Marianne Cooper
Después de un comienzo lento y una clase demasiado aburrida me alegraba estar fuera bajo el brillante sol. Estaba igual que ayer solo que con más nubes y un poco más de viento. La brisa era refrescante. Tenía algo de tiempo libre y se me ocurrió ir a la biblioteca a provocarme un daño cerebral. Anduve despacio por el patio, simplemente dando un paseo. Mi respiración se detuvo cuando le vi otra vez. Estaba sentado en el mismo banco que el día anterior. Su cara estaba elevada hacia el calor del sol, sonriendo ligeramente. Parecía hundido en sus pensamientos. Me detuve, pensando qué debería hacer. En parte quería alejarme del colegio y cambiar. Si seguía escondiéndome en mi habitación como un niño asustado no tendría nada. Ni vida, ni amigos y, nada de felicidad. Quería todas esas cosas. Finalmente tomé una decisión y me empujé hacia delante hacia él. Cuando estuve a tres metros de él giró su cara al frente hacia mí. Frunció los labios e inclinó la cabeza hacia delante. En ese momento casi decidí echar a correr, pero eso era de cobardes por no decir más. Di los últimos pasos largos, rápidos, a zancadas. —¿Está ocupado ese asiento?—Pregunté a la ligera. —Ahora sí.—Me sonrió. Era extraño, como si pudiese verme.—Marianne. Me senté, manteniendo aproximadamente treinta centímetros entre nosotros.—¿Cómo ha ido tu segundo día?— —Aburrido ¿Y el tuyo?—De nuevo inclinó su rostro hacia mi voz, una pequeña sonrisa se extendió por sus encantadores labios. —Estoy sorprendida de que no me durmiese.—Dije con sinceridad. Rió entre dientes y se echó hacia atrás. Su cabeza se volvió hacia el sol otra vez y se mantuvo callado. Podía ver la esquina de sus ojos. Para mi sorpresa, estaban abiertos, y parpadeaban despacio. Aunque no podía distinguir el color. De todas formas no parecían tener nada anómalo. Me pregunté qué problema tendría. —¿Puedo preguntarte algo?—Dijo, suavemente, su cara todavía estaba girada hacia el cielo. —Claro ¿qué?—Me incliné más cerca. No sé porqué, simplemente estaba más cómoda. ¿Quieres ir a cenar conmigo?—Su cara se volvió hacia la mía. Estábamos a pocos centímetros de distancia. Su dulce aliento se extendió por mi cara y lo aspiré con avidez. Mordí mi labio, pensando. La conversación que tuve con Amanda volvió a mi mente. Entonces no tenía una respuesta autentica, pero ahora sí. —Me encantaría, Edgard. Una gran sonrisa torcida creció por su hermoso rostro y me la contagió. Mi propia sonrisa se extendió, junto a un leve sonrojo. —¿Qué tal el viernes? ************** Edgard Barrington Los tres días siguientes fueron más de lo mismo. Siempre se reunía conmigo en el banco durante un rato antes de salir corriendo hacia su próxima clase. El viernes tenía un poco más de tiempo que de costumbre y no podía decir lo agradecido que estaba por ello. —¿Eres alérgico a algo?—Preguntó Marianne desde algún lugar. —¿Intentas asustarme con esa pregunta?—Contesté. Se rió levemente un poco nerviosa.—Bueno, tengo una idea de a donde me gustaría ir esta noche.— —¿Y?—Agité mi mano delante de mí, haciendo señas para que continuase. —Es de marisco. Es un poco caro por lo que no espero que pagues lo mío pero, me gustaría ir allí, si estás de acuerdo. —No soy alérgico a nada. Y yo te pedí salir. Quiero pagar.—Dije suavemente. Busqué su mano por el banco. Acaricié sus dedos con cuidado. Podría decir que se relajó junto a mí. —Edgard, no espero que lo hagas. Soy una chica moderna. No me importa pagar a escote.—Se quejo, pero yo ya olía una victoria fácil. —No discutas conmigo. Mi orgullo se resiente. ¿Por favor?—Hice un leve puchero, sabiendo que esto siempre funcionaba con las mujeres. Era un truco malvado, pero me gustaba. Bufó.—Bien. Bien. ¿Paso a recogerte sobre las seis? —Claro, hazlo. ¿Sabes llegar a mi dormitorio?—Pregunté, inclinándome hacia su hermosa voz. Me pregunté si parecería tonto adular a la chica. —Sí, creo que sabré llegar. Sé que Amanda conoce el camino.—Parecía como si se inclinase más cerca. Podía sentir su aliento sobre mi piel y temblé ligeramente. Lo que pareció sorprenderla o asustarla porque se alejó.—Te veré esta noche, Edgard.Marianne Cooper POVMe sentí aliviada cuando finalmente llegué a casa sobre las cuatro. Iba a hacer unos deberes y, a continuación, prepararme, pero Amanda ya me estaba esperando.—Hey, hey, hey ¡la cita es esta noche! ¿Qué vas a llevar?—¿De verdad importa?—Pregunté. Dejé mis cosas en el suelo.—¡Desde luego que sí! ¿Quieres sentir que llevas puesto un andrajoso y viejo top y unos vaqueros?—Rió tontamente tirando de mi brazo.—¡Es nuestra primera cita!—Le grité, tratando de liberar mi brazo.—Bien ¿qué pasa si pone la mano en tu rodilla? ¿O tu cintura? ¿Qué es lo que quieres que sienta?—Dio un pisotón delante de mí, sus manos estaban en sus caderas.—Bien, ya veo a lo que te refieres.—Refunfuñé.—Bien, porque ya elegí lo que vas a llevar. Es muy bonito. De seda. Ahora ve a darte una ducha y te ayudaré con el pelo.—Me cogió repentinamente de nuevo, dirigiéndome hacia el cuarto de baño.—¿Por qué tengo que arreglarme el pelo?—Murmuré para mí.—¡Date una ducha!—Me gritó. Me reí de mí. Es
Edgard Barrington POV—Si te comes todo eso te convertirás en un cangrejo.—Se burló devolviéndomela, todavía riendo tontamente. Me reí y comencé a pellizcarle juguetonamente sus costados. Rió más fuerte y se inclinó hacia mí.—Hola a todos. Buenas noches. Seré su camarero esta noche. ¿Qué les pongo de beber?—El acento sureño del hombre era fuere y me hizo sonreír. Iba a tener que empezar a acostumbrarme—Me gustaría una Coca Cola, por favor.—Que sean dos.—Dije. Despacio deslicé mi brazo por la espalda de Marianne, sentándome más cerca de ella.—Así que ¿Qué vas a pedir?—Mahi—mahi con una ensalada mixta, creo.—Puso su cabeza contra mi hombro lo que me sorprendió un poco. La acerqué más, disfrutando de esta nueva comodidad.Pedimos, ella descansaba aun junto a mí. No se movió hasta que llegó la comida, y mantuvimos una constante y agradable conversación durante todo el tiempo. La comida estaba deliciosa pero la compañía era mucho mejor.—Entonces, cuéntame sobre tu vida antes de venir
Edgard Barrington POV—Bien, vale. Edgard ¿saldrás conmigo mañana? A donde quieras. Yo invito.—Dijo bastante deprisa. Me llevó un minuto captar las palabras.—Marianne, me encantaría salir contigo mañana por la noche.—Dije suavemente.—Oh… Bien…—Parecía un poco confusa.—¿No querías que dijese que sí?—No, quiero decir sí, quería que dijeses que sí. Lo he pasado muy bien esta noche.—Dijo más tranquila.—¿La noche no ha terminado aun, verdad?—Pregunté, poniendo mi mano en su pierna.—No, creo que no. Sin embargo, vamos, salgamos de aquí.—Tiró de mi mano. Me ayudó a salir de la mampara y fuimos hacia su furgoneta.Cuando arrancó Marianne encendió la radio. Life house comenzó a sonar. No era uno de sus singles, pero si una de las canciones de su primer álbum. De hecho, me encantaba esta canción y estaba sorprendido de que escuchase esta música.—Me gusta esta canción.—A mí también. Su CD entero en realidad.Entonces sucedió algo increíble. Su mano se deslizó por la mía.Era tan sencillo
Edgard Barrington POVEsa noche tuve problemas para dormir. Decir que estaba entusiasmado por nuestra segunda cita seria un eufemismo. Cuando me desperté a las seis de la mañana gemí, a sabiendas de que no quería despertar a Jason. Me puse los auriculares y subí el volumen de la música. Me quedé tumbado en la cama imaginando una cosa…Besar a Marianne otra vez…Nuestros besos fueron espectaculares. La forma en que su cuerpo se apretaba contra el mío. La forma de su boca ansiosa, tan ansiosa como la mía. La forma en que sus dedos se enredaban y tiraban de mi pelo. No podía esperar a besarla de nuevo.No estaba muy feliz con la idea de que ella pagase, esta noche, pero tenía una fuerte sensación de que no discutiría con ella. Realmente me gustaba su obstinación, es solo que no quería que lo hiciese. Escogería algo simple. Pizza quizás. Ella discutiría, pero estaba seguro de poder ganar.Jason tocó mi hombro, haciéndome saltar. Estaba tan hundido en mis pensamientos que no le había oído
Marianne Cooper POVMe costó esperar hasta las cinco. Me arreglé temprano, esta vez yo sola. Me puse una simple camiseta sin mangas de algodón y unos vaqueros piratas. Sin duda hacia suficiente calor para llevar esto. Trencé mi cabello con esmero y me puse unas cómodas chanclas. Me miré en el espejo. Me gustó lo que vi. Me pregunté si a Edgard también.La culpa me golpeó en ese pensamiento. Él era perfecto tal cual como era. Así que ¿por qué estaba tratando de mejorarle? Miré con el ceño fruncido a mi reflejo. Estuve enfadada conmigo misma los tres minutos que conduje. Pero en cuanto él abrió la puerta, viéndose hermoso con su gran sonrisa torcida en sus perfectos labios, todos mis pensamientos desaparecieron.—Marianne.—No era una pregunta, sino una afirmación. Dio un paso y envolvió mi cintura con sus brazos. Los míos se arrojaron a su cuello y nuestros labios se tocaron suavemente. Suspiró contra ellos, posando su frente contra la mía.—Sabes tan bien.—El calor aumentó en mis mejil
Edgard Barrington POVMe preocupó que Marianne no respondiese cuando le dije que ella era la única a la que quería ver. Pero, no pareció incomoda durante nuestras conversaciones así que lo dejé pasar.—¿Quieres venir a mi casa? Tenemos galletas y helado.No me podría importar menos la invitación a los dulces. Lo único que quería es que esta cita no terminase aun. Todavía era demasiado pronto.—Ahora ¿qué hombre puede resistirse a eso?El viaje a su casa fue breve. Vivía a poca distancia del Carlchester, a poca distancia de mí. Tenía que aprenderme el camino pronto.Cuando abrió la puerta pude oír la televisión. Amanda debía de estar en casa, lo que significaba que probablemente Jason también estuviese.—Hola chicos.—Les saludó Marianne antes de volverse hacia mí.—¿Qué tal unas galletas?—Lo que quieras.—Dije simplemente. Se soltó de mi agarre y se alejó brincando para coger algo de las alacenas.—¡Hey Marianne¡ ¿Podrías traerme un vaso de agua?—Pidió Jason a unos tres metros de distanc
Marianne CooperPodría haberle dado un puñetazo a Jason. Me di cuenta que Edgard estaba tratando de ser amable y no molestarme, pero ese no era en absoluto el caso. Quería pasar más tiempo con él. Estaba bastante enfadada con nuestro escaso tiempo.Fulminé con la mirada al paquete de galletas sin abrir. Suspiré y salí pisando fuerte de mi habitación para conseguir un vaso de leche. Encontré el vaso más grande del armario y lo llené completamente. Planeé devorar la mitad del paquete de chips ahoy.—Oh… Jason apareció en un mal momento ¿Eh?—Amanda sonrió un poco triste. Asentí, la decepción estaba claramente escrita por todo mi rostro.—Tenía su corazón en el lugar correcto.—Lo sé. Así es Edgard, es solo que no puedo evitar sentirme… no sé.—Me encogí de hombros. Fui hacia mi habitación y Amanda me siguió.—¿Necesitas ahogar tus penas con leche y galletas?—Sonrió ligeramente mientras abría el paquete. Me dio una y luego cogió otra galleta para ella.Asentí de nuevo, dando un mordisco a l
Marianne Cooper POVQuise llamarle en cuanto desperté, pero, Amanda me convenció para que esperase al menos unas horas. Seria maleducado llamar a las ocho de la mañana. Para mantenerme ocupada me hice el desayuno, limpié el desorden de mi dormitorio, terminé mis deberes, me di una ducha e incluso me arreglé el cabello. Fulminé con la mirada el reloj, tratando de averiguar cuál sería la hora indicada.Las dos no eran ni demasiado tarde ni demasiado temprano. Probablemente no estaba durmiendo, a no ser que durmiese la siesta y si fue a la iglesia, si es que todavía iba, habría vuelto para entonces. Decidí hacerlo, luego necesitaría saber más de él. Sobre todo si quería que siguiésemos saliendo, que esperaba que así fuese.Decir que me sorprendió cuando abrió la puerta de su habitación seria mentir. Por lo general no me gustaban las sorpresas, pero esta fue una muy agradable. Edgard estaba sin camisa en vaqueros de talle bajo. Me sonreí abiertamente y enrojecí furiosamente. Me olvidé de