Mi respiración se atasca . Por un segundo pierdo completamente el aire que entra a mis pulmones, seguramente por el tremendo golpe que me acabo de dar en la espalda. Maldigo para mis adentros una y mil veces. Algunas piedras pequeñas se incrustan en la palma de mis manos. Definitivamente mataré a alguien.
—¡¿Crees que la calle tiene tu nombre acaso?! Tonto despistado.— Me impulso con ayuda de mis codos logrando sentarme sobre el frío y húmedo pavimento. Casi caigo a lado del charco más grande que he visto en todo Manhattan.
—¡Tú eres la que no ve bien! Casi te mato niña. La única despistada eres tú.
Frunzo el ceño. Escucho el azote de una puerta. Eso sí que no. Él me echó su lujosa camioneta encima. Me pongo de pie para encararlo.
—Te voy a dema…— callo abruptamente, abro mis ojos con asombro. No soy el tipo de mujer que se fija en los atributos de un hombre, pero este personaje sin duda, es todo un ángel. Me saca fácilmente dos cabezas, viste un traje con apariencia sumamente cara, algunas canas que lejos de verlo mayor, le dan un aire juvenil, iluminan la barba que envuelve finamente su rostro.
Exclama un par de palabras en un idioma que no comprendo del todo, habla como Italiano con una mezcla de Español. ¿Es posible mezclar ambos idiomas? Niego, debo enfocarme en lo que acaba de pasar.
Suspiro, mi bicicleta está completamente arruinada, una de las llantas ponchada y la otra se ha salido de su lugar. Si no corro ahora mismo se me hará tarde. Estoy justo en el estacionamiento del edificio antes de la compañía.
—No tengo tiempo para discutir— Gruño echándome a correr hacia la siguiente calle. Nunca podría reparar a Molisse, aunque quisiera. Y mi primer día en la Compañía Arcuri es la mejor oportunidad que he tenido desde que me gradué.
«Con estos tacones no voy a llegar» justo hoy visto la ropa más incómoda que pude encontrar en mi pequeño guardarropa. Pantalones de vestir color morado, camisa blanca y zapatos rosas de tacón. Amanda hizo un desastre al combinarme esto.
Respiro profundo al cruzar la entrada de la corporación. Lo primero que mis sentidos detectan es la brisa cálida del aire acondicionado a junto con los ventiladores de techo, el aroma fresco que deja la esencia de productos destinados a la limpieza, calman el golpeteo de mi corazón.
—¡Hola buenos días! Soy…
—Llegas tarde— responde de manera fría.
—Solo fueron un par de…
—No me interesa. Este es tu gafete. Área de ventas piso tres sección A15— La rubia me tiende mi identificación y otras cosas antes de entrar al ascensor. No esperaba una actitud tan seca.
Todo el interior es bastante lujoso pero sencillo a la vez. Tonos neutros, dorados y rojos es lo que más predomina en el interior. Mis manos empiezan a sudar, siento ese peculiar hormigueo recorrer la espalda baja.
«Estoy aquí, después de tanto esfuerzo logré entrar a la Compañía Arcuri»
Entro al ascensor emocionada. Me recargo, el golpe que me dí fue pesado, estoy segura que mañana por la mañana habrá un moretón listo para joderme toda la semana. Saco el móvil. Hay un mensaje de Demián deseándome suerte, sonrió de lado, ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos. Después del orfanato y empezar los estudios, nuestras vidas se separaron una de la otra.
Salgo del ascensor. El área de ventas está justo a un costado. Toco la puerta, al segundo es abierta. Trago en seco, todo parece un caos dentro, soy la única que viste de rosa, las pocas mujeres que logro identificar traen consigo trajes color negro y gris.
«Que aburrido» pienso.
—Señorita Llilvian llega tarde.
—Lo siento Director. No volverá a pasar.
—Eso espero. Sígame, tengo su primer cliente en la línea.
Sigo al hombre de traje marrón y calvo hasta el final del pasillo. Algunos de los trabajadores fijan su mirada en mí, solo los más curiosos me repasan, mientras que los demás regresan a sus labores.
Justo al término de los cubículos se encuentra una pequeña oficina. En la puerta reluce el nombre de “Director” con letras doradas.
—Bueno Sara.
—Es Sera. En realidad— hago una pequeña mueca. Suelen confundir mi nombre muy constantemente.
—Bien, entonces Sera— levanta una ceja como si mi nombre no le cuadrara del todo.
—Recibí una perfecta recomendación de jazmín. La Señora Davis debió estimarla demasiado como para amenazar a la compañía si no la contrataba— río nerviosa. Le di clases privadas a su nieto durante tres meses. Es una buena mujer, le guardo un enorme agradecimiento.
—No tendrá quejas de mí. Se lo aseguro— Sonrió tratando de verme confiada.
—Muy bien. Tu primer tarea será a cenar con el Señor Johnson, es uno de nuestros más leales clientes.
—¿Disculpe?— Fruncí el ceño. No sabía que ir a cenar con los clientes estaba en mi ficha de trabajo.
—Harás lo que sea necesario para que firme el contrato de vienes raíces con la compañía Arcuri. Si lo logras. El puesto es tuyo—. Mi corazón empieza a latir con fuerza nuevamente, sufrir de taquicardia es lo peor. Estoy segura que La señora Davis no iba a cenar con sus clientes. Y aún en ello, empiezo a revolotear en mi mente el significado de “cenar”
«Mientras el postre no sea lo que está entre mis piernas todo bien»
—Entiendo cuál es mi trabajo pero… ¿No cree que es algo inmoral? — una pequeña risa sale de su garganta.
—Señorita Llilvian, si esta dispuesta a trabajar aquí, no creo que el concepto de inmoral sea un problema para usted— Frunzo el ceño.
—Cubículo doce. Claudia le mostrará que hacer. Su horario termina hoy a las cinco, colóquese algo lindo, más que nada decente— murmura viéndome de pues a cabeza— le mandaré la ubicación y los datos a tratar por correo.
[...]
Durante las próximas horas Claudia me mostró en qué consistía llevar parte de las ventas del Inmobiliario. A parte de mí, otras personas apoyaban en el mismo área.
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—¿En serio te pondrás eso?— Levanto una ceja cruzándome de brazos. Mi mejor amiga no hace más que colocar muecas cada que formo un conjunto para la cena de hoy.
—No voy a mostrar las nenas para que ese hombre coloqué su nombre en una hoja.
—Oh claro que lo harás. Ese calvo de tu jefe seguramente te está poniendo a prueba Sera si no llevas esos contratos mañana. Todo se va al carajo— cierro los ojos arrugando la frente. Tiene razón en cada palabra. Pero debe haber otra opción que no tenga que ver con acostarme con los clientes.
—Ni siquiera sabemos si es ese tipo de persona. Estamos especulando. Llevaré algo cómodo y lograré esa firma.
—Saldré con Robín. Iremos a festejar sus dulces treinta.
—Debería ser un crimen cumplir treinta y verse de quince. Tu hermana no es normal— río cogiendo una falda tubo color marrón.
—Asegúrate de agregarle algo rosa. No querrás parecer una abogada divorciada.
—¿Qué tienes en contra de las abogadas divorciadas?
—Oh j0dete Sera.
Me hice una coleta alta dejando mi fleco relucir. Me puse los pendientes color flamenco que Amanda me regaló en mi cumpleaños número veinticinco. Una camiseta blanca, chaqueta negra y tacones nude logran hacerme ver sofisticada. O eso creo.
Ahora que no tengo a Molisse conmigo deberé pedir un taxi. De todas formas llegar a sitios laborales con mi bicicleta ya no se vería bien. Una vez dentro del auto de sitio, recargo mi cabeza en la ventanilla. Las nubes cubren casi todo el cielo, impidiendo a los rayos del atardecer cubrir el exterior. Relamo mis labios ajustando mi chaqueta, haré que esto funcione, he perdido tanto en la vida, no quiero perder más. Le juré a alguien dejar de ser una perdedora, y voy a cumplirlo.
El restaurant es bastante lujoso, por suerte la cena está pagada por parte de la compañía Arcuri.
—Hola, estoy esperando al señor Jhonson.
—Buenas noches. Sí aquí está la reservación. Venga conmigo por favor.
Sigo al encargado hasta una de las mesas más cercanas al jardín. Trato de mantenerme tranquila puesto que el hombre sentado en ella, no deja de repasarme con la mirada. Es solo un poco mayor que mi jefe, su cabello pelirrojo cae en pequeños rizos sobre los hombros.
—Vaya , vaya. No sabía que la nueva sustituta de Jazmín sería todo una belleza. Siéntate por favor— menciona ajustando mi silla. Asiento en señal de agradecimiento.
«Esto será complicado»
—Es un placer conocerle. Mi nombre es Sera Llilvian. El Señor Rogers me entregó unos documentos que estaría perfecto si ambos pudiéramos revisar con detalle, estoy segura que…
—Wow, a parte de hermosa, dedicada— sonríe de lado moviendo hacía los lados en un fina danza una copa de vino blanco. —No te preocupes por ello. Podemos hablar de temas más, interesantes— murmura observándome. La incomodidad empieza a reflejarse en el temblor de mis piernas.
«Espero no patear traseros está noche» No quiero terminar en una celda. Respiro profundo.
•Señor Arcuri• Giovanny. —Tenemos un problema con su reservación Señor Arcuri. Todas las mesas están ocupadas— Frunzo el ceño. Siempre ceno en este restaurant. —Osvaldo, creo que el problema lo tienen ustedes. ¿A caso no pago una membresía privada para tener una mesa los 365 días del año? —¿Qué sucede Osvaldo?— El gerente al verme notablemente molesto se acerca. —No hay mesas señor— susurra con la cabeza baja. —Creo que debe haber un mal entendido señor Arcuri en un instante reviso lo que pasó — trata de excusarse. El encargado de la recepción niega. —Una de las mesas estaba siendo ocupada por un cliente importante. Sin embargo su acompañante se alteró y destrozó todo— Frunzo el ceño. ¿A qué clase de lugar frecuentaba? —Ahora me dirán que dejan entrar delincuentes— niego — No volveré a poner un pie aquí— me doy la vuelta regresando al estacionamiento. Saco el móvil avisándole a Simone que llegaré temprano hoy. —¡Que me suelte j0dido imbécil!— regreso la mirada hacia at
• Institutriz• -Sera- Al llegar al departamento ya eran pasadas las once de la noche. Me dolía la planta de los pies de una forma tortuosa. Sabía que lo había arruinado, seguramente mañana me obligarían a renunciar o echarían sin más. Suspiré cansada, al abrir la puerta de mi departamento el olor a galletas de chocolate y leche caliente revoloteó en mi estómago. En la cocina había un tazón con las chispas y un vaso de leche no muy caliente. Leí la nota que, al instante mejoró un poco mi día. “Por si tuviste un mal día” Con cariño: Amanda. La castaña es menor que yo por dos años. Vivimos juntas en el orfanato. Cuando salí, solo bastó de un año para poder regresar por ella, había conseguido el alquiler de un diminuto cuarto en una fea azotea. Pero todo era mejor que estar en ese lugar. Después Demián y Lourdes nos ayudaron a salir adelante, es algo que siempre les agradeceré. Me quité las zapatillas botándolas por allí. No dejaba de pensar en ese hombre, en como su mirada cam
•Demián• -Sera- Suspiré tomando el aviso del alquiler en mis manos. Tenía que dar el dinero ya. Y no contaba ni siquiera con la mitad. —¿Y si le pides prestado a Demián? Con tu nuevo trabajo podrás regresárselo en una semana—. Me siento mal, él nos a dado tanto y nunca pude pagarle todo lo que hizo por nosotras. —Lo haré. Y espero sea la última vez— suspiro. Acordamos vernos en el café cerca del parque. Ya eran aproximadamente las cinco de la tarde, el cielo seguía nublado pero no rastro de lluvia. —¡Sera!— Sonreí al verle. Meses que no coincidíamos. —¿Cómo estás? Le doy un abrazo acompañado de un beso en la mejilla. —Ahora que te veo estoy perfecto. Hay mucho de que hablar—. El rubio me guía hacia una mesa dentro del local. Solíamos frecuentar este lugar cuando estaba estudiando en la universidad. — ¿Y los niños? Amanda me dijo que te habían colocado como semi director de “El rosal”— asiente con la cabeza. —Estoy más cerca del control en el orfanato. Con los nuevos programa
• Dolores de cabeza•-Giovanny-—Este será tu sitio— le muestro a mi nueva asistente donde estará su escritorio. Tan solo unos metros de mi oficina.Estoy siendo egoísta, estoy siendo más que un idiota al pensar en ello como algo positivo. Es muy parecida a ella, su cabello, sus ojos, su piel. Inhalo su aroma, el perfume que usa es una mezcla de vainilla con bombones que me deja torpemente hipnotizado.—Puede decorarla a su completa disposición— ella asiente con la cabeza dejando su bolso sobre el pequeño escritorio color perla.—Me pondré a trabajar en seguida— baja la cabeza. No me mira y eso me pone inquieto.Tengo una enorme necesidad por conocerle, eso solo sería una estupidez de mi parte.Odette me arrebató mi felicidad. Y por poco a mi hijo.—Enviaré los pendientes. Póngase a trabajar—. Salgo de la oficina, soy consciente de la manera grosera en qué hablé. Debo controlarme, ella no es Odette, no puedo canalizar mi ira contra la señorita Llilvian.Mi teléfono vibra en mi bolsill
•Pequeño Diablillo• -Sera- Los últimos minutos habían sido un completo caos en mi vida. Principalmente desde que supe que el niño al que debería instruir no era nada más y nada menos que el hijo del CEO. ¿A caso la vida me odiaba? No quería imaginarme que por reprobar un examen yo terminará en la cárcel por algún tipo de fraude o no cumplir con lo acordado. Sin embargo el contrato era claro en todos los aspectos. Vernos tres horas sábado y domingo por tres semanas. Las calificaciones que estaban colocadas en la ficha del niño, no eran malas antes. De hecho tenía un promedio perfecto. Me preguntó ¿Qué habrá sido lo que ocasionó que disminuyera su nivel académico? Lleva reprobadas más de dos asignaturas. La única con promedio excelente es Artes y dibujo. —¿Cenarás algo?— Amanda entra a mi habitación con un tazón de cereales cubiertos de miel nadando en leche chocolatada. —Aún debo hacer unos pendientes. —¿Me contarás qué paso? —Son cosas del trabajo. Estoy segura que se resolver
-Sera-. —Quítese de encima— escupe de pronto. Rápidamente me coloco de pie dando un paso hacia atrás. El CEO se levanta sacudiendo su traje color negro. Avergonzada me mantengo con la mirada baja. —¿Se puede saber que rayos estaban haciendo corriendo por los pasillos?— Encara. Soplo un mechón de cabello sobre mis ojos. —Estaba probando la resistencia física del Joven Daniel— me excuso. El niño hace una mueca en señal de reproche. Le regreso una mirada para que me siga el juego. —¿Habla en serio? ¿Probando la resistencia física? —Así es, suele usarse para activar todas sus funciones cerebrales y le ayude a conectarse— sueno tan segura de mi misma que quiero romper a carcajadas. El hombre de treinta y seis años no parece creerse lo que digo. —No corran en los pasillos pueden causar un accidente. Háganlo en el jardín. Y Daniel, más vale te comportes. Volveré en un par de horas— Reprende. Ambos lo vemos bajar por las escaleras de la inmensa casa. Dejo salir el aire que tenía reteni
-Sera-—Lo siento. Trataré de abrirla.Escucho la fuerza que hace para jalar la manija, de pronto el sonido tortuoso de algo cayendo al suelo hace que cierre los ojos y trague saliva.—Dime que no fue el pomo de la puerta— suplico.—Yo, lo siento mucho— respiro profundo.—Daniel busca ayuda. Trae a…— empiezo a sentir la taquicardia más fuerte que nunca y el nudo en mi garganta crecer— Trae a alguien. ¡Llama a alguien pero sácame de aquí rápido!— grito desesperada. Ni siquiera presto atención a sus pasos alejarse con rapidez.— Tranquila Sera— es solo una puerta gruesa de metal que ya no tiene forma de abrirse. Todo estará bien.Miro a mi alrededor. Buscando algo que pueda distraerme pero no hay nada. Estoy a punto de llamar a los bomberos, y gracias a este pequeño espacio la señal de mi celular se ve dañada.…No sé cuánto tiempo pasa. Los minutos o segundo se hacen eternos, la oscuridad, el calor sofocante me hace volver atrás. Me hace regresar a esos recuerdos lúgubres de mi vida.D
Sera.Respiré profundo, un extraño olor a menta llegó hasta mí. Parpadee confundida, la habitación donde estaba se encontraba solo iluminada por una pequeña lámpara a un metro. Por la enorme ventana logré presenciar la lluvia, cual caía a un nivel impresionante. Entonces recordé todo lo que pasó. Daniel. Gato. Encierro. Cofre. Esta no era mi habitación. — Por fin despiertas— un jadeo sale de mi boca. Frente a mí se encuentra el señor Arcuri. Ya no viste ese traje caro de alguna marca conocida. Al contrario, trae puesto un fino suéter de lana, pantalones color mostaza y zapatos casuales. —¿Qué pasó?— Mi garganta se siente extremadamente seca. Y la cabeza me duele. —Eso quisiera saber yo. ¿Qué hacía con mi hijo en la parte trasera y prohibida— resalta la palabra prohibida con un tono sutil — de mi casa? — Había un gato, lo perseguimos y … —Esta bien. Daniel ya me lo contó — lo miro mal. —¿Entonces para que me lo pregunta?— se encoge de hombros. —Solo quería estar seguro. —Us