Está pesada... no será fácil
Capítulo 124 —Necesito que no me excluyasNarrador:Roman hojeaba un catálogo de obras en su oficina cuando Dominic entró sin anunciarse. Llevaba en la mano una carpeta más delgada de lo habitual. Su rostro no mostraba urgencia, pero sí una concentración que no pasaba desapercibida.—Tenemos un problema, Diablo —dijo, cerrando la puerta detrás de él.Roman giró lentamente. Su voz fue seca.—¿Qué tipo de problema?Dominic se acercó al escritorio y dejó la carpeta frente a él.—Estuvo en un despacho de abogados de familia —dijo sin rodeos —En la ciudad. No aquí.Roman levantó la vista.—¿Quién?—Miranda.—¿Y qué hizo?—No lo sé del todo, aún. Pero pidió acceso a su propio expediente judicial. También solicitó información sobre el estado civil de un “viudo” en particular. Sin decir tu nombre, pero lo suficiente para saber que te refería.Roman se quedó en silencio unos segundos.—¿Algún abogado conocido?—Un tipo discreto. No figura en escándalos públicos, pero tiene experiencia en litigi
Capítulo 125 —Ámame sin límites.Narrador:Aylin todavía sentía el cosquilleo de su piel donde él la había mordido, chupado, succionado hasta dejarle la piel caliente y erizada. Tenía la marca de su boca en el pecho… y la de su amor en cada rincón del cuerpo.Roman seguía dentro de ella, completamente, como si esa unión fuera lo único real en el mundo. Y entonces empezó a moverse otra vez, lento, profundo, deliberado.Cada embestida era un susurro que decía “no te vayas”. Cada roce era una súplica muda. Cada golpe de cadera, una confesión.La sostenía por las caderas con fuerza, atrayéndola hacia él mientras se impulsaba con movimientos controlados, pero devastadores. El roce era exquisito y preciso. Todo él entraba y salía con una cadencia perfecta, que la volvía a llevar al borde aunque ya creía no tener fuerzas para más.—No me mires así —murmuró él contra su boca —Me vas a hacer perder el control otra vez…Aylin no dijo nada. Lo miraba como si no pudiera creer que ese hombre, ese D
Capítulo 126 —A veces, no sale mal. Solo distintoNarrador:La tarde caía con lentitud, tiñendo el despacho de tonos cálidos que no lograban suavizar la tensión entre ellos. Roman estaba de pie junto al ventanal, con la espalda recta y la mirada fija en algún punto invisible. Aylin lo observaba desde el sofá, inquieta, sintiendo que algo en él se estaba endureciendo más de la cuenta.—Voy a contarle a Sasha la verdad —dijo de pronto, sin mirarla —Voy a decirle quién es Julieta en realidad.Aylin parpadeó, como si la declaración le hubiera llegado demasiado rápido. Se enderezó, apoyando los codos en las rodillas, y lo miró con el ceño fruncido.—¿Ahora? ¿Así, de golpe?, Roman, ¿crees que es lo mejos?Roman giró lentamente hacia ella. Su rostro no tenía rabia, pero sí determinación. Una que no dejaba espacio para muchas opciones.—No voy a permitir que Miranda siga acercándose a mi hija sin que ella sepa quién es en realidad. Me cansé del juego. Se terminó.Aylin se levantó despacio, sin
Capítulo 127 —La verdadNarrador:La habitación estaba en calma. Esa calma tensa y traicionera que precede a una tormenta.Sasha estaba sentada en el escritorio, girada hacia la ventana, con los auriculares puestos, distraída en el mundo adolescente que había construido para no pensar demasiado. Roman, de pie junto a la puerta, la observaba con una mezcla de temor y culpa que le pesaba en el pecho. En la mano, tenía el collar que ella siempre dejaba en la mesita. Lo sostenía como si con eso pudiera anclar la conversación que estaba a punto de tener.—Sasha —dijo, sin levantar la voz, pero lo suficientemente firme para que ella lo oyera.La niña se quitó un auricular y lo miró sin girar del todo.—¿Qué pasa?—Necesito hablar contigo. Y es importante. Muy importante.Ella suspiró, bajó la música y se giró hacia él. Lo vio más tenso de lo habitual, más pálido, más grave. Eso bastó para que se enderezara en la silla.—¿Está todo bien?Roman caminó hasta sentarse en la orilla de la cama. No
Capítulo 1 —La esculturaNarrador:El estruendo cortó el aire. Un golpe seco. Un choque brutal. Un sonido de quiebre que atravesó la opulencia de la galería como un disparo en la oscuridad. Por un segundo, el tiempo se detuvo. El murmullo de conversaciones se apagó.La música dejó de existir. Todo quedó suspendido en el vacío.Aylin parpadeó, con la respiración atrapada en su garganta.Los ojos le ardieron. El corazón bombeaba con tanta fuerza que lo sintió en los oídos. Sus pupilas bajaron. Y ahí estaba. El desastre.Los fragmentos de cristal relucían cruelmente en el mármol blanco, esparcidos como los restos de un crimen imperdonable.Había roto algo. Algo importante. Algo que, seguramente, no podría pagar.El eco del impacto aún vibraba en sus huesos. Los cuchicheos no tardaron en comenzar. Un murmullo bajo, sibilante, creciendo como una ola de veneno.—Dios… ¿qué fue eso? —¿Se volvió loca?—¿Sabe siquiera cuánto costaba eso?Aylin sintió la sangre huirle del rostro.Sus dedos se
Capítulo 2 —Yo soy quien mandaNarrador:—Permanece aquí. Vendrá alguien a tomar tus datos. —le ordenóAylin parpadeó, aún aturdida.—No. Volveré mañana.Roman inclinó la cabeza apenas, con la paciencia de alguien que ya conoce la respuesta.—No. Te quedarás.Aylin sintió su cuerpo tensarse.—No tengo por qué…No terminó la frase. Antes de que pudiera reaccionar, sus manos firmes se cerraron sobre sus hombros. El contacto la sacudió como un golpe eléctrico. El calor de su piel traspasó la tela de su ropa. Sus ojos la atraparon. Impenetrables. Demasiado cerca. Su respiración se volvió errática. El aire caliente chocó contra su mejilla. Se inclinó apenas. Solo un poco. Lo suficiente para que sintiera la amenaza en su proximidad.—Vas a obedecer. —Aylin abrió la boca, pero el nudo en su garganta le impidió hablar. El perfume de él la envolvió, amaderado y oscuro, como un veneno que se infiltraba en su sistema. Y luego, sin previo aviso, la empujó, con la firmeza exacta para que cayera se
Capítulo 3 —No tiene opciónNarrador:Aylin salió de la galería con pasos vacilantes, abrazando el bolso contra su pecho como si eso pudiera protegerla de la vergüenza que aún le ardía bajo la piel.Frunció el ceño al ver el coche ne*gro esperándola frente a la entrada. Grande, reluciente, impecable. La puerta del copiloto estaba abierta.Y él estaba allí. Roman Adler, sentado dentro del vehículo, con las manos sobre el volante, aguardando con la misma calma que usaba para firmar sentencias.Cuando Aylin se acercó, dudando frente a la puerta abierta, asomó la cabeza apenas para mirar al interior. Roman inclinó el rostro hacia ella, sus ojos oscuros buscándola bajo la tenue luz de la calle.—Vamos, sube —ordenó con voz baja, pero cortante.Aylin dudó. Solo un segundo.—No hace falta que me lleve. Puedo volver sola…Roman ladeó la cabeza, como si su respuesta le hubiera resultado graciosa.—No te pregunté.Ella tragó saliva.—De verdad, puedo…—Sube, Aylin.La forma en que dijo su nombr
Capítulo 4 —SashaNarrador:La mansión Adler imponía desde la entrada.Aylin bajó del coche con el estómago encogido, repasando mentalmente cada segundo de la noche anterior como si aún pudiera despertarse de aquella locura. Pero no. Estaba allí. De pie frente a un portón inmenso, con jardines que parecían sacados de una revista y una estructura tan elegante como intimidante.La puerta principal se abrió antes de que pudiera tocar el timbre.Una mujer mayor, vestida con impecable discreción y gesto serio, la observó con profesionalidad.—Debe ser Aylin. Buenos días. Soy Amelia, el ama de llaves. Pase, por favor.Aylin asintió en silencio y cruzó el umbral, sintiéndose diminuta en el recibidor que era más grande que todo su departamento.—Aguarde en la sala. Avisaré al señor Adler que ya ha llegado.Aylin dejó el bolso sobre sus piernas mientras se sentaba al borde de uno de los sofás, con las manos entrelazadas, incapaz de decidir si respiraba demasiado fuerte o si debía disimular lo