y todo rueda...
Capítulo 127 —La verdadNarrador:La habitación estaba en calma. Esa calma tensa y traicionera que precede a una tormenta.Sasha estaba sentada en el escritorio, girada hacia la ventana, con los auriculares puestos, distraída en el mundo adolescente que había construido para no pensar demasiado. Roman, de pie junto a la puerta, la observaba con una mezcla de temor y culpa que le pesaba en el pecho. En la mano, tenía el collar que ella siempre dejaba en la mesita. Lo sostenía como si con eso pudiera anclar la conversación que estaba a punto de tener.—Sasha —dijo, sin levantar la voz, pero lo suficientemente firme para que ella lo oyera.La niña se quitó un auricular y lo miró sin girar del todo.—¿Qué pasa?—Necesito hablar contigo. Y es importante. Muy importante.Ella suspiró, bajó la música y se giró hacia él. Lo vio más tenso de lo habitual, más pálido, más grave. Eso bastó para que se enderezara en la silla.—¿Está todo bien?Roman caminó hasta sentarse en la orilla de la cama. No
Capítulo 128 —Diablo estaba vencidoNarrador:El llanto de Sasha se había vuelto más suave, pero no menos doloroso. Era ese tipo de llanto que se aferra a las paredes, que no grita, pero que se siente en los huesos. El que no necesita testigos, porque es demasiado real.Roman seguía de pie frente a la puerta cerrada, sin tocarla, sin hablar, como si ese umbral fuera también una línea que ya no podía cruzar. Aylin permanecía a su lado, en silencio, sin saber si moverse o simplemente quedarse allí, ofreciéndole compañía en su derrota.Y de pronto, él se quebró.No hubo anuncio, ni palabras, ni gesto dramático. Solo un temblor en los hombros, apenas perceptible, un leve desajuste en la respiración. Y luego, simplemente, se desplomó. Se deslizó por la pared como si el cuerpo le hubiera fallado, como si el alma hubiera decidido que ya no podía sostener ese peso. No fue una caída; fue un derrumbe lento, devastador. El cuerpo de un hombre cargado de culpa resbalando hasta quedar sentado, enc
Capítulo 129 —No buscaba placer, buscaba certeza, refugio, verdadNarrador:Aylin no supo cuánto tiempo estuvieron sentados en el pasillo. Solo recordaba el peso de Roman contra su cuerpo, sus respiraciones entrecortadas, sus lágrimas húmedas mojándole la camisa. En algún momento, él dejó de hablar para solo respirar, para solo temblar.Cuando sintió que el llanto comenzaba a menguar, con la delicadeza de quien mueve a un herido, Aylin lo tomó del rostro, lo miró a los ojos y le acarició las mejillas empapadas. Roman no se resistió. No tenía fuerzas. Asintió en silencio cuando ella le pidió que se pusiera de pie. Se dejó llevar como un niño perdido. Caminaron juntos hasta el dormitorio. No hubo palabras.Aylin lo hizo sentarse al borde de la cama. Le quitó la chaqueta, luego los zapatos, después la camisa. Lo desvistió sin apuro, sin otra intención que despojarlo del peso que lo envolvía. Él no protestó. Solo la miraba con los ojos vacíos, derrotados. Como si no supiera qué hacer con
Capítulo 130 —La cicatrizNarrador:Roman no avisó; no a Aylin, ni a Dominic y mucho menos a Sasha.Salió temprano, cuando la casa aún dormía. Se vistió sin hacer ruido, cerró la puerta con cuidado y se perdió en el gris de una mañana nublada, con los puños apretados en los bolsillos y la rabia latiéndole en la garganta. No pensaba explicaciones, no pensaba en las consecuencias. Solo pensaba en ella, en Miranda. Sabía exactamente dónde encontrarla.Llegó sin tocar el claxon, sin avisar su presencia. Bajó del auto y cruzó el umbral del edificio como si lo hubiera hecho mil veces. Ni el recepcionista se atrevió a detenerlo. El ascensor subió lento. Cada piso que pasaba le recordaba los años que ella le había robado. Cada segundo de silencio se llenaba con la imagen de Sasha llorando detrás de una puerta cerrada. Y suya, colapsando del otro lado.No golpeó, no esperó, solo giró la perilla.La encontró de espaldas, sentada junto a una ventana, bebiendo café como si no llevara sobre los ho
Capítulo 1 —La esculturaNarrador:El estruendo cortó el aire. Un golpe seco. Un choque brutal. Un sonido de quiebre que atravesó la opulencia de la galería como un disparo en la oscuridad. Por un segundo, el tiempo se detuvo. El murmullo de conversaciones se apagó.La música dejó de existir. Todo quedó suspendido en el vacío.Aylin parpadeó, con la respiración atrapada en su garganta.Los ojos le ardieron. El corazón bombeaba con tanta fuerza que lo sintió en los oídos. Sus pupilas bajaron. Y ahí estaba. El desastre.Los fragmentos de cristal relucían cruelmente en el mármol blanco, esparcidos como los restos de un crimen imperdonable.Había roto algo. Algo importante. Algo que, seguramente, no podría pagar.El eco del impacto aún vibraba en sus huesos. Los cuchicheos no tardaron en comenzar. Un murmullo bajo, sibilante, creciendo como una ola de veneno.—Dios… ¿qué fue eso? —¿Se volvió loca?—¿Sabe siquiera cuánto costaba eso?Aylin sintió la sangre huirle del rostro.Sus dedos se
Capítulo 2 —Yo soy quien mandaNarrador:—Permanece aquí. Vendrá alguien a tomar tus datos. —le ordenóAylin parpadeó, aún aturdida.—No. Volveré mañana.Roman inclinó la cabeza apenas, con la paciencia de alguien que ya conoce la respuesta.—No. Te quedarás.Aylin sintió su cuerpo tensarse.—No tengo por qué…No terminó la frase. Antes de que pudiera reaccionar, sus manos firmes se cerraron sobre sus hombros. El contacto la sacudió como un golpe eléctrico. El calor de su piel traspasó la tela de su ropa. Sus ojos la atraparon. Impenetrables. Demasiado cerca. Su respiración se volvió errática. El aire caliente chocó contra su mejilla. Se inclinó apenas. Solo un poco. Lo suficiente para que sintiera la amenaza en su proximidad.—Vas a obedecer. —Aylin abrió la boca, pero el nudo en su garganta le impidió hablar. El perfume de él la envolvió, amaderado y oscuro, como un veneno que se infiltraba en su sistema. Y luego, sin previo aviso, la empujó, con la firmeza exacta para que cayera se
Capítulo 3 —No tiene opciónNarrador:Aylin salió de la galería con pasos vacilantes, abrazando el bolso contra su pecho como si eso pudiera protegerla de la vergüenza que aún le ardía bajo la piel.Frunció el ceño al ver el coche ne*gro esperándola frente a la entrada. Grande, reluciente, impecable. La puerta del copiloto estaba abierta.Y él estaba allí. Roman Adler, sentado dentro del vehículo, con las manos sobre el volante, aguardando con la misma calma que usaba para firmar sentencias.Cuando Aylin se acercó, dudando frente a la puerta abierta, asomó la cabeza apenas para mirar al interior. Roman inclinó el rostro hacia ella, sus ojos oscuros buscándola bajo la tenue luz de la calle.—Vamos, sube —ordenó con voz baja, pero cortante.Aylin dudó. Solo un segundo.—No hace falta que me lleve. Puedo volver sola…Roman ladeó la cabeza, como si su respuesta le hubiera resultado graciosa.—No te pregunté.Ella tragó saliva.—De verdad, puedo…—Sube, Aylin.La forma en que dijo su nombr
Capítulo 4 —SashaNarrador:La mansión Adler imponía desde la entrada.Aylin bajó del coche con el estómago encogido, repasando mentalmente cada segundo de la noche anterior como si aún pudiera despertarse de aquella locura. Pero no. Estaba allí. De pie frente a un portón inmenso, con jardines que parecían sacados de una revista y una estructura tan elegante como intimidante.La puerta principal se abrió antes de que pudiera tocar el timbre.Una mujer mayor, vestida con impecable discreción y gesto serio, la observó con profesionalidad.—Debe ser Aylin. Buenos días. Soy Amelia, el ama de llaves. Pase, por favor.Aylin asintió en silencio y cruzó el umbral, sintiéndose diminuta en el recibidor que era más grande que todo su departamento.—Aguarde en la sala. Avisaré al señor Adler que ya ha llegado.Aylin dejó el bolso sobre sus piernas mientras se sentaba al borde de uno de los sofás, con las manos entrelazadas, incapaz de decidir si respiraba demasiado fuerte o si debía disimular lo