LOS SECRETOS DE BELL, una historia mafia, romance y drama, disponible en buenovela.
ALARIC —Tengo una reunión esta noche —anunció, cruzando las piernas con elegancia. Su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus labios pintados de un rojo profundo se curvaron en una sonrisa satisfecha—. Charles, Dante y otro tipo estarán allí.—Vladir —dije con certeza.Selene asintió con un destello de diversión en los ojos.—Era de esperarse —murmuró—. Engañar a Charles ha sido demasiado fácil. Ya nos besamos… y estoy segura de que, pronto, lo tendré en la palma de mi mano.Me recosté en mi silla y solté una risa baja. Charles siempre había sido un ingenuo. Selene sabía cómo jugar con los hombres, y Charles no era la excepción.—Hazlo creer que tiene el control —le aconsejé—, pero no subestimes a Vladir. Él no es como Charles.Selene se levantó con la gracia de un depredador satisfecho y se inclinó sobre el escritorio.—Lo sé. Pero tengo mis propias estrategias —susurró antes de salir de la oficina.Esperé unos minutos antes de hacer lo mismo. La noche era oscura y la
IGOR —¿Tú crees que es posible enamorarse de dos personas al mismo tiempo? —pregunté finalmente a Liana, llevaba varios minutos en la cocina y observaba como ella se mompia de un lado a otro. —No. —Su respuesta fue firme, sin titubeos. Luego entrecerró los ojos y añadió—: ¿Por qué lo preguntas? ¿Quiénes son las afortunadas?Sentí un nudo en el estómago. Hablar con Liana sobre esto era arriesgado, pero si había alguien en quien podía confiar, era en ella. No podía hacerlo con mi padre y no tenía a nadie más a quien contarle sobre mis sentimientos. Suspiré y pasé una mano por mi cabello.—Estoy confundido —admití—. Siento que me estoy enamorando de las sobrinas de Esther.La reacción de Liana fue inmediata. Se puso de pie de un salto y me miró con incredulidad.—¡Estás loco! ¡Ellas son nuestras enemigas! —exclamó.Negué con la cabeza, manteniéndome firme.—No todos piensan lo mismo respecto a Esther. De hecho, algunos creen que...—Ella es la reencarnación de tu madre —interrumpió Lia
ALARIC —¿Piensas acostarte con él? —le pregunté a Selene—¡Iugh! Claro que no. Es un humano, un desgraciado que me torturó sin remordimiento, no pienso acostarme con él. Ya lo tengo controlado, Liana va a ayudarme con un truco para hacerle creer que pasó una magnífica noche conmigo, pero solo será una ilusión. —¿Se han hecho muy buenas amigas con Liana? —Para nada, pero ambas tenemos un mismo propósito. Por cierto deberías hablar seriamente con Dante, Alaric, dice que es un infiltrado más y que la lista que entregó es falsa, pero no le creo nada, estoy segura de que va tras Esther. No ha olvidado a Elena… igual que tú.Levanté la mirada con dureza.—No voy a permitir que nadie se acerque a ella —gruñí.Selene dejó escapar una carcajada burlona y estaba a punto de soltar algún comentario mordaz cuando la puerta se abrió de golpe. Esther se detuvo al vernos y, con un ligero titubeo, dio un paso atrás.—No quería interrumpir —dijo con voz tensa.—Estaba por irme —intervino Selene, ded
SELENEEl ambiente en la habitación de hotel estaba impregnado de un aroma sutil a vino y perfume caro. Yo me encontraba sobre el sillón, mis labios enredados con los de Charles, mientras mis manos se deslizaban con precisión sobre su pecho. Podía sentir su excitación, su impaciencia. Sus dedos jugueteaban con la tela de mi vestido, intentando despojarme de él con torpeza. Yo fingía estar igual de ansiosa, mis suspiros bien calculados, mis movimientos diseñados para hacerle creer que este momento me importaba tanto como a él.Pero la verdad era que no sentía nada.Cuando sus manos empezaron a subir por mis muslos, noté el cambio en su respiración. Su ritmo se tornó errático. Un temblor sutil recorrió su cuerpo antes de que su peso colapsara sobre mí. Charles cayó a un lado, desmayado, su pecho moviéndose con respiraciones profundas y pesadas.Solté un suspiro de alivio. Por un instante temí que la mezcla que Liana me había dado no funcionara. Me incorporé, acomodé su cuerpo sobre el
IGOREl sonido del tono de llamada retumbaba en mi oído mientras presionaba el teléfono con fuerza contra mi rostro. El dolor palpitante en mi brazo apenas me permitía concentrarme, pero no tenía tiempo para debilidades.—Necesito tu ayuda —mi voz sonaba más ronca de lo que esperaba.—Igor, ¿qué ocurre? —respondió al instante, preocupada.—Estoy afuera de tu casa. No puedo quedarme aquí. Te necesito.No hubo más palabras. Unos segundos después, la puerta de la casa se abrió y Chelsy apareció corriendo. Abrió la puerta del auto y se metió dentro, su mirada recorriendo mi cuerpo hasta posarse en la herida de mi brazo. Sus ojos se agrandaron, llenos de miedo.—¡Igor! ¿Qué te pasó? —su voz tembló mientras se inclinaba hacia mí.—No aquí. Necesito ir a un lugar donde nadie se dé cuenta de esto —respondí con esfuerzo.Chelsy asintió de inmediato, arranqué el auto. Antes de avanzar, se quitó la blusa y la rasgó con rapidez, improvisando un torniquete que ató con firmeza alrededor de mi brazo
—Te amo mi amor. Un altar, flores blancas y una melodía suave. Alaric me mira con una intensidad que me hace estremecer mientras desliza un anillo en mi dedo. Luego, un salto en el tiempo: su cuerpo desnudo sobre el mío, el calor de su piel fundiéndose con la mía en una noche que debería haber sido eterna. Pero la visión se fractura con un grito desgarrador. No el mío. No el de Alaric. El llanto de un bebé.—¡Igor! —mi voz lo llama, pero el niño corre, su risa infantil resonando en mis oídos. De repente, fuego. Lenguas anaranjadas devoran todo a su paso, el calor abrasador asfixia el aire. Intento alcanzarlo, pero mis piernas no responden. Mi grito queda atrapado en mi garganta. Y luego… oscuridad.Despierto con un jadeo, mi corazón tamborileando contra mi pecho. Un dolor punzante me atraviesa la cabeza. La luz tenue de la habitación me confirma que estoy en un hotel. No en mi casa. Me llevo una mano a la sien, intentando ordenar los fragmentos de recuerdos que aún se sienten borro
ALARICEl motor del auto rugía suavemente en la oscuridad de la noche. Mis manos estaban firmes en el volante, pero mis pensamientos estaban en otra parte. Giré la cabeza y observé a Esther, recostada en el asiento del copiloto, su respiración era pausada, su pecho se elevaba y descendía con un ritmo tranquilo. Pero su piel estaba pálida, su cabello oscuro caía desordenado sobre su rostro y aún había rastros de sangre en sus manos.Cuando llegué a casa, Liana me lo contó todo. Esther ya sabía la verdad. Sabía que era la reencarnación de Elena.No lo asimiló bien. Nadie lo haría. Y ahora, verla así, después de la batalla que presencié en el bosque, después de verla pelear con una fuerza sobrehumana contra esos osos, hacía que me preguntara hasta dónde llegaría su poder. Había considerado intervenir, pero algo me detuvo. Su energía, su ferocidad… no necesitaba mi ayuda.Cuando su cuerpo estuvo a punto de caer, yo la atrapé.Me estacioné y acaricié su rostro suavemente, retirando un mec
IGOREl ardor no era lo peor. Lo peor era la mirada de Liana.—No puedo creer lo tonto que eres —me dijo mientras presionaba una gasa contra mi herida, limpiandoApreté los dientes, negándome a hacer una mueca de dolor. No iba a darle el gusto de verme quejarme.—Fue necesario —dije con voz firme.—¿Necesario? —bufó, rodando los ojos. Antes de que pudiera responderle algo mordaz a Liana, la puerta se abrió de golpe, chocando contra la pared con fuerza.El aire en la habitación se volvió denso de inmediato.—¡Ígor! —Su voz retumbó como un trueno dentro de la habitación.Mantuve la mirada fija en él, preparada para la tormenta que se avecinaba. Sus ojos oscuros destellaron. Pero algo en su expresión cambió cuando su mirada bajó a mi brazo herido.—¿Qué te pasó? —Liana dejó el vendaje y cruzó los brazos, mirándome con severidad.—Díselo —me instó—. Ya es suficiente con las mentiras.Saliva tragué. No es que tuviera miedo de mi padre, pero no tenía ganas de lidiar con su ira.Aun así,