Capítulo 96

Por primera vez en mucho tiempo Katerina fue feliz. En su corazón sentía que, aunque Alexander no era su esposo lo amaba como si lo fuera. Por él daría su vida.

Cada noche cuando la pasión los dejaba exhaustos y se dormía en sus brazos se sentía segura, amada, plena, aunque la palabra amor, no salieran de la boca de ninguno de los dos. Katerina pensaba que si le decía cuanto lo amaba, él sentiría la obligación de decirle lo mismo, así no fuera la verdad. Quería de Alexander le dijera que la amaba, soñaba con el momento y en muchas ocasiones se permitía dejar volar sus sueños y se imaginaba casada con él.

Esa ilusión chocaba con la realidad cada mañana al despertar, en el momento en que Alexander se tenía que marchar a escondidas antes de que los niños despertaran. O cuando después de desayunar juntos, él se salía a trabajar sin siquiera poder darle un beso de despedida. Si los chicos estaban presentes debían ser especialmente cuidadosos, una mirada o un desliz podía ponerlos sobre avi
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