Edgard Barrington POV
Toqué las teclas de forma mecánica, dejando que sonasen. Mi corazón y mi mente no estaban en la música esta mañana. Jason se encontraba en algún lugar de la habitación, jugando con su portátil. Al menos no parecía que pusiese atención a lo que yo tocaba. No me había molestado más con lo de Marianne. Y me alegraba de ello. Tenía que pensar un poco más antes de decidir lo que quería hacer. Marianne. El nombre me hizo suspirar. Soñaba con su voz y su perfume. Ojalá pudiese soñar con algo más que el sonido. Eso haría mi vida más fácil. Suspiré por segunda vez. Finalmente decidí práctica, ya que estaba teniendo problemas para sacar algo propio. Algo fácil que tocaba cuando era niño una y otra vez. Algo que a mi madre le encantaba. Fur Elise de Beethoven. Hubo un golpe contra la puerta. Lo ignoré, sabiendo que Jason contestaría. Seguí tocando, respirando de forma constante y profunda. —Oye Jason, qué m****a de música clásica para maricas —La enérgica y estruendosa voz se detuvo a mitad de la frase. Sonreí levemente para mí, sin detenerme. —Hola.—Dije discretamente. Tocando todavía. —Uh, hola. Tú debes de ser el nuevo compañero de cuarto de Jason. Soy Emmanuell. Estoy en la habitación de al lado. Lo siento, soy un tipo muy bocazas. —Está bien. Soy Edgard.—Paré y extendí mi mano frente a mí. Le escuché dar un par de pasos antes de tomar mi mano. Su mano era enorme y áspera. Era musculoso, podía sentirlo. Pero al menos no estaba sudada.—Entonces ¿te gusta Crossport? —Está bien. Un poco aburrido, aunque no he podido salir mucho.—Contesté sinceramente. Me aparté del teclado y lo deslicé contra la pared. —De todos modos, Jason, venía a ver si todavía querías hacer ejercicio. —No, gracias. No estoy de humor.—Dijo Jason. Sonaba cansado. —La verdad, es que no me importaría hacer algo de ejercicio ¿Hay algún gimnasio bueno por aquí?—Pregunté poniéndome en pie. —Carlchester tiene uno decente en el campus. Ahí es donde voy. Es gratis.—Dijo, sonando un poco excitado por tener un nuevo compañero de gimnasio. —Eso es excelente. Podría ir a correr ahora.—Fui hacia mi armario y comencé a buscar a tientas unos pantalones cortos y una camiseta. —¿Correr? Pero yo pensé que eras —Tienen cintas para correr ¿verdad?—Le corté. —Claro, así es. Bien, pensé que al ser ciego no podrías correr.—Dijo con la confusión y la vergüenza fluyendo por cada palabra. —No es como si no pudiese correr en una pista o algo así. Oye, soy ciego no cojo.— La risa de Emmanuell hizo eco por la habitación. Podría decir solo por su voz que era un hombre grande. —Lo siento. Tienes razón. Como dije soy un bocazas. —Está bien. De verdad. Sin embargo ¿te importaría que te siga? Han pasado unas buenas dos semanas desde que hice ejercicio. —Claro. Suena bien. Hey Jason ¿seguro que no quieres venir con nosotros?—Preguntó de nuevo. No escuché su respuesta, aunque debió darla.—Bien, tú te lo pierdes. Cogí mi bastón y mi ropa y aproveché para ir al baño cruzando el pasillo. Me cambié rápidamente. Doblé la ropa y la coloqué en el montón de la ropa sucia.—Estoy listo para marcharnos cuando quieras. —¿Te importa si vamos caminando? —Para nada.—Contesté. No hablamos mucho después de eso. No intentó guiarme al menos que fuese necesario, lo que estaba bien. El día era caluroso, pero no caminamos demasiado. Intenté aprenderme el camino, pero estaba seguro de que alguien tendría que ayudarme la próxima vez. Demasiadas vueltas y giros. —Llegamos. ¿Quieres que lo ponga en marcha?—Preguntó una vez que entramos. Me llevó con cuidado hasta una cinta de correr. Notando los controles bajo mis dedos. —No, creo que lo tengo. ¿Este hace que vaya más rápido y este modifica la inclinación? —Si, lo tienes. Estoy en la máquina junto a la tuya, para que lo sepas.—Me dijo Emmanuell. Tenía la sensación de que estaba controlándole de alguna forma pero no parecía importarle demasiado. Lo encendí y comencé a correr despacio. Mi corazón empezó a bombear y me sentí muy vivo. La sangre se precipitó por mis venas y dejé salir mi respiración acompasada. —Así que ¿en qué te estás especializando?—Preguntó desde la derecha. —¿Por qué todo el mundo me pregunta eso?—Me reí, presionando los mandos. Más rápido, siempre quería ir más rápido. —Estas en la universidad hombre. Tienes que utilizarlo. Tienes que hablar de ello durante años.—Sonaba como si trabaje duro pero no podría decirlo. —Música. —Impresionante. Entonces eso explica lo del teclado.—Rió levemente.—A propósito, perdona lo que dije antes de mariconada. —Está bien. Me han dicho cosas peores, créeme. ¿Cuál es tu especialidad?—Pulsé el botón una vez más, ajustando la inclinación. Al fin que todo estuviese perfecto. —Sociología. —Sociología ¿De qué va?—Moví hacia delante y hacia atrás mis brazos, mis piernas comenzaron a arder por el calor producido por el ejercicio. De algún modo esto me relajaba. —Diablos, si lo supiese. Juego a baloncesto ¿qué puedo decir?—Rió. —Ah, eso tiene más sentido.—Reí con él. A mi lado oí un animado tono de llamada.—Maldición, lo volvió a cambiar, otra vez. M*****a mujer.—Hubo un ruido de un pitido.—Hola cielo. Su voz cambió completamente, se volvió de un tono mimoso y suaves suspiros. Era una chica desafiante.—No, voy esta noche ¿Qué quieres hacer?—Rió.—Desde luego, lo que quieras Roselyn. Te quiero. Adiós cariño. —¿Roselyn? —Ah, mi novia. Va a LSUS. Se está sacando la licenciatura de empresariales.—Su voz era feliz. Podría decir que haría lo que fuese por ella. Sentí toda esa felicidad a mí alrededor porque esas personas tenían a su otra mitad. Me hacía sentir celoso. Quería tener algo así. Pero ¿Cómo podía si ni siquiera lo intentaba? Era algo para reflexionar, mientras seguía corriendo.Marianne CooperDespués de un comienzo lento y una clase demasiado aburrida me alegraba estar fuera bajo el brillante sol. Estaba igual que ayer solo que con más nubes y un poco más de viento. La brisa era refrescante. Tenía algo de tiempo libre y se me ocurrió ir a la biblioteca a provocarme un daño cerebral.Anduve despacio por el patio, simplemente dando un paseo.Mi respiración se detuvo cuando le vi otra vez. Estaba sentado en el mismo banco que el día anterior. Su cara estaba elevada hacia el calor del sol, sonriendo ligeramente. Parecía hundido en sus pensamientos. Me detuve, pensando qué debería hacer.En parte quería alejarme del colegio y cambiar. Si seguía escondiéndome en mi habitación como un niño asustado no tendría nada. Ni vida, ni amigos y, nada de felicidad. Quería todas esas cosas.Finalmente tomé una decisión y me empujé hacia delante hacia él. Cuando estuve a tres metros de él giró su cara al frente hacia mí. Frunció los labios e inclinó la cabeza hacia delante. E
Marianne Cooper POVMe sentí aliviada cuando finalmente llegué a casa sobre las cuatro. Iba a hacer unos deberes y, a continuación, prepararme, pero Amanda ya me estaba esperando.—Hey, hey, hey ¡la cita es esta noche! ¿Qué vas a llevar?—¿De verdad importa?—Pregunté. Dejé mis cosas en el suelo.—¡Desde luego que sí! ¿Quieres sentir que llevas puesto un andrajoso y viejo top y unos vaqueros?—Rió tontamente tirando de mi brazo.—¡Es nuestra primera cita!—Le grité, tratando de liberar mi brazo.—Bien ¿qué pasa si pone la mano en tu rodilla? ¿O tu cintura? ¿Qué es lo que quieres que sienta?—Dio un pisotón delante de mí, sus manos estaban en sus caderas.—Bien, ya veo a lo que te refieres.—Refunfuñé.—Bien, porque ya elegí lo que vas a llevar. Es muy bonito. De seda. Ahora ve a darte una ducha y te ayudaré con el pelo.—Me cogió repentinamente de nuevo, dirigiéndome hacia el cuarto de baño.—¿Por qué tengo que arreglarme el pelo?—Murmuré para mí.—¡Date una ducha!—Me gritó. Me reí de mí. Es
Edgard Barrington POV—Si te comes todo eso te convertirás en un cangrejo.—Se burló devolviéndomela, todavía riendo tontamente. Me reí y comencé a pellizcarle juguetonamente sus costados. Rió más fuerte y se inclinó hacia mí.—Hola a todos. Buenas noches. Seré su camarero esta noche. ¿Qué les pongo de beber?—El acento sureño del hombre era fuere y me hizo sonreír. Iba a tener que empezar a acostumbrarme—Me gustaría una Coca Cola, por favor.—Que sean dos.—Dije. Despacio deslicé mi brazo por la espalda de Marianne, sentándome más cerca de ella.—Así que ¿Qué vas a pedir?—Mahi—mahi con una ensalada mixta, creo.—Puso su cabeza contra mi hombro lo que me sorprendió un poco. La acerqué más, disfrutando de esta nueva comodidad.Pedimos, ella descansaba aun junto a mí. No se movió hasta que llegó la comida, y mantuvimos una constante y agradable conversación durante todo el tiempo. La comida estaba deliciosa pero la compañía era mucho mejor.—Entonces, cuéntame sobre tu vida antes de venir
Edgard Barrington POV—Bien, vale. Edgard ¿saldrás conmigo mañana? A donde quieras. Yo invito.—Dijo bastante deprisa. Me llevó un minuto captar las palabras.—Marianne, me encantaría salir contigo mañana por la noche.—Dije suavemente.—Oh… Bien…—Parecía un poco confusa.—¿No querías que dijese que sí?—No, quiero decir sí, quería que dijeses que sí. Lo he pasado muy bien esta noche.—Dijo más tranquila.—¿La noche no ha terminado aun, verdad?—Pregunté, poniendo mi mano en su pierna.—No, creo que no. Sin embargo, vamos, salgamos de aquí.—Tiró de mi mano. Me ayudó a salir de la mampara y fuimos hacia su furgoneta.Cuando arrancó Marianne encendió la radio. Life house comenzó a sonar. No era uno de sus singles, pero si una de las canciones de su primer álbum. De hecho, me encantaba esta canción y estaba sorprendido de que escuchase esta música.—Me gusta esta canción.—A mí también. Su CD entero en realidad.Entonces sucedió algo increíble. Su mano se deslizó por la mía.Era tan sencillo
Edgard Barrington POVEsa noche tuve problemas para dormir. Decir que estaba entusiasmado por nuestra segunda cita seria un eufemismo. Cuando me desperté a las seis de la mañana gemí, a sabiendas de que no quería despertar a Jason. Me puse los auriculares y subí el volumen de la música. Me quedé tumbado en la cama imaginando una cosa…Besar a Marianne otra vez…Nuestros besos fueron espectaculares. La forma en que su cuerpo se apretaba contra el mío. La forma de su boca ansiosa, tan ansiosa como la mía. La forma en que sus dedos se enredaban y tiraban de mi pelo. No podía esperar a besarla de nuevo.No estaba muy feliz con la idea de que ella pagase, esta noche, pero tenía una fuerte sensación de que no discutiría con ella. Realmente me gustaba su obstinación, es solo que no quería que lo hiciese. Escogería algo simple. Pizza quizás. Ella discutiría, pero estaba seguro de poder ganar.Jason tocó mi hombro, haciéndome saltar. Estaba tan hundido en mis pensamientos que no le había oído
Marianne Cooper POVMe costó esperar hasta las cinco. Me arreglé temprano, esta vez yo sola. Me puse una simple camiseta sin mangas de algodón y unos vaqueros piratas. Sin duda hacia suficiente calor para llevar esto. Trencé mi cabello con esmero y me puse unas cómodas chanclas. Me miré en el espejo. Me gustó lo que vi. Me pregunté si a Edgard también.La culpa me golpeó en ese pensamiento. Él era perfecto tal cual como era. Así que ¿por qué estaba tratando de mejorarle? Miré con el ceño fruncido a mi reflejo. Estuve enfadada conmigo misma los tres minutos que conduje. Pero en cuanto él abrió la puerta, viéndose hermoso con su gran sonrisa torcida en sus perfectos labios, todos mis pensamientos desaparecieron.—Marianne.—No era una pregunta, sino una afirmación. Dio un paso y envolvió mi cintura con sus brazos. Los míos se arrojaron a su cuello y nuestros labios se tocaron suavemente. Suspiró contra ellos, posando su frente contra la mía.—Sabes tan bien.—El calor aumentó en mis mejil
Edgard Barrington POVMe preocupó que Marianne no respondiese cuando le dije que ella era la única a la que quería ver. Pero, no pareció incomoda durante nuestras conversaciones así que lo dejé pasar.—¿Quieres venir a mi casa? Tenemos galletas y helado.No me podría importar menos la invitación a los dulces. Lo único que quería es que esta cita no terminase aun. Todavía era demasiado pronto.—Ahora ¿qué hombre puede resistirse a eso?El viaje a su casa fue breve. Vivía a poca distancia del Carlchester, a poca distancia de mí. Tenía que aprenderme el camino pronto.Cuando abrió la puerta pude oír la televisión. Amanda debía de estar en casa, lo que significaba que probablemente Jason también estuviese.—Hola chicos.—Les saludó Marianne antes de volverse hacia mí.—¿Qué tal unas galletas?—Lo que quieras.—Dije simplemente. Se soltó de mi agarre y se alejó brincando para coger algo de las alacenas.—¡Hey Marianne¡ ¿Podrías traerme un vaso de agua?—Pidió Jason a unos tres metros de distanc
Marianne CooperPodría haberle dado un puñetazo a Jason. Me di cuenta que Edgard estaba tratando de ser amable y no molestarme, pero ese no era en absoluto el caso. Quería pasar más tiempo con él. Estaba bastante enfadada con nuestro escaso tiempo.Fulminé con la mirada al paquete de galletas sin abrir. Suspiré y salí pisando fuerte de mi habitación para conseguir un vaso de leche. Encontré el vaso más grande del armario y lo llené completamente. Planeé devorar la mitad del paquete de chips ahoy.—Oh… Jason apareció en un mal momento ¿Eh?—Amanda sonrió un poco triste. Asentí, la decepción estaba claramente escrita por todo mi rostro.—Tenía su corazón en el lugar correcto.—Lo sé. Así es Edgard, es solo que no puedo evitar sentirme… no sé.—Me encogí de hombros. Fui hacia mi habitación y Amanda me siguió.—¿Necesitas ahogar tus penas con leche y galletas?—Sonrió ligeramente mientras abría el paquete. Me dio una y luego cogió otra galleta para ella.Asentí de nuevo, dando un mordisco a l