—¿Desde cuándo? —Entre sollozos y rostro consternado, éstas fueron las únicas palabras que pudieron articular los labios de Corina al descubrir un secreto que rompió su corazón en mil pedazos y dejó una gran herida en su alma.
Son las dos de la mañana cuando Corina Méndez abre sus ojos por los rugidos de una tormenta que viene acercándose con mucha prisa. Entre dormida y despierta se sienta en su cama y mira a su lado, no se encuentra nadie; luego a su alrededor, observa una habitación oscura y fría en la que sólo ella está, en ese momento termina de despertar y recuerda que se halla cubierta por un manto de tristeza, soledad y decepción desde hace pocos meses; se recuesta nuevamente, se envuelve entre sus sábanas y lágrimas empiezan a brotar como un manantial durante largo rato, hasta quedarse dormida nuevamente.Ha amanecido, es un día radiante y hermoso, las aves cantan y vuelan felices después de aquella noche tan lluviosa que ha purificado todo, todo fuera del departamento de Corina; en su interior es gris, se respira un aire de profunda tristeza. Corina abre lentamente sus ojos hinchados, mira el reloj y se da cuenta de que llegará muy tarde a su trabajo, entonces, se levanta rápidamente y se pone en marcha.Como todos los días, llega a la oficina tan distraída que no se percata que alguien le de los buenos días, ya no habla ni saluda a nadie de allí, solo con sus jefes cuando es necesario. Corina es una mujer que luce delgada, de ojos color miel sin vida, hundidos y rodeados de ojeras; labios pálidos, cabello corto y desaliñado, además, viste siempre ropa olgada de colores lúgubres. Sus compañeros de trabajo ya la ignoran, pues, la ven como una persona solitaria, no importa de qué buenas maneras traten de acercarse a ella, hará caso omiso de la existencia de ellos; solo conversa de vez en cuando con sus dos únicas amigas, Diana y Avril, ésto si decide reunirse con ellas o contestar sus constantes llamadas. Su sombría vida no siempre fue así.Corina Méndez era una mujer hermosa, tenía una larga cabellera castaña y lisa, vestía muy bien y bastante elegante, estaba llena de vida, era amable y siempre sonreía. No hablaba mucho de su vida personal con sus compañeros de trabajo, pero cuando la necesitaban estaba ahí para ayudar y dar buenos consejos. Constantemente querían conversar con ella, inspiraba confianza y nunca se expresaba mal de las personas, irradiaba buenas vibras, no dejaba de ver el lado positivo a alguna eventualidad. Después de haber estado ausente durante algunos días, llegó a la oficina con aquel semblante sombrío. En efecto, sus compañeros estaban preocupados por ella, intentaron acercarse de mil y un maneras para saber qué le ocurría y ver en qué podían ayudarla, pero ella simplemente los ignoró, su cuerpo estaba allí pero ella ya no; con el tiempo, ellos se rindieron. Solo sus amigas sabían lo que le había ocurrido.Hace pocos meses Corina sentía que su vida era perfecta. Tenía un padre ejemplar, Edmundo, quien la educó solo desde que ella tenía 8 años, ya que su madre había perdido la batalla ante el cáncer de senos. Aunque eran una pequeña familia, eran felices, tenía un padre amoroso, entregado a su hija, comprensivo y a quien ella le contaba casi todo, era su mejor amigo. También tenía un esposo que para ella era perfecto, consideraba que era un hombre caballeroso, atractivo, comprensivo y fiel, la ayudaba en lo que podía, ya tenían siete años casados. Poseía un trabajo que disfrutaba y que era bien remunerado. Habían adquirido una hermosa casa con un gran jardín, como siempre había soñado, pues, los jardines le recordaban a Amelia, su madre, ahora deseaba con ansias que un pequeño retoño al fin llegara a la familia. ¡Qué más podía pedirle a la vida!El 15 de mayo era el séptimo aniversario de Corina y su esposo, llovía fuertemente, como nunca; Rubén le pedía que se quedara acurrucada con él, no iría a trabajar, pero ella no podía, tenía que asistir obligatoriamente a resolver unos pendientes en la oficina. En realidad, había planificado ese día durante meses; Rubén siempre había querido conocer Italia y Corina le daría ese regalo como una sorpresa cuando llegara a casa. Partirían esa misma tarde.Eran las diez de la mañana y Corina ya había dejado todo en orden en la oficina para las próximas dos semanas, ahora se dirigía a casa de su padre, se despediría de él. Tocó la puerta varias veces y se dio cuenta de que no estaba, por lo que siguió hacia su casa muy emocionada para darle la sorpresa a Rubén, pensó en pasar de nuevo a casa de su padre antes de ir al aeropuerto, no podía irse sin despedirse de él.Cuando Corina llegó entró cuidadosamente para sorprender a su esposo, supuso que estaba dormido, pues, el clima lluvioso se prestaba para eso; abrió lentamente la puerta de la habitación y nada la había preparado para aquella escena.Ahí estaban, su padre y Rubén, abrazados, desnudos, juntos, piel con piel y besándose apasionadamente. Corina se llevó una mano para tapar su boca y no dejar escapar algún sonido, sus lágrimas brotaban incontrolablemente; observó por unos largos segundos esa escena tan desgarradora para ella, pensaba que era una pesadilla, tal hecho no podía ser real; por tal motivo, observó y observó, esperando que esa alucinación se disipara; de pronto, Edmundo se percató de que ahí, justo en la puerta, estaba su hija. Inmediatamente empujó a Rubén con toda la fuerza que tenía que lo sacó de la cama, a su vez, se levantó brúscamente con una mano hacia su hija y otra intentando tapar su sexo desnudo:—¡Hija, espera, ven, déjame explicarte...!Corina se apartó para evitar que su padre la tocara y con voz ronca y entrecortada, sólo preguntó:—¿Desde cuándo? —Fueron las palabras que pudieron articular sus labios. Mientras Rubén tomaba una sábana y se la colocaba en la cintura cuando se ponía de pie.Rubén y Edmundo se miraron, con rostros angustiados y dolidos por lo que le habían hecho a Corina y lo que le dirían, pero en un abrir y cerrar de ojos ella había salido de la habitación, sin decir nada más. No quería saber la respuesta a su pregunta, ya que no había ningún tipo de excusa ni explicación para semejante traición de los hombres que más amaba. Rubén salió corriendo tras ella, no quería perderla; fue en vano, ya ella se había marchado.El corazón de Corina se destruyó en mil pedazos, aquella mujer radiante y sonriente, segura de sí misma, que vivía en una burbuja de ingenua felicidad acababa de morir.Suena el eco de los pasos apresurados de un empleado nervioso tras su jefe que se dirige a la oficina.—Buenos días Sr. Bustamante. ¿Cómo está? —Su jefe se gira un poco para mirar de quién se trata, pero no se detiene.—Rodríguez... —Es la única respuesta que emite levantando su ceja.—Tenemos un problema...—Termina de hablar Rodríguez.—Nuestro relacionista público ha renunciado. —Bustamante se detiene en seco y mira al jefe de recursos humanos como si lo fuera a atacar.—¿Qué has dicho?—Nuestro...—Si si, te escuché. ¡A mi oficina ahora! —Continuaron caminando hasta llegar a la oficina.—Buenos días Sr. Bustamante, Sr. Rodríguez. — Les saluda la asistente de Bustamante.—Hola Lucy, vamos a estar en reunión.—Ok señor. —Ambos entraron a la oficina.—¿¡Cómo puede renunciar justo ahora que necesitamos publicitar el nuevo casino!? —Bustamante golpea la superficie de su escritorio.—Este año es el segundo relacionista que renuncia, con todo respeto señor, le temen. —Bustamante sabe que
El jardín cercano al salón de fiestas era de ensueño, consistía en un gran cuadrado con arbustos y árboles perfectamente podamos, flores de diferentes especies, formas y colores que lo hacían parecer una fantasía, en el centro había una enorme fuente de sirena con algunos bancos de concreto, el jardín estaba rodeado de barandillas que daban vista hacia la playa. Albert ya tenía largo rato sollozando en la misma posición, cerca de la fuente se encontraba una mujer que lo había estado escuchando con inquietud desde que él llegó al lugar, pero con temor de acercarse por tratarse de un desconocido. Finalmente, ella caminó hacia él y se detuvo a su lado, colocó una de sus delicadas manos en el hombro de Albert y con voz baja le preguntó: —Disculpe, ¿Se encuentra bien? —Albert levantó brúscamente su cara empapada de lágrimas, había olvidado por completo dónde estaba. Tenía la vista empañada y trató de secar torpemente sus lágrimas con las manos desnudas para mirar quién le hablaba. Rápidame
Son las nueve de la mañana de un sábado, el cielo se encuentra completamente despejado y está empezando a sentirse el calor que trae consigo el verano. Como todos los fines de semana Corina se queda en cama casi todo el día, necesita descansar después de sus fuertes jornadas laborales; esos días se dedica a dormir, comer cualquier cosa y seguir durmiendo. Ha transcurrido un año después de su divorcio, desde entonces, su vida solo se basa en trabajo. Su sueño se ve interrumpido por el timbre de su pequeño departamento que no deja de sonar, trata de ignorarlo colocando su brazo sobre la cara, ahora tocan a su puerta también mientras le gritan:—Sabemos que estás ahí, seremos capaces de tumbar la puerta si no nos abres.Corina aparta su brazo de la cara, mira por unos segundos hacia el techo con los ojos entreabiertos y decide levantarse a abrir la puerta, ellas siempre son muy insistentes hasta que logran su objetivo.En su pijama ancha color gris de puntos blancos, se dirige a abrir l
Corina, Diana y Avril se sentaron en los muebles del recibidor de la habitación de Diana, sus amigas la observan atentamente esperando que comience a contarles, pero la notan muy nerviosa, toca sus dedos constantemente mientras los observa.—¿Qué sucede? —Pregunta Avril tomando una de sus manos, a la vez que Corina soba su espalda.—No sé cómo empezar... —En ese momento brotan lágrimas incontrolables de sus ojos y lleva las manos a su cara, no logran salir las palabras de su boca por aquel llanto desesperado. Sus amigas comenzaron a sentir gran preocupación, ya que Diana no es una mujer que llore tan fácilmente y menos de esa manera, lo que significa que lo que le esté ocurriendo es muy grave.Pasó largo rato desahogando ese dolor que llevaba por dentro a través de sus lágrimas, sus amigas solo esperaron con paciencia consolándola, entretanto Avril se quedaba con ella, Corina fue por un vaso de agua para Diana. Cuando logró calmarse comenzó a contar con voz ronca, algo entrecortada y s
Corina, Diana y Avril estaban ya listas para la noche de fiesta que aguardaba en el gran salón del Hotel Ventura. Corina lucía un vestido cruzado de tirantes color verde que se ajustaba a la cintura, llegaba hasta sus rodillas y dejaba una discreta abertura hasta el muslo, éste destacaba las curvas de su cuerpo, llevaba su cabello suelto, maquillaje de noche sencillo, unos largos zarcillos plateados, tacones y bolso de noche que hacían juego. El vestido de Diana era de color azul marino con estampados de flores rosa, tenía un escote profundo en V, largo con una abertura hasta su muslo, tacones color rosa, lucía su cabellera negra hacia un lado y un maquillaje que destacaba el color esmeralda de sus ojos. Por su parte, el atuendo de Avril era un jumpsuit color azul rey con la espalda descubierta hasta la parte baja de su cintura que destacaba su voluptuoso trasero, tacones beige, el maquillaje era sencillo pero con un color vino en sus labios de muñeca que los hacía llamativos, su cabe
Suena el despertador marcando las 5:30 a.m., inmediatamente es desactivado por Albert como es de costumbre, quien se pone en marcha sin titubear, sale a trotar por media hora, cuando vuelve realiza su rutina de ejercicios en el gimnasio de la mansión, al terminar toma un baño y se alista para ir a trabajar, él es muy organizado, estricto con la puntualidad y los detalles en sus negocios, no puede haber nada fuera de lugar cuando de ello se trata. Al salir del baño escoge un traje azul marino y corbata plateada de puntos azules, una vez listo, baja al comedor donde el servicio ya tiene su desayuno en la mesa con su respectivo café bien cargado, como todas las mañanas. Al terminar su desayuno realiza una llamada, al tercer repique le responden. —Buenos días señor Bustamante...—¿Ya está listo lo que te pedí?—No señor, pero le aseguro que para hoy mismo tendrá todo lo que necesita saber de ella, en estos momentos estoy viendo los videos de seguridad para identificarla.—Eso espero, es
Es de madrugada y Corina se encuentra alistándose para ir a la cama, está exhausta por todo el trabajo que ha tenido que realizar para tener todo al día y cumplir perfectamente con las fechas de entregas a Albert, temprano en la mañana tendrán que reunirse nuevamente, pero esta vez será en su oficina. Ella se recuesta, mira hacia el techo y recuerda el beso inesperado de Albert, lo que le roba un suspiro, sabe que tiene marcar la distancia en todo momento. Se gira, observa fíjamente la ventana y rápidamente se queda dormida.Hoy Corina se dirige a su junta más temprano, quiere evitar los inconvenientes de la vez anterior, que, debido al inusual encuentro con su cliente noches previas, se olvidó. Ella ha vuelto a vestir sus elegantes atuendos, lo cual ha dejado asombrados a sus compañeros ya que poco a poco está volviendo a ser la Corina que habían conocido y se alegran por ella; está vistiendo una falda rosa vintage de tubo alta y hasta las rodillas con un cinturón de tela
Es la tarde calurosa de un jueves, el cielo exhibe un color naranja intenso poco antes de ocultarse el sol. Corina está llegando al encuentro con sus amigas en el café Estela, un sitio con estilo Art decó que tienen años frecuentando, se le hizo tarde coordinando con fotógrafos y community manager para el proyecto con Albert, ya Diana y Avril se encontraban en el lugar esperándola. —Hola chicas, perdonen la demora, tenía mucho trabajo. —Saluda Corina algo agitada por haberse apresurado, le da un beso a cada una de sus amigas en la mejilla. Ellas observan maravilladas a una Corina menos sombría, con sus vestimentas elegantes, utilizando maquillaje, tacones, hermosa.—¡Guau, te ves radiante! Es genial —Dice Avril.—Me alegra verte mejor. ¡Es increíble!—¿De verdad? Pues, hago lo que puedo. ¡Gracias! —Les responde Corina algo apenada y cambia el tema. —¿Cómo han estado?—Bien, tratando de llevar las cosas lo mejor que se pueda.—Bien. Les cuento que dentro de unas semanas es el bautizo d