•Demián•
-Sera-
Suspiré tomando el aviso del alquiler en mis manos. Tenía que dar el dinero ya. Y no contaba ni siquiera con la mitad.
—¿Y si le pides prestado a Demián? Con tu nuevo trabajo podrás regresárselo en una semana—. Me siento mal, él nos a dado tanto y nunca pude pagarle todo lo que hizo por nosotras.
—Lo haré. Y espero sea la última vez— suspiro.
Acordamos vernos en el café cerca del parque. Ya eran aproximadamente las cinco de la tarde, el cielo seguía nublado pero no rastro de lluvia.
—¡Sera!— Sonreí al verle. Meses que no coincidíamos.
—¿Cómo estás? Le doy un abrazo acompañado de un beso en la mejilla.
—Ahora que te veo estoy perfecto. Hay mucho de que hablar—. El rubio me guía hacia una mesa dentro del local. Solíamos frecuentar este lugar cuando estaba estudiando en la universidad.
— ¿Y los niños? Amanda me dijo que te habían colocado como semi director de “El rosal”— asiente con la cabeza.
—Estoy más cerca del control en el orfanato. Con los nuevos programas, más niños son adoptados cada día— sonrió alegre. Cuando éramos parte de el, casi nunca se llevaban a pequeños. Pero cada semana había un nuevo integrante.
—Amandy me dijo que te aceptaron en la compañía inmobiliaria. ¡Eso es increíble Sera! Es por todo lo que luchaste— suspiro. Aún no se bien cómo manejarlo.
—Bueno de hecho ayer fue un día de locura. ¿Por donde empiezo?
…
—Ese hombre, el CEO de la empresa Arcuri. ¿No es el que estuvo dentro de la polémica con su esposa hace unos años?— Frunzo el ceño. Nunca fui del tipo de chica que pasará horas en las redes sociales o viendo el noticiero.
—¿Me iluminas?
—Bueno al parecer si mujer desapareció en circunstancias extrañas— abro los ojos impresionada.
—¿Qué? No lo sabía— eso es totalmente extraño.
—Son personas con mucho dinero Sera. Y ahora que estarás tan cerca de ellos, me preocupa un poco tu seguridad.
—Que tengan más poder económico Demián, no significa que sean malas personas.
—Siempre buscas la bondad en las personas. Ese hombre no tiene nada de bondadoso— me encojo de hombros. No siempre hay que creer en lo que la prensa nos vende.
—Creo que tendré bastante tiempo para descubrirlo. Y siento mucho lo del alquiler. En cuanto cobre el primer cheque, vendré a pagarte.
—Oh niña boba, no tienes que pagarme nada. Las adoro, son como mis hermanas, haré cualquier cosa por ustedes. Aunque…
—Dale dime.
—En dos semanas habrá una ceremonia en el orfanato para recaudar fondos. Sería grandioso si pudieras asistir
—Dalo por hecho.
….
Hice una pequeña parada en un establecimiento concurrido. Compré un café capuchino con extra de vainilla y unas galletas de avena. En mi bicicleta hubiese llegado en la mitad del tiempo que caminando. Por suerte logro acceder faltando un minuto para las ocho de la mañana.
—Señorita Llilvian— Sonrió de lado. Le dije que ya llegaría tarde. Aunque fue porque creí que me despedirán.
—Este es su nuevo gafete. Último piso— murmuró entre dientes con aspecto molesto.
«Envidiosa»
Tenía muchos asuntos que aclarar, ayer ni siquiera tuve el tiempo para razonar todo lo que acababa de pasar. La mayor pregunta de todo esto es… ¿Por qué yo?
Muevo mi pie de lado a otro esperando que el ascensor me deje en el piso correcto. Suspiro de manera entre cortada. La secretaria del CEO me sonríe amablemente.
—Buenos días Sera. El señor Arcuri salió unos minutos, me pidió que esperarás en su oficina— asiento con la cabeza mientras me abre la puerta. Nuevamente estoy aquí, dentro de su oficina. El olor a productos de limpieza, colonia varonil y menta se mezcla alrededor.
—Dejaré esto por aquí— Pongo su café sobre el escritorio y a lado las galletas. No tengo ni idea de cuáles son sus gustos. ¿Pero a quien no le encanta el capuchino?
Me quedo observando, hay pocos adornos decorativos, la mayoría son folletos, papelería, muebles con bastante espacio de almacenamiento. Me detengo en la esquina de una pequeña mesita, a un lado hay un marco caído. Al tomarlo con mis manos me quedo bastante impresionada, en el aparece el señor Arcuri a lado de una mujer y un niño. Lo que más llama mi atención, es el gran parecido que comparto entre esa mujer y yo, aunque es mayor notablemente. Me preguntó si ella será su esposa. ¿Por qué habrá desaparecido? ¿A caso…
—¿Se puede saber qué hace? — Me sobresaltó al escucharle. Ni siquiera oí la puerta abrirse.
—Nada— digo rápidamente escondiendo el marco detrás de mí.
—Es usted bastante extraña Ragazza
«Necesito estudiar italiano»
Pongo el objeto en una esquina mientras su mirada se desvía hacia el café y los bocadillos en su escritorio. Una media sonrisa aparece en su rostro.
—¿Capuchino? Lamento decirle que lo mío es el café simple sin azúcar— ruedo los ojos cruzándome de brazos.
—Bueno allí la respuesta de su amargues— me muerdo la lengua. Lo he dicho en voz alta.
Trago saliva nerviosa. Un brillo juguetón y hasta cierto punto retador envuelve sus pupilas.
—Así que es una mujer sin filtros. ¿Entonces le parezco una persona amargada?
«Ay tierra trágame y escúpeme en china»
—Bueno es lo que dicen— me excuso.
El señor Arcuri se acerca un poco más a mí. Esta tan cerca nuevamente que, me siento sofocante.
—Estoy seguro que escuchó eso de oídos masculinos. Porque las mujeres que poseen el honor de conocerme tienen otra idea sobre mí.
«Y se me suma lo arrogante»
—¿ A sí? Bueno bien por ellas.
—¿No quiere saber por qué su idea es contraria a lo que piensa usted?
«Oh por los cielos»
—No— niego sabiendo que me he puesto un poco roja de la pena. — Si no tomará el café lo haré yo— me escabullo por debajo de sus brazos hasta llegar al frente del escritorio.
—Señorita Llilvian ¿logró ver el correo que mi secretaria le envío?— asiento con la cabeza.
—La cuestión de asistencia no me preocupa, sin embargo— hago una mueca— ¿Institutriz? Solo di algunas clases en el orfanato, no poseo los estudios adecuados para desempeñar tal acción. Lo más recomendable sería que contrate una maestra ¿no cree?— El magnate toma asiento y saca un par de carpetas de un cajón. Mantiene la mirada seria cuando las abre.
—Aquí están los contratos para ambos trabajos. No le doy este tipo de oportunidades a cualquiera señorita Llilvian. ¿A caso no confía en sus aptitudes y destrezas?
« Idiota»
Cierro los ojos con fuerza. Claro que confío en ellas. De no hacerlo jamás hubiese llegado hasta aquí. Tomo la pluma que me ofrece con su mano izquierda. Y firmo ambos documentos.
—Es una mujer astuta. Ahora solo queda la cuestión de que nos veremos más seguido— frunzo el ceño confundida.
—¿A qué se refiere?
—El niño que va a ser su alumno, es mi hijo Daniel Arcuri.
Y entonces siento como si un balde de agua fría me cayera en el rostro.
• Dolores de cabeza•-Giovanny-—Este será tu sitio— le muestro a mi nueva asistente donde estará su escritorio. Tan solo unos metros de mi oficina.Estoy siendo egoísta, estoy siendo más que un idiota al pensar en ello como algo positivo. Es muy parecida a ella, su cabello, sus ojos, su piel. Inhalo su aroma, el perfume que usa es una mezcla de vainilla con bombones que me deja torpemente hipnotizado.—Puede decorarla a su completa disposición— ella asiente con la cabeza dejando su bolso sobre el pequeño escritorio color perla.—Me pondré a trabajar en seguida— baja la cabeza. No me mira y eso me pone inquieto.Tengo una enorme necesidad por conocerle, eso solo sería una estupidez de mi parte.Odette me arrebató mi felicidad. Y por poco a mi hijo.—Enviaré los pendientes. Póngase a trabajar—. Salgo de la oficina, soy consciente de la manera grosera en qué hablé. Debo controlarme, ella no es Odette, no puedo canalizar mi ira contra la señorita Llilvian.Mi teléfono vibra en mi bolsill
•Pequeño Diablillo• -Sera- Los últimos minutos habían sido un completo caos en mi vida. Principalmente desde que supe que el niño al que debería instruir no era nada más y nada menos que el hijo del CEO. ¿A caso la vida me odiaba? No quería imaginarme que por reprobar un examen yo terminará en la cárcel por algún tipo de fraude o no cumplir con lo acordado. Sin embargo el contrato era claro en todos los aspectos. Vernos tres horas sábado y domingo por tres semanas. Las calificaciones que estaban colocadas en la ficha del niño, no eran malas antes. De hecho tenía un promedio perfecto. Me preguntó ¿Qué habrá sido lo que ocasionó que disminuyera su nivel académico? Lleva reprobadas más de dos asignaturas. La única con promedio excelente es Artes y dibujo. —¿Cenarás algo?— Amanda entra a mi habitación con un tazón de cereales cubiertos de miel nadando en leche chocolatada. —Aún debo hacer unos pendientes. —¿Me contarás qué paso? —Son cosas del trabajo. Estoy segura que se resolver
-Sera-. —Quítese de encima— escupe de pronto. Rápidamente me coloco de pie dando un paso hacia atrás. El CEO se levanta sacudiendo su traje color negro. Avergonzada me mantengo con la mirada baja. —¿Se puede saber que rayos estaban haciendo corriendo por los pasillos?— Encara. Soplo un mechón de cabello sobre mis ojos. —Estaba probando la resistencia física del Joven Daniel— me excuso. El niño hace una mueca en señal de reproche. Le regreso una mirada para que me siga el juego. —¿Habla en serio? ¿Probando la resistencia física? —Así es, suele usarse para activar todas sus funciones cerebrales y le ayude a conectarse— sueno tan segura de mi misma que quiero romper a carcajadas. El hombre de treinta y seis años no parece creerse lo que digo. —No corran en los pasillos pueden causar un accidente. Háganlo en el jardín. Y Daniel, más vale te comportes. Volveré en un par de horas— Reprende. Ambos lo vemos bajar por las escaleras de la inmensa casa. Dejo salir el aire que tenía reteni
-Sera-—Lo siento. Trataré de abrirla.Escucho la fuerza que hace para jalar la manija, de pronto el sonido tortuoso de algo cayendo al suelo hace que cierre los ojos y trague saliva.—Dime que no fue el pomo de la puerta— suplico.—Yo, lo siento mucho— respiro profundo.—Daniel busca ayuda. Trae a…— empiezo a sentir la taquicardia más fuerte que nunca y el nudo en mi garganta crecer— Trae a alguien. ¡Llama a alguien pero sácame de aquí rápido!— grito desesperada. Ni siquiera presto atención a sus pasos alejarse con rapidez.— Tranquila Sera— es solo una puerta gruesa de metal que ya no tiene forma de abrirse. Todo estará bien.Miro a mi alrededor. Buscando algo que pueda distraerme pero no hay nada. Estoy a punto de llamar a los bomberos, y gracias a este pequeño espacio la señal de mi celular se ve dañada.…No sé cuánto tiempo pasa. Los minutos o segundo se hacen eternos, la oscuridad, el calor sofocante me hace volver atrás. Me hace regresar a esos recuerdos lúgubres de mi vida.D
Sera.Respiré profundo, un extraño olor a menta llegó hasta mí. Parpadee confundida, la habitación donde estaba se encontraba solo iluminada por una pequeña lámpara a un metro. Por la enorme ventana logré presenciar la lluvia, cual caía a un nivel impresionante. Entonces recordé todo lo que pasó. Daniel. Gato. Encierro. Cofre. Esta no era mi habitación. — Por fin despiertas— un jadeo sale de mi boca. Frente a mí se encuentra el señor Arcuri. Ya no viste ese traje caro de alguna marca conocida. Al contrario, trae puesto un fino suéter de lana, pantalones color mostaza y zapatos casuales. —¿Qué pasó?— Mi garganta se siente extremadamente seca. Y la cabeza me duele. —Eso quisiera saber yo. ¿Qué hacía con mi hijo en la parte trasera y prohibida— resalta la palabra prohibida con un tono sutil — de mi casa? — Había un gato, lo perseguimos y … —Esta bien. Daniel ya me lo contó — lo miro mal. —¿Entonces para que me lo pregunta?— se encoge de hombros. —Solo quería estar seguro. —Us
-Sera-Cuando suena la alarma soy consciente de que lo menos que quiero hacer es levantarme de mi cama. Anoche no logré pegar el ojo de tantas cosas que estaba pensando. A pesar de mi espantoso sueño, me obligo a desprenderme de las sábanas un domingo por la mañana. Al menos hoy recibiré mi primer pago como Institutriz. Lanzo mi cabello hacia atrás. En las notificaciones del móvil hay un mensaje de Demián. “¡Hey! ¿Te parece si voy a recogerte después de tu trabajo? Podemos ir por un helado. Sonrió de lado. Le respondo positivamente. Necesito un poco de azúcar en mi sistema antes de comenzar mi semana en la compañía Arcuri. me arregle y ya estaba lista para ir hacia el autobús. — ¿Dormiste bien?— Comenta con Burla mi compañera. — Dormí como bebé— Acuso sarcásticamente. —Bueno. ¿Hoy si llegarás temprano? — Si lo creo. Aunque Demián me invitó a salir. Iremos por un helado— Amanda sonríe y observo esa mirada pícara que siempre pone cuando vemos una película para adultos. — Oh no
-Sera-Sigo a la ama de llaves hasta el pasillo a la derecha. No había estado en esta sección de la casa. Los pisos de madera son verdaderamente bellos.«Vaya espero no ofender a estos pisos con mis zapatos del tianguis» me burlo yo sola.—Gracias— la señorita asiente mirándome de reojo.«¿Por qué todos aquí me ven como si fuese un alíen?»Entro sin tocar.— ¿No le enseñaron modales señorita Llilvian?— la sangre se me va a los pies. Se encuentra mostrando el torso puesto que su camisa está abierta.«¡Cállate los ojos!» muerdo mi labio dándome vuelta.— Bueno, yo no suelo desvestirme en un despacho— Balbuceo. Una risa ronca sale de su garganta.— A veces — me giro acercándome un poco.— ¿Para qué quería verme?— Tengo un compromiso está semana. No estaré en la empresa durante tres días. Mi secretaria le enviará sus deberes por correo.Asiento con la cabeza. La idea de no tener que verle al menos unos cuantos días me tranquiliza un poco.— ¿Puedo irme?— Asiente con la cabeza.— La acomp
De rojo noto como pierde la pelea contra el sueño. Luce verdaderamente cansada. Suspiro. Debí haberle notificado a mi secretaria. Conforme el recorrido se vuelve más corto me doy cuenta de la gran distancia que hay entre su departamento y mi residencia. Casi quedan del otro lado de la ciudad. Mantengo la mirada directa, el edificio carece de una infraestructura moderna. Las paredes no han sido pintadas en un largo tiempo y el color beige apenas es notorio.«De día debe verse peor»Bajo del auto rodeando hasta la puerta de Sera. Alcancé a escuchar que su departamento era el número 7D.—Señorita Llilvian ya llegamos— susurro. Ni siquiera se imuta. Hace un gesto que me parece de lo más tierno.Sonrío como un idiota.—sei bella ragazza — la tomo en brazos cerrando la puerta a mis espaldas.Entro al pequeño ascensor con su cuerpo pegado al mío. Por un instante un extraño escalofrío me recorre de pies a cabeza.Una vez llego al piso indicado busco su departamento. No me cuesta absolutamente