CAPÍTULO 62

ESTHER

El aire dentro de la casa de Alaric se sentía pesado, cargado de una extraña familiaridad que me inquietaba. No era solo la decoración, ni la forma en que las sombras jugaban en las paredes con la luz tenue de los candelabros, sino algo más profundo, como si un eco de recuerdos olvidados intentara abrirse paso en mi mente.

No me gustaba. No me gustaba nada.

Las miradas fijas sobre mí tampoco ayudaban. Todos los presentes parecían analizar cada uno de mis movimientos, como si trataran de descifrar un enigma oculto en mi rostro.

Fingí no notarlo, manteniendo mi postura erguida y mi expresión impasible, pero el desasosiego era real. No entendía por qué me observaban con tanta atención, y menos aún por qué sentía este repentino malestar en mi pecho.

Mientras intentaba encontrar una razón lógica para mi incomodidad, la voz de mi padre interrumpió mis pensamientos.

—Es admirable, realmente admirable—dijo con tono afable, dirigiéndose a Alaric. —Criar a un hijo solo no es algo que m
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