Mi respiración se atasca . Por un segundo pierdo completamente el aire que entra a mis pulmones, seguramente por el tremendo golpe que me acabo de dar en la espalda. Maldigo para mis adentros una y mil veces. Algunas piedras pequeñas se incrustan en la palma de mis manos. Definitivamente mataré a alguien. —¡¿Crees que la calle tiene tu nombre acaso?! Tonto despistado.— Me impulso con ayuda de mis codos logrando sentarme sobre el frío y húmedo pavimento. Casi caigo a lado del charco más grande que he visto en todo Manhattan. —¡Tú eres la que no ve bien! Casi te mato niña. La única despistada eres tú. Frunzo el ceño. Escucho el azote de una puerta. Eso sí que no. Él me echó su lujosa camioneta encima. Me pongo de pie para encararlo. —Te voy a dema…— callo abruptamente, abro mis ojos con asombro. No soy el tipo de mujer que se fija en los atributos de un hombre, pero este personaje sin duda, es todo un ángel. Me saca fácilmente dos cabezas, viste un traje con apariencia sumamente cara
•Señor Arcuri• Giovanny. —Tenemos un problema con su reservación Señor Arcuri. Todas las mesas están ocupadas— Frunzo el ceño. Siempre ceno en este restaurant. —Osvaldo, creo que el problema lo tienen ustedes. ¿A caso no pago una membresía privada para tener una mesa los 365 días del año? —¿Qué sucede Osvaldo?— El gerente al verme notablemente molesto se acerca. —No hay mesas señor— susurra con la cabeza baja. —Creo que debe haber un mal entendido señor Arcuri en un instante reviso lo que pasó — trata de excusarse. El encargado de la recepción niega. —Una de las mesas estaba siendo ocupada por un cliente importante. Sin embargo su acompañante se alteró y destrozó todo— Frunzo el ceño. ¿A qué clase de lugar frecuentaba? —Ahora me dirán que dejan entrar delincuentes— niego — No volveré a poner un pie aquí— me doy la vuelta regresando al estacionamiento. Saco el móvil avisándole a Simone que llegaré temprano hoy. —¡Que me suelte j0dido imbécil!— regreso la mirada hacia at
• Institutriz• -Sera- Al llegar al departamento ya eran pasadas las once de la noche. Me dolía la planta de los pies de una forma tortuosa. Sabía que lo había arruinado, seguramente mañana me obligarían a renunciar o echarían sin más. Suspiré cansada, al abrir la puerta de mi departamento el olor a galletas de chocolate y leche caliente revoloteó en mi estómago. En la cocina había un tazón con las chispas y un vaso de leche no muy caliente. Leí la nota que, al instante mejoró un poco mi día. “Por si tuviste un mal día” Con cariño: Amanda. La castaña es menor que yo por dos años. Vivimos juntas en el orfanato. Cuando salí, solo bastó de un año para poder regresar por ella, había conseguido el alquiler de un diminuto cuarto en una fea azotea. Pero todo era mejor que estar en ese lugar. Después Demián y Lourdes nos ayudaron a salir adelante, es algo que siempre les agradeceré. Me quité las zapatillas botándolas por allí. No dejaba de pensar en ese hombre, en como su mirada cam
•Demián• -Sera- Suspiré tomando el aviso del alquiler en mis manos. Tenía que dar el dinero ya. Y no contaba ni siquiera con la mitad. —¿Y si le pides prestado a Demián? Con tu nuevo trabajo podrás regresárselo en una semana—. Me siento mal, él nos a dado tanto y nunca pude pagarle todo lo que hizo por nosotras. —Lo haré. Y espero sea la última vez— suspiro. Acordamos vernos en el café cerca del parque. Ya eran aproximadamente las cinco de la tarde, el cielo seguía nublado pero no rastro de lluvia. —¡Sera!— Sonreí al verle. Meses que no coincidíamos. —¿Cómo estás? Le doy un abrazo acompañado de un beso en la mejilla. —Ahora que te veo estoy perfecto. Hay mucho de que hablar—. El rubio me guía hacia una mesa dentro del local. Solíamos frecuentar este lugar cuando estaba estudiando en la universidad. — ¿Y los niños? Amanda me dijo que te habían colocado como semi director de “El rosal”— asiente con la cabeza. —Estoy más cerca del control en el orfanato. Con los nuevos programa
• Dolores de cabeza•-Giovanny-—Este será tu sitio— le muestro a mi nueva asistente donde estará su escritorio. Tan solo unos metros de mi oficina.Estoy siendo egoísta, estoy siendo más que un idiota al pensar en ello como algo positivo. Es muy parecida a ella, su cabello, sus ojos, su piel. Inhalo su aroma, el perfume que usa es una mezcla de vainilla con bombones que me deja torpemente hipnotizado.—Puede decorarla a su completa disposición— ella asiente con la cabeza dejando su bolso sobre el pequeño escritorio color perla.—Me pondré a trabajar en seguida— baja la cabeza. No me mira y eso me pone inquieto.Tengo una enorme necesidad por conocerle, eso solo sería una estupidez de mi parte.Odette me arrebató mi felicidad. Y por poco a mi hijo.—Enviaré los pendientes. Póngase a trabajar—. Salgo de la oficina, soy consciente de la manera grosera en qué hablé. Debo controlarme, ella no es Odette, no puedo canalizar mi ira contra la señorita Llilvian.Mi teléfono vibra en mi bolsill
•Pequeño Diablillo• -Sera- Los últimos minutos habían sido un completo caos en mi vida. Principalmente desde que supe que el niño al que debería instruir no era nada más y nada menos que el hijo del CEO. ¿A caso la vida me odiaba? No quería imaginarme que por reprobar un examen yo terminará en la cárcel por algún tipo de fraude o no cumplir con lo acordado. Sin embargo el contrato era claro en todos los aspectos. Vernos tres horas sábado y domingo por tres semanas. Las calificaciones que estaban colocadas en la ficha del niño, no eran malas antes. De hecho tenía un promedio perfecto. Me preguntó ¿Qué habrá sido lo que ocasionó que disminuyera su nivel académico? Lleva reprobadas más de dos asignaturas. La única con promedio excelente es Artes y dibujo. —¿Cenarás algo?— Amanda entra a mi habitación con un tazón de cereales cubiertos de miel nadando en leche chocolatada. —Aún debo hacer unos pendientes. —¿Me contarás qué paso? —Son cosas del trabajo. Estoy segura que se resolver
-Sera-. —Quítese de encima— escupe de pronto. Rápidamente me coloco de pie dando un paso hacia atrás. El CEO se levanta sacudiendo su traje color negro. Avergonzada me mantengo con la mirada baja. —¿Se puede saber que rayos estaban haciendo corriendo por los pasillos?— Encara. Soplo un mechón de cabello sobre mis ojos. —Estaba probando la resistencia física del Joven Daniel— me excuso. El niño hace una mueca en señal de reproche. Le regreso una mirada para que me siga el juego. —¿Habla en serio? ¿Probando la resistencia física? —Así es, suele usarse para activar todas sus funciones cerebrales y le ayude a conectarse— sueno tan segura de mi misma que quiero romper a carcajadas. El hombre de treinta y seis años no parece creerse lo que digo. —No corran en los pasillos pueden causar un accidente. Háganlo en el jardín. Y Daniel, más vale te comportes. Volveré en un par de horas— Reprende. Ambos lo vemos bajar por las escaleras de la inmensa casa. Dejo salir el aire que tenía reteni
-Sera-—Lo siento. Trataré de abrirla.Escucho la fuerza que hace para jalar la manija, de pronto el sonido tortuoso de algo cayendo al suelo hace que cierre los ojos y trague saliva.—Dime que no fue el pomo de la puerta— suplico.—Yo, lo siento mucho— respiro profundo.—Daniel busca ayuda. Trae a…— empiezo a sentir la taquicardia más fuerte que nunca y el nudo en mi garganta crecer— Trae a alguien. ¡Llama a alguien pero sácame de aquí rápido!— grito desesperada. Ni siquiera presto atención a sus pasos alejarse con rapidez.— Tranquila Sera— es solo una puerta gruesa de metal que ya no tiene forma de abrirse. Todo estará bien.Miro a mi alrededor. Buscando algo que pueda distraerme pero no hay nada. Estoy a punto de llamar a los bomberos, y gracias a este pequeño espacio la señal de mi celular se ve dañada.…No sé cuánto tiempo pasa. Los minutos o segundo se hacen eternos, la oscuridad, el calor sofocante me hace volver atrás. Me hace regresar a esos recuerdos lúgubres de mi vida.D