Al llegar a casa Clay se encontraba esperándome en la puerta y un nudo se formó en mi garganta al notar lo emocionado que estaba de poder esperar a alguien y verlo llegar.
Y sabía que probablemente esperaba a su padre, pero él nunca llegaba a la hora adecuada.
Muchas cosas pasaban por mi mente a cerca de la relación padre e hijo, pero prefería reservarme los juicios hasta que viera de primera mano como era la situación en sí. Pero mientras tanto me haría cargo de hacer medianamente feliz a este pequeño en lo que pudiera.
Aunque sabía que nadie podría reemplazar a un padre y a una madre. Pero al menos le daría una amiga en quien confiar.
Cuando estuve frente a la puerta con una de mis manos en la maleta él se lanzó hacia mi cuerpo y me abrazó dejando salir esa euforia que solo le había visto compartir conmigo lo que me daba cierta sensación de emoción y particularidad.
—¿Sabes de casualidad lo que vamos a cenar? —le cuestioné con suavidad y él asintió un par de veces mientras tomaba mi mano y me arrastraba por la casa.
—Sé cual es tu habitación, le he preguntado a las mucamas y me han indicado cual de ellas es. Él me guio por las escaleras y arrastré mi maleta como pude sin soltar su mano y cuando notó que iba apurada en vez de soltarme solo ralentizó sus pasos y eso me hizo reír.
—Estás demasiado ansioso —él asintió claramente extasiado.
—Hace mucho tiempo que no tengo un compañero digno de mi tiempo y atención. Claramente las mucamas creen que leer es inservible cuando tienes una televisión que te muestra todo. Después se preguntan el por qué padecen alzhéimer en su vejez —él suspiró dramáticamente —en fin, Vania. Cenaremos pasta, es la favorita de Colton, aunque es obvio que no vendrá a cenar. Pero casi siempre la hacen esperando que él llegue en alguna de esas noches.
Mi pecho se apretujó y estuve tentada a decirle algo, pero él se detuvo frente a una puerta y la abrió suavemente mientras se hacía a un lado para que yo pudiera pasar.
—Está justo al lado de mi habitación, pero no es la que ocupaban las demás niñeras, esas eran habitaciones muy básicas para empleados. He pedido que te habiliten esta porque eres más una invitada, ciertamente. Una compañía agradable.
Al entrar en la habitación mi boca se abrió con sorpresa al percatarme de lo hermoso del lugar, además de lo elegante y opulento que era.
Las paredes tenían un papel tapiz blanco con diseños muy elaborados en dorado que hacían ver las paredes sumamente hermosas. El techo estaba pintado, parecían ser flores y plantas extrañas también en dorado. En el centro había un precioso candelabro en forma de araña con lágrimas que caían preciosamente haciendo que la luz se reflejara en ellas.
Las cortinas en color café suave y cubrían un bonito ventanal que daba a un balcón no muy grande, pero del tamaño perfecto para que un sofá pequeño se estableciera en una de las esquinas. La cama tenía cuatro postes enormes y altos que tenía cortinas aferrados a ellos que formaban un dosel. La alfombra también era café combinando con las cortinas y ocultando muchas partes de la cerámica de mármol blanco del suelo.
Todo era hermoso y no podía esperar a ver el resto de la casa.
—Cenaremos en media hora, tiempo suficiente para que te duches y yo también. Te vendré a buscar para que bajemos juntos.
Dándome una pequeña sonrisa y un asentimiento salió de mi habitación y cerró la puerta tras de sí para darme privacidad. Y me cuestioné si no era yo quien debía haberle dado esas indicaciones que claramente él me dio a mí.
Con una sonrisa en mi rostro abrí mi maleta en el suelo para no estropear la cama y saqué un simple vestido verde oscuro que caía suavemente por mi cuerpo sin enfatizar ninguna de mis curvas y llegaba hasta mis rodillas. Era de hombros y holgado y me encantaba por lo bonito y a la vez cómodo que era.
Luego saqué ropa interior y unas sandalias ya que sentía que mis pies iban a explotar y como nadie me había dicho nada de un uniforme, suponía que tener este tipo de ropa era mejor.
Una vez con mis cosas en mano me dirigí a lo que suponía era el baño, pero en ese instante mi teléfono comenzó a sonar y me lancé hacia él para tomarlo sin mirar y llevarlo a mi oreja.
Cuando escuché la voz del otro lado de la línea no pude evitar sonreír.
—Mamá —saludé con voz alegre y una sonrisa, aunque ella no pudiera verla.
—¿Me puedes explicar cómo es eso de que terminaste con Dev y ahora te fuiste con un hombre rico que tiene autos caros? —mi ceño se frunció ante su cuestionamiento y luego entendí que el m****a de Dev había llamado a mis padres para meterle cosas en la cabeza.
Ese hijo de su madre simplemente no tenía límites. Pero en cuanto lo viera ya me iba a oír. Aunque ciertamente esperaba no tener que volver a verlo ni lidiar nuevamente con un espécimen tan ruin y mentiroso como él.
Él fue quien falló, no tenía ningún derecho de llamar a mi familia e investarle tales cosas.
Joder, ahora mi madre me daría un sermón y tendría que escucharlo todo porque entonces me daría otro por no darle atención y definitivamente no tenía tiempo para eso, pues hacer esperar a Clay no era una opción.
Mi ceño se frunció al escuchar que continuaba despotricando y fue inevitable para mí no comenzar a enfurecerme. —Mamá calla —le pedí y el silencio se extendió del otro lado de la línea. Probablemente me encontraba en altavoz y toda la familia probablemente se encontraba escuchando nuestra conversación. Así sucedía en casa. Cuando había un problema se reunían a los nueve hijos y se trataba el problema para ver si de esta forma se podía resolver y dejar una moraleja de todo eso. Pero el que mamá estuviera acusándome de tales atrocidades comenzaba a molestarme. Ni siquiera había esperado a que le contestara si ciertamente era verídico, solo asumió cosas que no eran. —En primer lugar, no tengo ningún novio rico —y me abstuve de decir alguna palabra mal dicha, pues probablemente los hijos de mi hermana estaban en esta jodida ecuación también —y en segundo lugar, terminé con Dev hace tres días porque me mintió durante toda la relación. —No creo que debieras… —pero frené las palabras de
Una vez estuve mentalmente lista, me puse de pie y me encaminé a la ducha para darme un rápido baño. Ya había perdido preciados minutos y no quería que Clay viniera a por mí y no estuviera lista, por eso me duché rápido y me vestí con las prendas que había elegido y amarré mi cabello en un moño alto. Suspiré aliviada cuando ya me encontraba lista y preparada cuando sonó un toque suave en la puerta. Al dirigirme a ella y abrirla me encontré con un bien vestido Clay que llevaba un traje hecho a su medida y no pude evitar sonreír ante bonito detalle. El que se arreglara para una cena tan simple como esta me hizo saber que para él significaba mucho más. Me estaba dejando ver que no muy a menudo tenía compañía para cenar y cuando extendió su brazo la ternura me envolvió completamente. Clay era el niño más tierno que podría encontrar y no lo discutiría con nadie. —Está muy hermosa, señorita Vania. —Muchas gracias, señor Clay. Solté una risita suave ante su formalidad y mi mano se encon
Los días pasaban tan deprisa en aquella casa. Siempre tenía algo que hacer, como llevar a Clay a la escuela, luego organizar su itinerario de las tardes para cuando regresara. Arreglaba su ropa para ayudar a las mucamas, también organizaba su librero en su habitación ya que casi siempre lo volvía un desorden. Y luego tenía que ir a buscarlo y continuar con nuestro día hasta que llegaba la hora de dormir. Durante esos días no había visto al señor Clinton y aparentemente haber encontrado a una niñera que si congeniara con Clay lo había exentado de sus responsabilidades como padre lo que me cabreaba más de lo que debería. Hacía todo lo posible por atraparlo en algún momento, pero siempre terminaba dormida muy tarde y se me dificultaba despertar a una hora adecuada para encontrarlo. Y eso me dejó saber que el señor Clinton tenía una vida absorbente y que lo estaba consumiendo poco a poco. Llegar a tan tardes horas de la noche para despertar muy temprano al día siguiente solo indicaba q
Había despertado a Clay a las seis con cuarenta de la mañana. Por lo general solía levantarlo a las siete en punto ya que el tiempo era exacto para que llegara a la escuela a tiempo sin tener que levantarse tan temprano, pero ese día en específico había planeado algo y lo quería despierto. En cuanto se levantó fue a la ducha al recordar que le había dicho que su padre desayunaría con él y luego corrí a mi habitación para ducharme, peinarme el cabello en una coleta y luego colocarme unos jeans azules y una camisa blanca en dónde solo tenía media solapa dentro de los jeans y la otra no, me coloqué unas zapatillas de deporte blancas y luego me metí en la habitación de Clay para ayudarlo a vestirse rápidamente. Una sonrisa brillante se encontraba en mi rostro ya que había comprobado la entrada para verificar que el auto de su padre siguiera ahí y cuando así fue, me apresuré en llevar a Clay a la cocina y subirlo al taburete para comenzar a preparar el desayuno. Al ser tan temprano la coc
Sabía que algo estaba mal, dios, que obviamente lo sabía. Él nunca había tenido ningún problema con alguno de sus relojes. Al menos durante el tiempo que llevaba aquí él había despertado a una hora en específico correctamente y nunca había tenido ningún inconveniente, pero justo cuando yo llegaba a su casa comenzaban los problemas. Sabía que él había reprogramado su reloj antes de dormir probablemente. Lo que nos dejaba de vuelta en el principio y no quería que Clay pasara un día más de su vida sin desayunar junto a su padre solo porque él era lo suficientemente cobarde como para no enfrentarse a él. Por eso aquí estaba yo, escabulléndome en su habitación de puntillas sin saber si él tenía un sueño liviano, pero no importaba nada, no cuando la salud mental y emocional de un niño estaba en juego. Por eso, en medio de la madrugada mientras él dormía me deslicé en su habitación y me acerqué a la mesita de noche en dónde se encontraba su reloj digital que marcaba las tres con treinta.
Tres noches de absoluta adrenalina fue lo que recibí al meterme a hurtadillas en la habitación del señor Clinton para cambiar su reloj. Y tres mañanas sin poder verlo a la cara fue lo que recibí de vuelta. Y era claramente consciente de que sabía que él ya se estaba dando cuenta de que no eran simples errores. Pero cada día que se retrasaba para ir al trabajo era un día más de felicidad para Clay y al ver que su padre poco a poco rompía el hielo preguntándole por la escuela, aunque luego saliera despavorido, me felicité a mi misma. Clay parecía más cercano a mí, sus ojos brillaban como los de un niño deberían y ayer en la tarde lo encontré pintando un bonito paisaje aun cuando no había visto que pintara algo así en todos los cuadros que rebusqué mientras él se concentraba. Él estaba cambiando y aunque solo era por pequeños detalles como desayunar con su padre, me alegraba en desmedida ver al verdadero Clay emerger de las profundidades del niño melancólico y taciturno que había conoc
Al llegar al restaurante no pude evitar deleitarme con las vistas. Era simplemente el lugar, lleno de luces en toda la estructura clásica que podía albergar a más de cien personas dentro. Pero que nunca sobrepasaría esa cantidad solo por mantener la exclusividad del lugar. Obtener una mesa no había sido difícil para Liliana cuando había sido pedida a nombre de Colton Clinton, el multimillonario más mencionado en toda la puta ciudad y no solo por su trágica historia, sino también por su influencia en este mundo y sobre todo, por haber escapado de la ruina cuando la mayoría de las empresas cayeron a causa de una crisis económica. Cuando leí a cerca de ello fue simplemente fascinante la forma en la que logró salvar todo su imperio, pero igualmente triste al leer que no había podido salvar su matrimonio ya que la mujer que tanto había querido solo quería su dinero y se había marchado cuando el barco comenzó a hundirse. El chofer ayudó a bajar a Clay y Clay ofreció su mano para ayudarme
La cena transcurrió tranquila y aunque al principio se había sentido hostil por el confrontamiento del señor Clinton, al final terminamos enfrascándonos en conversaciones en las que Clay se incluía rápidamente, aunque no giraran en torno a él. Varias veces noté que se impresionaba con las cosas que salían de la boca de su hijo lo que me dejó saber que no siempre tenían estas conversaciones tan larga en dónde el pequeño pudiera fluir en torno a sus conocimientos. Varias veces la conversación se inclinó hacia los libros y el como yo era una digna adversaria para Clay ya que tragaba libros con demasiada facilidad. Traga libros me dijo el señor Clinton y recuerdo que mis mejillas se sonrojaron ante la sonrisa que vislumbré en sus labios. El señor Clinton era encantador cuando quería, aunque no era algo que dudaba considerando que la mayor parte del éxito en un buen negocio era crear lazos con las personas con las que negociabas, las palabras hacían eso cuando te reunías con algún poten