La alarma del reloj despertador sacó a Ivanna de un profundo sueño. Su mano se extendió hasta apagar el ruidoso aparato que le perforaba la cabeza, estaba agotada, sin ganas de mover un solo músculo de su cuerpo, se sentía pesada y la cama caliente no ayudó a despertarla. Se arrebujó debajo de su manta y se quedó dormida de nuevo.
Una risita acompañada de un beso la despertó de un sueño profundo.
Con pesadez levantó sus párpados para mirar los preciosos ojos azules de su hija. Una sonrisa asomó a sus labios.
―Buenos días, mami, que lindo es despertar y ver que aún estás aquí.
Las palabras de Gema despertaron sus alarmas. Ella no debía estar allí a esa hora, asustada saltó de la cama
―Me quedé dormida, ¿qué hora es? ―preguntó a su hija.
―Son las siete de la mañana ―respondió su hija.
―¿Las siete?, debía entrar a las siete, buenos días, bebé ―masculló mientras corría al baño.
Era muy tarde, entre arreglarse y tomar el tren se demoraría una hora en llegar al trabajo, debía sustituir a uno de los empleados nocturnos de la recepción, el pobre debía estar agotado después de estar de guardia toda la noche y ella llegaba tarde. ¡Qué vergüenza!
Se quitó su pijama en un santiamén, ya estaba desnuda cuando llegó al baño. Abrió la ducha esperando que saliera el agua caliente, se hizo un recogido apresurado en el pelo y entró bajo el chorro. Un jadeo salió de su garganta porque el agua estaba fría aún, agradeció que se calentara a medida que cubría su cuerpo con jabón, salió del baño y se vistió con prisas. Su uniforme colgaba de una percha en la pared, le gustaba usarlo ya que de esta manera no perdía tiempo escogiendo lo que usaría para ir a trabajar. Cepilló su cabello, puso un poco de polvo en su cara, labial y máscara para pestañas y, salió de su habitación.
Había pasado menos de veinte minutos. Gema aún estaba en pijamas, prefirió ayudar a su que mamá que vestirse para ir al colegio, aún tenía mucho tiempo así que puso la cafetera y le preparó un bocadillo.
―Toma, mami, te puse el café en tu vaso y empaqué el emparedado para que lleves algo de comer.
―Gracias, bebé, lamento mucho haberme quedado dormida, yo debí haber hecho tu desayuno. ―se disculpó apenada.
―No te preocupes, mami, ya soy grande y puedo ayudar, estabas cansada y necesitabas dormir, vete y no te preocupes, yo pasaré a ver a la señora Petrov.
Ivanna apretó los labios, la señora Petrov debía ser su responsabilidad no la de Gema, pero no había nada que pudiera hacer en ese momento. Tomó su vaso y desayuno, besó con rapidez a su hija en la frente, dándole las gracias y salió del apartamento cerrando la puerta.
Ivanna corrió por las escaleras rezando para llegar a tiempo de tomar el autobús que la llevaría hasta la estación del tren. Las cosas se habían complicado últimamente, pensaba que cuando Gema tuviese once años la vida sería mucho más fácil, pero no era así. Estaba agotada, no era fácil vivir en una ciudad tan cara como Londres siendo una madre soltera, trabajaba de doce a dieciséis horas diarias para poder cubrir los gastos y a veces eso no era suficiente, pero no se arrepentía de tratar de darle a Gema todas las oportunidades de obtener una buena educación.
El día estaba frío, así que apresuró sus pasos para entrar en calor, a lo lejos vio la parada y al autobús que llegaba, corrió como loca y logró subirse a él, se sentó en la silla más próxima y respiró con alivio, al fin podía relajarse un poco. Dio un trago al café que traía en sus manos y casi gimió de lo bueno que estaba. Sacó su móvil y con vergüenza tecleó un mensaje a su supervisor disculpándose por el imprevisto y anunciándole su hora de llegada, esperaba que Erick la perdonara por llegar una hora tarde. Tenía un poco de hambre, pero no podría comer hasta dentro de dos horas más o menos, apuró el resto del café deleitándose cuando sintió su estómago calentarse.
Bajó del autobús en su parada, camino por la acera y una foto en un puesto de periódicos llamó su atención, se detuvo y miró una de las revistas de la prensa amarilla. La imagen de un sonriente Gael apuñaleó su corazón. Estaba más guapo aún de lo que recordaba, la madurez había endurecido sus facciones dándole una apariencia más varonil. Una sonrisa traviesa asomaba a su cara mientras sonreía y miraba a su pareja, su última novia una tal Brithany. Recordó cómo se sintió cuando dirigió hacia ella esa misma sonrisa.
Meneó la cabeza y continuó su marcha, ¿cuándo dejaría de sentir ese salto en el corazón cada vez que veía una imagen suya? Gael nunca sería parte de su vida, eso lo había aceptado, pero lo que aún le dolía era que ni siquiera formara parte de la de Gema.
«La vida sería mucho más fácil si él me ayudara con Gema» pensó mientras bajaba la acera. Había dado unos pasos cuando se dio cuenta de que estaba atravesando por el medio de la calle. Su instinto le exigió retroceder, esquivó un coche y el que venía circulado en el otro carril le dio de lleno lanzándola unos metros más allá. Mientras volaba por los aires, un solo pensamiento cruzó su mente ¡Gema!, ¿quién cuidaría a su hija?
***
Gema preparaba el desayuno de la señora Petrov, su vecina era una anciana y había amanecido un poco resfriada, por lo que decidió pasarse por su apartamento antes de ir a la escuela. Mientras esperaba a que hirviera el agua de la tetera, la niña se entretuvo hablando con Sasha. Su gato era enorme, su pelaje era largo y atigrado de color naranja y blanco; y tenía los ojos de verde intenso. El gato maulló reclamando su comida y mirándola desde encima del microondas con desaprobación por la tardanza.
Acababa de poner el desayuno encima de la mesa cuando sonó el timbre de la puerta, la señora Petrov hizo el intento de levantarse, pero la niña colocó su mano en el hombro de la dama para evitar que lo hiciera.
―Yo iré señora Petrov, no se preocupe.
La anciana asintió agradecida.
Quería mucho a la señora Petrov, para Gema era su abuela, había sido parte de su vida desde que recordaba. Fue su nana mientras su madre tenía que salir a trabajar para que pudieran vivir.
La niña se dirigió a la puerta para ver quien llamaba con tanta insistencia. Haló un banco pequeño que estaba cerca para esos casos, se subió y miró por la mirilla para ver quién era. En ese vecindario se debía tener cuidado, su mamá siempre le recordaba que debía estar atenta y no confiar en desconocidos. Al asomarse vio a una mujer policía acompañada de otra señora. Abrió la puerta un poco preocupada.
―¿En qué puedo ayudarlas, señoras? ―preguntó con una formalidad que hubiese agradado a Ivanna. Una de las cosas en las que su mamá siempre le insistía era en que debía ser educada.
―Buscamos a la señora Annika Petrov.
―Hola, soy Gema, la señora Petrov está desayunando en la cocina.
― ¿Podemos pasar para hablar con ambas?
―Claro, ―dijo la pequeña cediendo el paso ―. Siéntense, por favor, voy a ir a buscarla.
La mente de Gema daba mil vueltas con posibles opciones de por qué una policía estaba en la sala de la señora Petrov. Ella no se había metido en líos recientemente, por lo menos no de la clase de embrollos que implicara que alguien llamara a la policía.
Pocos vecinos conocían de la existencia de Sasha, era muy cuidadosa para dejarlo salir, no quería que se perdiera, ¿se habría quejado algún vecino por su gato? O ¿tendría algo que ver con la señora Petrov? ¿Y si era algo relacionado con su mamá? Esa opción le causó mucha preocupación.
Para su desesperación trascurrieron unos minutos hasta que la señora Petrov pudo llegar a la sala, cada día caminaba más lento.
―Buenos días, soy la señora Petrov, ¿en qué puedo ayudarlas? ―preguntó la anciana.
La policía se levantó de su asiento, su cara no presagiaba nada bueno, lo que puso más inquieta aún a Gema. Un vacío en su estómago la alertó de que algo malo había ocurrido, su corazón retumbó cuando vio que la mujer se acercaba a ella. Los ojos se le humedecieron de miedo y un nudo se formó en su garganta, tomó la mano de la señora Petrov buscando consuelo.
―Tu mamá fue atropellada por un coche esta mañana…
―¿Está muerta? ―preguntó la niña interrumpiendo a la policía.
―No, cariño, tu mamá se repondrá, tuvo una fractura de cadera y del brazo derecho. ―dijo la policía ―La señora Brown ―señaló a la señora de traje ―y yo, hemos venido a llevarte al hospital para que la veas, ella es de los servicios sociales.
El alivio invadió a la niña, pero el nudo en su garganta no se disolvió, se acercó más a la señora Petrov, que le pasó un brazo por los hombros reconfortándola. «Mamá se pondrá bien, mamá se pondrá bien» se repetía en su mente. Adoraba a su madre, ellas solo se tenían la una a la otra, no había más familiares y, era la mejor del mundo o por lo menos así se lo parecía a ella. Tan paciente y amorosa, no se imaginaba la vida sin ella, sabía que criarla sola había sido muy duro, pero su mamá tenía más voluntad y determinación que muchas personas juntas.
―Hola, querida ―saludó la señora Brown ―. Necesito que recojas lo que necesites porque tu mamá deberá estar hospitalizada varios meses y no podrás quedarte sola, te buscaremos un hogar de acogida donde puedas quedarte.
Gema se horrorizó.
Su mamá siempre tenía miedo que algo le sucediese y ella se tuviera que ir a un hogar de acogida, decía que no sabía que podía pasarle allí.
No iría por nada del mundo. Si esa señora pensaba que podía llevarla a ese horrible lugar estaba equivocada. Era hora de empezar a usar sus armas.
―¿No puedo quedarme con la señora Petrov? Ella ha cuidado de mí desde que era un bebé, para mí es como mi abuela ―preguntó Gema.Su voz dejó traslucir un dejo de esperanza y puso ojos de cachorro, eso casi siempre funcionaba. La policía la miró con ternura.―Sí, señora, déjela conmigo, yo la cuidaré ―apoyó la señora Petrov ―. Su madre estará más tranquila, ella continuaría en su misma escuela, es un genio. ¿Sabe? Va a un colegio especial.―¿Son familia? ―preguntó implacable la trabajadora social.―No, pero es como si lo fuéramos, porque nos queremos como tal, además yo cuido de Gema e Ivanna cuida de mí.―No es posible, señora Petrov, si fuesen familia la consideraríamos como una opción, pero por su edad no califica como padre temporal, además de que los t
―¡Oh, querida!, todo estará bien, tu mamá mejorará pronto y estarán juntas de nuevo, te buscaré un buen hogar para que te cuiden, verás que el tiempo pasa volando ―exclamó la señora enternecida por la hermosa niña.Gema se acercó y la abrazó. La trabajadora social le dio unas palmaditas de consuelo en la espalda. La niña se separó y le dedicó una sonrisa tierna―Gracias, señora Brown, es usted una persona muy buena y amable ―dijo Gema con adulación ―Queda un poco de jugo de naranja en el refrigerador y tengo sed, ¿puedo tomar un poco? Por favor. No sé si en el hogar al que voy habrá jugo del que me gusta.La mirada triste de la niña le rompió el corazón.―Sí, claro, querida, yo esperaré ―. Así le daría tiempo de calmarse un poco, sí, «podría perder un
Gema salió del hospital, programó el GPS de su móvil para llegar a la estación del tren más cercana. Caminó unas tres manzanas, pendiente de que la señora Brown no la estuviese siguiendo, no sabía el efecto que tendría en ella el laxante y cuanto tiempo tardaría en el baño.Al llegar a la estación se acercó a un mapa y buscó el tren que se dirigía a Whitehall en el distrito financiero de Londres. Una hora después, tras prácticamente haber atravesado la ciudad salía de la estación a escasas cuadras del edificio del consorcio empresarial que era propiedad de su padre.Su GPS la guio por las calles desconocidas hasta la dirección que estaba escrita en las cartas, caminó mirando los edificios y vitrinas, nunca había estado en esa parte de la ciudad pensó mientras entraba en el lujoso edificio. Esperaba que su pap&a
Gema sentía que su corazón retumbaba, estaba muy nerviosa, no sabía que sentía en ese momento ahora que tenía a su padre enfrente, no sabía qué haría si la rechazaba o no quería ayudarla, su plan solo llegaba hasta allí, así que decidió que atacaría directamente.―Hola, Gema ―respondió su padre.Gael la miraba con intensidad. «Es una niña increíblemente bella», pensó, sus rasgos eran muy parecidos a los que recordaba de su madre, pero a diferencia de Ivanna, esta niña tenía los ojos azules típicos de los Evans. No dudaba de su paternidad, Ivanna era virgen cuando se acostó con él, las fechas coincidían, pero al verla a los ojos se reafirmó su certeza de que esta niña era suya.El amor lo inundó, quería abrazarla, pero por su actitud creía que ella no aceptar
Gael se sumió en sus recuerdos, su mente regresó al momento que vio a Ivanna por primera vez, doce años atrás.Había conocido al señor Smirnov por medio de su padre. El ruso tenía negocios en Ucrania y buscaba un socio que aportara un poco de capital, su padre estaba muy interesado porque era una muy buena oferta. El negocio era un gran hotel con centro comercial en Kiev la capital de ese país. Fueron invitados a una cena en Brighton, donde el señor Smirnov tenía una mansión, pasarían la noche y regresarían a Londres después del desayuno.Durante la cena estuvieron presentes, el señor Smirnov, su padre y él. El hombre era un negociador nato y la sobremesa se prolongó por horas hasta que llegaron a unas condiciones que ambos empresarios consideraron adecuadas.Celebraron el cierre del negocio con vodka ruso, él bebió más de l
Cuando llegaron al hospital, Gema condujo a su padre hasta la sala de espera donde le había indicado la trabajadora social que debía esperarla. Gael se acercó al estar de enfermeras donde una rubia guapa vestida de uniforme de enfermería revisaba unas historias.―La habitación de la señora Ivanna Smirnov ―preguntó a la chicaLa enfermera levantó la vista de lo que estaba leyendo, lo miró a los ojos para después descender hasta donde le llegaba la vista, satisfecha con lo que vio, levantó su mirada y le sonrió coqueta.―¿Es familiar de la señora Smirnov? ―preguntó solicita.Gema volteó los ojos provocando en su padre una sonrisa.―Soy el padre de la hija de la señora Smirnov ―respondió señalando a la niña, aún con la sonrisa en los labios.La enfermera Smith entró en ese momento al cub&iacut
Cuando regresaron al hospital los estaba esperando la trabajadora social junto a un policía. La señora Brown era una mujer de unos cuarenta años, pelo castaño, cara de cansancio y, delgada como una espiga. Estaba hablando con la enfermera Smith, parecía bastante molesta.Gael previendo que esto podía ocurrir, le pidió a Ian que se acercara al hospital con el certificado de nacimiento y las cartas que había dejado encima de su escritorio, para solventar cualquier problema legal que pudiera presentarse con la trabajadora social.Imaginaba que la mujer estaría lo bastante enfadada con Gema como para ponerse pesada y había tenido razón, «mira que darle medio frasco de laxante, irá al baño hasta el día del juicio final», pensó Gael divertido.―¡Aquí estás!, pequeña estafadora, no podrás volver a escaparte de mí,
Salieron del hospital media hora más tarde, después de que una enfermera les pidiera abandonar la habitación. Ivanna debería dormir toda la noche por los efectos residuales de la anestesia. Gael le pidió al chofer que los llevara a su ático, Gema protestó, ella debía volver a su casa con la señora Petrov, si no lo hacía ¿quién cuidaría de la abuela y de Sasha?Con mucha paciencia Gael le explicó que la señora Thompson, su secretaria, le informó que había contratado a una chica para que atendiera a la anciana y al gato desde esa misma tarde. Le prometió que a la mañana siguiente la llevaría a visitarla. La niña no se quedó tranquila hasta haber hablado con la señora Petrov por teléfono durante todo el camino hasta el ático, una sonrisa asomó a sus labios cuando la escuchó preguntar mil