-Sera-Sigo a la ama de llaves hasta el pasillo a la derecha. No había estado en esta sección de la casa. Los pisos de madera son verdaderamente bellos.«Vaya espero no ofender a estos pisos con mis zapatos del tianguis» me burlo yo sola.—Gracias— la señorita asiente mirándome de reojo.«¿Por qué todos aquí me ven como si fuese un alíen?»Entro sin tocar.— ¿No le enseñaron modales señorita Llilvian?— la sangre se me va a los pies. Se encuentra mostrando el torso puesto que su camisa está abierta.«¡Cállate los ojos!» muerdo mi labio dándome vuelta.— Bueno, yo no suelo desvestirme en un despacho— Balbuceo. Una risa ronca sale de su garganta.— A veces — me giro acercándome un poco.— ¿Para qué quería verme?— Tengo un compromiso está semana. No estaré en la empresa durante tres días. Mi secretaria le enviará sus deberes por correo.Asiento con la cabeza. La idea de no tener que verle al menos unos cuantos días me tranquiliza un poco.— ¿Puedo irme?— Asiente con la cabeza.— La acomp
De rojo noto como pierde la pelea contra el sueño. Luce verdaderamente cansada. Suspiro. Debí haberle notificado a mi secretaria. Conforme el recorrido se vuelve más corto me doy cuenta de la gran distancia que hay entre su departamento y mi residencia. Casi quedan del otro lado de la ciudad. Mantengo la mirada directa, el edificio carece de una infraestructura moderna. Las paredes no han sido pintadas en un largo tiempo y el color beige apenas es notorio.«De día debe verse peor»Bajo del auto rodeando hasta la puerta de Sera. Alcancé a escuchar que su departamento era el número 7D.—Señorita Llilvian ya llegamos— susurro. Ni siquiera se imuta. Hace un gesto que me parece de lo más tierno.Sonrío como un idiota.—sei bella ragazza — la tomo en brazos cerrando la puerta a mis espaldas.Entro al pequeño ascensor con su cuerpo pegado al mío. Por un instante un extraño escalofrío me recorre de pies a cabeza.Una vez llego al piso indicado busco su departamento. No me cuesta absolutamente
-Sera- Para cuando abro mis ojos la luz de los rayos del sol se cuelan por mi ventana. Estoy tan cansada que ni siquiera quiero ver la hora, pues posiblemente no podré llegar al trabajo a tiempo. La puerta es tocada y mi compañera entra. — Solo venía a avisarte que puedes quedarte en la cama. El señor Arcuri te dio este par de días libres. Hasta el sábado que te presentes en su casa— me quejo enterrando el rostro en la almohada. — Es un arrogante— suspiro. — Bueno, anoche me pareció un guapísimo arrogante— ríe. Le aviento una almohada. Mi jefe no es el tipo de hombre que cualquier mujer mataría por estar. «Oh cállate los ojos sabes que si» Y mi consciencia de nuevo me j0de. — ¿Cómo llegué? ¿Él me trajo? — Sí. Se veía bastante preocupado. Le eché en cara todo lo hiciste. — No debiste hacerlo pero— asiento con la cabeza — se lo merecía— río. — Son las nueve de la mañana. ¿Desayunas y duermes o duermes y desayunas?— me lo pensé un momento. —¿Me haces un pastel?— La miro con o
-Sera-— Mc Donald’s — Arrugo la frente. —¿Qué? — Voy por una hamburguesa a Mc Donald’s — me enderezo en mi asiento. «¿Será una clave secreta?» — ¿Me matará? — Pregunto. Un suspiro sale de su garganta. Dobla a la derecha y se detiene justamente en un auto servicio de la franquicia. — Hola. Deme una hamburguesa doble con queso extra. Dos órdenes de patatas, postre y agregue una bebida dietética— me voltea a ver. —¿Cuál desea?— Le miro como si fuese un extraterrestre. Regresa la atención. — También agregue una hamburguesa sencilla y otra de pollo. Postre y un refresco de fresa— mi rostro debe parecer un poema en estos momentos. —¡Yo le di una bofetada!— Chillo. —Si, y ahora yo le compro una hamburguesa de pollo— agrega. Recoge el pedido colocando las cosas sobre sus piernas. — No entiendo— susurro. — Tómelo como una disculpa. La verdad es que nunca saldrá de mi boca tal cosa. Pero dijo algo que era cierto. Mi hijo necesita amigos, y yo— hace una pequeña pausa para verme Le miro
-Sera- Hoy, después de ocho años será la primer vez que puse las instalaciones del Rosal. Mis shorts blancos con estampado de cuadros negros se sube un poco cada que camino. Al menos decidí usar una camiseta de dibujos animados, me recogí el cabello en dos trenzas y solo agregué brillo labial a mi rostro. Ahora entiendo por qué suelen gritarme niña. Mi apariencia siempre ha sido la de una chica cinco años menos de la edad que tengo. Llego hasta la puerta de la residencia Arcuri. Daniel ya se encuentra esperando, Simone está a su lado y mi jefe se encuentra hablando por teléfono. —¡Ya llegó! — Grita Daniel. — Es que un extraterrestre me detuvo para preguntarme dónde podía abducir niños. Me debes una eh, le di una dirección falsa— el pequeño ríe ante mi comentario. — No sabía que tenía aires de comediante señorita Llilvian— Menciona cortante el hombre de cabellos oscuros. Su mirada me repasa, como normalmente lo hace. Debería tomar clases de discreción. — Bueno, en
— Lo sentimos— musitan. Asiento con la cabeza.— Siempre pongan el ejemplo. Debajo de ustedes hay pequeños que un día esperan salir de aquí y mostrar su mejor rostro al mundo. ¿Entendido? — Sí. Lo siento, Daniel— murmura el mayor. — ¡Ahora vamos a comer!— Junto mis palmas en señal de rapidez. — No tenías que defenderme— Menciona bajando la cabeza. Me arrodillo para quedar justo a su altura. Levantó su rostro tomándolo del mentón. — Daniel. Cuando yo tenía tu edad, hubiese dado cualquier cosa para que alguien me defendiera. Nunca pequeño, permitas que alguien te haga sentir menos. Así tengas que patear un par de traseros— chillo brincando. — aunque es mejor el diálogo. Anda vamos a comer. Te encantará ver el baile que han preparado las niñas. Después de llenar mi estómago con la deliciosa comida chatarra y beber agua con gas para no sentirme tan culpable por haberle robado una porción a Demián cuando esté se distrajo, pasamos al mini teatro del Orfanato. La habitación no es muy gr
-Sera-La mansión del señor Arcuri se miraba aún más impresionante de noche. Con todas esas pequeñas lámparas iluminando tanto el jardín como los rincones más oscuros. Me llegaba a preguntar ¿En qué gastaba toda su fortuna? Entendía que los servicios de una casa tan enorme, y los impuestos que dejaba ser propietarios de una de las marcas más reconocidas de toda América y Europa, dejaba sus huecos. Aún así la duda de por qué nunca volvió a casarse me asaltaba. — El señor requiere su presencia abajo en el comedor para cenar— Anuncio Cecilia. Asentí algo despreocupada. Daniel me había dicho que Giovanny pocas veces cenaba aquí. No pensé que hoy fuese la excepción. Ya traía puesta mi pijama, y era más que claro que no planeaba cambiarme solo para bajar a cenar. Tan solo cepille un poco mi cabello sujetándolo en una coleta de lado baja. —Buenas noches— saludé con las manos entrelazadas la una de la otra. Daniel y mi jefe ya se encontraban sentados. — Su calzado es bastante peculiar seño
-Sera- ... O por los cielos vaya que esto se está poniendo bueno. ¿Qué les parece la Historia? Los leo. Mi respiración se corta. Siento como todo el temor y nerviosismo que sentía antes se ha ido. Levanto la cabeza para poder verle. Me siento muda, no soy capaz de formular palabra alguna. Escucho la puerta del elevador abrirse pero ninguno de nosotros mueve un solo músculo. Hace una mueca saliendo a grandes zancadas. Me quedo allí por un segundo hasta que mi cuerpo es capaz de moverse. « Me besó » Entro a mi cuarto de hotel con mil emociones a flote. «Tranquila, solo fue un beso, no significa nada» — Y yo tampoco quiero que signifique algo. ¿O sí?— Discuto conmigo misma tirándome sobre la cama. Miro mi vientre con el ceño fruncido. —¡Malditas mariposas en el estómago qué hacen allí! Tome mi maleta, abrí la caja que momentos antes de irme, la señorita Cecilia me había dado. Y es que aquí venía el atuendo para la reunión de esta tarde. — ¿En serio?— Relinché tal cual cab