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La Institutriz Del Italiano.
La Institutriz Del Italiano.
Por: Limberem
Capítulo 1 •El sexy italiano que casi me mata•

Mi respiración se atasca . Por un segundo pierdo completamente el aire que entra a mis pulmones, seguramente por el tremendo golpe que me acabo de dar en la espalda. Maldigo para mis adentros una y mil veces. Algunas piedras pequeñas se incrustan en la palma de mis manos. Definitivamente mataré a alguien.

—¡¿Crees que la calle tiene tu nombre acaso?! Tonto despistado.— Me impulso con ayuda de mis codos logrando sentarme sobre el frío y húmedo pavimento. Casi caigo a lado del charco más grande que he visto en todo Manhattan.

—¡Tú eres la que no ve bien! Casi te mato niña. La única despistada eres tú.

Frunzo el ceño. Escucho el azote de una puerta. Eso sí que no. Él me echó su lujosa camioneta encima. Me pongo de pie para encararlo.

—Te voy a dema…— callo abruptamente, abro mis ojos con asombro. No soy el tipo de mujer que se fija en los atributos de un hombre, pero este personaje sin duda, es todo un ángel. Me saca fácilmente dos cabezas, viste un traje con apariencia sumamente cara, algunas canas que lejos de verlo mayor, le dan un aire juvenil, iluminan la barba que envuelve finamente su rostro.

Exclama un par de palabras en un idioma que no comprendo del todo, habla como Italiano con una mezcla de Español. ¿Es posible mezclar ambos idiomas? Niego, debo enfocarme en lo que acaba de pasar.

Suspiro, mi bicicleta está completamente arruinada, una de las llantas ponchada y la otra se ha salido de su lugar. Si no corro ahora mismo se me hará tarde. Estoy justo en el estacionamiento del edificio antes de la compañía.

—No tengo tiempo para discutir— Gruño echándome a correr hacia la siguiente calle. Nunca podría reparar a Molisse, aunque quisiera. Y mi primer día en la Compañía Arcuri es la mejor oportunidad que he tenido desde que me gradué.

«Con estos tacones no voy a llegar» justo hoy visto la ropa más incómoda que pude encontrar en mi pequeño guardarropa. Pantalones de vestir color morado, camisa blanca y zapatos rosas de tacón. Amanda hizo un desastre al combinarme esto.

Respiro profundo al cruzar la entrada de la corporación. Lo primero que mis sentidos detectan es la brisa cálida del aire acondicionado a junto con los ventiladores de techo, el aroma fresco que deja la esencia de productos destinados a la limpieza, calman el golpeteo de mi corazón.

—¡Hola buenos días! Soy…

—Llegas tarde— responde de manera fría.

—Solo fueron un par de…

—No me interesa. Este es tu gafete. Área de ventas piso tres sección A15— La rubia me tiende mi identificación y otras cosas antes de entrar al ascensor. No esperaba una actitud tan seca.

Todo el interior es bastante lujoso pero sencillo a la vez. Tonos neutros, dorados y rojos es lo que más predomina en el interior. Mis manos empiezan a sudar, siento ese peculiar hormigueo recorrer la espalda baja.

«Estoy aquí, después de tanto esfuerzo logré entrar a la Compañía Arcuri»

Entro al ascensor emocionada. Me recargo, el golpe que me dí fue pesado, estoy segura que mañana por la mañana habrá un moretón listo para joderme toda la semana. Saco el móvil. Hay un mensaje de Demián deseándome suerte, sonrió de lado, ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos. Después del orfanato y empezar los estudios, nuestras vidas se separaron una de la otra.

Salgo del ascensor. El área de ventas está justo a un costado. Toco la puerta, al segundo es abierta. Trago en seco, todo parece un caos dentro, soy la única que viste de rosa, las pocas mujeres que logro identificar traen consigo trajes color negro y gris.

«Que aburrido» pienso.

—Señorita Llilvian llega tarde.

—Lo siento Director. No volverá a pasar.

—Eso espero. Sígame, tengo su primer cliente en la línea.

Sigo al hombre de traje marrón y calvo hasta el final del pasillo. Algunos de los trabajadores fijan su mirada en mí, solo los más curiosos me repasan, mientras que los demás regresan a sus labores.

Justo al término de los cubículos se encuentra una pequeña oficina. En la puerta reluce el nombre de “Director” con letras doradas.

—Bueno Sara.

—Es Sera. En realidad— hago una pequeña mueca. Suelen confundir mi nombre muy constantemente.

—Bien, entonces Sera— levanta una ceja como si mi nombre no le cuadrara del todo.

—Recibí una perfecta recomendación de jazmín. La Señora Davis debió estimarla demasiado como para amenazar a la compañía si no la contrataba— río nerviosa. Le di clases privadas a su nieto durante tres meses. Es una buena mujer, le guardo un enorme agradecimiento.

—No tendrá quejas de mí. Se lo aseguro— Sonrió tratando de verme confiada.

—Muy bien. Tu primer tarea será a cenar con el Señor Johnson, es uno de nuestros más leales clientes.

—¿Disculpe?— Fruncí el ceño. No sabía que ir a cenar con los clientes estaba en mi ficha de trabajo.

—Harás lo que sea necesario para que firme el contrato de vienes raíces con la compañía Arcuri. Si lo logras. El puesto es tuyo—. Mi corazón empieza a latir con fuerza nuevamente, sufrir de taquicardia es lo peor. Estoy segura que La señora Davis no iba a cenar con sus clientes. Y aún en ello, empiezo a revolotear en mi mente el significado de “cenar”

«Mientras el postre no sea lo que está entre mis piernas todo bien»

—Entiendo cuál es mi trabajo pero… ¿No cree que es algo inmoral? — una pequeña risa sale de su garganta.

—Señorita Llilvian, si esta dispuesta a trabajar aquí, no creo que el concepto de inmoral sea un problema para usted— Frunzo el ceño.

—Cubículo doce. Claudia le mostrará que hacer. Su horario termina hoy a las cinco, colóquese algo lindo, más que nada decente— murmura viéndome de pues a cabeza— le mandaré la ubicación y los datos a tratar por correo.

[...]

Durante las próximas horas Claudia me mostró en qué consistía llevar parte de las ventas del Inmobiliario. A parte de mí, otras personas apoyaban en el mismo área.

════ ∘◦❁◦∘ ════

 —¿En serio te pondrás eso?— Levanto una ceja cruzándome de brazos. Mi mejor amiga no hace más que colocar muecas cada que formo un conjunto para la cena de hoy.

—No voy a mostrar las nenas para que ese hombre coloqué su nombre en una hoja.

—Oh claro que lo harás. Ese calvo de tu jefe seguramente te está poniendo a prueba Sera si no llevas esos contratos mañana. Todo se va al carajo— cierro los ojos arrugando la frente. Tiene razón en cada palabra. Pero debe haber otra opción que no tenga que ver con acostarme con los clientes.

—Ni siquiera sabemos si es ese tipo de persona. Estamos especulando. Llevaré algo cómodo y lograré esa firma.

—Saldré con Robín. Iremos a festejar sus dulces treinta.

—Debería ser un crimen cumplir treinta y verse de quince. Tu hermana no es normal— río cogiendo una falda tubo color marrón.

—Asegúrate de agregarle algo rosa. No querrás parecer una abogada divorciada.

—¿Qué tienes en contra de las abogadas divorciadas?

—Oh j0dete Sera.

Me hice una coleta alta dejando mi fleco relucir. Me puse los pendientes color flamenco que Amanda me regaló en mi cumpleaños número veinticinco. Una camiseta blanca, chaqueta negra y tacones nude logran hacerme ver sofisticada. O eso creo.

Ahora que no tengo a Molisse conmigo deberé pedir un taxi. De todas formas llegar a sitios laborales con mi bicicleta ya no se vería bien. Una vez dentro del auto de sitio, recargo mi cabeza en la ventanilla. Las nubes cubren casi todo el cielo, impidiendo a los rayos del atardecer cubrir el exterior. Relamo mis labios ajustando mi chaqueta, haré que esto funcione, he perdido tanto en la vida, no quiero perder más. Le juré a alguien dejar de ser una perdedora, y voy a cumplirlo.

El restaurant es bastante lujoso, por suerte la cena está pagada por parte de la compañía Arcuri.

—Hola, estoy esperando al señor Jhonson.

—Buenas noches. Sí aquí está la reservación. Venga conmigo por favor.

Sigo al encargado hasta una de las mesas más cercanas al jardín. Trato de mantenerme tranquila puesto que el hombre sentado en ella, no deja de repasarme con la mirada. Es solo un poco mayor que mi jefe, su cabello pelirrojo cae en pequeños rizos sobre los hombros.

—Vaya , vaya. No sabía que la nueva sustituta de Jazmín sería todo una belleza. Siéntate por favor— menciona ajustando mi silla. Asiento en señal de agradecimiento.

«Esto será complicado»

—Es un placer conocerle. Mi nombre es Sera Llilvian. El Señor Rogers me entregó unos documentos que estaría perfecto si ambos pudiéramos revisar con detalle, estoy segura que…

—Wow, a parte de hermosa, dedicada— sonríe de lado moviendo hacía los lados en un fina danza una copa de vino blanco. —No te preocupes por ello. Podemos hablar de temas más, interesantes— murmura observándome. La incomodidad empieza a reflejarse en el temblor de mis piernas.

«Espero no patear traseros está noche» No quiero terminar en una celda. Respiro profundo.

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