hablando todos los días y por la amistad que teníamos sabía que ella estaría para mí ahora que la necesitaba.
En cuanto el taxista subió al vehículo le di la dirección y saqué el único billete que tenía en las manos para pagarle cuando llegara.
Lilian no vivía tan lejos de donde yo me encontraba, por lo que no me permití relajarme demasiado mientras el taxista avanzaba por las calles de la ciudad poco concurridas ante la hora que era. A penas las diez de la mañana.
Lilian estaría en casa porque los sábados ella no trabajaba.
Cuando el taxista estacionó descendí del auto una vez le pagué y permití que me ayudara a llevar las maletas hasta la acera, luego las tomé y las arrastré hasta el lobby del edificio para continuar hacia el ascensor que mantenía sus puertas abiertas, como si estuviera esperando mi llegada.
Una vez dentro presioné el número de su piso y me recosté de la pared metálica del fondo respirando pausadamente para poder calmarme, pues no quería parecer tan alterada cuando ingresara en su departamento.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron salí algo deprisa y recorrí el pasillo hasta la puerta final para dejar una maleta de lado y elevar la madera para tocarla suavemente.
No pasó mucho tiempo cuando la mirilla se movió y luego la puerta se abrió dejando a una muy sorprendida Lilian vestida solo con una pijama de ositos y el cabello rubio desordenado.
—¿Vania? —cuestionó sorprendida y simplemente no pude evitar deshacerme.
Ella me hizo pasar y dejó mis maletas a un lado para llevarme hacia el sofá para que pudiera explicarle todo lo que había sucedido.
No me cohibí, le conté todo lo que había sucedido desde el momento en que descubrí lo que sucedía hasta que salí del edificio con lo poco que tenía.
—Dios, cariño ¿Cómo pudo mentirte así?
Sintiéndome un poco más calmada me encogí de hombros y ella acarició suavemente mi cabello castaño amarrando en una coleta ya deshecha.
Mis ojos color miel se encontraron con los de ella y vi la pena en sus rasgos. Le había dicho tantas veces que esto funcionaría, que ahora me sentía tan avergonzada.
—Ahora debo comenzar de nuevo —suspiré profundamente y me dejé caer contra el sofá —debo conseguir un trabajo de nuevo y volver a mi rutina, aunque estoy segura de que esta vez será más difícil.
—Te dije que no dejaras tu trabajo en la librería, eso te salvaba el culo por ser algo que podías hacer y disfrutar.
—Encontraré uno en un bar o en un restaurante.
—No, no lo harás.
—Pero…
—Algo se me va a ocurrirá, pero no trabajarás en uno de esos lugares. Tal vez pueda intentar buscarte un cupo dentro de la corporación en la que trabajo —ella se lo pensó por unos minutos —oh, sí, de niñera.
Mis ojos brillaron emocionados.
Si me lo preguntaban yo amaba a los niños. Ese había sido mi trabajo de medio tiempo en nuestra ciudad natal y el que haya algo como eso disponible ciertamente me emocionaba.
—¿Dónde? —pero ella no me miró, sino que pareció algo apenada.
—Será un infierno —admitió —mi jefe ha pedido que le buscaran una niñera unas cinco veces este mes.
—¿Cinco veces? —cuestioné sorprendida.
—Sí, es padre soltero de un niño como de ocho años y es igual de gruñón que el papá y déjame decirte que eso es decir mucho, ese hombre parece tener un palo atorado en el culo. Pero la cuestión es que pagan muy bien. Tal vez no durarás mucho, pero al menos resiste un mes para obtener la paga completa y que puedas estabilizarte un poco.
Restregué mis ojos algo nerviosa ante todos los giros que estaba dando mi vida en un solo día.
—Puedo tenerte aquí todo el tiempo que sea necesario, pero en algún punto tendrás que buscar empleo y si puedes aprovechar esta oportunidad ahora que está ahí será mucho mejor.
Encogiéndome de hombros asentí.
—¿Tienes mi currículo en tu computador aun? —ella asintió —¿lo enviarías por mí? —ella asintió con una sonrisa.
—Estoy segura de que te lo darán, el niño ya se ha ganado una reputación y no es como si las niñeras aparecieran en abundancia.
Al menos esperaba conseguir el empleo y perdurar, porque si me lo preguntaban, estaba jodida y enfocarme en algo más que en mi ruptura me ayudaría a superarlo.
—Respira —me pidió Lilian —él puede ser muy arrogante y mandón, pero es un buen jefe, lo prometo. Solo no te pongas como te pones cuando alguien te cae mal.Mi ceja se enarcó y Lilian me señaló con su mano advirtiéndome claramente que no se me ocurriera cagarla.Tres días después de mi llegada a su hogar, estaba frente al edificio en el que ella trabajaba. Me había dicho que su jefe había pedido entrevistarme él mismo, pero que siempre lo hacía con las niñeras de su hijo, por lo que no era extraño.Lilian trabajaba en la última planta con una asistente, una administradora y el señor Clinton Colton.Ella había sido su secretaria durante mucho tiempo, por lo que conocía relativamente bien al hombre ante el que me presentaría.Una vez estuve lista mentalmente ingresamos en el edificio y concordé conmigo misma que parecía otra ejecutiva más.Llevaba una falda negra tipo lápiz hasta mi rodilla, una blusa negra por dentro y una chaqueta que combinada con todo el outfit más unos tacones bajo
Mientras el señor Clinton terminaba sus asuntos yo me quedé sentada frente a Lilian viéndola hacer su trabajo.Luego de que mi valentía se dispersó en el aire en cuanto salí no pude evitar colocarme nerviosa.Hacía años que no cuidaba de algún niño y aunque los conocimientos de cómo debía hacer las cosas estaban ahí, me ponía un poco nerviosa el recordar la forma en la que el hombre había hablado a cerca de su hijo.Si un padre decía esas cosas de su hijo ciertamente había que considerar qué tan malo era el engendro. Pero no me predispondría. Conocería al pequeño y daría mi propio veredicto.Yo era muy buena con los niños y lo primero que había que considerar al encontrar a alguno con un comportamiento como ese era ¿qué lo hacía ser así? Podrían ser muchos factores como falta de atención, la necesidad de llamar la atención, falta de amor, problemas en las escuelas.Y la forma más fácil de tratar el problema era desentrañando la causa para eliminarla y que se llevara consigo las consec
Tuve que dejar a Clay solo en casa mientras iba en búsqueda de las pocas posesiones que tenía en la casa de Lilian. El chofer me había estado esperando cuando salí de la enorme y lujosa mansión e incluso me abrió la puerta del auto como si no fuera una empleada igual que él, cosa que me extrañó pero que no estaba dispuesta a refutar. Si querían tratarme como a una señorita ciertamente no me negaría. Una vez le di la dirección me permití perderme en mis pensamientos mientras el auto recorría el trayecto que nos separaba de nuestro destino. No era tan lejos dentro de la ciudad, pero al estar en las afueras era difícil ir de inmediato a donde se quería llegar, por lo que durante largos minutos me la pasé mirando por la ventana deleitándome con el paisaje boscoso hasta que entramos en la ciudad y el auto se dirigió por las calles menos concurridas para evitar el transito caótico que se estaba formando al ser una de las horas pico. Había estado hablando largo y tendido con Clay antes de
Al llegar a casa Clay se encontraba esperándome en la puerta y un nudo se formó en mi garganta al notar lo emocionado que estaba de poder esperar a alguien y verlo llegar. Y sabía que probablemente esperaba a su padre, pero él nunca llegaba a la hora adecuada. Muchas cosas pasaban por mi mente a cerca de la relación padre e hijo, pero prefería reservarme los juicios hasta que viera de primera mano como era la situación en sí. Pero mientras tanto me haría cargo de hacer medianamente feliz a este pequeño en lo que pudiera. Aunque sabía que nadie podría reemplazar a un padre y a una madre. Pero al menos le daría una amiga en quien confiar. Cuando estuve frente a la puerta con una de mis manos en la maleta él se lanzó hacia mi cuerpo y me abrazó dejando salir esa euforia que solo le había visto compartir conmigo lo que me daba cierta sensación de emoción y particularidad. —¿Sabes de casualidad lo que vamos a cenar? —le cuestioné con suavidad y él asintió un par de veces mientras tomab
Mi ceño se frunció al escuchar que continuaba despotricando y fue inevitable para mí no comenzar a enfurecerme. —Mamá calla —le pedí y el silencio se extendió del otro lado de la línea. Probablemente me encontraba en altavoz y toda la familia probablemente se encontraba escuchando nuestra conversación. Así sucedía en casa. Cuando había un problema se reunían a los nueve hijos y se trataba el problema para ver si de esta forma se podía resolver y dejar una moraleja de todo eso. Pero el que mamá estuviera acusándome de tales atrocidades comenzaba a molestarme. Ni siquiera había esperado a que le contestara si ciertamente era verídico, solo asumió cosas que no eran. —En primer lugar, no tengo ningún novio rico —y me abstuve de decir alguna palabra mal dicha, pues probablemente los hijos de mi hermana estaban en esta jodida ecuación también —y en segundo lugar, terminé con Dev hace tres días porque me mintió durante toda la relación. —No creo que debieras… —pero frené las palabras de
Una vez estuve mentalmente lista, me puse de pie y me encaminé a la ducha para darme un rápido baño. Ya había perdido preciados minutos y no quería que Clay viniera a por mí y no estuviera lista, por eso me duché rápido y me vestí con las prendas que había elegido y amarré mi cabello en un moño alto. Suspiré aliviada cuando ya me encontraba lista y preparada cuando sonó un toque suave en la puerta. Al dirigirme a ella y abrirla me encontré con un bien vestido Clay que llevaba un traje hecho a su medida y no pude evitar sonreír ante bonito detalle. El que se arreglara para una cena tan simple como esta me hizo saber que para él significaba mucho más. Me estaba dejando ver que no muy a menudo tenía compañía para cenar y cuando extendió su brazo la ternura me envolvió completamente. Clay era el niño más tierno que podría encontrar y no lo discutiría con nadie. —Está muy hermosa, señorita Vania. —Muchas gracias, señor Clay. Solté una risita suave ante su formalidad y mi mano se encon
Los días pasaban tan deprisa en aquella casa. Siempre tenía algo que hacer, como llevar a Clay a la escuela, luego organizar su itinerario de las tardes para cuando regresara. Arreglaba su ropa para ayudar a las mucamas, también organizaba su librero en su habitación ya que casi siempre lo volvía un desorden. Y luego tenía que ir a buscarlo y continuar con nuestro día hasta que llegaba la hora de dormir. Durante esos días no había visto al señor Clinton y aparentemente haber encontrado a una niñera que si congeniara con Clay lo había exentado de sus responsabilidades como padre lo que me cabreaba más de lo que debería. Hacía todo lo posible por atraparlo en algún momento, pero siempre terminaba dormida muy tarde y se me dificultaba despertar a una hora adecuada para encontrarlo. Y eso me dejó saber que el señor Clinton tenía una vida absorbente y que lo estaba consumiendo poco a poco. Llegar a tan tardes horas de la noche para despertar muy temprano al día siguiente solo indicaba q
Había despertado a Clay a las seis con cuarenta de la mañana. Por lo general solía levantarlo a las siete en punto ya que el tiempo era exacto para que llegara a la escuela a tiempo sin tener que levantarse tan temprano, pero ese día en específico había planeado algo y lo quería despierto. En cuanto se levantó fue a la ducha al recordar que le había dicho que su padre desayunaría con él y luego corrí a mi habitación para ducharme, peinarme el cabello en una coleta y luego colocarme unos jeans azules y una camisa blanca en dónde solo tenía media solapa dentro de los jeans y la otra no, me coloqué unas zapatillas de deporte blancas y luego me metí en la habitación de Clay para ayudarlo a vestirse rápidamente. Una sonrisa brillante se encontraba en mi rostro ya que había comprobado la entrada para verificar que el auto de su padre siguiera ahí y cuando así fue, me apresuré en llevar a Clay a la cocina y subirlo al taburete para comenzar a preparar el desayuno. Al ser tan temprano la coc