Edgard Barrington POV
—Espera… déjame adivinar.—Mordí mi labio durante un minuto, arrugué la nariz bromeando que pensaba.—Tienes un leve acento del sur. No tanto como mi compañero de habitación que es de Texas. Tienes algo de influencia española. Veamos ¿Nuevo México? Rió.—Cerca, Arizona. Muy bien.—Acarició mi rodilla. La sentí relajarse contra el respaldo del sofá. Me permití hacerlo también. —¿Qué carrera estás haciendo?—Preguntó educadamente. Su voz todavía era suave y disfruté escuchándola. Me di patadas mentalmente por haber sido grosero con ella antes. —Música. Toco el piano. Quiero hacerlo de forma profesional algún día.—Me encogí de hombros, un movimiento que vino de forma natural.—Disfruto con ello. Además no hay mucho que pueda hacer. —¡No digas eso! Estoy segura de que puedes hacer más cosas de las que crees. Pienso, que puedes hacer lo que quieras.—Dijo con tanta convicción que casi la creí. Me volví a encoger y retomé nuestro tema principal.—¿Y tú qué haces? —Ingles. Quiero ser escritora.—Dijo y parecía que estaba avergonzada por ello. —Me gusta leer.—Dije distraídamente. —¿De verdad? Reí.—Ya sabes, puedo leer. Leo mucho en realidad. Braille, libros de audio, y todo eso. No me gusta mucho la televisión, me suena como…— —Ruido.—Terminó la frase por mí. Sonreí asintiendo con la cabeza, esperando que ella lo viese. —¿Y quién te arrastró a esta pequeña reunión?—Dije con un poco de sarcasmo. Soltó una risita y esto calentó mi corazón. —Bien, vivo aquí. Me trasladé la semana pasada. Esto es cosa de Amanda ¿Y tú?— —Jason me lo pidió por orden de Amanda. Es mi compañero de habitación. También me trasladé la semana pasada. —Parecemos tener mucho en común. —Eso parece.—Sonreí suavemente.—No sé porque, pero me ruboricé. Noté el calor recorrer mis mejillas.—¿Quieres algo de beber?—Le pregunté ¿En qué diablos estaba pensando? Me pregunté. No podía conseguir una bebida para ella. Habría tropezado con alguien o algo, o lo más probable es que la derramase sobre ella. —Claro. Oye ¿porqué no voy a buscarla y luego salimos al porche? Todo esto se está volviendo demasiado ruidoso para mí.—Tocó mi rodilla.—¿Qué quieres? —Me gustaría agua, por favor.—Respondí, tratando con mucha fuerza, de no mover mi pierna. Su toque envió una corriente eléctrica a través de mi cuerpo. —Bien, enseguida vuelvo. No vayas a ningún lado.—Utilizó la mano que tenia sobre mi rodilla para levantarse. Sentí un cosquilleo y un ardor en los lugares donde sus dedos presionaron. Cuando no pude escuchar sus pasos pasé la palma de mi mando sobre la zona. ¿Qué diablos estaba haciendo? *************************** Marianne Cooper POV El segundo en que su mano tocó la mía pareció que hubiese estallado en llamas. Tragué con fuerza y me ruboricé con varias tonalidades de rojo me alegró que no lo viese. No podía apartarme y él tampoco lo hizo durante mucho tiempo. Casi parecía que estaba haciendo algo indecente con mi mano, por la forma en la que me tocaba. Era extraño y me gustaba. Su cara y su lenguaje corporal eran muy distintos esta noche. Había estado muy orgullosa de mí misma por no haber dado muestras de debilidad cuando le vi sentado en el sofá. Quería que supiese que sentía lo de antes. Me sorprendió que se disculpase él antes. No me lo esperaba. Me precipité a la cocina. Había tres neveras en distintas posiciones. Saqué un spirit zero (Es una bebida gaseosa con sabor a lima—limón baja en calorías) y un botellín de agua para él, apartando el resto del agua y el hielo de en medio… lo encontré más rápido de lo que imaginaba. Necesité un minuto para enfriar mis nervios. —¿Estás bien?—Amanda tomó mi brazo sorprendiéndome. —Sí. Solo estoy… No sé. Nerviosa, creo.—Parecía más una pregunta que una afirmación. —Bueno, vi que estabas sentada con Edgard. ¡Está increíblemente bueno!—Saltaba arriba y abajo, riendo como una loca. —Sí. Precisamente, él es el tío bueno con el que hice el imbécil antes.—Me quejé. —¡Oh! ¡Eso tiene sentido! ¡Ve a por él tigre¡—Me dio un manotazo en el trasero mientras se alejaba. Me reí, asombrada por lo que había hecho. Me pregunté cuanto habría bebido esta noche. No le presté mucha atención, ella tendría que limpiar por la mañana. Me debatí entre darle la bebida directamente o advertirle primero. Me detuve frente a él un segundo, sopesando mis opciones. —¿Marianne, necesitas ayuda o algo?—Dijo riendo ligeramente. Me sobresalté. —¿Cómo has hecho es?—Pregunté cerrando la boca. —Todas las personas hacen un sonido diferente cuando caminan. Además sé como hueles.— —Caramba ¿Tanto necesito una ducha?—Mascullé. Coloqué la botella contra la palma de su mano y la aferró. Despacio desenroscó el tapón, meditando algo. —No. Hueles a fresas y un poco como a libros. Creo que es encantador. Mi cara ardió por sus palabras. ¿Solo me estaba haciendo un cumplido? ¿Estaba ligando? Probablemente solo era mi activa imaginación. Lenta y cuidadosamente tomé su mano.—Venga, vamos al porche. ¿A no ser que prefieras que vaya sola?— —No. Aquí hace demasiado calor para mí.—Se levantó y sacó su bastón de metal plegado de su bolsillo trasero. Su rostro estaba a escasos centímetros del mío. Y era bastante más alto que yo y esa diferencia me hizo sentir como una niña mirando a un adulto. Era magnifico y mi respiración se quedó atrapada en mi garganta. Él notó gran parte de mi vergüenza.—¿Estás bien? —Sí. Tienes razón. Hace demasiado calor.—Con cuidado tomé su mano y le conduje por el pequeño mar de gente. Abrí la puerta del patio trasero y me lo encontré completamente vacío. Encendí la luz entonces me giré hacia Edgard.—Cuidado hay un pequeño escalón. ¿Te llevaré hasta la silla, de acuerdo? Me apretó la mano con más fuerza mientras bajaba el escalón. De una manera extraña parecía completamente lleno de gracia.—Está bien.—Cuando la parte de atrás de sus rodillas tocó la silla se sentó. Me detuve chocando contra él. Me di cuenta de lo que estaba haciendo y que todavía sostenía su mano. Torpemente me eché hacia atrás e intenté arreglarlo, cayendo directamente sobre Edgard con un ruido sordo. El agua de su botella abierta salpicó y me mojó la cara y el pecho, empapándole también a él. —Lo siento mucho.—Murmuré tratando de levantarme, solo para darme cuenta de que sus manos estaban pegadas a mi espalda. —¿Estás bien?—Preguntó con tono preocupado, sus manos todavía estaban sobre mí. Me resultaban cálidas y agradables. Me encantaba. —Deberías de tener más cuidado. No quiero que te hagas daño.—Dijo con una pequeña sonrisa. Sus manos se alejaron lentamente de mi espalda y las eché de menos al instante. Con cuidado me puse en pie, limpiándome la cara con mis manos. Recogí mi refresco sin abrir que ahora estaba en el suelo.Edgard Barrington POVMe impresionó cuando cayó en mi regazo. Soltó tan de repente mi mano que creo que es por esto por lo que se cayó. Me pregunté por qué se había apartado de forma tan brusca, aunque no estaba en contra de que estuviese en mi regazo. Automáticamente mis manos la sujetaron, impidiendo que se cayese de nuevo.—¿Estás bien?—Le pregunté después de que se disculpase. Espero que no viese cuanto disfrutaba teniéndola contra mí.—Soy torpe. Tiendo a caerme mucho.—Su voz era suave, avergonzada.—Deberías de tener más cuidado. No quiero que te hagas daño.—Dije sinceramente. Despacio, dejé que mis manos resbalasen por su espalda hasta mis rodillas. Había perdido mi agua en algún momento a lo largo del camino. Marianne se levantó. Eché de menos ese agradable peso, pero no iba a decirlo en voz alta.La oí gemir y tirar algo. Hubo un bajo siseo y, a continuación, el crujido de un plástico rompiéndose. Marianne suspiró y se puso sobre algún tipo de mesa cercana.—Si esto te hace s
Edgard Barrington POVToqué las teclas de forma mecánica, dejando que sonasen. Mi corazón y mi mente no estaban en la música esta mañana. Jason se encontraba en algún lugar de la habitación, jugando con su portátil. Al menos no parecía que pusiese atención a lo que yo tocaba.No me había molestado más con lo de Marianne. Y me alegraba de ello.Tenía que pensar un poco más antes de decidir lo que quería hacer.Marianne. El nombre me hizo suspirar. Soñaba con su voz y su perfume. Ojalá pudiese soñar con algo más que el sonido. Eso haría mi vida más fácil.Suspiré por segunda vez. Finalmente decidí práctica, ya que estaba teniendo problemas para sacar algo propio. Algo fácil que tocaba cuando era niño una y otra vez. Algo que a mi madre le encantaba.Fur Elise de Beethoven.Hubo un golpe contra la puerta. Lo ignoré, sabiendo que Jason contestaría. Seguí tocando, respirando de forma constante y profunda.—Oye Jason, qué mierda de música clásica para maricas —La enérgica y estruendosa voz
Marianne CooperDespués de un comienzo lento y una clase demasiado aburrida me alegraba estar fuera bajo el brillante sol. Estaba igual que ayer solo que con más nubes y un poco más de viento. La brisa era refrescante. Tenía algo de tiempo libre y se me ocurrió ir a la biblioteca a provocarme un daño cerebral.Anduve despacio por el patio, simplemente dando un paseo.Mi respiración se detuvo cuando le vi otra vez. Estaba sentado en el mismo banco que el día anterior. Su cara estaba elevada hacia el calor del sol, sonriendo ligeramente. Parecía hundido en sus pensamientos. Me detuve, pensando qué debería hacer.En parte quería alejarme del colegio y cambiar. Si seguía escondiéndome en mi habitación como un niño asustado no tendría nada. Ni vida, ni amigos y, nada de felicidad. Quería todas esas cosas.Finalmente tomé una decisión y me empujé hacia delante hacia él. Cuando estuve a tres metros de él giró su cara al frente hacia mí. Frunció los labios e inclinó la cabeza hacia delante. E
Marianne Cooper POVMe sentí aliviada cuando finalmente llegué a casa sobre las cuatro. Iba a hacer unos deberes y, a continuación, prepararme, pero Amanda ya me estaba esperando.—Hey, hey, hey ¡la cita es esta noche! ¿Qué vas a llevar?—¿De verdad importa?—Pregunté. Dejé mis cosas en el suelo.—¡Desde luego que sí! ¿Quieres sentir que llevas puesto un andrajoso y viejo top y unos vaqueros?—Rió tontamente tirando de mi brazo.—¡Es nuestra primera cita!—Le grité, tratando de liberar mi brazo.—Bien ¿qué pasa si pone la mano en tu rodilla? ¿O tu cintura? ¿Qué es lo que quieres que sienta?—Dio un pisotón delante de mí, sus manos estaban en sus caderas.—Bien, ya veo a lo que te refieres.—Refunfuñé.—Bien, porque ya elegí lo que vas a llevar. Es muy bonito. De seda. Ahora ve a darte una ducha y te ayudaré con el pelo.—Me cogió repentinamente de nuevo, dirigiéndome hacia el cuarto de baño.—¿Por qué tengo que arreglarme el pelo?—Murmuré para mí.—¡Date una ducha!—Me gritó. Me reí de mí. Es
Edgard Barrington POV—Si te comes todo eso te convertirás en un cangrejo.—Se burló devolviéndomela, todavía riendo tontamente. Me reí y comencé a pellizcarle juguetonamente sus costados. Rió más fuerte y se inclinó hacia mí.—Hola a todos. Buenas noches. Seré su camarero esta noche. ¿Qué les pongo de beber?—El acento sureño del hombre era fuere y me hizo sonreír. Iba a tener que empezar a acostumbrarme—Me gustaría una Coca Cola, por favor.—Que sean dos.—Dije. Despacio deslicé mi brazo por la espalda de Marianne, sentándome más cerca de ella.—Así que ¿Qué vas a pedir?—Mahi—mahi con una ensalada mixta, creo.—Puso su cabeza contra mi hombro lo que me sorprendió un poco. La acerqué más, disfrutando de esta nueva comodidad.Pedimos, ella descansaba aun junto a mí. No se movió hasta que llegó la comida, y mantuvimos una constante y agradable conversación durante todo el tiempo. La comida estaba deliciosa pero la compañía era mucho mejor.—Entonces, cuéntame sobre tu vida antes de venir
Edgard Barrington POV—Bien, vale. Edgard ¿saldrás conmigo mañana? A donde quieras. Yo invito.—Dijo bastante deprisa. Me llevó un minuto captar las palabras.—Marianne, me encantaría salir contigo mañana por la noche.—Dije suavemente.—Oh… Bien…—Parecía un poco confusa.—¿No querías que dijese que sí?—No, quiero decir sí, quería que dijeses que sí. Lo he pasado muy bien esta noche.—Dijo más tranquila.—¿La noche no ha terminado aun, verdad?—Pregunté, poniendo mi mano en su pierna.—No, creo que no. Sin embargo, vamos, salgamos de aquí.—Tiró de mi mano. Me ayudó a salir de la mampara y fuimos hacia su furgoneta.Cuando arrancó Marianne encendió la radio. Life house comenzó a sonar. No era uno de sus singles, pero si una de las canciones de su primer álbum. De hecho, me encantaba esta canción y estaba sorprendido de que escuchase esta música.—Me gusta esta canción.—A mí también. Su CD entero en realidad.Entonces sucedió algo increíble. Su mano se deslizó por la mía.Era tan sencillo
Edgard Barrington POVEsa noche tuve problemas para dormir. Decir que estaba entusiasmado por nuestra segunda cita seria un eufemismo. Cuando me desperté a las seis de la mañana gemí, a sabiendas de que no quería despertar a Jason. Me puse los auriculares y subí el volumen de la música. Me quedé tumbado en la cama imaginando una cosa…Besar a Marianne otra vez…Nuestros besos fueron espectaculares. La forma en que su cuerpo se apretaba contra el mío. La forma de su boca ansiosa, tan ansiosa como la mía. La forma en que sus dedos se enredaban y tiraban de mi pelo. No podía esperar a besarla de nuevo.No estaba muy feliz con la idea de que ella pagase, esta noche, pero tenía una fuerte sensación de que no discutiría con ella. Realmente me gustaba su obstinación, es solo que no quería que lo hiciese. Escogería algo simple. Pizza quizás. Ella discutiría, pero estaba seguro de poder ganar.Jason tocó mi hombro, haciéndome saltar. Estaba tan hundido en mis pensamientos que no le había oído
Marianne Cooper POVMe costó esperar hasta las cinco. Me arreglé temprano, esta vez yo sola. Me puse una simple camiseta sin mangas de algodón y unos vaqueros piratas. Sin duda hacia suficiente calor para llevar esto. Trencé mi cabello con esmero y me puse unas cómodas chanclas. Me miré en el espejo. Me gustó lo que vi. Me pregunté si a Edgard también.La culpa me golpeó en ese pensamiento. Él era perfecto tal cual como era. Así que ¿por qué estaba tratando de mejorarle? Miré con el ceño fruncido a mi reflejo. Estuve enfadada conmigo misma los tres minutos que conduje. Pero en cuanto él abrió la puerta, viéndose hermoso con su gran sonrisa torcida en sus perfectos labios, todos mis pensamientos desaparecieron.—Marianne.—No era una pregunta, sino una afirmación. Dio un paso y envolvió mi cintura con sus brazos. Los míos se arrojaron a su cuello y nuestros labios se tocaron suavemente. Suspiró contra ellos, posando su frente contra la mía.—Sabes tan bien.—El calor aumentó en mis mejil