El reloj marcaba las nueve, y Rubí aún no llegaba. Mis dedos tamborileaban sobre el borde del escritorio, un ritmo irregular que delataba mi impaciencia. Deslicé la mirada hacia el teléfono por tercera vez en menos de diez minutos. ¿Llamarla? No. No puedes. Sería demasiado obvio, demasiado… necesitado.Traté de distraerme. Observé mi oficina, ese refugio impecable que había creado a mi medida. Las paredes de un gris sobrio contrastaban con el brillo metálico de los detalles en acero pulido. Los ventanales, amplios y cristalinos, ofrecían una vista nítida de la ciudad, como si la perfección de este espacio pudiera imponer orden en el caos del mundo exterior.El escritorio de nogal, pulido hasta brillar, tenía todo en su lugar: la computadora en el ángulo exacto, el portaplumas paralelo al borde, y las carpetas apiladas con precisión milimétrica a la izquierda. Nada fuera de su sitio. Nada nunca fuera de su sitio.Deslicé un documento de la pila superior, pero apenas había leído un párr
SarahLa mirada de Cristhian a la espera de una respuesta mía era como un torrente, no dejaba de atravesarme. Podía sentir cómo cada una de sus palabras calaba hondo, no tanto por lo que decía, sino por cómo lo hacía. El aire se volvió demasiado dificil de respirar como si alguien hubiese qapagado el aire acondiconado y cerrado las ventanas, wsentía que me sofocaría en cualquier momento–Dime la verdad, Rubí –insistió, esta vez bajó un poco la voz, pero sus palabras seguían siendo armas afiladas directo hacia mí y su rostro, esa expresión...–. ¿Qué sabes de todo este asunto? ¿sabís sobre la venganza de Xavier? ¿par eso te has acercado a mí?No tenía palabras. Cristhian tenía razón, yo siempre lo supe todo y mis intenciones hacia él siempre estuveron calculadas. Cada posible respuesta se desmoronaba en mi mente como un castillo de arena ante una ola. Xavier era el catalizador de todo este caos, y yo... yo solo era una pieza más en su juego, una piea a la que él había dejado abandonada
La tarde estaba tranquila, como si todo el caos de la mañana hubiera sido un mal sueño. Mientras revisaba algunos documentos, mi teléfono empezó a sonar. Lo tomé distraída, concentrada en los gráficos del papel que sostenía en las manos—¿Señora Xanders? —preguntó una voz amable al otro lado de la línea.—Sí, soy yo —respondí, curiosa, alejé el teléfono de mi oido para ver la pantalla, solo entonces vi que la llamada era del colegio de Addy—Llamamos para informarle que, debido a que Addy ha sido retirada del colegio, ya no podrá seguir participando en las actividades organizativas del evento de fin de año. De ahora en adelante el resto de la comisión asumirá el evento - una risa interna me invadió "el resto de la comisión. Por supuesto" pensé. El resto e la comisión era solo Cristhian, solo él y la señora Chang se habían hecho disponibles y la señora Chang había decidio ignorar mis mensajes, todo quedaría en manos de Cristhian.—Oh… entiendo —murmuré.Cuando colgué, lo primero que se
El ambiente en la sala de juntas era sobrio, con sus paredes grises, la mesa larga de cristal y las sillas perfectamente alineadas como soldados listos para el combate. Me apoyé en el respaldo de mi asiento mientras Dayana revisaba un par de papeles frente a ella. Su cabello oscuro aia sobre su frente, parecía haber crecido un poco, su semblante había mejorado mucho desde el dia en que la había conocido en el supermercado. Su expresión entonces era más profesional, pero sus ojos mantenían una cierta calidez.–Entonces, ¿quedamos en eso? –dijo, levantando la vista hacia mí.–Sí, está perfecto –respondí, sintiéndome más liviana después de dejarle toda la organización del evento. Había tenido suficiente drama como para preocuparme también por el fin de año del colegio. Dayana recibiría un pago por encargarse de todo, y honestamente, no podía pensar en alguien más eficiente para hacerlo.–Perfecto –dijo, acomodando los papeles en una carpeta–. Si hay algo más, solo avísame.Justo cuando p
SarahLos últimos dos meses habían sido un limbo extraño. Xavier no había vuelto a dar señales de vida, y aunque parte de mí estaba aliviada, otra parte no podía evitar preguntarse cuándo caería el próximo golpe, cuando llevaría a cabo su tan mencionada venganza y cual sería la parte que me tocaría de ella.Pero más allá de las amenazas que se desvanecían como ecos lejanos, estaba Cristhian, tenía que ocultarle lo de las llamadas, tenía que ocultarle que temía el siguiente movimiento de Xavier porque yo era Sarah Blake. Y adempas de todo, tenía que tragarme mis sentimientos porque él había tomado una decisión, iba a proponerle matrimonio a Elena, yo también tuve que tomar una deciwsión, hqacerme a un lado, aceptar que él y yo no estábamos destinados a estar juntos, yo ya había tenido mi oportunidad y nunca pude lograr que me amara, a pesr de todo, Elena era mi hermana y si su felicidad era Cristhian, yo no iba a interponerme, pero no era tan facil como decirlo, la rutina diaria, ese c
CristhianEl día había llegado, y lo sentía como un peso en el pecho. El evento de fin de año era perfecto, planeado con una precisión que rozaba la obsesión. Todo estaba bajo control: las luces deslumbrantes, las animaciones para los niños, los regalos cuidadosamente seleccionados. Cada detalle reflejaba lo que se esperaba de mí: perfección. Pero dentro de mí, todo estaba en caos.Rubí no estaba. Exqaminé el lugar como quien verifica que todo marcha bien, pero me importaba un carajo que todo marchara bien, lo que me interesaba en ese momento era ella; RubíMe esforzaba por parecer tranquilo, por mantener esa fachada fría e imperturbable que todos esperaban, pero era muy agotador y cada segundo que pasaba sin verla me arrancaba pedazos. Mi necesidad de verla todos los días se había convertido en algo que no entendía y que apenas podía soportar.Zackary correteaba entre los niños, y Elena, siempre impecable, se aseguraba de ser el centro de atención. Me mantenía cerca de ellos, pero mi
DevonSostenía mi copa de champán con una mezcla de desdén y resignación, el líquido burbujeante en mi vaso capturando la luz del candelabro como si fuera un reflejo de todo lo que estaba mal con el lugar. El resplandor dorado del cristal me devolvía una visión distorsionada de la escena, como si todo fuera una broma, un escenario cuidadosamente diseñado para impresionar a personas que probablemente ni siquiera sabían qué hacer con sus vidas más allá de llenar sus vacíos con más brillo y adornos. Estaba rodeado de extravagancia, de sonrisas de porcelana y risas que se desvanecían en la niebla del artificialismo. Este no era el mundo al que pertenecía, no importa cuán bien me vistiera para encajar en él.. De pie bajo un dosel de luces titilantes y adornos tan elaborados que parecían querer compensar el vacío emocional del lugar, no podía evitar preguntarme por qué demonios había aceptado venir. Ah, sí, Rubí. Me había convencido diciéndome que no se le daban bien este tipo de eventos, p
Después de todo el alboroto y estravagancia de la fiesta, ese lunes la oficina parecía perturbadoramente tranquila. El sonido del teclado de mi computadora era lo único que rompía el silencio, y aunque necesitaba concentrarme en los papeles frente a mí, mi mente no podía dejar de vagar hacia los últimos días. Hacia ese momento en que Cristhian le había pidido matrimonio a Elena. Sabía que ese momento llegría, yo misma, la secretaria perfecta, había ayudado a planificarlo todo, pero en el momento en que sucedía no pude evitar sentir cómo se me hacía un nudo en el estómago. Yo había estado esperando una señal, algo que me indicara que podía detenerlo, que podía interrumpirlo, gritarle la verdad. "Soy Sarah Blake", podía decirle, "tu esposa, la misma mujer a la que pensaste muerta". Pero no lo hice. No pude.Y aunque todo en mí gritaba que debía hacerlo, me quedé en silencio, observando cómo ese otro trozo de mi vida se alejaba más y más de mi alcance. No me importaba la venganza, no aho