Gema sentía que su corazón retumbaba, estaba muy nerviosa, no sabía que sentía en ese momento ahora que tenía a su padre enfrente, no sabía qué haría si la rechazaba o no quería ayudarla, su plan solo llegaba hasta allí, así que decidió que atacaría directamente.
―Hola, Gema ―respondió su padre.
Gael la miraba con intensidad. «Es una niña increíblemente bella», pensó, sus rasgos eran muy parecidos a los que recordaba de su madre, pero a diferencia de Ivanna, esta niña tenía los ojos azules típicos de los Evans. No dudaba de su paternidad, Ivanna era virgen cuando se acostó con él, las fechas coincidían, pero al verla a los ojos se reafirmó su certeza de que esta niña era suya.
El amor lo inundó, quería abrazarla, pero por su actitud creía que ella no aceptaría eso, por lo menos todavía no. ¡Dios! que haría con una hija preadolescente, no tenía idea de cómo tratarla, él era hijo único por lo que no tenía sobrinos con quien practicar. Su madre se pondría eufórica, tenía demasiado tiempo insistiendo en que debía casarse y tener hijos, pero después se molestaría con él por no estar casado con la madre. Y su padre recordaría el incidente con el señor Smirnov, le tomó cerca de dos años hacer que lo olvidara y no era porque sus padres rigieran su vida, era un adulto muy independiente, pero amaba a sus padres, eran una parte importante en su vida y no haría nada que pudiera lastimarlos.
Ella caminó indecisa hasta el centro de su oficina antes de percatarse del hombre que estaba sentado en un sofá cercano. Gael al verla mirando en la dirección de Ian, se apresuró a presentárselo tratando de superar la tensión del momento,
―Gema, permíteme presentarte a mi amigo y abogado Ian McDonald.
― ¿Crees necesitar uno, Gael? ―preguntó desafiante.
― ¿Un amigo? ―Su padre preguntó extrañado.
―No, un abogado.
Gael se percató de la tensión en su cuerpo, que tonto fue al no pedirle a Ian que se marchara.
―¡Oh, no!, es accidental que él esté aquí, no tiene que ver con que hayas venido ―dijo para calmarla.
Gema se relajó un poco. La cara de su padre no refleja disgusto y parecía muy abierto a escucharla.
―Gael, lamento molestarte, pero necesito tu ayuda. Mi mamá fue atropellada esta mañana...
― ¿Ivanna, está bien? ―preguntó Gael interrumpiéndola.
―Sí, mamá se repondrá, pero estará hospitalizada por lo menos dos meses, como no tenemos más familia, la trabajadora social me llevará a un hogar de acogida y yo quiero quedarme con la señora Petrov ―explicó la chica con paciencia.
― ¿Quién es la señora Petrov y dónde está la trabajadora social? ―cuestionó Gael preocupado
―La señora Petrov es nuestra vecina, ella ha cuidado de mí desde que era un bebé, ayudando a mi mamá cuando esta tenía que trabajar tiempo extras, que era casi siempre, pero ahora es muy anciana y no me permiten quedarme con ella. No sé dónde está la trabajadora social, aunque creo que en este momento debe estar en nuestro apartamento buscándome. La última vez que la vi, corría al baño del hospital.
― ¿Y quién te trajo a buscarme? ―preguntó esperando que le dijera que la señora Petrov.
―Vine sola, salí del hospital, tomé un tren…
―Pero eres una niña, que irresponsabilidad de la trabajadora social, Ian, por favor, dile a la señora Thompson que llame a los servicios sociales y avise de que Gema está conmigo, igualmente quiero hablar con el supervisor de la señora... ―Gael interrumpió su orden para preguntarle a Gema quien era la trabajadora social.
―La señora Brown, pero no fue su culpa Gael, ella debía ir al baño con urgencia el laxante no le daba otra opción.
― ¿Qué laxante? ―preguntó tratando de entender.
―El que puse en su jugo para poder escapar.
Gema se expresó con una seriedad y tranquilidad que hicieron que la mandíbula de su padre se desencajara de la sorpresa. Ian simplemente se ahogó o trato de reírse, no le quedó muy claro a Gael.
―Gema, ¿por qué no me cuentas todo desde el principio?
―¿El principio desde qué abandonaste a mi madre a su suerte o lo quieres desde esta mañana? ―preguntó con rencor.
―Yo no abandoné a tu madre, nunca supe de tu existencia, pero empieza desde esta mañana que fue donde al parecer comenzó todo ―preguntó sintiendo un ligero dolor de cabeza
―Devolviste sus cartas, para mí eso es abandono ―replicó la niña para desesperación de su padre.
Gael se debatía entre corregirla o terminar de escuchar su relato. Resignado le hizo un gesto para que continuara
―Esta mañana, mi mamá salió a trabajar muy temprano como hace todos los días, yo me fui al apartamento de la señora Petrov, estaba preparando su desayuno y la comida de Sasha cuando…
―No fui yo quien devolvió sus cartas ―explicó Gael sin poder aguantarse ―¿Quién es Sasha? ― preguntó cada vez más nervioso.
―El gato de la señora Petrov, quien en realidad es mi gato pero mi mamá no lo sabe. ¿Puedo continuar sin que me interrumpas a cada segundo? ―reclamó la muy pilla.
Ian se rio entre dientes.
―Sigue ―pidió tratando de mantener la paciencia.
―Bueno, estaba haciendo el desayuno cuando sonó el timbre, fui a abrir la puerta, era una policía y una trabajadora social que venían a decirme del accidente de mamá y a recogerme para llevarme a un hogar de acogida. En ese momento no me quedó más opción que buscar las pruebas de que tú eres mi padre, tomar el dinero que mamá guarda para emergencias y venir a buscarte. Para poder hacerlo debía incapacitar a la señora Brown por lo que le ofrecí un jugo de naranja y le puse medio frasco del laxante de la señora Petrov. Gael, no podía hacer otra cosa que venir a buscarte ―explicó Gema.
―Está bien, hiciste lo correcto, en venir a buscarme quiero decir, no en darle un laxante a la señora Brown. ¿Desde cuándo sabes de mi existencia?
―Siempre lo he sabido, mi mamá me habló de ti desde que asistía a la guardería, y me di cuenta de que los demás niños tenían un papá y yo no.
Gael sintió su pecho apretarse ante lo discriminada que debió sentirse su hija por no tenerlo a su lado, se sorprendió del dolor que sintió y del alud de sentimientos que la pequeña despertaba en él.
―Ella ha tratando de justificarte, pero a los siete años, vi por primera vez una carta devuelta por ti, esa noche oí llorar a mi mamá. A los ocho años volvió a ocurrir, encontré las cartas, una fechada por mis cálculos en los primeros tiempos del embarazo, otra días después de haber nacido, después te escribía una vez al año, aproximadamente un mes antes de mi cumpleaños; le pedí que no te escribiera más. No quería venir aquí, no era el tiempo de conocerte, no estaba en mis planes aún ―explicó la niña.
―En primer lugar, yo nunca vi las cartas de Ivanna, hubiese acudido por ustedes de inmediato, tengo mis sospechas de quien fue y te aseguro que lo pagará, y en segundo lugar, ¿Ese tiempo de conocerme, cuándo sería según tus planes? ―preguntó no estando seguro de querer escuchar su respuesta.
―Ya no importa mantenerlo oculto, pensaba venir cuando tuviera veinte años, verás me faltan tres años para terminar la secundaria…
―¿Tres años? Sí solo tienes once años ―exclamó extrañado.
―Soy un genio, mi coeficiente intelectual es de ciento cincuenta. No me interrumpas más, por favor, si quieres que siga hablando contigo ―lo regañó con petulancia ―. Cuatro años de universidad estudiando banca y finanzas, dos años más de una maestría en negocios son ocho años, pensaba hacer un doctorado, pero me tardaría más. Como seguramente me graduaría como la mejor de mi clase, vendría aquí para pedirte trabajo, después de un tiempo que lograra impresionarte y volverme indispensable para ti, te diría que soy tu hija y te abandonaría ―levantó la barbilla con arrogancia, la misma que él veía en el espejo todos los días―. Lamentablemente mamá tuvo un accidente y es más importante para mí que ella esté tranquila a mis planes para ti.
Gael miró a Ian, los ojos de ambos hombres reflejaban la misma incredulidad, no podía salir de su asombro, esta niña, su hija, ¡era una pequeña arpía!
***
Mientras iba rumbo al hospital, el móvil de Gael empezó a sonar, miró la pantalla, Brithany, ¡Demonios! Qué momento más inoportuno para llamar, no quería conversar con ella delante de Gema, así que desvió la llamada. A los segundos volvió a sonar, si lo volvía a llamar era importante. Una de las cosas que más le gustaba de su novia era que le daba espacio, no era pegajosa, ni andaba todo el tiempo detrás de él, aparte de que parecía no sufrir de celos. Cuando la conoció le intrigó que parecía inmune a sus encantos.
Contestó.
―Hola, Brithany.
Le dio una mirada a Gema que parecía muy contenta de mirar por la ventana
―Gael, cariño, lamento molestarte, pero no podremos vernos hoy, acaban de llegar a la galería los cuadros que estábamos esperando para la exposición del próximo mes y tenemos que sacarlos para revisarlos, registrarlos en el sistema, en fin saldré tarde del trabajo. Te llamé ahora porque después no tendré tiempo y no quería olvidarlo.
―Está bien, no te preocupes a mí también me surgió algo, después hablamos, estoy ocupado en este momento, adiós.
La despedida de Brithany se perdió al colgar la llamada.
―No dejes que mi aparición perturbe tu vida amorosa, Gael, no tengo intención de quedarme contigo, solo quiero que le digas a la trabajadora social que te ocuparás de mí para sacármela de encima, después puedes dejarme con la señora Petrov, allí estaré muy bien cuidada ―aseguró Gema.
―No, Gema, tú eres mi hija y te quedarás conmigo, hasta ahora desconocía de tu existencia, pero ahora que estás aquí, que sé que existes, formaré parte de tu vida, te prometo que siempre estaré para todo lo que necesites. Vivirás conmigo, por lo menos hasta que Ivanna se restablezca ―suspiró con pesar ―. Nunca vi las cartas que tu madre me envió, durante un tiempo la busqué, pero no la encontré.
―La señora Petrov me necesita y Sasha también ―explicó Gema con terquedad.
―Me ocuparé de que alguien la atienda a ella y al gato no te preocupes por eso.
Le sorprendió mucho lo expresado por la niña, pensaba que ella quería quedarse con él o por lo menos que pensara que debía hacerlo, pero la realidad de saber que su hija solo lo buscó para usarlo de tapadera le dolió. Tenía un largo camino que recorrer para que ella lo perdonara pero no se iba a rendir, ya se daría cuenta Gema de donde había heredado el carácter resuelto y tenaz que poseía.
Gael se sumió en sus recuerdos, su mente regresó al momento que vio a Ivanna por primera vez, doce años atrás.Había conocido al señor Smirnov por medio de su padre. El ruso tenía negocios en Ucrania y buscaba un socio que aportara un poco de capital, su padre estaba muy interesado porque era una muy buena oferta. El negocio era un gran hotel con centro comercial en Kiev la capital de ese país. Fueron invitados a una cena en Brighton, donde el señor Smirnov tenía una mansión, pasarían la noche y regresarían a Londres después del desayuno.Durante la cena estuvieron presentes, el señor Smirnov, su padre y él. El hombre era un negociador nato y la sobremesa se prolongó por horas hasta que llegaron a unas condiciones que ambos empresarios consideraron adecuadas.Celebraron el cierre del negocio con vodka ruso, él bebió más de l
Cuando llegaron al hospital, Gema condujo a su padre hasta la sala de espera donde le había indicado la trabajadora social que debía esperarla. Gael se acercó al estar de enfermeras donde una rubia guapa vestida de uniforme de enfermería revisaba unas historias.―La habitación de la señora Ivanna Smirnov ―preguntó a la chicaLa enfermera levantó la vista de lo que estaba leyendo, lo miró a los ojos para después descender hasta donde le llegaba la vista, satisfecha con lo que vio, levantó su mirada y le sonrió coqueta.―¿Es familiar de la señora Smirnov? ―preguntó solicita.Gema volteó los ojos provocando en su padre una sonrisa.―Soy el padre de la hija de la señora Smirnov ―respondió señalando a la niña, aún con la sonrisa en los labios.La enfermera Smith entró en ese momento al cub&iacut
Cuando regresaron al hospital los estaba esperando la trabajadora social junto a un policía. La señora Brown era una mujer de unos cuarenta años, pelo castaño, cara de cansancio y, delgada como una espiga. Estaba hablando con la enfermera Smith, parecía bastante molesta.Gael previendo que esto podía ocurrir, le pidió a Ian que se acercara al hospital con el certificado de nacimiento y las cartas que había dejado encima de su escritorio, para solventar cualquier problema legal que pudiera presentarse con la trabajadora social.Imaginaba que la mujer estaría lo bastante enfadada con Gema como para ponerse pesada y había tenido razón, «mira que darle medio frasco de laxante, irá al baño hasta el día del juicio final», pensó Gael divertido.―¡Aquí estás!, pequeña estafadora, no podrás volver a escaparte de mí,
Salieron del hospital media hora más tarde, después de que una enfermera les pidiera abandonar la habitación. Ivanna debería dormir toda la noche por los efectos residuales de la anestesia. Gael le pidió al chofer que los llevara a su ático, Gema protestó, ella debía volver a su casa con la señora Petrov, si no lo hacía ¿quién cuidaría de la abuela y de Sasha?Con mucha paciencia Gael le explicó que la señora Thompson, su secretaria, le informó que había contratado a una chica para que atendiera a la anciana y al gato desde esa misma tarde. Le prometió que a la mañana siguiente la llevaría a visitarla. La niña no se quedó tranquila hasta haber hablado con la señora Petrov por teléfono durante todo el camino hasta el ático, una sonrisa asomó a sus labios cuando la escuchó preguntar mil
A Gael le costó dos horas y cientos de explicaciones calmar a sus padres.Un furioso William caminaba de aquí para allá. Los ojos de Miranda refulgían de rabia―¿Cómo pudo el señor Smirnov atentar contra la vida de su hija?―Yo tampoco lo concibo papá, sé que esas prácticas son comunes en la Bratvá, pero Iván Smirnov no pertenecía a ninguna organización criminal. ¿Recuerdas que lo mandamos a investigar en aquel entonces?―Sí, lo recuerdo ―respondió Williams con el ceño fruncido.―En ese momento no supe el nombre del prometido de Ivanna, el investigador que contraté para buscarla me hizo creer que ella se había casado seis meses después con Vladimir Kuznetsov, y la información que manejo de sus negocios es que su fortuna proviene de tratos corruptos con el gobierno, pero no hay indicios de que pert
Ivanna abrió los ojos con pesadez, le dolía todo el cuerpo, miró a su alrededor buscando a Gema. No estaba, ¿dónde estaría su hija?, se preguntó con preocupación. Frunció el ceño al darse cuenta de que estaba en una habitación privada lo que incrementó su ansiedad porque estaba segura de que su seguro médico no cubría ese gasto adicional. Hablaría con la enfermera tan pronto entrara por esa puerta para que la trasladaran a una sala común. Como en una avalancha, su cabeza se llenó de imágenes de Gael, su mente se empañaba en gritarle que él estuvo allí al lado de su hija. Que le prometió cuidarla, pero pensó que eso era imposible y que era probable que su alucinación fuese producto de la anestesia, porque nunca le había operado antes y por consiguiente jamás la habían anestesiado por completo. Mientras estaba sumida en sus pensamientos, su mejor amiga, Olivia, entró en la habitación, se conocían desde que ambas empezaron a trabajar en la recepción del hotel diez
Vladimir Kuznetsov quedó impactado por la belleza de Ivanna, no pudo despegar sus ojos de ella, sintió como una erección comenzaba a formarse en su entrepierna por lo que se obligó a retirar su mirada de la chica.―¿Quién es la joven del vestido gris? ―pregunto a su socio y amigo Bogdan.―Es la hija de mi sobrino Iván, de quien te hablé. La niña se llama Ivanna y tiene quince años, cuando termine de crecer será tan hermosa que mi sobrino tendrá que tener cuidado con ella, espantar a los buitres, porque con esa belleza podrá hacer un excelente matrimonio con un hombre de buena posición.―¿Puedes presentarme a tu sobrino? Creo que acaba de encontrar un yerno adecuado.Bogdan rio por el comentario.―Por supuesto, estoy seguro de que Iván estará encantado con la propuesta.Unos minutos después Iván no cabía
Como lo prometió, Vladimir llegó al día siguiente para la cena. Por instrucciones de Gunila, Ivanna se puso un vestido sencillo juvenil y unas ballerinas que combinaban. Su ropa llegó al mediodía por lo que tuvo de donde escoger. Una vez vestida, cepilló su cabello y solo usó un poco de brillo labial y el perfume con olor a vainilla que le encantaba. Gunila quería que Vladimir viera a Ivanna fuera del lujoso vestido, que se diera cuenta de que era una chiquilla que no sabría ocupar el lugar de la esposa que él necesitaba. Sin embargo, no pudo ocultar la belleza de Ivanna a pesar de que lo intentó. Cuando la joven entró al salón acompañada de su inseparable nana, Iván la miró apreciando la belleza y lozanía de la joven y pensó que era afortunado al recoger el fruto antes de que cayera, quería verla madurar y convertirse en la hermosa mujer que sería. Por eso se la trajo no podía correr el riesgo de que se enamorara de un hombre más joven y perderla. ¡No! Ella