Charlotte Moncada masajea suavemente los hombros de Albert con sus delicadas manos.
—Estás rígido... tenso... —Le susurra seductoramete.—¿Te puedes sentar y dejar de hacer eso? No entiendo por qué lo haces. —Dice Albert un poco incómodo por el tacto de Charlotte.—¿Por qué? ¿Temes que te guste? —Le dice cuando busca sentarse frente a él, éste la mira con dureza.—¿Me explicas por qué esa actitud seductora? —Coloca su taza de café sobre la mesa, están cenando en un lujoso restaurante de la ciudad.—Shhhh, es que están unos amigos de papá con los ojos puestos en nosotros y tengo que hacer creerles que tenemos algún acercamiento romántico. —Albert levanta una ceja y la sigue mirando con dureza.—Sigo sin entender...—¡Oh! Pero qué antipático eres... ¡Felicidades! Ya eres el amargado de hace algunos años atrás, otra vez.—Ajá... ¿Entonces me vas a explicar qué ocurre o no? —Pregunta Albert, a lo que Charlotte resopla.—Es que la nueva ocurrencia deEl avión privado aún no terminaba de detenerse en la pista cuando Albert se encontraba ansioso por bajar, cuando al fin puede bajarse, recoge su equipaje de mano y sale con rapidez; Frank lo esperaba con el auto estacionado cerca del avión en la pista.—Hola sr. Albert. ¡Gusto en verlo! —Albert estrecha su mano.—¡Frank! Es agradable verte de nuevo... —Él abrió la puerta del auto para que Albert subiera.—¿Cómo estuvo su viaje?—Uff, me pareció eterno y bastante agotador.—Fueron muchas horas... ¿Lo llevo a casa para que descanse? —Pregunta Frank poniendo el motor en marcha.—No, necesito que me lleves al departamento de Corina lo más pronto que puedas. —Frank esbozó una sonrisa.—Me alegro que quiera reunirse con la señora Corina, pero ella no está en allá ahora.—¿Cómo? Por la hora supongo que está con Diana o Avril entonces... Si es que las cosas no han cambiado.—Tampoco está allá. Está de viaje. —Claro, no todo podía ser tan fácil. Pensó Albe
Pasado mediodía Albert despierta lentamente, toca a ambos lados de la cama y nota que está solo en ella, por lo que se levanta brúscamente; haciéndose preguntar si su encuentro con Corina la noche anterior había sido un sueño o producto de la imaginación debido al cansancio. Al poco tiempo ella sale del baño envuelta en una toalla, lo que hizo que Albert soltara un suspiro de alivio al verla, Corina se le acercó con una tierna sonrisa al darse cuenta de que había despertado.—Hola cielo, buenos días... —Ella le dio un cálido beso. —¿Dormiste bien?—Buenos días linda... Dormí como no lo había hecho desde hace meses... ¿Y tú?—También... Extrañaba tu calor... —Corina le da un beso más y comienza a alistarse.—¿Vas a algún lado sin mi?—Oh... Iba a comer algo, tu bebé está reclamando por comida... No quería molestarte, parecías muy cansado.—Pues de ahora en adelante me vas a despertar cuando necesites algo, sin importar la hora que sea. Ya estoy aquí para ustedes. ¿Ok?—Pero... —Albert l
Un hecho, un instante o simplemente una frase, pueden cambiar el rumbo de tu vida, seguir aquel nuevo camino impuesto por el destino dependerá de cuán fuerte seas para sobrellevarlo. Mis días en este plano me enseñaron que cuando luchas un poco más sin rendirte, tendrás momentos invaluables e insuperables que podrán tachar tus penas y reescribir aunque sea por poco tiempo, pero que quedarán en tu alma por la eternidad.Mi querida Corina, si estás leyendo esto, significa que ya me he ido. Perdóname si en algunas ocasiones fui mandona, insistente y sobreprotectora, no podía dejarte hundir por las huellas de tu pasado; no podía permitir que mi hermanita se resistiera a vivir teniendo tantos puntos a su favor y si, siempre te consideré mi hermanita, crecimos juntas y tus padres me brindaron el amor y cariño que nunca conocí de los míos; fui lo que fui gracias a ustedes. Escribo esto con las últimas fuerzas que me quedan, mi cuerpo está agotado, aunque mi voluntad sea continuar para sumar
—¿Desde cuándo? —Entre sollozos y rostro consternado, éstas fueron las únicas palabras que pudieron articular los labios de Corina al descubrir un secreto que rompió su corazón en mil pedazos y dejó una gran herida en su alma.Son las dos de la mañana cuando Corina Méndez abre sus ojos por los rugidos de una tormenta que viene acercándose con mucha prisa. Entre dormida y despierta se sienta en su cama y mira a su lado, no se encuentra nadie; luego a su alrededor, observa una habitación oscura y fría en la que sólo ella está, en ese momento termina de despertar y recuerda que se halla cubierta por un manto de tristeza, soledad y decepción desde hace pocos meses; se recuesta nuevamente, se envuelve entre sus sábanas y lágrimas empiezan a brotar como un manantial durante largo rato, hasta quedarse dormida nuevamente. Ha amanecido, es un día radiante y hermoso, las aves cantan y vuelan felices después de aquella noche tan lluviosa que ha purificado todo, todo fuera del departamento de Cor
Suena el eco de los pasos apresurados de un empleado nervioso tras su jefe que se dirige a la oficina.—Buenos días Sr. Bustamante. ¿Cómo está? —Su jefe se gira un poco para mirar de quién se trata, pero no se detiene.—Rodríguez... —Es la única respuesta que emite levantando su ceja.—Tenemos un problema...—Termina de hablar Rodríguez.—Nuestro relacionista público ha renunciado. —Bustamante se detiene en seco y mira al jefe de recursos humanos como si lo fuera a atacar.—¿Qué has dicho?—Nuestro...—Si si, te escuché. ¡A mi oficina ahora! —Continuaron caminando hasta llegar a la oficina.—Buenos días Sr. Bustamante, Sr. Rodríguez. — Les saluda la asistente de Bustamante.—Hola Lucy, vamos a estar en reunión.—Ok señor. —Ambos entraron a la oficina.—¿¡Cómo puede renunciar justo ahora que necesitamos publicitar el nuevo casino!? —Bustamante golpea la superficie de su escritorio.—Este año es el segundo relacionista que renuncia, con todo respeto señor, le temen. —Bustamante sabe que
El jardín cercano al salón de fiestas era de ensueño, consistía en un gran cuadrado con arbustos y árboles perfectamente podamos, flores de diferentes especies, formas y colores que lo hacían parecer una fantasía, en el centro había una enorme fuente de sirena con algunos bancos de concreto, el jardín estaba rodeado de barandillas que daban vista hacia la playa. Albert ya tenía largo rato sollozando en la misma posición, cerca de la fuente se encontraba una mujer que lo había estado escuchando con inquietud desde que él llegó al lugar, pero con temor de acercarse por tratarse de un desconocido. Finalmente, ella caminó hacia él y se detuvo a su lado, colocó una de sus delicadas manos en el hombro de Albert y con voz baja le preguntó: —Disculpe, ¿Se encuentra bien? —Albert levantó brúscamente su cara empapada de lágrimas, había olvidado por completo dónde estaba. Tenía la vista empañada y trató de secar torpemente sus lágrimas con las manos desnudas para mirar quién le hablaba. Rápidame
Son las nueve de la mañana de un sábado, el cielo se encuentra completamente despejado y está empezando a sentirse el calor que trae consigo el verano. Como todos los fines de semana Corina se queda en cama casi todo el día, necesita descansar después de sus fuertes jornadas laborales; esos días se dedica a dormir, comer cualquier cosa y seguir durmiendo. Ha transcurrido un año después de su divorcio, desde entonces, su vida solo se basa en trabajo. Su sueño se ve interrumpido por el timbre de su pequeño departamento que no deja de sonar, trata de ignorarlo colocando su brazo sobre la cara, ahora tocan a su puerta también mientras le gritan:—Sabemos que estás ahí, seremos capaces de tumbar la puerta si no nos abres.Corina aparta su brazo de la cara, mira por unos segundos hacia el techo con los ojos entreabiertos y decide levantarse a abrir la puerta, ellas siempre son muy insistentes hasta que logran su objetivo.En su pijama ancha color gris de puntos blancos, se dirige a abrir l
Corina, Diana y Avril se sentaron en los muebles del recibidor de la habitación de Diana, sus amigas la observan atentamente esperando que comience a contarles, pero la notan muy nerviosa, toca sus dedos constantemente mientras los observa.—¿Qué sucede? —Pregunta Avril tomando una de sus manos, a la vez que Corina soba su espalda.—No sé cómo empezar... —En ese momento brotan lágrimas incontrolables de sus ojos y lleva las manos a su cara, no logran salir las palabras de su boca por aquel llanto desesperado. Sus amigas comenzaron a sentir gran preocupación, ya que Diana no es una mujer que llore tan fácilmente y menos de esa manera, lo que significa que lo que le esté ocurriendo es muy grave.Pasó largo rato desahogando ese dolor que llevaba por dentro a través de sus lágrimas, sus amigas solo esperaron con paciencia consolándola, entretanto Avril se quedaba con ella, Corina fue por un vaso de agua para Diana. Cuando logró calmarse comenzó a contar con voz ronca, algo entrecortada y s