Edgard Barrington POV
Me impresionó cuando cayó en mi regazo. Soltó tan de repente mi mano que creo que es por esto por lo que se cayó. Me pregunté por qué se había apartado de forma tan brusca, aunque no estaba en contra de que estuviese en mi regazo. Automáticamente mis manos la sujetaron, impidiendo que se cayese de nuevo. —¿Estás bien?—Le pregunté después de que se disculpase. Espero que no viese cuanto disfrutaba teniéndola contra mí. —Soy torpe. Tiendo a caerme mucho.—Su voz era suave, avergonzada. —Deberías de tener más cuidado. No quiero que te hagas daño.—Dije sinceramente. Despacio, dejé que mis manos resbalasen por su espalda hasta mis rodillas. Había perdido mi agua en algún momento a lo largo del camino. Marianne se levantó. Eché de menos ese agradable peso, pero no iba a decirlo en voz alta. La oí gemir y tirar algo. Hubo un bajo siseo y, a continuación, el crujido de un plástico rompiéndose. Marianne suspiró y se puso sobre algún tipo de mesa cercana. —Si esto te hace sentir mejor, también me caigo mucho.—Bromeé. Soltó una risita durante un minuto antes de parar.—Sí, pero estoy segura de que lo mío es peor.— —¿Estás segura de eso?—Sonreí burlonamente, relajándome en mi asiento. La puerta se abrió detrás de nosotros con un ruidoso crujido. —Oye Edgard, tengo algunas cosas que hacer por lo que me marcho ¿Quieres dar un paseo?—Preguntó Jason desde la puerta. Suspiré y lentamente asentí. Me levanté, sacando mi bastón doblado del bolsillo trasero.—Fue agradable hablar contigo, Marianne. —Fue agradable.—Dijo suavemente. No podía entender el tono de su voz y eso me molestó. —Adiós Marianne.—Dije su nombre de nuevo deseando poder descifrar lo que estaba pensando. —Adiós. Tal vez podamos volver a vernos de nuevo.—Dijo muy deprisa, como si tuviese que arrancarse una tirita y de esa forma doliese menos. —Solo hay que hablarlo. Sí, a mí también me gustaría volver a verte, de nuevo.—Bromeé y de nuevo escuché una risita. Sonreí en dirección a su voz antes de dirigirme a la puerta. Jason agarró mi brazo. Fuimos en silencio hasta que me ayudó a subir a su camioneta. A poyé la cabeza contra la ventanilla y suspiré. —¿Estás bien? —Estoy bien.—Dije suspirando. —¿Vas a pedirle una cita a Marianne?—La camioneta avanzó lentamente, estábamos a poca distancia de nuestro dormitorio. —No sé. Probablemente no ¿Por qué?—Pregunté confuso. Aparté la cabeza del cristal y la giré hacia su voz. —Bueno, tú no eres capaz de ver la mirada de su rostro, pero yo sí. Le gustas.—Dijo riendo un poco. Me sorprendió que pudiese hablar con tanta facilidad de mi discapacidad, incluso que bromeara sobre ello. Esto era un cambio agradable de lo políticamente correcto. Resoplé, sonriendo por lo que había dicho.—¿En serio? —Sí ¿Te gusta?— —Sí.—Pensé en ella un segundo antes de responder. —Entonces le pedirás una cita.—Dijo como si fuese la cosa más evidente del mundo. —Es más fácil decirlo que hacerlo.—Contesté con bastante rapidez, desechando la idea de atrapar a alguien con mi discapacidad para ser un hombre completo. Cualquier mujer que me quisiese se merecía más. —Y ¿porqué lo dices?—El coche se detuvo y oí las llaves agitarse por el cambio repentino, pero parecía que Jason no se movió. —Es solo que no creo… Me cortó, poniendo una mano sobre mi hombro.—Amigo ¿De verdad? Por lo que veo es una gran chica. Es inteligente y capaz de mantener una conversación. Además, está buena.— —A eso me refiero.—Reí por lo que había dicho, pensando en la última parte.—¿Está buena?— —Ah ¿Eh? —Quizá le pida una cita. No sé.—Me encogí de hombros. Sentí que el asiento a mi lado se movía y luego una risa llenó la cabina.—¿Qué? —Ya sabes, para ser ciego todavía eres bastante superficial.—Rió con satisfacción. —Cállate.—Me reí con él. Froté mi mano contra mi boca antes de ajustarme las gafas.—Honestamente eso no hace ninguna diferencia. —Sí, excepto porque todavía estás entusiasmado desde que te dije que estaba buena.—Abrió la puerta y seguí su ejemplo. Bajé con cuidado. La mano de Jason descansó sobre mi hombro, guiándome hacia el dormitorio.—No te preocupes, eso solo significa que eres normal. —Si solo lo fuese. ***************** Marianne Cooper Me desperté mucho antes de lo que quería. Sin embargo a las 6:30 tenía una hora y media para llegar a mi primera clase. Sino madrugaba lo suficiente como para despertarme terminaría gruñendo a la gente. Eso nunca había estado bien. Aunque la noche pasada había tenido buenos sueños. Soñé con Edgard, su hermoso cabello bronce y sus fuertes rasgos. Pero había algo triste en mis sueños. Podía ver. Eso era algo que probablemente nunca ocurriría. Me sentí horrible por esperarlo. Me arrastré hacia la ducha y abrí la llave del agua caliente. Me puse contra los azulejos de la pared y dejé que el vapor limpiase la somnolencia. No sé cuánto tiempo estuve allí. Sin embargo demasiado pronto el agua se enfrió y tuve que salir. Limpié el vaho del espejo y miré fijamente mi reflejo. Me parecía a una rata ahogada. Gemí y di media vuelta poniéndome mi albornoz blanco. Después de arreglarme rápidamente fui a la cocina a por un café. Amanda ya estaba allí, tarareando en voz baja. Los guantes amarillo brillante que llevaba le llegaban a los codos. Me llevó un minuto darme cuenta de que la casa estaba limpia. No solo limpia, sino impecable. —¡Buenos días, dormilona!—Dijo con una risita tonta, limpiando frenéticamente la encimera. —Hay Dios, eres una persona madrugadora.—Gemí, desplomándome sobre uno de los taburetes del rincón con mi desayuno. Me ignoró, sirviendo café para ella y para mí. Se lo tomó solo, al contrario que yo que lo tomaba con nata y azúcar. Una vez que los granos de azúcar se disolvieron completamente bebí el líquido templado con avidez. Volví al taburete dejando mi cabeza contra la fría encimera. —¿No deberías tener resaca o algo así?—Mascullé entre dientes. —¡Oh, no! ¡Yo no bebo!—Soltó una risita mientras se quitaba los guantes con un chasquido. —Entonces me das miedo.—Presioné con fuerza mi frente contra la fría encimera, tratando de que el sobresalto me despertase. No funcionó. Olía a Lysol de lavanda (N/T: El Lysol es un producto de limpieza, un desinfectante.) Arrugué la cara, luego la levanté. —Así que ¿Tú y Edgard, eh? —No sé de qué estás hablando.—Aparté la mirada, llevando la taza a mi boca. —¡Mentirosa! Vi como le mirabas. Y es tan mono. —Y, es ciego. —¿Eso te molesta?—Me miró, una sus perfectamente depiladas cejas estaba ligeramente levantada. —No.—Contesté un poco demasiado rápido.—Sí, tal vez un poco. ¡No lo sé! Me encanta hablar con él. Es gracioso y dulce y… y… —Sexy.—Dijo sonriendo. Gemí y asentí. —¿Sin embargo, porqué el aspecto tiene es tan importante? A él le da igual.—Me ruboricé por mi admisión. Froté la parte de atrás de mi cuello, cerrando los ojos. —Porque, tú consigues tus primeras impresiones al mirar. Puedes decir que tipo de persona es según como se vistan, como es su constitución. Estoy segura de que las apariencias también son importantes para él, solo que de una forma diferente. —No sé. Tal vez.—Me encogí de hombros. Miré hacia abajo a mi taza casi vacía, removiendo el líquido. —Ahora, lo más importante es ¿Si él te pidiese una cita, le dirías que sí?—Amanda se sirvió otra taza de café. No podía beber alcohol, pero la cafeína era otra cosa… no era de extrañar que fuese tan nerviosa. Volví a encogerme de hombros, sin querer admitir mi confusión.—No creo que el guste mucho de todos modos.Edgard Barrington POVToqué las teclas de forma mecánica, dejando que sonasen. Mi corazón y mi mente no estaban en la música esta mañana. Jason se encontraba en algún lugar de la habitación, jugando con su portátil. Al menos no parecía que pusiese atención a lo que yo tocaba.No me había molestado más con lo de Marianne. Y me alegraba de ello.Tenía que pensar un poco más antes de decidir lo que quería hacer.Marianne. El nombre me hizo suspirar. Soñaba con su voz y su perfume. Ojalá pudiese soñar con algo más que el sonido. Eso haría mi vida más fácil.Suspiré por segunda vez. Finalmente decidí práctica, ya que estaba teniendo problemas para sacar algo propio. Algo fácil que tocaba cuando era niño una y otra vez. Algo que a mi madre le encantaba.Fur Elise de Beethoven.Hubo un golpe contra la puerta. Lo ignoré, sabiendo que Jason contestaría. Seguí tocando, respirando de forma constante y profunda.—Oye Jason, qué mierda de música clásica para maricas —La enérgica y estruendosa voz
Marianne CooperDespués de un comienzo lento y una clase demasiado aburrida me alegraba estar fuera bajo el brillante sol. Estaba igual que ayer solo que con más nubes y un poco más de viento. La brisa era refrescante. Tenía algo de tiempo libre y se me ocurrió ir a la biblioteca a provocarme un daño cerebral.Anduve despacio por el patio, simplemente dando un paseo.Mi respiración se detuvo cuando le vi otra vez. Estaba sentado en el mismo banco que el día anterior. Su cara estaba elevada hacia el calor del sol, sonriendo ligeramente. Parecía hundido en sus pensamientos. Me detuve, pensando qué debería hacer.En parte quería alejarme del colegio y cambiar. Si seguía escondiéndome en mi habitación como un niño asustado no tendría nada. Ni vida, ni amigos y, nada de felicidad. Quería todas esas cosas.Finalmente tomé una decisión y me empujé hacia delante hacia él. Cuando estuve a tres metros de él giró su cara al frente hacia mí. Frunció los labios e inclinó la cabeza hacia delante. E
Marianne Cooper POVMe sentí aliviada cuando finalmente llegué a casa sobre las cuatro. Iba a hacer unos deberes y, a continuación, prepararme, pero Amanda ya me estaba esperando.—Hey, hey, hey ¡la cita es esta noche! ¿Qué vas a llevar?—¿De verdad importa?—Pregunté. Dejé mis cosas en el suelo.—¡Desde luego que sí! ¿Quieres sentir que llevas puesto un andrajoso y viejo top y unos vaqueros?—Rió tontamente tirando de mi brazo.—¡Es nuestra primera cita!—Le grité, tratando de liberar mi brazo.—Bien ¿qué pasa si pone la mano en tu rodilla? ¿O tu cintura? ¿Qué es lo que quieres que sienta?—Dio un pisotón delante de mí, sus manos estaban en sus caderas.—Bien, ya veo a lo que te refieres.—Refunfuñé.—Bien, porque ya elegí lo que vas a llevar. Es muy bonito. De seda. Ahora ve a darte una ducha y te ayudaré con el pelo.—Me cogió repentinamente de nuevo, dirigiéndome hacia el cuarto de baño.—¿Por qué tengo que arreglarme el pelo?—Murmuré para mí.—¡Date una ducha!—Me gritó. Me reí de mí. Es
Edgard Barrington POV—Si te comes todo eso te convertirás en un cangrejo.—Se burló devolviéndomela, todavía riendo tontamente. Me reí y comencé a pellizcarle juguetonamente sus costados. Rió más fuerte y se inclinó hacia mí.—Hola a todos. Buenas noches. Seré su camarero esta noche. ¿Qué les pongo de beber?—El acento sureño del hombre era fuere y me hizo sonreír. Iba a tener que empezar a acostumbrarme—Me gustaría una Coca Cola, por favor.—Que sean dos.—Dije. Despacio deslicé mi brazo por la espalda de Marianne, sentándome más cerca de ella.—Así que ¿Qué vas a pedir?—Mahi—mahi con una ensalada mixta, creo.—Puso su cabeza contra mi hombro lo que me sorprendió un poco. La acerqué más, disfrutando de esta nueva comodidad.Pedimos, ella descansaba aun junto a mí. No se movió hasta que llegó la comida, y mantuvimos una constante y agradable conversación durante todo el tiempo. La comida estaba deliciosa pero la compañía era mucho mejor.—Entonces, cuéntame sobre tu vida antes de venir
Edgard Barrington POV—Bien, vale. Edgard ¿saldrás conmigo mañana? A donde quieras. Yo invito.—Dijo bastante deprisa. Me llevó un minuto captar las palabras.—Marianne, me encantaría salir contigo mañana por la noche.—Dije suavemente.—Oh… Bien…—Parecía un poco confusa.—¿No querías que dijese que sí?—No, quiero decir sí, quería que dijeses que sí. Lo he pasado muy bien esta noche.—Dijo más tranquila.—¿La noche no ha terminado aun, verdad?—Pregunté, poniendo mi mano en su pierna.—No, creo que no. Sin embargo, vamos, salgamos de aquí.—Tiró de mi mano. Me ayudó a salir de la mampara y fuimos hacia su furgoneta.Cuando arrancó Marianne encendió la radio. Life house comenzó a sonar. No era uno de sus singles, pero si una de las canciones de su primer álbum. De hecho, me encantaba esta canción y estaba sorprendido de que escuchase esta música.—Me gusta esta canción.—A mí también. Su CD entero en realidad.Entonces sucedió algo increíble. Su mano se deslizó por la mía.Era tan sencillo
Edgard Barrington POVEsa noche tuve problemas para dormir. Decir que estaba entusiasmado por nuestra segunda cita seria un eufemismo. Cuando me desperté a las seis de la mañana gemí, a sabiendas de que no quería despertar a Jason. Me puse los auriculares y subí el volumen de la música. Me quedé tumbado en la cama imaginando una cosa…Besar a Marianne otra vez…Nuestros besos fueron espectaculares. La forma en que su cuerpo se apretaba contra el mío. La forma de su boca ansiosa, tan ansiosa como la mía. La forma en que sus dedos se enredaban y tiraban de mi pelo. No podía esperar a besarla de nuevo.No estaba muy feliz con la idea de que ella pagase, esta noche, pero tenía una fuerte sensación de que no discutiría con ella. Realmente me gustaba su obstinación, es solo que no quería que lo hiciese. Escogería algo simple. Pizza quizás. Ella discutiría, pero estaba seguro de poder ganar.Jason tocó mi hombro, haciéndome saltar. Estaba tan hundido en mis pensamientos que no le había oído
Marianne Cooper POVMe costó esperar hasta las cinco. Me arreglé temprano, esta vez yo sola. Me puse una simple camiseta sin mangas de algodón y unos vaqueros piratas. Sin duda hacia suficiente calor para llevar esto. Trencé mi cabello con esmero y me puse unas cómodas chanclas. Me miré en el espejo. Me gustó lo que vi. Me pregunté si a Edgard también.La culpa me golpeó en ese pensamiento. Él era perfecto tal cual como era. Así que ¿por qué estaba tratando de mejorarle? Miré con el ceño fruncido a mi reflejo. Estuve enfadada conmigo misma los tres minutos que conduje. Pero en cuanto él abrió la puerta, viéndose hermoso con su gran sonrisa torcida en sus perfectos labios, todos mis pensamientos desaparecieron.—Marianne.—No era una pregunta, sino una afirmación. Dio un paso y envolvió mi cintura con sus brazos. Los míos se arrojaron a su cuello y nuestros labios se tocaron suavemente. Suspiró contra ellos, posando su frente contra la mía.—Sabes tan bien.—El calor aumentó en mis mejil
Edgard Barrington POVMe preocupó que Marianne no respondiese cuando le dije que ella era la única a la que quería ver. Pero, no pareció incomoda durante nuestras conversaciones así que lo dejé pasar.—¿Quieres venir a mi casa? Tenemos galletas y helado.No me podría importar menos la invitación a los dulces. Lo único que quería es que esta cita no terminase aun. Todavía era demasiado pronto.—Ahora ¿qué hombre puede resistirse a eso?El viaje a su casa fue breve. Vivía a poca distancia del Carlchester, a poca distancia de mí. Tenía que aprenderme el camino pronto.Cuando abrió la puerta pude oír la televisión. Amanda debía de estar en casa, lo que significaba que probablemente Jason también estuviese.—Hola chicos.—Les saludó Marianne antes de volverse hacia mí.—¿Qué tal unas galletas?—Lo que quieras.—Dije simplemente. Se soltó de mi agarre y se alejó brincando para coger algo de las alacenas.—¡Hey Marianne¡ ¿Podrías traerme un vaso de agua?—Pidió Jason a unos tres metros de distanc