La mansión Vandervert se alzaba ante mí, imponente como siempre, pero esta vez el aire que la rodeaba estaba impregnado de algo diferente. Algo más denso. El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rojizos, y con él, los recuerdos comenzaron a regresar, pesados y ruidosos, como si las paredes mismas de la mansión quisieran hablarme. Cada paso que daba me regresaba a un pasado que no podía deshacer, a una historia que seguía escribiéndose sin importar cuán lejos tratara de huir.Zackary, por otro lado, parecía mucho más tranquilo que yo. La mansión Vandervert era para él todo lo contrario de lo que fue para mí, para él era realmente su el hogar. Podía sentir cómo le alegraba el regreso, cómo extrañaba este lugar. La mansión Vandervert había sido su casa, aunque las circunstancias lo habían llevado lejos de ella. —¿Estas feliz de volver a casa, cariño? —le pregunté con una sonrisa suave, aunque mi voz temblaba por dentro.Zacky no respondió, solo asintió con un
El auto negro apareció en el carril de al lado, desplazándose con una agresividad que me puso en alerta inmediata. En cuanto noté que comenzaba a acercarse demasiado por mi derecha, instintivamente giré el volante para apartarme. La presión de mis manos sobre el volante era tal que los nudillos se me pusieron blancos. Sentí el sudor correr por mi espalda y un nudo se formó en mi estómago. Intenté ver el rostro del conductor pero los vidrios eran polarizados, solo conseguí ver el reflejo de mi propio auto.La amenaza era clara: no iba a detenerse. Con el corazón acelerado, cambié de carril para evitar el impacto.Melissa, sentada a mi lado, observaba todo con los ojos desorbitados. Por primera vez, la fría y dominante mujer que siempre había conocido parecía atemorizada. Una chispa de comprensión se reflejó en su mirada, como si finalmente entendiera porque había estado conduciendo de esa forma errática, había comprendido el peligro que nos rodeaba. Giró la cabeza hacia atrás, buscando
Cristhian Colgué la llamada con Rubí mientras corría hacia la puerta del departamento. Apenas tenía tiempo para pensar, para procesar lo que acababa de escuchar. Mi madre… en el hospital… un accidente. Las palabras rebotaban en mi cabeza como ecos. Mi mente iba a mil, pero mi cuerpo se movía en automático. Elena apareció de repente, interponiéndose en mi camino. —¿A dónde vas? —preguntó con el ceño fruncido, una mezcla de confusión e irritación que me pareció insoportable. Se suponía que en momentos como esos, tenía que buscar consuelo en los brazos de mi prometida, pero era todo lo contrario, no quería contarle nada, no quería que me abrazara y me dijera que todo iba a estar bien —No tengo tiempo ahora, Elena. La esquivé sin siquiera mirarla, pero su voz me siguió, insistente. —¿Otra vez es por Rubí? ¿Qué demonios pasa contigo? Siempre corriendo detrás de esa mujer como si... Cerré la puerta antes de que terminara la frase. Su tono aún resonaba en mis oídos mientras bajaba las e
CristhianLa ira bullía en mi interior mientras salía de la reunión con el detective. Nada, ni una sola pista. Sus palabras resonaban en mi cabeza como un eco vacío: "Estamos investigando, señor Vandervert. A veces lleva tiempo encontrar algo concreto." Tiempo. Esa maldita palabra era lo único que tenía ahora. Tiempo para pensar en la mirada vacía de mi madre en el ataúd. Tiempo para imaginar la desesperación de Rubí sacando a Zackary de entre los restos del auto. Tiempo para recordar que yo la había dejado sola.Caminar sin rumbo era inútil. Estaba cansado, empapado por la humedad del aire nocturno, y con el alma en pedazos. Entré al primer bar que vi, un lugar oscuro y ruidoso que olía a alcohol y humo. Pedí un whisky. Luego otro. Y otro. El ardor bajando por mi garganta me daba algo de consuelo, pero no el suficiente.No podía soportarlo más. Saqué mi teléfono y llamé a Rubí. El tono sonó varias veces sin respuesta. Intenté de nuevo. Nada. El calor de la rabia comenzó a mezclarse c
Cristhian La luz del mediodía se filtraba tímidamente entre las cortinas del café donde había quedado con Devon. Llegué puntual, con un aire que me esforzaba por mantener tranquilo, aunque en mi interior latía una ansiedad electrizante. Desde que Rubí y yo habíamos cruzado esa línea invisible que nunca debimos traspasar, mi vida parecía dividida en dos mundos. Por un lado, el peso de mis responsabilidades y compromisos; por otro, el secreto que compartía con ella, un refugio donde todo lo demás desaparecía. No podía negar que una parte de mí quería decírselo a Devon. No por confianza, ni siquiera por consejo, sino porque me gustaría marcar mi territorio. Pero no era tan estúpido. Sabía que aquello debía permanecer oculto. Ella era mi secretaria, y yo un hombre comprometido con otra mujer. No podía arriesgarlo todo. Devon llegó poco después, como siempre, impecable. Su sonrisa tenía ese aire casual que usaba para ocultar todo lo que realmente pensaba: odiaba todo y a todos, el capita
Miré a lo lejos la expresión de Cristhian Vandervert al leer la nota que los chicos le habían entregado, tuve que contener la carcajada, los chicos regresaron a mí, no tuve miedo de que el vandervert me viera porque estab absolutamente chocado por el contenido de la nota, quería estqar más cercaq, mirar su dolor en primera fila, así como quería verlo en el funeral, de Melissa, no me había podido contener a pesqar de las advertencias de Xavier y ese dia fui, crosthian casi me descubre, es inteligente pero no más que yo.-hicimos lo que os pidio dijo uno de los chicos, yo saqué un billete de cien dólares, sus ojos brillaron entre vitores y aplausos, me di la vueltaq y desaparecí.Desde que tenía memoria, me habían enseñado que la venganza era el motor que mueve el mundo. No era una idea nueva, ni tampoco especialmente original. La venganza era el lenguaje de los poderosos, la estrategia de los que no se dejaban pisotear. Y, por supuesto, nunca me dejé pisotear.Mi nombre es Kiara y he p
La habitación del hotel estaba oscura, exceptuando el resplandor tenue de la lámpara que iluminaba la cama. El aire olía a sexo y desesperación, a algo más profundo que lo físico. Los murmullos y los suspiros se mezclaban con el suave sonido de la lluvia golpeando los cristales de la ventana. Rubí estaba frente a mí, tan calmada y serena como siempre ¿como podía estar tan calmada ocultando un secreto como el que ocultaba? ¿cómo podía ser tan fria y serena estando al lado del hombre que quiso asesinarla? una duda se intaló en mi cabeza ¿y si no era verdad? ¿como podpia rubí ser sarah? ¿y si todeo era una treta ede xavier para conseguir desestabilizarme más de lo que ya estaba?Nada en su actitud me decía que ocultaba algo, nada en ella daba si quiera a sospechar que no era quien decía ser. Me acerqué a ella con esa determinación, dispuesto a desenmarcararla en ese preciso moemnto, pero al tenerla ahí frente a mí, en la privacidd de aquel lugar en la intimidad que ese lugar nos proporion
sarahLas palabras de Cristhian seguían retumbando en mi mente como un eco lejano. Había estado en sus brazos, había creído en sus promesas, en todo lo que me dijo. Me hizo pensar que dejaría a Elena por mí, me había hecho creer que realmente me amaba. Me había prometido todo lo que yo quería; el cielo y las estrellas, y yo había sido una ingenua, lo creí. Después de todo no había dejado de ser esa niña tonta que idolatraba a Cristhian y él seguía siendo el mismo patán que solo piensa en sí mismo y en sus necesidades.Todo lo que había pasado entre nosotros me había hecho pensar que por fin, después de tanto tiempo, mi sufrimiento había valido la pena. Pero ahora... ahora, todo se desplomaba frente a mí.¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué me había mentido de esa forma tan cruel? ¿Por qué me había dado falsas esperanzas si sabía que no dejaría a Elena? Mi corazón dolía como si me lo hubieran arrancado del pecho, y mi mente daba vueltas, buscando alguna explicación lógica, alguna razón q