Frehial se encontraban un tanto preocupada por la muchacha. Había pasado ya un día desde la boda, y ni el Rey ni la Reina habían salido de su habitación. Y por si fuera poco estaba prohibido el acceso a ese sector del castillo.— Ella necesitará alimentarse. ¿A qué hora está acordado subirLos alimentos?— preguntó de nueva cuenta la castaña a su madre.—Dentro de dos horas. Deja de entrometerte, El Rey seguramente bebió de ella y ambos empezaron el ritual de consumación. Nada va a pasarle— Levantó una ceja cruzandose de brazos.—No estaría preocupada si mi Reina fuese una vampira, loba o elfa, pero es una humana— exclamó un sonido de horror— ¿Y si le rompió algo? O no pudo…controlar su sed?— Débora miró mal a su hija. Benjamín no era un vampiro recién transformado, sabía perfectamente lo que estaba haciendo.Del otro lado del castillo, los labios de la pelinegra se abrían en un jadeo silencioso.Su visión había empezado a ser borrosa desde horas antes, y a pesar de que moría por dormi
—¿Entonces está rota o no?— gruñó Benjamín. El médico negó. Temía haberle causado algún daño.—Esta lastimada pero no tiene ninguna fractura. Con los cuidados necesarios estará como nueva en un par de días— Leane dudaba que en dos días ya pudiera brincar y saltar. No había lugar en su cuerpo que no le doliera. Hasta los ácaros en sus uñas debían estar jodidos.— Aquí están los medicamentos— un enfermero colocó las medicinas que debería tomar Leane para mejorar. Tanto analgésicos como desinflamatorios.Estaba ansiosa. Lo primero que hizo el vampiro cuando la consumación terminó fue llamar a un doctor para que la examinará a lujos de detalle, incluso le dio de su sangre para que se sintiera mejor.Pero lo único que quería hacer era comerse un puto elefante asado. Bueno, sería capaz de hacerlo. Apenas si había probado bocado en las últimas treinta y seis horas.
Suspiró, no esperaría, es decir, se sentía mucho mejor desde que bebió el líquido amargo del rubio.Se puso de pie ante la atenta mirada de ambos. Llevaba puesto unos pantalones de pijama anchos de color rosa pastel, una blusa de tirantes violeta y arriba de está una bata algo transparente de tono rosado. Al ponerse de pie la amarró, se puso las pantuflas de peluche, acto seguido y sin mirar a los dos vampiros salió de la habitación.Suspiró cuando empezó a bajar las escaleras. ¡Estúpidos escalones, estúpido castillo frío, estúpidas piernas cortas! Lanzó mil maldiciones hasta llegar a la parte baja del castillo. Casi le da un infarto del susto al ver a Isgeler, el mayor de los hermanos que miraba con escrutinio.—¿Todo bien Reina?— Obviamente el aspecto de la humana no era el mejor. Tenía la piel pálida causa de su baja alimentación, el extremo estrés y ejercicio al cuál se vió gustosamente casi obligada a tener.— ¿Sabes en donde está Ferhial? Y voy a la cocina, muero de hambre— sus
—Rey todo está arreglado —Canon salió después de él. Habían ordenado todo respecto a la identidad de Leane. Benjamín sabía que ocultarle la verdad sería un riesgo que estaba dispuesto a ocultar. Pero no podría verle sufrir.—Por cierto. ¿Esta seguro de esto?- Preguntó su Leal entrando a sus espaldas a la camioneta. Había enviado a Isgeler y Maigel a Londres, tenían como tarea encontrar a dos personas que se hicieran pasar por los padres de su alma.La historia ya estaba a medio formular, padres ingleses, y viajeros a Kenmare una pequeña población de Irlanda al sur de Kerry.En pocas semanas y después de establecerlos, crearía las piezas faltantes en el rompecabezas. Al menos para que Leane se sintiera mejor. Aún estaba en pie la investigación sobre cómo llegó al bosque. Pero ese ya sería un asunto del mundo Vampiríco.—Haré cualquier cosa para protegerle Canon. Ahora que ella es mi esposa las cosas se teñirán de gris antes que de rosa.— Entendido Rey. Llegaremos lo antes pensando— co
Mi respiración se atasca . Por un segundo pierdo completamente el aire que entra a mis pulmones, seguramente por el tremendo golpe que me acabo de dar en la espalda. Maldigo para mis adentros una y mil veces. Algunas piedras pequeñas se incrustan en la palma de mis manos. Definitivamente mataré a alguien. —¡¿Crees que la calle tiene tu nombre acaso?! Tonto despistado.— Me impulso con ayuda de mis codos logrando sentarme sobre el frío y húmedo pavimento. Casi caigo a lado del charco más grande que he visto en todo Manhattan. —¡Tú eres la que no ve bien! Casi te mato niña. La única despistada eres tú. Frunzo el ceño. Escucho el azote de una puerta. Eso sí que no. Él me echó su lujosa camioneta encima. Me pongo de pie para encararlo. —Te voy a dema…— callo abruptamente, abro mis ojos con asombro. No soy el tipo de mujer que se fija en los atributos de un hombre, pero este personaje sin duda, es todo un ángel. Me saca fácilmente dos cabezas, viste un traje con apariencia sumamente cara
•Señor Arcuri• Giovanny. —Tenemos un problema con su reservación Señor Arcuri. Todas las mesas están ocupadas— Frunzo el ceño. Siempre ceno en este restaurant. —Osvaldo, creo que el problema lo tienen ustedes. ¿A caso no pago una membresía privada para tener una mesa los 365 días del año? —¿Qué sucede Osvaldo?— El gerente al verme notablemente molesto se acerca. —No hay mesas señor— susurra con la cabeza baja. —Creo que debe haber un mal entendido señor Arcuri en un instante reviso lo que pasó — trata de excusarse. El encargado de la recepción niega. —Una de las mesas estaba siendo ocupada por un cliente importante. Sin embargo su acompañante se alteró y destrozó todo— Frunzo el ceño. ¿A qué clase de lugar frecuentaba? —Ahora me dirán que dejan entrar delincuentes— niego — No volveré a poner un pie aquí— me doy la vuelta regresando al estacionamiento. Saco el móvil avisándole a Simone que llegaré temprano hoy. —¡Que me suelte j0dido imbécil!— regreso la mirada hacia at
• Institutriz• -Sera- Al llegar al departamento ya eran pasadas las once de la noche. Me dolía la planta de los pies de una forma tortuosa. Sabía que lo había arruinado, seguramente mañana me obligarían a renunciar o echarían sin más. Suspiré cansada, al abrir la puerta de mi departamento el olor a galletas de chocolate y leche caliente revoloteó en mi estómago. En la cocina había un tazón con las chispas y un vaso de leche no muy caliente. Leí la nota que, al instante mejoró un poco mi día. “Por si tuviste un mal día” Con cariño: Amanda. La castaña es menor que yo por dos años. Vivimos juntas en el orfanato. Cuando salí, solo bastó de un año para poder regresar por ella, había conseguido el alquiler de un diminuto cuarto en una fea azotea. Pero todo era mejor que estar en ese lugar. Después Demián y Lourdes nos ayudaron a salir adelante, es algo que siempre les agradeceré. Me quité las zapatillas botándolas por allí. No dejaba de pensar en ese hombre, en como su mirada cam
•Demián• -Sera- Suspiré tomando el aviso del alquiler en mis manos. Tenía que dar el dinero ya. Y no contaba ni siquiera con la mitad. —¿Y si le pides prestado a Demián? Con tu nuevo trabajo podrás regresárselo en una semana—. Me siento mal, él nos a dado tanto y nunca pude pagarle todo lo que hizo por nosotras. —Lo haré. Y espero sea la última vez— suspiro. Acordamos vernos en el café cerca del parque. Ya eran aproximadamente las cinco de la tarde, el cielo seguía nublado pero no rastro de lluvia. —¡Sera!— Sonreí al verle. Meses que no coincidíamos. —¿Cómo estás? Le doy un abrazo acompañado de un beso en la mejilla. —Ahora que te veo estoy perfecto. Hay mucho de que hablar—. El rubio me guía hacia una mesa dentro del local. Solíamos frecuentar este lugar cuando estaba estudiando en la universidad. — ¿Y los niños? Amanda me dijo que te habían colocado como semi director de “El rosal”— asiente con la cabeza. —Estoy más cerca del control en el orfanato. Con los nuevos programa