Cuando llegaron al hospital, Gema condujo a su padre hasta la sala de espera donde le había indicado la trabajadora social que debía esperarla. Gael se acercó al estar de enfermeras donde una rubia guapa vestida de uniforme de enfermería revisaba unas historias.
―La habitación de la señora Ivanna Smirnov ―preguntó a la chica
La enfermera levantó la vista de lo que estaba leyendo, lo miró a los ojos para después descender hasta donde le llegaba la vista, satisfecha con lo que vio, levantó su mirada y le sonrió coqueta.
―¿Es familiar de la señora Smirnov? ―preguntó solicita.
Gema volteó los ojos provocando en su padre una sonrisa.
―Soy el padre de la hija de la señora Smirnov ―respondió señalando a la niña, aún con la sonrisa en los labios.
La enfermera Smith entró en ese momento al cub&iacut
Cuando regresaron al hospital los estaba esperando la trabajadora social junto a un policía. La señora Brown era una mujer de unos cuarenta años, pelo castaño, cara de cansancio y, delgada como una espiga. Estaba hablando con la enfermera Smith, parecía bastante molesta.Gael previendo que esto podía ocurrir, le pidió a Ian que se acercara al hospital con el certificado de nacimiento y las cartas que había dejado encima de su escritorio, para solventar cualquier problema legal que pudiera presentarse con la trabajadora social.Imaginaba que la mujer estaría lo bastante enfadada con Gema como para ponerse pesada y había tenido razón, «mira que darle medio frasco de laxante, irá al baño hasta el día del juicio final», pensó Gael divertido.―¡Aquí estás!, pequeña estafadora, no podrás volver a escaparte de mí,
Salieron del hospital media hora más tarde, después de que una enfermera les pidiera abandonar la habitación. Ivanna debería dormir toda la noche por los efectos residuales de la anestesia. Gael le pidió al chofer que los llevara a su ático, Gema protestó, ella debía volver a su casa con la señora Petrov, si no lo hacía ¿quién cuidaría de la abuela y de Sasha?Con mucha paciencia Gael le explicó que la señora Thompson, su secretaria, le informó que había contratado a una chica para que atendiera a la anciana y al gato desde esa misma tarde. Le prometió que a la mañana siguiente la llevaría a visitarla. La niña no se quedó tranquila hasta haber hablado con la señora Petrov por teléfono durante todo el camino hasta el ático, una sonrisa asomó a sus labios cuando la escuchó preguntar mil
A Gael le costó dos horas y cientos de explicaciones calmar a sus padres.Un furioso William caminaba de aquí para allá. Los ojos de Miranda refulgían de rabia―¿Cómo pudo el señor Smirnov atentar contra la vida de su hija?―Yo tampoco lo concibo papá, sé que esas prácticas son comunes en la Bratvá, pero Iván Smirnov no pertenecía a ninguna organización criminal. ¿Recuerdas que lo mandamos a investigar en aquel entonces?―Sí, lo recuerdo ―respondió Williams con el ceño fruncido.―En ese momento no supe el nombre del prometido de Ivanna, el investigador que contraté para buscarla me hizo creer que ella se había casado seis meses después con Vladimir Kuznetsov, y la información que manejo de sus negocios es que su fortuna proviene de tratos corruptos con el gobierno, pero no hay indicios de que pert
Ivanna abrió los ojos con pesadez, le dolía todo el cuerpo, miró a su alrededor buscando a Gema. No estaba, ¿dónde estaría su hija?, se preguntó con preocupación. Frunció el ceño al darse cuenta de que estaba en una habitación privada lo que incrementó su ansiedad porque estaba segura de que su seguro médico no cubría ese gasto adicional. Hablaría con la enfermera tan pronto entrara por esa puerta para que la trasladaran a una sala común. Como en una avalancha, su cabeza se llenó de imágenes de Gael, su mente se empañaba en gritarle que él estuvo allí al lado de su hija. Que le prometió cuidarla, pero pensó que eso era imposible y que era probable que su alucinación fuese producto de la anestesia, porque nunca le había operado antes y por consiguiente jamás la habían anestesiado por completo. Mientras estaba sumida en sus pensamientos, su mejor amiga, Olivia, entró en la habitación, se conocían desde que ambas empezaron a trabajar en la recepción del hotel diez
Vladimir Kuznetsov quedó impactado por la belleza de Ivanna, no pudo despegar sus ojos de ella, sintió como una erección comenzaba a formarse en su entrepierna por lo que se obligó a retirar su mirada de la chica.―¿Quién es la joven del vestido gris? ―pregunto a su socio y amigo Bogdan.―Es la hija de mi sobrino Iván, de quien te hablé. La niña se llama Ivanna y tiene quince años, cuando termine de crecer será tan hermosa que mi sobrino tendrá que tener cuidado con ella, espantar a los buitres, porque con esa belleza podrá hacer un excelente matrimonio con un hombre de buena posición.―¿Puedes presentarme a tu sobrino? Creo que acaba de encontrar un yerno adecuado.Bogdan rio por el comentario.―Por supuesto, estoy seguro de que Iván estará encantado con la propuesta.Unos minutos después Iván no cabía
Como lo prometió, Vladimir llegó al día siguiente para la cena. Por instrucciones de Gunila, Ivanna se puso un vestido sencillo juvenil y unas ballerinas que combinaban. Su ropa llegó al mediodía por lo que tuvo de donde escoger. Una vez vestida, cepilló su cabello y solo usó un poco de brillo labial y el perfume con olor a vainilla que le encantaba. Gunila quería que Vladimir viera a Ivanna fuera del lujoso vestido, que se diera cuenta de que era una chiquilla que no sabría ocupar el lugar de la esposa que él necesitaba. Sin embargo, no pudo ocultar la belleza de Ivanna a pesar de que lo intentó. Cuando la joven entró al salón acompañada de su inseparable nana, Iván la miró apreciando la belleza y lozanía de la joven y pensó que era afortunado al recoger el fruto antes de que cayera, quería verla madurar y convertirse en la hermosa mujer que sería. Por eso se la trajo no podía correr el riesgo de que se enamorara de un hombre más joven y perderla. ¡No! Ella
El día de su partida, Vladimir hizo acto de presencia, llegó con un guardarropa nuevo para ella, alegando que su prometida debía estar siempre elegante. La ropa aunque hermosa era para una persona de más edad de la que Ivanna tenía, resignada a usarla, la joven agradeció el regalo.Cuando fue a despedirse de ella, rozó su mejilla con las yemas de sus dedos largos y huesudos.―Recuerda siempre, Ivanna, que eres mía, ve, aprende y vuelve hecha una mujer refinada, estoy ansioso que pasen estos tres años para poder tenerte, mientras tanto piensa mucho en mí, yo pensaré constantemente en el día de tu regreso, preciosa mía.La repulsión de su toque la hizo temblar, él sonrió pensando que era timidez.Partió de Rusia en un avión privado que se dirigía a Suiza acompañada de Gunila y Nana. Aunque había viajado en otras
Ivanna caminó hasta el coche que la esperaba, su padre se encontraba sentado detrás del volante. La chica arrastró sus pesadas maletas hasta el maletero del vehículo, esperando que este le ayudara a subirlas. Iván no se movió de su asiento, por lo que la joven entendió que debía arréglaselas como pudiera. En otro momento su padre la habría ayudado, lo que le indicó lo enfadado que estaba.Como pudo se las arregló y después de cerrar el maletero se dirigió al asiento del copiloto, abrió la puerta, se subió al coche y ajustó el cinturón de seguridad. Iván arrancó el vehículo sin decir una palabra. Ivanna se quedó callada mirando su regazo, estaba asustada por el silencio de su padre. Algunos kilómetros después cuando pensó que no podía aguantar más la tensión, Iván detuvo el coc