CAPÍTULO 76

—Te amo mi amor.

Un altar, flores blancas y una melodía suave. Alaric me mira con una intensidad que me hace estremecer mientras desliza un anillo en mi dedo.

Luego, un salto en el tiempo: su cuerpo desnudo sobre el mío, el calor de su piel fundiéndose con la mía en una noche que debería haber sido eterna.

Pero la visión se fractura con un grito desgarrador. No el mío. No el de Alaric. El llanto de un bebé.

—¡Igor! —mi voz lo llama, pero el niño corre, su risa infantil resonando en mis oídos. De repente, fuego. Lenguas anaranjadas devoran todo a su paso, el calor abrasador asfixia el aire. Intento alcanzarlo, pero mis piernas no responden. Mi grito queda atrapado en mi garganta. Y luego… oscuridad.

Despierto con un jadeo, mi corazón tamborileando contra mi pecho. Un dolor punzante me atraviesa la cabeza. La luz tenue de la habitación me confirma que estoy en un hotel. No en mi casa. Me llevo una mano a la sien, intentando ordenar los fragmentos de recuerdos que aún se sienten borro
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