El silencio reinó en la sala por unos segundos. Alexandra y Tatiana hicieron el intento de levantarse para mirar a la bebé, pero un movimiento de la mano de Alexander las mantuvo en sus sillas.―¿Tienes alguna prueba de que esa niña es hija de mi padre? ―preguntó Alexander.―Solo tienes que mirarla para saber que es tu hermana, sin embargo, estoy dispuesta a que le hagan las pruebas necesarias para demostrarlo.―¿Por qué no dijiste que estabas embarazada cuando nos entregaste la custodia de Garald? ―preguntó Dimitri.―Estaba desesperada por marcharme de este sitio y no quería tener otro bebé por lo que quise abortar ―Kira calló por un momento y se removió inquieta ―No pude, Darya se movió en mi vientre, entonces tomé conciencia de que era un bebé que no tenía la culpa de tener los padres que la engendraron. Así que aquí estoy dispuesta a entregarla a ustedes para que la críen junto a su hermano.―¿No dijiste que querías recuperar la custodia de Garald? ―preguntó Alexander.―Sí, lo dij
Katerina, Konstantin, Damien, Alexa, Garald e Ignati se encontraban en la mesa de la cocina tomando su desayuno cuando entró la niñera de Darya con la nena en brazos. Al verlos se quedó parada en la puerta con incertidumbre. Recordaba la cara de consternación de la señora Katerina y el ceño fruncido de algunos de los chicos cuando el señor Alexander presentó a Darya como su hermana.―Pasa, Rada ―dijo Katerina con amabilidad en ruso.―Gracias, señora ―respondió la chica en un inglés con mucho acento.―Sienta a Darya en la silla de bebé ―indicó Katerina ―Acaba de llega y le pedí a Konstantin que la armara.La chica obedeció y Alexa se levantó a ayudarla, tomó la mano de su nueva hermana, una sonrisa triste adornaba su rostro.―Ojalá papá estuviera aquí, te habría amado, Darya, como me quiso a mí, pero no te preocupes pequeña, que todos te querremos y te cuidaremos, te lo prometo, ¿no es cierto, hermanos?―Es cierto ―aseguró Konstantin ―al principio estaba molesto, pero era con papá por
Hubo un silencio absoluto en la habitación, la sorpresa no dejó a los chicos hablar, de repente todas las voces estallaron en preguntas. Mikail, Konstantin y Damien estaban felices con la elección de esposa de Alexander, querían a Katerina y que casara con su hermano les daba tranquilidad. Sobre todo, a Konstantin, que muchas veces pensó en lo que sucedería con ellos si su hermano se casaba con una mujer que no los quería. El chico venía arrastrando un miedo a ser abandonado desde que su madre lo dejó con Vladimir, su experiencia con su padre no fue cercana. Sin embargo, no eran ellos la máxima preocupación de Alexander sino Alexa. Miró a su hermana para medir su reacción. La cara de la niña mostraba confusión.―Pero, Alexander, tú eres mi hermano y ella es mi mamá ¿eso no está mal? ―preguntó Alexa un poco asustada.El silencio reinó en la sala, los rostros de sus hermanos se giraron hacia Alexander esperando su respuesta.―Alexa, las cosas no van a cambiar ―explicó Alexander intuyend
Katerina pensó que sus temblorosas piernas no la dejarían acercare a la caseta del jardín, pero de alguna manera se las arregló para llegar hasta el umbral de la entrada. Alexander hizo el resto del camino, se acercó poco a poco con la mirada anclada a la suya. Cuando estuvo frente a ella, sacó del bolsillo de su chaqueta un estuche de joyería, lo abrió, se arrodilló frente a Katerina y le dijo:―Hoy, delante de nuestra familia y con su consentimiento, yo, Alexander Kuznetsov te pido en matrimonio, Katerina ¿Quieres hacerme el hombre más feliz del mundo y casarte conmigo? Porque de nada vale, mi riqueza, mi vida y mi libertad si tú no me amas, porque puedo asegurarte de que yo te amo por encima de todas esas cosas. Te amo tanto, que he renunciado a todo para ser libre de pedirte que seas mi esposa.Conmovida, Katerina se dejó caer de rodillas frente a Alexander y tomó su cara entre sus manos hasta unir su frente con la suya―¿Qué has hecho, amor mío? ―preguntó emocionada.―Renuncié a
La noche sorprendió a los invitados bailando en la improvisada pista de baile. La música era lenta. Alexander y Katerina habían cumplido con todo el protocolo de la boda y habían partido el pastel, en ese momento se movían con suavidad en la pista de baile. Él sin la chaqueta del esmoquin y sin la corbata de lazo, ella sin sus tacones, en sus pies cargaba sus zapatillas de pijama. ―Creo que llegó la hora de irnos ―le susurró Alexander en su oreja. ―Déjame despedirme de… ―No, amor, los novios se fugan, el equipaje está en la maleta del coche. ―Pero, Alexander, debo darles instrucciones a las niñeras... ―Amor, los niños estarán bien, además, mis tías se quedarán hasta que volvamos de la luna de miel, si pudieron criarnos a nosotros que éramos unos demonios de seguro podrán con nuestros niños. ―Sé que tienes razón, es la costumbre de estar pendiente, pero está bien, será divertido fugarnos. Los chicos también ayudarían, los mayores se ocuparían de los más pequeños. La familia era g
Primer Epílogo Gael desayunaba en su habitación, Ivanna aún estaba dormida. Había pasado una noche agitada, su vientre voluminoso no la había dejado dormir bien, se levantó muchas veces para ir al baño, después la posición acostada le resultó incomoda, se ahogaba y le dolía la espalda. Él, pacientemente buscó almohadas y cojines para aliviarla, hasta que su mujer encontró una postura cómoda semisentada. Cerca del amanecer el agotamiento había ganado la batalla y se encontraba en el más profundo de los sueños. Un quejido hizo que levantara la cabeza de la tableta donde leía las noticias, Ivanna se removía en la cama, miró un rato a su esposa hasta que vio que seguía profundamente dormida. Sin hacer ningún ruido salió de la habitación pasó primero por la habitación de Billy y vio que estaba despierto, su niñera Anna intentaba vestirlo mientras el inquieto niño saltaba en la cama. ―¡Papá! ―gritó el chiquillo lanzándose de la cama para ir a su encuentro. Gael lo levantó en sus brazos ri
Segundo epílogo Katerina estaba recostada en su cama, en la única posición en la que podía acostarse con su voluminoso vientre: de lado. Se había sentido muy mal desde el principio del embarazo, por lo que pensó que tendría un niño. Su sorpresa fue mayúscula cuando se enteró de que esperaba otra niña. Al principio no podía creer que estaba embarazada, durante mucho tiempo evitó tener otro niño porque había demasiados que cuidar. A su edad pensaba que era imposible salir embarazada por lo que se descuidó. Impaciente miró el reloj, Alexa no había llegado aún. La había extrañado muchísimo durante todos los meses que estuvo fuera. Con una sonrisa pícara pensó en la cara que pondría cuando la viera embarazada. No tuvo que esperar mucho, su hija subió corriendo las escaleras y se precipitó hacía su habitación, sin detenerse a tocar abrió la puerta. ―¿Mamá? ¿Qué es eso? ―Eso, es tu hermanita. ―¡Oh, mi Dios! Pero… ¿Cómo paso? ―Alexa, cariño, eres médica, ¿acaso debo explicártelo? ―¡Mam
Tercera parte: Gema Dicen que la curiosidad mató al gato, pero Gema creía que en su caso la salvaría de cometer un grave error en su muy planificada vida. Todo comenzó cuando tenía quince años y estaba en el último año de la escuela secundaria. Según los patrones educativos era muy chica para graduarse y entrar a la universidad y lo hubiese logrado antes, pero su madre, trató por todos los medios de que tuviera una infancia normal. Algo completa y absolutamente incompatible con su elevado coeficiente intelectual. Ese día en particular estaba en uno de sus lugares favoritas de la casa donde vivía: La habitación del pánico. Desde ese lugar se podía vigilar toda la casa porque tenía acceso a todas las cámaras de seguridad e incluso se podía activar el sonido y escuchar las conversaciones. Lo mejor de todo era que el acceso a esta habitación se hacía desde su armario por lo que la consideraba parte de su recámara. Tenía que resolver unos ejercicios de matemáticas así que agarró a Sasha