La alarma del reloj despertador sacó a Ivanna de un profundo sueño. Su mano se extendió hasta apagar el ruidoso aparato que le perforaba la cabeza, estaba agotada, sin ganas de mover un solo músculo de su cuerpo, se sentía pesada y la cama caliente no ayudó a despertarla. Se arrebujó debajo de su manta y se quedó dormida de nuevo.Una risita acompañada de un beso la despertó de un sueño profundo.Con pesadez levantó sus párpados para mirar los preciosos ojos azules de su hija. Una sonrisa asomó a sus labios.―Buenos días, mami, que lindo es despertar y ver que aún estás aquí.Las palabras de Gema despertaron sus alarmas. Ella no debía estar allí a esa hora, asustada saltó de la cama―Me quedé dormida, ¿qué hora es? ―preguntó a su hija.―Son las siete de la mañana
―¿No puedo quedarme con la señora Petrov? Ella ha cuidado de mí desde que era un bebé, para mí es como mi abuela ―preguntó Gema.Su voz dejó traslucir un dejo de esperanza y puso ojos de cachorro, eso casi siempre funcionaba. La policía la miró con ternura.―Sí, señora, déjela conmigo, yo la cuidaré ―apoyó la señora Petrov ―. Su madre estará más tranquila, ella continuaría en su misma escuela, es un genio. ¿Sabe? Va a un colegio especial.―¿Son familia? ―preguntó implacable la trabajadora social.―No, pero es como si lo fuéramos, porque nos queremos como tal, además yo cuido de Gema e Ivanna cuida de mí.―No es posible, señora Petrov, si fuesen familia la consideraríamos como una opción, pero por su edad no califica como padre temporal, además de que los t
―¡Oh, querida!, todo estará bien, tu mamá mejorará pronto y estarán juntas de nuevo, te buscaré un buen hogar para que te cuiden, verás que el tiempo pasa volando ―exclamó la señora enternecida por la hermosa niña.Gema se acercó y la abrazó. La trabajadora social le dio unas palmaditas de consuelo en la espalda. La niña se separó y le dedicó una sonrisa tierna―Gracias, señora Brown, es usted una persona muy buena y amable ―dijo Gema con adulación ―Queda un poco de jugo de naranja en el refrigerador y tengo sed, ¿puedo tomar un poco? Por favor. No sé si en el hogar al que voy habrá jugo del que me gusta.La mirada triste de la niña le rompió el corazón.―Sí, claro, querida, yo esperaré ―. Así le daría tiempo de calmarse un poco, sí, «podría perder un
Gema salió del hospital, programó el GPS de su móvil para llegar a la estación del tren más cercana. Caminó unas tres manzanas, pendiente de que la señora Brown no la estuviese siguiendo, no sabía el efecto que tendría en ella el laxante y cuanto tiempo tardaría en el baño.Al llegar a la estación se acercó a un mapa y buscó el tren que se dirigía a Whitehall en el distrito financiero de Londres. Una hora después, tras prácticamente haber atravesado la ciudad salía de la estación a escasas cuadras del edificio del consorcio empresarial que era propiedad de su padre.Su GPS la guio por las calles desconocidas hasta la dirección que estaba escrita en las cartas, caminó mirando los edificios y vitrinas, nunca había estado en esa parte de la ciudad pensó mientras entraba en el lujoso edificio. Esperaba que su pap&a
Gema sentía que su corazón retumbaba, estaba muy nerviosa, no sabía que sentía en ese momento ahora que tenía a su padre enfrente, no sabía qué haría si la rechazaba o no quería ayudarla, su plan solo llegaba hasta allí, así que decidió que atacaría directamente.―Hola, Gema ―respondió su padre.Gael la miraba con intensidad. «Es una niña increíblemente bella», pensó, sus rasgos eran muy parecidos a los que recordaba de su madre, pero a diferencia de Ivanna, esta niña tenía los ojos azules típicos de los Evans. No dudaba de su paternidad, Ivanna era virgen cuando se acostó con él, las fechas coincidían, pero al verla a los ojos se reafirmó su certeza de que esta niña era suya.El amor lo inundó, quería abrazarla, pero por su actitud creía que ella no aceptar
Gael se sumió en sus recuerdos, su mente regresó al momento que vio a Ivanna por primera vez, doce años atrás.Había conocido al señor Smirnov por medio de su padre. El ruso tenía negocios en Ucrania y buscaba un socio que aportara un poco de capital, su padre estaba muy interesado porque era una muy buena oferta. El negocio era un gran hotel con centro comercial en Kiev la capital de ese país. Fueron invitados a una cena en Brighton, donde el señor Smirnov tenía una mansión, pasarían la noche y regresarían a Londres después del desayuno.Durante la cena estuvieron presentes, el señor Smirnov, su padre y él. El hombre era un negociador nato y la sobremesa se prolongó por horas hasta que llegaron a unas condiciones que ambos empresarios consideraron adecuadas.Celebraron el cierre del negocio con vodka ruso, él bebió más de l
Cuando llegaron al hospital, Gema condujo a su padre hasta la sala de espera donde le había indicado la trabajadora social que debía esperarla. Gael se acercó al estar de enfermeras donde una rubia guapa vestida de uniforme de enfermería revisaba unas historias.―La habitación de la señora Ivanna Smirnov ―preguntó a la chicaLa enfermera levantó la vista de lo que estaba leyendo, lo miró a los ojos para después descender hasta donde le llegaba la vista, satisfecha con lo que vio, levantó su mirada y le sonrió coqueta.―¿Es familiar de la señora Smirnov? ―preguntó solicita.Gema volteó los ojos provocando en su padre una sonrisa.―Soy el padre de la hija de la señora Smirnov ―respondió señalando a la niña, aún con la sonrisa en los labios.La enfermera Smith entró en ese momento al cub&iacut
Cuando regresaron al hospital los estaba esperando la trabajadora social junto a un policía. La señora Brown era una mujer de unos cuarenta años, pelo castaño, cara de cansancio y, delgada como una espiga. Estaba hablando con la enfermera Smith, parecía bastante molesta.Gael previendo que esto podía ocurrir, le pidió a Ian que se acercara al hospital con el certificado de nacimiento y las cartas que había dejado encima de su escritorio, para solventar cualquier problema legal que pudiera presentarse con la trabajadora social.Imaginaba que la mujer estaría lo bastante enfadada con Gema como para ponerse pesada y había tenido razón, «mira que darle medio frasco de laxante, irá al baño hasta el día del juicio final», pensó Gael divertido.―¡Aquí estás!, pequeña estafadora, no podrás volver a escaparte de mí,