IlanMe quedé boquiabierto al escuchar su petición. Pensé que después de tanto tiempo siendo una esclava para ese hombre, lo que querría sería escapar y hacer de su vida lo que le diera la gana.Si pensaba que la vida en mi manada sería sencilla, estaba muy equivocada. En mi territorio, cada uno trabajaba por el bien de todos y, aunque sabía que ella era perfectamente capaz de hacerlo, simplemente imaginaba que su principal deseo sería regresar al lado de su familia.—¿Qué hay de tus padres? —pregunté fríamente—. ¿Acaso no quieres saber de ellos?—Ese será el primer sitio donde me buscarán —respondió con seguridad—. No quiero regresar, Ilan, por favor…La manera en que decía mi nombre…—Es tu decisión, solo te digo que mis hermanos son difíciles. No esperes que te reciban con agrado.—¿H-hermanos?—Hermanos y hermanas —me corregí al comprender sus temores—. Todos los miembros de la manada nos consideramos como hermanos, y odiamos por sobre todas las cosas a la raza humana; son unos bá
IlanCaminamos durante horas siguiendo el cauce del río, y solo nos detuvimos para descansar algunos minutos de vez en cuando. El sol ya comenzaba a bajar y debíamos encontrar un refugio pronto; no habíamos comido nada aún, salvo algunas frutas silvestres que encontramos en el camino, pero mi estómago ya empezaba a dar molestias.—Espera, por favor —pidió la humana—. No puedo seguir. Me duelen mucho los pies.—A este paso no llegaremos nunca —increpé molesto, pero me arrepentí al voltear y verla sentada sobre una gran roca; retiró sus zapatos desgastados y la sangre en sus pies me hizo sentir como un imbécil—. Bien… descansaremos aquí, buscaré un lugar para refugiarnos y cazaré algo para comer.El agradecimiento brilló en sus ojos, no obstante, hice lo posible por ignorarlo.—Gracias —exclamó, mientras masajeaba sus pies adoloridos—. Perdón si te estoy retrasando, sé que sin mí probablemente ya hubieses llegado a tu manada.No lo dudaba.—Quédate aquí —dije, evitando responder a esa a
Selene—¿Falta mucho para llegar? —pregunté, arrastrando los pies. Subí mi pierna para pasar por encima de un tronco que estaba atravesado en el camino, pero el cansancio me hizo tropezar y caer de rodillas.Las pequeñas ramitas del suelo se clavaron en mi piel y siseé por el dolor. El brazo de Ilan me rodeó la cintura y me puso de nuevo en pie en un solo movimiento.—Gracias —pronuncié. Aproveché el mismo tronco con el que tropecé y me senté en él para descansar—. Soy un desastre, tal vez deberías dejarme aquí —espeté, enfadada conmigo misma. Sacudí las hojas y palitos que se incrustaron en mis rodillas y apoyé mis manos en ellas.—Ya no falta mucho —dijo, tomando asiento a mi lado—. Tres horas. Dos si tenemos suerte.—Dios, estoy tan cansada —suspiré. Él no lo dijo, pero noté lo agitada de su respiración. También estaba cansado. Cansado de cargar conmigo. Sin dudas, yo lo estaba retrasando.Habían pasado tres días desde que logramos salir de la casa de Freud. Ya habíamos dormido en
SeleneMe quedé helada al escuchar aquello. Todo ese tiempo, Ilan pudo haberme dicho que él era el Alfa de su manada y simplemente decidió guardárselo. No sabía cómo me hacía sentir eso; después de todo, él no me debía explicaciones y, siendo sincera, yo no las merecía.En su manada, yo era menos que escoria, un estorbo que, lejos de aportar algo, siempre viviría a costa de las sobras que él o sus hermanos quisieran lanzarme; pero, por la mirada afilada que todos ellos me estaban dando, empezaba a creer que nadie en este lugar siquiera notaría si algo llegara a pasarme.Paseé mi vista por el lugar, encontrándome con Ilan. Los lobos aún permanecían inclinados hacia él, y en cuanto sus ojos se cruzaron con los míos, no necesitó decir nada; supe inmediatamente lo que tenía que hacer.Bajé mis rodillas al suelo e incliné mi cabeza tanto como pude, justo como lo hacían sus hermanos, y casi pude sentir su aprobación.—De pie —espetó con autoridad.Me levanté un poco después de los demás, so
SeleneDespués de llevarme a su cabaña, Kaiya me indicó el camino hacia su pequeño cuarto de baño, donde lavé mi cuerpo y aproveché para tallar mi ropa con el jabón que la joven me dio. No había tuberías de plomo, ni llaves, ni retretes de porcelana; solo la privacidad que brindaba el espacio y dos grandes vasijas de barro que almacenaban agua, así como una letrina rústica con un intrincado diseño ecológico que me hizo suspirar de alivio.Kaiya me explicó que ellos fabricaban sus propios productos con ingredientes naturales. Pasé el jabón por mi rostro deleitándome con su delicioso olor a lavanda y aloe vera, sintiéndome relajada por fin después de tantos días acumulando suciedad en mi piel. Me permití disfrutar del baño un rato más y, cuando me sentí lista, regresé al lado de Kaiya para vestirme y comer algo antes de presentarme ante Ilan.Desnuda. Me sentía casi desnuda e incómoda con la ropa que Kaiya me había proporcionado y que ahora cubría solo las partes íntimas de mi cuerpo, d
IlanLas lágrimas de Selene corrían libres por sus mejillas mientras mis hermanos se burlaban eufóricos por lo que yo había dicho. Su mirada se encontraba distante, en otro lugar y tiempo diferentes, y creía imaginar justo a dónde había ido su mente. Me odié por haberla traído aquí, por hacerla recordar toda la humillación que ya ha vivido y por ahora formar parte de su dolor.Aunque se lo advertí, eso no me hacía sentir mejor con mi consciencia. Yo sabía lo que iba a pasar apenas cruzáramos la frontera de mi territorio. Debí ser más fuerte que ella, debí insistir y tomar la decisión de llevarla al lado de los suyos, así se enojara, así me odiara por el resto de su vida; pero fui egoísta.En el momento en que la vi dar ese primer paso hacia la aldea humana, en ese mismo instante decidí que no estaba listo para alejarla de mí. La traje conmigo y la expuse a burlas y miradas cargadas de odio y, aun así, no me arrepentía.—Regresen a sus actividades —ordené cuando tuve suficiente de sus
IlanHabían pasado varios minutos desde que Selene se fue y aún no regresaba. Comencé a sentirme inquieto temiendo que alguno de mis hermanos la hubiera seguido solo para molestarla. Decidí no esperar más, y cuando estaba a punto de ir en su búsqueda, Garo llamó a la puerta:—Ilan, hermano, ¿estás ahí?—Adelante, hermano.Garo cruzó la puerta de entrada, y yo no perdí la oportunidad de asomarme hacia afuera con la esperanza de ver llegar a Selene.—¿Buscas a tu «mascota»? —cuestionó con una sonrisa burlona.—¿Qué quieres? —respondí con otra pregunta para evitar el tema, pero fallé.—Quiero hablar contigo. —Tomó asiento en un tronco de la sala, esperando a que comenzara a hablar—. ¿Qué se supone que hace esa jovencita aquí? Y no trates de engañarme como hiciste con el resto de la manada, porque sabes que no me tragaré ese cuento —advirtió.Suspiré resignado, pues sabía que me conocía mejor que nadie y, ciertamente, a él no podría engañarlo con mi numerito.—Es verdad lo que dije en la
Ilan—Reuniré a los lobos para que ayuden a rastrearla… —ofreció Garo y comenzó a caminar, pero lo detuve.—No. Yo la buscaré, vayan a descansar. No puede haber ido demasiado lejos.—Pero…—Nada —lo corté antes de que tratara de convencerme de lo contrario. Selene era mi asunto y sabía quién podría localizarla más rápido que nadie. Si bien yo tenía grabado su olor en mi memoria, sabía que Bosco, o «Rocky» como ella le llamaba, haría un mejor trabajo rastreándola.Aún no podía entender por qué, pero mi lado salvaje reaccionaba a Selene de forma instintiva. Ella despertaba en él un sentimiento sobreprotector que con nadie más había sentido.—Encuéntrala, hermano. —Garo interrumpió el curso de mis pensamientos—. Puede estar en peligro.Asentí y comencé a caminar entre las cabañas tratando de encontrar, aunque fuera un pequeño rastro de su olor. Me costó trabajo, pues debía luchar contra su esencia que había dejado impregnada en mi piel cuando compartimos esa íntima posición en la cabaña,