PESADILLAS
Sarah

Cuando entré a casa, Xavier estaba sentado en el sofá, con las piernas cruzadas y un libro abierto en el regazo, tan tranquilo, tan relajado. ¿Cómo podía estar así después de haber mandado a Ryan al hospital?

—¿Obtuviste lo que necesitabas? —no pude evitar el tono de reproche, y él no tardó en percibirlo. Me quité los zapatos y me senté en el sillón frente a Xavier.

—¿Cómo está el chico? —preguntó sin apartar la mirada del libro. Tenía la m*****a costumbre de responder una pregunta con otra, y aquello me irritaba—. Has hecho muy bien en llevarlo al hospital —agregó aún viendo el libro—. Ahora el chico cree que te preocupas por él y que tu amistad es genuina.

—Sí, lo tengo en mis manos —dije fingiendo ser toda una villana, pero no lo era. Realmente me preocupaba por Ryan; estar con él en el hospital no fue parte de un personaje ni una jugada que me acercara a mi "anhelada venganza".

—¿Quién te ha traído a casa? —preguntó cerrando el libro, como si no tuviera conocimiento de cada u
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