Bueno, la niña se acercó, ya es un paso... y de dieron ganas de tomar sopa, ¿a ustedes no?
Capítulo 132 —Pueba de vidaNarrador:La tarde caía despacio sobre la mansión. El jardín estaba en silencio, el invernadero vacío y en la banca de hierro forjado, bajo el viejo árbol de jazmín, Sasha esperaba.No se movía, no hablaba. Solo miraba hacia el césped, con los brazos cruzados y los labios apretados. Roman llegó sin anunciarse, sin preguntas y sin rodeos.—¿Me buscabas?—Sí.Él se acercó, pero no se sentó, esperó. Sasha lo miró con los ojos firmes, aunque la voz le tembló al principio.—Quiero que hablemos, ya me dijiste que Julieta en realidad es Miranda y es mi madre. Ya no es un secreto. No para mí, no para Aylin, no para nadie.Roman asintió, lento.—Está bien, dime que quieres saber.—Necesito que me digas la verdad, papá. Pero no a medias, no desdibujada, la quiero saber toda, por mas cruel que sea. Desde antes de que yo naciera. Sin adornos, sin frases dulces. Ya no soy una niña, así que no me trates como si lo fuera.Roman la observó un momento. Y supo que tenía razón
Capítulo 133 —Ya era formalNarrador:Roman esbozó una sonrisa que no le llegó a los ojos. Se giró por completo hacia Dorian, con las manos aún en los bolsillos y una expresión contenida.—Tengo claro que puedo librarme de las acusaciones penales. Eso no me preocupa. Sé cómo se maneja esto. Llegaré a un arreglo, de una forma u otra, con Miranda. Algo que la libere de mí, legalmente.Dorian levantó una mano, interrumpiéndolo.—No me interesa saber cómo vas a hacer eso, solo te diré que esas cosas, de manera legal, llevan su tiempo.Roman inclinó ligeramente la cabeza.—Tranquilo. No vas a tener que ensuciarte. Pero llegado el momento, habrá algo que ella quiera. Y cuando lo tenga, negociaré. Firmará, me dará el divorcio. —Dorian lo observó en silencio, sin responder. —Y entonces —continuó Roman, sin bajar el tono —me volveré a casar con Aylin. La traeré de regreso a esta casa, como corresponde.Dorian soltó un leve suspiro, cruzó los brazos y lo miró con firmeza.—Eso no va a ser posibl
Capítulo 134 — Ridículamente adorableNarrador:Aylin estaba en la habitación, guardando algunas prendas en el armario, cuando Roman entró. Su presencia no era urgente, pero llenaba el espacio como siempre lo hacía. Ella lo miró de reojo, con una sonrisa ligera.—¿Todo bien? —preguntó al tratar de anivinar la intención de su miradaRoman asintió y se acercó sin rodeos.—Esta noche quiero que salgamos a cenar —lo soltó sin preámbulo algunoAylin se volvió hacia él, algo sorprendida.—¿Cenar fuera?—Sí. Tú y yo. Nada más. —respondí firme, pero si fuera la cosa más natural de mundo—¿Y eso porque? ¿acaso sucede algo?—No —respondió él, tranquilo —Solo quiero estar contigo esta noche. Sin interrupciones. ¿No quieres ir a cenar conmigo?—No, no es eso, mi amor, slo que me llama la atención, pues nuca salimos—Es hora de que eso empice a cambiar ¿no crees? —y sonrió, pero de manera tierna —tengo una hermosa esposa, a la que no presumido lo suficiente, y quiero hacerlo.Aylin lo observó por
Capítulo 1 —La esculturaNarrador:El estruendo cortó el aire. Un golpe seco. Un choque brutal. Un sonido de quiebre que atravesó la opulencia de la galería como un disparo en la oscuridad. Por un segundo, el tiempo se detuvo. El murmullo de conversaciones se apagó.La música dejó de existir. Todo quedó suspendido en el vacío.Aylin parpadeó, con la respiración atrapada en su garganta.Los ojos le ardieron. El corazón bombeaba con tanta fuerza que lo sintió en los oídos. Sus pupilas bajaron. Y ahí estaba. El desastre.Los fragmentos de cristal relucían cruelmente en el mármol blanco, esparcidos como los restos de un crimen imperdonable.Había roto algo. Algo importante. Algo que, seguramente, no podría pagar.El eco del impacto aún vibraba en sus huesos. Los cuchicheos no tardaron en comenzar. Un murmullo bajo, sibilante, creciendo como una ola de veneno.—Dios… ¿qué fue eso? —¿Se volvió loca?—¿Sabe siquiera cuánto costaba eso?Aylin sintió la sangre huirle del rostro.Sus dedos se
Capítulo 2 —Yo soy quien mandaNarrador:—Permanece aquí. Vendrá alguien a tomar tus datos. —le ordenóAylin parpadeó, aún aturdida.—No. Volveré mañana.Roman inclinó la cabeza apenas, con la paciencia de alguien que ya conoce la respuesta.—No. Te quedarás.Aylin sintió su cuerpo tensarse.—No tengo por qué…No terminó la frase. Antes de que pudiera reaccionar, sus manos firmes se cerraron sobre sus hombros. El contacto la sacudió como un golpe eléctrico. El calor de su piel traspasó la tela de su ropa. Sus ojos la atraparon. Impenetrables. Demasiado cerca. Su respiración se volvió errática. El aire caliente chocó contra su mejilla. Se inclinó apenas. Solo un poco. Lo suficiente para que sintiera la amenaza en su proximidad.—Vas a obedecer. —Aylin abrió la boca, pero el nudo en su garganta le impidió hablar. El perfume de él la envolvió, amaderado y oscuro, como un veneno que se infiltraba en su sistema. Y luego, sin previo aviso, la empujó, con la firmeza exacta para que cayera se
Capítulo 3 —No tiene opciónNarrador:Aylin salió de la galería con pasos vacilantes, abrazando el bolso contra su pecho como si eso pudiera protegerla de la vergüenza que aún le ardía bajo la piel.Frunció el ceño al ver el coche ne*gro esperándola frente a la entrada. Grande, reluciente, impecable. La puerta del copiloto estaba abierta.Y él estaba allí. Roman Adler, sentado dentro del vehículo, con las manos sobre el volante, aguardando con la misma calma que usaba para firmar sentencias.Cuando Aylin se acercó, dudando frente a la puerta abierta, asomó la cabeza apenas para mirar al interior. Roman inclinó el rostro hacia ella, sus ojos oscuros buscándola bajo la tenue luz de la calle.—Vamos, sube —ordenó con voz baja, pero cortante.Aylin dudó. Solo un segundo.—No hace falta que me lleve. Puedo volver sola…Roman ladeó la cabeza, como si su respuesta le hubiera resultado graciosa.—No te pregunté.Ella tragó saliva.—De verdad, puedo…—Sube, Aylin.La forma en que dijo su nombr
Capítulo 4 —SashaNarrador:La mansión Adler imponía desde la entrada.Aylin bajó del coche con el estómago encogido, repasando mentalmente cada segundo de la noche anterior como si aún pudiera despertarse de aquella locura. Pero no. Estaba allí. De pie frente a un portón inmenso, con jardines que parecían sacados de una revista y una estructura tan elegante como intimidante.La puerta principal se abrió antes de que pudiera tocar el timbre.Una mujer mayor, vestida con impecable discreción y gesto serio, la observó con profesionalidad.—Debe ser Aylin. Buenos días. Soy Amelia, el ama de llaves. Pase, por favor.Aylin asintió en silencio y cruzó el umbral, sintiéndose diminuta en el recibidor que era más grande que todo su departamento.—Aguarde en la sala. Avisaré al señor Adler que ya ha llegado.Aylin dejó el bolso sobre sus piernas mientras se sentaba al borde de uno de los sofás, con las manos entrelazadas, incapaz de decidir si respiraba demasiado fuerte o si debía disimular lo
Capítulo 5 —No traes un manual Narrador:Cuando Sasha finalmente salió de casa, arrastrando la mochila con desgano y rodando los ojos como si el simple hecho de existir ya fuera una carga, Aylin dejó escapar un suspiro discreto.No sabía si alegrarse por el silencio o preocuparse por lo que venía después.Decidió no quedarse quieta. Vagó por la mansión unos minutos, intentando memorizar pasillos que parecían todos iguales, hasta que encontró a Amelia en la cocina, organizando las compras del día con una eficiencia que intimidaba.—Disculpe... —Aylin habló en voz baja, aún sintiéndose una intrusa en cada palabra—. Quisiera saber qué se supone que debo hacer ahora.Amelia levantó la vista solo un segundo, le dedicó un gesto breve y volvió a lo suyo.—El señor quiere verla.Aylin parpadeó.—¿El señor?Amelia asintió con la misma naturalidad con la que habría dicho que afuera llovía.—Dijo que la esperaba en su despacho cuando Sasha se fuera.Aylin sintió un escalofrío, pero se forzó a a