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Capítulo 3 Alguien desea ayudar

Sali del consultorio y no pude dar dos pasos, cuando los guardaespaldas de Curthwulf, se interpusieron en mi camino. Eso me molestaba, pero, más me molestaba saber que no iba a ganar en esta pelea. Después de todo, es él el alfa.

— No hay otra opción, así que, no hagas esto difícil.

— La doctora dijo que lo había, tú mismo lo escuchaste. — digo seria.

— Eso fue solo una idea que parece más un sueño que algo que puede hacerse realidad.

— Los sueños pueden hacerse realidad, con varios de ellos es posible. — le recuerdo.

— Las pesadillas también son sueños y no quiero que mi pesadilla se cumpla. Así que, por favor, acompáñame al consultorio donde te realizaran el aborto. — dice Curthwulf y yo me giro para encontrarme con un hombre que desconozco.

Es su mismo rostro, pero, se ve tan distinto. Su mirada gentil, no se ve por algún lado, su postura, parece de ataque y su aura, parece hostil. Es como si me odiara, como si el hombre del que estoy enamorada y me ama, no existiera.

— Ellos son una amenaza y así como mate a todos los alfas que querían tu amor, lo haré con ellos y no vas a detenerme, Charlotte. 

— No te atreverías.

— Prometí no hacer algo que te causara dolor y coy a cumplir con mis votos matrimoniales. — dice Curthwulf.

— Prometiste no lastimarme, Curthwulf. Así que, no hagas esto, por favor. — pido entre lágrimas.

— Ódiame, puedo vivir con eso, pero, no puedo vivir sabiendo que te he matado. Ni siquiera en el infierno podría tener un sufrimiento más grande como saber que quien amo, murió por mi culpa.

— Esto no es tu culpa, es mi decisión.

— No debí ignorar el hecho de que había estado contigo sin cuidarnos. Si yo no hubiese…

— Ya nada va a cambiar lo que ya sucede.

— Sí hay algo. — dice Curthwulf dando un paso hacia mí y yo retrocedo con dolor.

¿Por qué debo amarlo tanto? Si no lo amara como lo hago, su desprecio hacia mis hijos no debería dolerme tanto, ¿no es así? — me pregunto mentalmente.

— ¿Me amas, Curthwulf?

— Seria capaz de dar mi vida por ti. Si me pides que cambie incluso lo que no puedo cambiar fácilmente, trabajaría duro. Sería capaz de comprar la luna si la quieres, así de grande es mi amor por ti.

— Y yo amo así a nuestros hijos. — digo llevando mi mano a la suya y colocando su mano en mi vientre — son nuestros. Debemos proteger al bebé número uno — digo acariciando su dedo meñique — al segundo bebé — digo acariciando su dedo anular.

>> El tercer bebé — digo acariciando su dedo medio — el cuarto y quinto bebé — susurro tocando su dedo índice y pulgar — cinco bebés. Cinco milagros que son tan importantes para mí que no puedo renunciar a ellos. Haz lo mismo, amor, ámalos como me amas y comprenderás que no seré la misma si no están en mi vida.

La frialdad de su mirada, desaparece mostrando que esa frialdad era una cortina que acaba de caer, mostrándome la fragilidad con la que él existe. Dicen que los ojos nos dicen lo que la boca no es capaz de decir y sus ojos me dicen que sufre y mucho.

Curthwulf aleja su mano de mi vientre y retrocede como si le hubiese dado un impacto de bala en su corazón. Estaba cediendo, con dolor, pero lo hacía y yo debía aprovechar su momento de debilidad.

Por eso, lo abrazo. Lo abrazo con todas mis fuerzas, intentando que el dolor que tiene, desaparezca y él, aunque levanta sus brazos para abrazarme, no lo hace. El hombre que no desaprovechaba la oportunidad para hacerlo, no lo hace.

— Cariño, por favor. No te cierres a esto. Son nuestros bebés, el fruto de nuestro amor. No me hagas esto. No nos hagas esto.

— ¿Crees que no me duele? Quiero tener a mis hijos y a ti, pero, no puedo y me niego a perderte. No puedo pensar en una vida sin ti. Así que, no me pidas que finja que todo está bien, cuando no es así.

— Puedo con esto — digo intentando convencerlo.

— Deseo tanto que sea verdad. Anhelo que las cosas salgan bien para nosotros. Pero, debemos ver la realidad. Cariño, odio esto y no sabes cuanta felicidad sentí al escuchar que sería padre, pero…

— ¿Pero qué? ¿Le tienes miedo a la muerte?

— No puedo renunciar a ti. No temo morir, temo que mueras tú. Yo odio esto y no sabes cuanto desearía besarte por esta buena noticia y prometerte que todo va a estar bien y que cuidaré de los bebés, de mis hijos.

>> Pero, no puedo prometerte algo que no puedo cumplir. Ya he pasado por eso, así que, no voy a volver a prometerte imposibles. Así que, por favor, no insistas. Ya he decido y aunque me duela no poder protegerlos, debo protegerte a ti. Vamos, necesitamos ponerle fin a esto. — dice Curthwulf tomando mi mano y yo la aparto con rapidez.

— No iré.

— Por las buenas o por las malas. Pero vas a ir. — dice Curthwulf tomándome de los brazos y yo lo golpeo con mis piernas.

— ¡Suéltame! ¡No nos hagas esto!

— Suéltala — dice alguien detrás de nosotros y yo giro hacia la fuente del ruido.

— ¿Quién eres tú? — pregunta Curthwulf y en su momento de distracción corro hacia el hombre que hace años no veía.

Justo cuando me acerco a él, su mirada se torna roja y yo me detengo sorprendida al enterarme que es lobo.

— Soy Park Seok Min. 

— ¿Cómo es que…? ¿Eres lobo?

— ¿No lo has notado? En su cuerpo no hay un corazón cálido. Es totalmente frío, como si fuera un muerto viviente. Claramente no es lobo, así que, aléjate de él y ven con tu esposo. — dice Curthwulf.

No tenia ni la más remota idea de lo que sucedía, pero, era claro que no iba a hacerle caso a Curthwulf, no podía hacerlo cuando él quería que no tuviera a mis bebés.

— Min, ¿Cómo es que me has encontrado?

— Tu aroma es inconfundible. Apenas llegue al país, tu aroma me trajo aquí. Además, puedo ver el futuro y saber que estas en problemas.

— ¿Lo conoces? — pregunta Curthwulf y yo asiento

— Sí, nos conocemos desde niños. Ella es el amor de mi vida. De mi larga y fría vida. — dice Min y yo abro mis ojos sorprendida.

Justo cuando no es momento para bromas, llega Min y dice algo así.

— Si que sabes cómo hacerme enojar y por una mentira.

— Hablo en serio, si crees que es mentira, no es mi culpa. La conocí cuando ella tenía diez años y yo fingía tener doce, aunque tenía poco casi cien años.

— Si que estas mal. Debieron llamar a la policía.

— El punto es que yo sabía que era el amor de mi vida y tuve que dejarla ir porque merecía la oportunidad de encontrar el amor de su vida, pero, es evidente que me equivoqué. 

>> Un hombre que no puede proteger a su familia y causa daño a quien dice amar, no merece ser llamado amor de su vida. Así que, hazte a un lado y deja que yo me encargue — dice Min a Curthwulf para después mirarme — Vente conmigo, yo puedo encontrar la forma de que tengas tus bebés.

No sabía si Min decía eso solo para molestar a Curthwulf, pero, escuchar a alguien que puede ayudarme a tener mis hijos, hace que quiera seguirlo, solo… ¿podré escoger a otro hombre por encima de mi esposo y que eso no se vea como traición?

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