Por primera vez en mucho tiempo Katerina fue feliz. En su corazón sentía que, aunque Alexander no era su esposo lo amaba como si lo fuera. Por él daría su vida.Cada noche cuando la pasión los dejaba exhaustos y se dormía en sus brazos se sentía segura, amada, plena, aunque la palabra amor, no salieran de la boca de ninguno de los dos. Katerina pensaba que si le decía cuanto lo amaba, él sentiría la obligación de decirle lo mismo, así no fuera la verdad. Quería de Alexander le dijera que la amaba, soñaba con el momento y en muchas ocasiones se permitía dejar volar sus sueños y se imaginaba casada con él.Esa ilusión chocaba con la realidad cada mañana al despertar, en el momento en que Alexander se tenía que marchar a escondidas antes de que los niños despertaran. O cuando después de desayunar juntos, él se salía a trabajar sin siquiera poder darle un beso de despedida. Si los chicos estaban presentes debían ser especialmente cuidadosos, una mirada o un desliz podía ponerlos sobre avi
―¡Oh! Alexander, Yo también te amo ―dijo bajando su mirada antes de confesar ―creo que siempre te he amado y sé que siempre te amaré.Alexander, se sintió emocionado al ver que las conjeturas que había hecho eran ciertas, era él y siempre había sido él, el dueño del corazón de Katerina.―Sabes, Katerina, nunca le había dicho a una mujer que la amaba y ahora que lo hice quiero gritarlo a los cuatro vientos. ―dijo Alexander con el amor brillando en sus ojos.―Sé que no amabas a Irina, pero imagino que ella te lo dijo alguna vez… ¿nunca le contestaste un te amo a Irina?―No, nunca lo hice y tal vez debí hacerlo, ella me amaba y merecía que yo la amara. Me hubiese gustado haber sido más cariñoso y espontáneo, darle motivos para vivir. A veces pienso que Irina estaba triste porque sabía que yo no la amaba y que eso lo mató. Se que es absurdo, mi parte racional del cerebro me dice que ella tenía una enfermedad cardiaca que nunca fue diagnosticada y que el esfuerzo del parto la mató. Pero ot
El silencio reinó en la sala por unos segundos. Alexandra y Tatiana hicieron el intento de levantarse para mirar a la bebé, pero un movimiento de la mano de Alexander las mantuvo en sus sillas.―¿Tienes alguna prueba de que esa niña es hija de mi padre? ―preguntó Alexander.―Solo tienes que mirarla para saber que es tu hermana, sin embargo, estoy dispuesta a que le hagan las pruebas necesarias para demostrarlo.―¿Por qué no dijiste que estabas embarazada cuando nos entregaste la custodia de Garald? ―preguntó Dimitri.―Estaba desesperada por marcharme de este sitio y no quería tener otro bebé por lo que quise abortar ―Kira calló por un momento y se removió inquieta ―No pude, Darya se movió en mi vientre, entonces tomé conciencia de que era un bebé que no tenía la culpa de tener los padres que la engendraron. Así que aquí estoy dispuesta a entregarla a ustedes para que la críen junto a su hermano.―¿No dijiste que querías recuperar la custodia de Garald? ―preguntó Alexander.―Sí, lo dij
Katerina, Konstantin, Damien, Alexa, Garald e Ignati se encontraban en la mesa de la cocina tomando su desayuno cuando entró la niñera de Darya con la nena en brazos. Al verlos se quedó parada en la puerta con incertidumbre. Recordaba la cara de consternación de la señora Katerina y el ceño fruncido de algunos de los chicos cuando el señor Alexander presentó a Darya como su hermana.―Pasa, Rada ―dijo Katerina con amabilidad en ruso.―Gracias, señora ―respondió la chica en un inglés con mucho acento.―Sienta a Darya en la silla de bebé ―indicó Katerina ―Acaba de llega y le pedí a Konstantin que la armara.La chica obedeció y Alexa se levantó a ayudarla, tomó la mano de su nueva hermana, una sonrisa triste adornaba su rostro.―Ojalá papá estuviera aquí, te habría amado, Darya, como me quiso a mí, pero no te preocupes pequeña, que todos te querremos y te cuidaremos, te lo prometo, ¿no es cierto, hermanos?―Es cierto ―aseguró Konstantin ―al principio estaba molesto, pero era con papá por
Hubo un silencio absoluto en la habitación, la sorpresa no dejó a los chicos hablar, de repente todas las voces estallaron en preguntas. Mikail, Konstantin y Damien estaban felices con la elección de esposa de Alexander, querían a Katerina y que casara con su hermano les daba tranquilidad. Sobre todo, a Konstantin, que muchas veces pensó en lo que sucedería con ellos si su hermano se casaba con una mujer que no los quería. El chico venía arrastrando un miedo a ser abandonado desde que su madre lo dejó con Vladimir, su experiencia con su padre no fue cercana. Sin embargo, no eran ellos la máxima preocupación de Alexander sino Alexa. Miró a su hermana para medir su reacción. La cara de la niña mostraba confusión.―Pero, Alexander, tú eres mi hermano y ella es mi mamá ¿eso no está mal? ―preguntó Alexa un poco asustada.El silencio reinó en la sala, los rostros de sus hermanos se giraron hacia Alexander esperando su respuesta.―Alexa, las cosas no van a cambiar ―explicó Alexander intuyend
Katerina pensó que sus temblorosas piernas no la dejarían acercare a la caseta del jardín, pero de alguna manera se las arregló para llegar hasta el umbral de la entrada. Alexander hizo el resto del camino, se acercó poco a poco con la mirada anclada a la suya. Cuando estuvo frente a ella, sacó del bolsillo de su chaqueta un estuche de joyería, lo abrió, se arrodilló frente a Katerina y le dijo:―Hoy, delante de nuestra familia y con su consentimiento, yo, Alexander Kuznetsov te pido en matrimonio, Katerina ¿Quieres hacerme el hombre más feliz del mundo y casarte conmigo? Porque de nada vale, mi riqueza, mi vida y mi libertad si tú no me amas, porque puedo asegurarte de que yo te amo por encima de todas esas cosas. Te amo tanto, que he renunciado a todo para ser libre de pedirte que seas mi esposa.Conmovida, Katerina se dejó caer de rodillas frente a Alexander y tomó su cara entre sus manos hasta unir su frente con la suya―¿Qué has hecho, amor mío? ―preguntó emocionada.―Renuncié a
La noche sorprendió a los invitados bailando en la improvisada pista de baile. La música era lenta. Alexander y Katerina habían cumplido con todo el protocolo de la boda y habían partido el pastel, en ese momento se movían con suavidad en la pista de baile. Él sin la chaqueta del esmoquin y sin la corbata de lazo, ella sin sus tacones, en sus pies cargaba sus zapatillas de pijama. ―Creo que llegó la hora de irnos ―le susurró Alexander en su oreja. ―Déjame despedirme de… ―No, amor, los novios se fugan, el equipaje está en la maleta del coche. ―Pero, Alexander, debo darles instrucciones a las niñeras... ―Amor, los niños estarán bien, además, mis tías se quedarán hasta que volvamos de la luna de miel, si pudieron criarnos a nosotros que éramos unos demonios de seguro podrán con nuestros niños. ―Sé que tienes razón, es la costumbre de estar pendiente, pero está bien, será divertido fugarnos. Los chicos también ayudarían, los mayores se ocuparían de los más pequeños. La familia era g
Primer Epílogo Gael desayunaba en su habitación, Ivanna aún estaba dormida. Había pasado una noche agitada, su vientre voluminoso no la había dejado dormir bien, se levantó muchas veces para ir al baño, después la posición acostada le resultó incomoda, se ahogaba y le dolía la espalda. Él, pacientemente buscó almohadas y cojines para aliviarla, hasta que su mujer encontró una postura cómoda semisentada. Cerca del amanecer el agotamiento había ganado la batalla y se encontraba en el más profundo de los sueños. Un quejido hizo que levantara la cabeza de la tableta donde leía las noticias, Ivanna se removía en la cama, miró un rato a su esposa hasta que vio que seguía profundamente dormida. Sin hacer ningún ruido salió de la habitación pasó primero por la habitación de Billy y vio que estaba despierto, su niñera Anna intentaba vestirlo mientras el inquieto niño saltaba en la cama. ―¡Papá! ―gritó el chiquillo lanzándose de la cama para ir a su encuentro. Gael lo levantó en sus brazos ri