CAPÍTULO 78

IGOR

El ardor no era lo peor. Lo peor era la mirada de Liana.

—No puedo creer lo tonto que eres —me dijo mientras presionaba una gasa contra mi herida, limpiando

Apreté los dientes, negándome a hacer una mueca de dolor. No iba a darle el gusto de verme quejarme.

—Fue necesario —dije con voz firme.

—¿Necesario? —bufó, rodando los ojos.

Antes de que pudiera responderle algo mordaz a Liana, la puerta se abrió de golpe, chocando contra la pared con fuerza.

El aire en la habitación se volvió denso de inmediato.

—¡Ígor! —Su voz retumbó como un trueno dentro de la habitación.

Mantuve la mirada fija en él, preparada para la tormenta que se avecinaba. Sus ojos oscuros destellaron.

Pero algo en su expresión cambió cuando su mirada bajó a mi brazo herido.

—¿Qué te pasó? —

Liana dejó el vendaje y cruzó los brazos, mirándome con severidad.

—Díselo —me instó—. Ya es suficiente con las mentiras.

Saliva tragué. No es que tuviera miedo de mi padre, pero no tenía ganas de lidiar con su ira.

Aun así,
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