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Capítulo 7: Querer ser vampira

Despegamos y cuando el piloto nos dice que podemos levantarnos de nuestras sillas si lo deseamos, los niños se bajan de sus asientos y toman mis manos mientras sonríen a mi vientre. Algo que hace que bufe molesto Curthwulf.

— Vamos, mamá. Tú y mi hermano o hermana necesita descansar. — dice Lowell sonriente.

— Jueguen mientras puedan. Que, aunque me odien, no pueden seguir con esto. — dice Curthwulf y Lowell gruñe.

— Los dos, es suficiente. Tú no digas esas cosas delante de los niños y Lowell, respeta a tu padre. — digo firme y los dos giran sus miradas, pero, no se gruñen entre sí.

— Está bien. — dicen los dos y yo confirmo que estoy rodeada de niños.

Zaid me jala y yo lo sigo hacia la habitación donde los dos me ayudan a quitar los zapatos y acomodarme en la cama.

— Necesitas descansar y no te preocupes por papá. Voy a hacer vigilancia. Si quiere ser el malo, yo seré el héroe, mamá. 

Quisiera decir que eso me tranquiliza, pero, no es así. Con lo que he visto de los lobos, son muy altivos y Lowell, es la versión miniatura de su padre. Así que, con actitudes tan similares, lo mejor es que evite un enfrentamiento innecesario.

— Quédense aquí conmigo. Quiero dormir, pero, no quiero hacerlo sola.

— Pero, mamá, debo hacer vigilancia.

— Puedes hacerlo desde la cama. Además, la puerta tiene seguro, todo estará bien. Ven, acompáñame un rato hasta que me duerma.

Los dos niños asienten y me abrazan hasta que finalmente se duermen y terminan abrazándose entre ellos, porque así es como duermen normalmente. Suspiro profundo y sin poder dormir, salgo de la habitación, es allí cuando veo a Curthwulf sentando en toda la puerta, mientras trabaja como si nada pasara.

— Permiso, necesito salir.

— ¿Dónde están los pequeños demonios? — pregunta y yo entrecierro mis ojos por como los llama.

— No los llames así. No me gusta.

— Bien, pero, básicamente son eso. Y lo peor es que me han tomado como objetivo. — dice levantándose de su silla. 

Cuando estoy por alejar la silla, él gira su cuerpo y coloca su mano en mi cadera, mientras hacemos una especie de baile, donde cada que me muevo para apartarme y seguir mi camino, él lo hace.

— Déjame pasar, por favor. — digo seria.

— Realmente no quiero que estemos así, no me gusta. Pero, entiéndeme. — dice Curthwulf y yo me siento agotada. Por lo que, llevo mis dedos a su mano y comienzo a enterrar mis uñas en su piel, pero, apenas lo siente, se aparta como si le quemara.

— No hagas eso, no seas así de imprudente.

— ¿No te molesta esto? — pregunto mientras uno de sus hombres le entrega una gasa con la que con cuidado limpia mis uñas, aunque ni siquiera lo hice sangrar.

— No, no me molesta. Estoy bien con esto. Es mi papel como esposo, cuidarte — dice Curthwulf y yo suspiro profundo.

— No hablo de limpiar mis manos. Hablo de lo molesto que es el no poder acercarme a tu sangre porque podría morir. Lo molesto que es que no pueda tener a tus hijos sin que eso amenace mi vida. Eso no es agradable.

— Puedo vivir con eso. Puedo vivir estando al pendiente de no dejar que sangre mía llegue a tu cuerpo, incluso puedo vivir que no puedas tener a mis hijos, pero, no a lo que me pides aceptar.

— ¿Por qué no me convertiste en lobo? ¿Por qué no dejaste que la transformación ocurriera? Si hubieses dejado que eso pasara cuando Lowell me mordió, todo el caos de ser una humana débil pudo evitarse.

— No lo permití y no lo permitiré, entiende eso.

— Entonces, tendré que decirle a Min que me convierta en vampiro. — digo y su mirada se centra en mis ojos. 

Es evidente que la idea no le agradó, sus ojos rojos lo decían, al igual de como apretaba con demasiada fuerzas mi mano.

— ¿Qué acabas de decir?

— Suéltame, me estas lastimando. — digo y él me suelta esa mano, para tomar la otra y llevarme al área donde está la cabina del piloto.

— Señor…

— ¿Está en automático?

— Sí, señor. Ya trazamos la ruta. — dice el piloto.

— ¿Hay algún peligro de que el modo automático se desactive? — preguntó Curthwulf mirándome seriamente.

— No, señor. No por lo menos en cinco kilómetro.

— Bien, salgan ahora mismo — dice Curthwulf y los dos hombres se marchan mientras yo abro mi boca para decirle que no hagan caso, pero, la orden viene de un alfa, claro que van a hacer caso de inmediato.

— Curthwulf, no hagas una locura. Recuerda que estamos en el aire, no es buena idea que saquemos al piloto de su lugar de trabajo.

— Necesito hablar contigo y en la habitación, no es posible. Así que, toco este lugar. Ahora, repite lo que acabas de decirme hace poco.

— ¿Sobre qué?

— Tú sabes a que me refiero. — dice Curthwulf serio y yo finjo demencia.

— ¿Qué no es buena idea que saquemos al piloto de su lugar de trabajo? — pregunto y Curthwulf sonríe.

— Sigue fingiendo que eres tonta y vas a quedarte así. — dice Curthwulf y yo deseo ofenderme, pero, no puedo. Por lo que, sonrío como tonta.

— Es que no sé de qué me hablas.

— Ahora mismo voy a hacerte recordar. — dice Curthwulf llevándome a una silla que podría decir que es para una azafata, porque queda detrás de los asientos de piloto y copiloto.

El hombre que amo y me hace enojar, se sienta y me coloca con mi entre sobre sus piernas, de una forma tan rápida, que me sorprende. Pero, lo que más me sorprende es que me rompa la ropa y me deje con el trasero al aire libre.

— ¿Qué estás haciendo?

— ¿Qué fue lo que me dijiste hace poco? — pregunta Curthwulf y yo intento no contener la risa por lo chistoso que se ve intentando ser un padre que está corrigiendo a su hija. — Habla — ordena.

— No recuerdo. — murmuro y él sonríe dándome una nalgada donde no pensé que me lo daría.

De inmediato, gimo por la sensación y él sonríe victorioso por ello.

— ¿Creíste que te nalguearía en los glúteos? — pregunta sonriente.

— Bueno, de eso se tratan los castigos, ¿no?

— De padres sí, pero, soy tu marido y sé que el mejor castigo debe tener algo de erotismo o excitación.

— ¿Por eso has nalgueado mi entrada?

— Sé que por el deseo el golpe se expande en tu interior y no te atrevas a negarlo, porque puedo ver como humedeces desde aquí. — dice Curthwulf nalgueándome nuevamente, haciendo que tensione mis piernas, para evitar que me abrumen las sensaciones.

— No sé de qué hablas. — murmuro con la voz entrecortada.

— Oh, cariño, sé que, si sabes y por eso, voy a darte unas cuantas nalgadas hasta que tengas el valor de repetir eso de ser vampiro.

— ¿Qué pasa? Podría ser una buena vampira. — murmuro sonriente y ello hace que el hombre que desea torturarme, me de tantas nalgadas seguidas que no puedo evitar dejarme llevar.

— ¿Y tienes el gran descaro de tener un orgasmo? Si que no sabes soportar nada, nena. — dice Curthwulf mientras apenas yo me recupero de los espasmos.

— Yo…

— El castigo apenas comienza, hoy te voy a dejar claro porque no tienes permitido ser vampira. Así que, atenta a la lección o la haré hasta que lo entiendas.

Vaya, en la escuela prestaba atención para aprender, pero, ¿Por qué aquí no quiero hacerlo, aunque estoy enojada con él? Es evidente que soy débil ante él y eso, ahora no me molesta, sino que, me excita.

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