Tuve que dejar a Clay solo en casa mientras iba en búsqueda de las pocas posesiones que tenía en la casa de Lilian. El chofer me había estado esperando cuando salí de la enorme y lujosa mansión e incluso me abrió la puerta del auto como si no fuera una empleada igual que él, cosa que me extrañó pero que no estaba dispuesta a refutar. Si querían tratarme como a una señorita ciertamente no me negaría.
Una vez le di la dirección me permití perderme en mis pensamientos mientras el auto recorría el trayecto que nos separaba de nuestro destino.
No era tan lejos dentro de la ciudad, pero al estar en las afueras era difícil ir de inmediato a donde se quería llegar, por lo que durante largos minutos me la pasé mirando por la ventana deleitándome con el paisaje boscoso hasta que entramos en la ciudad y el auto se dirigió por las calles menos concurridas para evitar el transito caótico que se estaba formando al ser una de las horas pico.
Había estado hablando largo y tendido con Clay antes de que decidiera que ya era hora de salir a buscar mis pertenencias para regresar antes de que fuera la hora de cenar. Quería estar en casa para cuando el señor Clinton regresara.
Una vez el auto se detuvo en la casa de Lilian me bajé del auto e hice mi camino hasta el departamento en dónde toqué sabiendo que ella estaría ahí. También había salido un poco más tarde para darle tiempo a mi mejor amiga para que regresara a casa y pudiera entrar mientras ella estuviera. Aunque me había permitido quedarme ya esta no era mi casa. Lo fue alguna vez, pero ya no se sentía igual y los últimos días lo comprobé.
Otra cosa que Dev me había arruinado.
El trabajo de mis sueños siendo bibliotecaria y la relación que había mantenido con mi mejor amiga por tanto tiempo.
En cuanto ella me abrió la puerta sonrió enormemente y yo me lancé hacia ella para abrazarla.
—¿Conociste ya al demonio del que tanto hablan? —reí suavemente y no pude evitar dejarle ver mi alivio y emoción.
—Sé que recuerdas a un niño super intelectual del que te llegué a hablar muchas veces mientras estaba en la biblioteca trabajando —le comencé a contar mientras me adentraba en el departamento para ir recogiendo mis cosas y no hacer esperar demasiado tiempo al chofer que se encontraba abajo.
Me había preguntado si necesitaba ayuda para transportar mis cosas, pero le había asegurado que era capaz de bajar mis pocas cosas.
—Sí, se llamaba Clay —Lilian me ayudó a meter lo poco que había sacado en mi maleta una vez ingresamos en la habitación.
—Bien, ese pequeño de la biblioteca es Clay Clinton, hijo de Colton Clinton —le dejé saber y noté como el asombro surcaba su rostro, pero también una sonrisa salió a relucir en sus bonitos labios —no sabes lo sorprendido que quedó todo el mundo cuando él se lanzó hacia mí y me abrazó y aparentemente todo el mundo mantiene una forma rigurosa y fría alrededor de él, pues la cocinera incluso me dijo que no le gustaba que lo despeinaran, y yo siempre hago todo lo contrario aunque se enfurruñe porque de eso se trata lidiar con un niño, empujar ciertos límites para que vean hasta donde pueden llegar sin necesidad de forzarlos.
—Vaya, te juro que no me esperé algo como eso ¿entonces no es tan malo como lo pintan? —negué lentamente.
—Sabía desde ese entonces que él solo estaba desesperado por la atención que no tenía, creo que se ha refugiado en los libros madurando más rápido de lo que debería y sé que no está mal que lea como lo hace, lo malo es que ese sea su único método de escape y el señor Clinton parece no saber como lidiar con él.
—Él está roto por el abandono de su esposa. Creo que no ha sabido como lidiar con eso y eso repercute en su hijo.
Asentí comprendiendo.
—¿Pero estamos conscientes de que debe tratarse para que pueda ser un mejor hombre y a la vez un mejor padre? Ese hombre parece un maldito iceberg, Liliana.
Ella soltó una carcajada y mientras terminábamos de guardar todas mis cosas ella me contó ciertos detalles del señor Clinton dejando muy en claro que solo lucía menos frío y sin emociones cuando se enojaba. Y una vez terminé de recoger lo poco que había usado los días que estuve en su casa, saqué mi maleta hasta la puerta y la abracé fuerte en forma de despedida. Probablemente ahora nos veríamos menos, ya que no tendría tanto tiempo libre como ella. Viviría en la mansión y para salir regularmente en mis horarios libres tendría que conseguir un auto porque molestar al chofer cada vez que fuera a salir no estaba dentro de mis planes.
Era una empleada más por lo que molestar a otros empleados no sería lo mejor después de todo.
Una vez lista estuve a punto de abrir la puerta, pero esta sonó y luego el timbre fue tocado advirtiendo que había alguien llamando desde afuera.
Con el ceño fruncido Lilian miró por la mirilla ya que no esperábamos a nadie y cuando se dio la vuelta vi que su rostro estaba furioso.
—Es el maldito de Dev —dijo.
No había forma de que saliera del departamento sin pasar por ahí, frente a él, por lo que terminar con esto era la forma más fácil de largarme.
Él no había texteado, o bueno, realmente no lo sabía ya que no me había molestado en revisar, lo había bloqueado cuando sus llamadas se volvieron muy insistentes.
—Sé que estas ahí dentro, Vania, por favor, hablemos.
Rodé los ojos y me acerqué a la puerta para apartar a Lilian de un tirón y abrir la puerta de golpe tomándolo por sorpresa.
—Lárgate —dije claramente y como ya me había despedido de Lilian tomé mi maleta y comencé a arrastrarla por el pasillo con Dev siguiéndome.
Lilian no intervino, después de todo esto me lo había ganado yo solita y sola debía salir. Ella solo intervendría si las cosas se llegaran a salir de control.
—Vania, por favor, podemos resolver esto, no me dejes, así como así. Han sido meses hermosos juntos.
—Meses hermosos porque no sabía a lo que te dedicabas, Dev. Me pintaste un mundo perfecto con un lienzo manchado y no lo había notado hasta que despegué la m*****a pintura brillante sobre el blanco sucio.
—Cariño, lo voy a dejar, lo juro, haré lo que me pidas, pero vuelve.
—No voy a volver con un mentiroso, Dev. Si me mentiste en eso ¿en cuantas otras cosas no pudiste haber mentido? ¿crees que la he pasado bien? No, no lo he hecho, tu traición me ha dolido, me involucraste en cosas sucias al meter tu porquería dentro de mi casa y eso nunca te lo voy a perdonar.
Una vez estuvimos abajo el continuó siguiéndome y cuando me detuve frente al costoso auto con un chofer que tomó mi maleta para llevarla al maletero, Dev se detuvo de golpe y su boca se abrió con sorpresa mientras boqueaba.
—¿Me estás jodiendo? —ahora su conducta cambió a una un poco más molesta y casi sonreí.
Sabrá dios las cosas que se ha de estar imaginando.
—¿Qué? —cuestioné cruzándome de brazos.
—¿Estás con alguien más? —cuestionó tratando de parpadear el asombro y el enojo que se encontraban en una batalla para ver quien salía a relucir.
—Eso ya no te incumbe, Dev. Hemos terminado aquí, ya no habrá más un nosotros y espero que lo entiendas y me dejes en paz, tu mismo trazaste el final de esta relación cuando decidiste no solo ocultar tu vida alterna, sino también mentirme diciendo que te dedicabas a algo totalmente diferente, y no solo eso, meter toda esa m****a en mi casa, debajo del colchón donde dormía. No tienes vergüenza si siquiera estas considerando que volvamos. Se acabó, Dev.
Y luego de eso subí al auto y el chofer cerró la puerta antes de darle una fría mirada a Dev y darle la vuelta al auto para subir en el asiento del chofer y encender el auto para salir a la calle y me abstuve de mirar atrás y ver como aun estaba de pie en la acera.
No lo hice, porque oficialmente lo estaba dejando atrás y aunque dolía, no era tan malo como había pensado.
No sentía alivio, pero tampoco sentía el desasosiego que creí que sentiría y mucho menos sentí ganas de llorar. Había terminado con esto y extrañamente todo se sintió como si encajara. Como si era mi camino correcto dejarlo atrás y buscar algo mejor que ser solo una ama de casa que veía programas de televisión mientras el esposo llegaba a casa.
Eso me volvió vulnerable, le dio la oportunidad de hacerme dudar el irme al no tener donde caerme muerta. No volvería a cometer el mismo error dos veces. Porque de no haber tenido a Lilian hubiese tenido que quedarme con él por no poder largarme o tendría que haber vuelto a mi ciudad natal.
Y no, no volvería a verme en una situación de ese tipo nuevamente.
Al llegar a casa Clay se encontraba esperándome en la puerta y un nudo se formó en mi garganta al notar lo emocionado que estaba de poder esperar a alguien y verlo llegar. Y sabía que probablemente esperaba a su padre, pero él nunca llegaba a la hora adecuada. Muchas cosas pasaban por mi mente a cerca de la relación padre e hijo, pero prefería reservarme los juicios hasta que viera de primera mano como era la situación en sí. Pero mientras tanto me haría cargo de hacer medianamente feliz a este pequeño en lo que pudiera. Aunque sabía que nadie podría reemplazar a un padre y a una madre. Pero al menos le daría una amiga en quien confiar. Cuando estuve frente a la puerta con una de mis manos en la maleta él se lanzó hacia mi cuerpo y me abrazó dejando salir esa euforia que solo le había visto compartir conmigo lo que me daba cierta sensación de emoción y particularidad. —¿Sabes de casualidad lo que vamos a cenar? —le cuestioné con suavidad y él asintió un par de veces mientras tomab
Mi ceño se frunció al escuchar que continuaba despotricando y fue inevitable para mí no comenzar a enfurecerme. —Mamá calla —le pedí y el silencio se extendió del otro lado de la línea. Probablemente me encontraba en altavoz y toda la familia probablemente se encontraba escuchando nuestra conversación. Así sucedía en casa. Cuando había un problema se reunían a los nueve hijos y se trataba el problema para ver si de esta forma se podía resolver y dejar una moraleja de todo eso. Pero el que mamá estuviera acusándome de tales atrocidades comenzaba a molestarme. Ni siquiera había esperado a que le contestara si ciertamente era verídico, solo asumió cosas que no eran. —En primer lugar, no tengo ningún novio rico —y me abstuve de decir alguna palabra mal dicha, pues probablemente los hijos de mi hermana estaban en esta jodida ecuación también —y en segundo lugar, terminé con Dev hace tres días porque me mintió durante toda la relación. —No creo que debieras… —pero frené las palabras de
Una vez estuve mentalmente lista, me puse de pie y me encaminé a la ducha para darme un rápido baño. Ya había perdido preciados minutos y no quería que Clay viniera a por mí y no estuviera lista, por eso me duché rápido y me vestí con las prendas que había elegido y amarré mi cabello en un moño alto. Suspiré aliviada cuando ya me encontraba lista y preparada cuando sonó un toque suave en la puerta. Al dirigirme a ella y abrirla me encontré con un bien vestido Clay que llevaba un traje hecho a su medida y no pude evitar sonreír ante bonito detalle. El que se arreglara para una cena tan simple como esta me hizo saber que para él significaba mucho más. Me estaba dejando ver que no muy a menudo tenía compañía para cenar y cuando extendió su brazo la ternura me envolvió completamente. Clay era el niño más tierno que podría encontrar y no lo discutiría con nadie. —Está muy hermosa, señorita Vania. —Muchas gracias, señor Clay. Solté una risita suave ante su formalidad y mi mano se encon
Los días pasaban tan deprisa en aquella casa. Siempre tenía algo que hacer, como llevar a Clay a la escuela, luego organizar su itinerario de las tardes para cuando regresara. Arreglaba su ropa para ayudar a las mucamas, también organizaba su librero en su habitación ya que casi siempre lo volvía un desorden. Y luego tenía que ir a buscarlo y continuar con nuestro día hasta que llegaba la hora de dormir. Durante esos días no había visto al señor Clinton y aparentemente haber encontrado a una niñera que si congeniara con Clay lo había exentado de sus responsabilidades como padre lo que me cabreaba más de lo que debería. Hacía todo lo posible por atraparlo en algún momento, pero siempre terminaba dormida muy tarde y se me dificultaba despertar a una hora adecuada para encontrarlo. Y eso me dejó saber que el señor Clinton tenía una vida absorbente y que lo estaba consumiendo poco a poco. Llegar a tan tardes horas de la noche para despertar muy temprano al día siguiente solo indicaba q
Había despertado a Clay a las seis con cuarenta de la mañana. Por lo general solía levantarlo a las siete en punto ya que el tiempo era exacto para que llegara a la escuela a tiempo sin tener que levantarse tan temprano, pero ese día en específico había planeado algo y lo quería despierto. En cuanto se levantó fue a la ducha al recordar que le había dicho que su padre desayunaría con él y luego corrí a mi habitación para ducharme, peinarme el cabello en una coleta y luego colocarme unos jeans azules y una camisa blanca en dónde solo tenía media solapa dentro de los jeans y la otra no, me coloqué unas zapatillas de deporte blancas y luego me metí en la habitación de Clay para ayudarlo a vestirse rápidamente. Una sonrisa brillante se encontraba en mi rostro ya que había comprobado la entrada para verificar que el auto de su padre siguiera ahí y cuando así fue, me apresuré en llevar a Clay a la cocina y subirlo al taburete para comenzar a preparar el desayuno. Al ser tan temprano la coc
Sabía que algo estaba mal, dios, que obviamente lo sabía. Él nunca había tenido ningún problema con alguno de sus relojes. Al menos durante el tiempo que llevaba aquí él había despertado a una hora en específico correctamente y nunca había tenido ningún inconveniente, pero justo cuando yo llegaba a su casa comenzaban los problemas. Sabía que él había reprogramado su reloj antes de dormir probablemente. Lo que nos dejaba de vuelta en el principio y no quería que Clay pasara un día más de su vida sin desayunar junto a su padre solo porque él era lo suficientemente cobarde como para no enfrentarse a él. Por eso aquí estaba yo, escabulléndome en su habitación de puntillas sin saber si él tenía un sueño liviano, pero no importaba nada, no cuando la salud mental y emocional de un niño estaba en juego. Por eso, en medio de la madrugada mientras él dormía me deslicé en su habitación y me acerqué a la mesita de noche en dónde se encontraba su reloj digital que marcaba las tres con treinta.
Tres noches de absoluta adrenalina fue lo que recibí al meterme a hurtadillas en la habitación del señor Clinton para cambiar su reloj. Y tres mañanas sin poder verlo a la cara fue lo que recibí de vuelta. Y era claramente consciente de que sabía que él ya se estaba dando cuenta de que no eran simples errores. Pero cada día que se retrasaba para ir al trabajo era un día más de felicidad para Clay y al ver que su padre poco a poco rompía el hielo preguntándole por la escuela, aunque luego saliera despavorido, me felicité a mi misma. Clay parecía más cercano a mí, sus ojos brillaban como los de un niño deberían y ayer en la tarde lo encontré pintando un bonito paisaje aun cuando no había visto que pintara algo así en todos los cuadros que rebusqué mientras él se concentraba. Él estaba cambiando y aunque solo era por pequeños detalles como desayunar con su padre, me alegraba en desmedida ver al verdadero Clay emerger de las profundidades del niño melancólico y taciturno que había conoc
Al llegar al restaurante no pude evitar deleitarme con las vistas. Era simplemente el lugar, lleno de luces en toda la estructura clásica que podía albergar a más de cien personas dentro. Pero que nunca sobrepasaría esa cantidad solo por mantener la exclusividad del lugar. Obtener una mesa no había sido difícil para Liliana cuando había sido pedida a nombre de Colton Clinton, el multimillonario más mencionado en toda la puta ciudad y no solo por su trágica historia, sino también por su influencia en este mundo y sobre todo, por haber escapado de la ruina cuando la mayoría de las empresas cayeron a causa de una crisis económica. Cuando leí a cerca de ello fue simplemente fascinante la forma en la que logró salvar todo su imperio, pero igualmente triste al leer que no había podido salvar su matrimonio ya que la mujer que tanto había querido solo quería su dinero y se había marchado cuando el barco comenzó a hundirse. El chofer ayudó a bajar a Clay y Clay ofreció su mano para ayudarme