El ambiente en la sala de juntas era sobrio, con sus paredes grises, la mesa larga de cristal y las sillas perfectamente alineadas como soldados listos para el combate. Me apoyé en el respaldo de mi asiento mientras Dayana revisaba un par de papeles frente a ella. Su cabello oscuro aia sobre su frente, parecía haber crecido un poco, su semblante había mejorado mucho desde el dia en que la había conocido en el supermercado. Su expresión entonces era más profesional, pero sus ojos mantenían una cierta calidez.–Entonces, ¿quedamos en eso? –dijo, levantando la vista hacia mí.–Sí, está perfecto –respondí, sintiéndome más liviana después de dejarle toda la organización del evento. Había tenido suficiente drama como para preocuparme también por el fin de año del colegio. Dayana recibiría un pago por encargarse de todo, y honestamente, no podía pensar en alguien más eficiente para hacerlo.–Perfecto –dijo, acomodando los papeles en una carpeta–. Si hay algo más, solo avísame.Justo cuando p
SarahLos últimos dos meses habían sido un limbo extraño. Xavier no había vuelto a dar señales de vida, y aunque parte de mí estaba aliviada, otra parte no podía evitar preguntarse cuándo caería el próximo golpe, cuando llevaría a cabo su tan mencionada venganza y cual sería la parte que me tocaría de ella.Pero más allá de las amenazas que se desvanecían como ecos lejanos, estaba Cristhian, tenía que ocultarle lo de las llamadas, tenía que ocultarle que temía el siguiente movimiento de Xavier porque yo era Sarah Blake. Y adempas de todo, tenía que tragarme mis sentimientos porque él había tomado una decisión, iba a proponerle matrimonio a Elena, yo también tuve que tomar una deciwsión, hqacerme a un lado, aceptar que él y yo no estábamos destinados a estar juntos, yo ya había tenido mi oportunidad y nunca pude lograr que me amara, a pesr de todo, Elena era mi hermana y si su felicidad era Cristhian, yo no iba a interponerme, pero no era tan facil como decirlo, la rutina diaria, ese c
CristhianEl día había llegado, y lo sentía como un peso en el pecho. El evento de fin de año era perfecto, planeado con una precisión que rozaba la obsesión. Todo estaba bajo control: las luces deslumbrantes, las animaciones para los niños, los regalos cuidadosamente seleccionados. Cada detalle reflejaba lo que se esperaba de mí: perfección. Pero dentro de mí, todo estaba en caos.Rubí no estaba. Exqaminé el lugar como quien verifica que todo marcha bien, pero me importaba un carajo que todo marchara bien, lo que me interesaba en ese momento era ella; RubíMe esforzaba por parecer tranquilo, por mantener esa fachada fría e imperturbable que todos esperaban, pero era muy agotador y cada segundo que pasaba sin verla me arrancaba pedazos. Mi necesidad de verla todos los días se había convertido en algo que no entendía y que apenas podía soportar.Zackary correteaba entre los niños, y Elena, siempre impecable, se aseguraba de ser el centro de atención. Me mantenía cerca de ellos, pero mi
DevonSostenía mi copa de champán con una mezcla de desdén y resignación, el líquido burbujeante en mi vaso capturando la luz del candelabro como si fuera un reflejo de todo lo que estaba mal con el lugar. El resplandor dorado del cristal me devolvía una visión distorsionada de la escena, como si todo fuera una broma, un escenario cuidadosamente diseñado para impresionar a personas que probablemente ni siquiera sabían qué hacer con sus vidas más allá de llenar sus vacíos con más brillo y adornos. Estaba rodeado de extravagancia, de sonrisas de porcelana y risas que se desvanecían en la niebla del artificialismo. Este no era el mundo al que pertenecía, no importa cuán bien me vistiera para encajar en él.. De pie bajo un dosel de luces titilantes y adornos tan elaborados que parecían querer compensar el vacío emocional del lugar, no podía evitar preguntarme por qué demonios había aceptado venir. Ah, sí, Rubí. Me había convencido diciéndome que no se le daban bien este tipo de eventos, p
Después de todo el alboroto y estravagancia de la fiesta, ese lunes la oficina parecía perturbadoramente tranquila. El sonido del teclado de mi computadora era lo único que rompía el silencio, y aunque necesitaba concentrarme en los papeles frente a mí, mi mente no podía dejar de vagar hacia los últimos días. Hacia ese momento en que Cristhian le había pidido matrimonio a Elena. Sabía que ese momento llegría, yo misma, la secretaria perfecta, había ayudado a planificarlo todo, pero en el momento en que sucedía no pude evitar sentir cómo se me hacía un nudo en el estómago. Yo había estado esperando una señal, algo que me indicara que podía detenerlo, que podía interrumpirlo, gritarle la verdad. "Soy Sarah Blake", podía decirle, "tu esposa, la misma mujer a la que pensaste muerta". Pero no lo hice. No pude.Y aunque todo en mí gritaba que debía hacerlo, me quedé en silencio, observando cómo ese otro trozo de mi vida se alejaba más y más de mi alcance. No me importaba la venganza, no aho
La mansión Vandervert se alzaba ante mí, imponente como siempre, pero esta vez el aire que la rodeaba estaba impregnado de algo diferente. Algo más denso. El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rojizos, y con él, los recuerdos comenzaron a regresar, pesados y ruidosos, como si las paredes mismas de la mansión quisieran hablarme. Cada paso que daba me regresaba a un pasado que no podía deshacer, a una historia que seguía escribiéndose sin importar cuán lejos tratara de huir.Zackary, por otro lado, parecía mucho más tranquilo que yo. La mansión Vandervert era para él todo lo contrario de lo que fue para mí, para él era realmente su el hogar. Podía sentir cómo le alegraba el regreso, cómo extrañaba este lugar. La mansión Vandervert había sido su casa, aunque las circunstancias lo habían llevado lejos de ella. —¿Estas feliz de volver a casa, cariño? —le pregunté con una sonrisa suave, aunque mi voz temblaba por dentro.Zacky no respondió, solo asintió con un
El auto negro apareció en el carril de al lado, desplazándose con una agresividad que me puso en alerta inmediata. En cuanto noté que comenzaba a acercarse demasiado por mi derecha, instintivamente giré el volante para apartarme. La presión de mis manos sobre el volante era tal que los nudillos se me pusieron blancos. Sentí el sudor correr por mi espalda y un nudo se formó en mi estómago. Intenté ver el rostro del conductor pero los vidrios eran polarizados, solo conseguí ver el reflejo de mi propio auto.La amenaza era clara: no iba a detenerse. Con el corazón acelerado, cambié de carril para evitar el impacto.Melissa, sentada a mi lado, observaba todo con los ojos desorbitados. Por primera vez, la fría y dominante mujer que siempre había conocido parecía atemorizada. Una chispa de comprensión se reflejó en su mirada, como si finalmente entendiera porque había estado conduciendo de esa forma errática, había comprendido el peligro que nos rodeaba. Giró la cabeza hacia atrás, buscando
Cristhian Colgué la llamada con Rubí mientras corría hacia la puerta del departamento. Apenas tenía tiempo para pensar, para procesar lo que acababa de escuchar. Mi madre… en el hospital… un accidente. Las palabras rebotaban en mi cabeza como ecos. Mi mente iba a mil, pero mi cuerpo se movía en automático. Elena apareció de repente, interponiéndose en mi camino. —¿A dónde vas? —preguntó con el ceño fruncido, una mezcla de confusión e irritación que me pareció insoportable. Se suponía que en momentos como esos, tenía que buscar consuelo en los brazos de mi prometida, pero era todo lo contrario, no quería contarle nada, no quería que me abrazara y me dijera que todo iba a estar bien —No tengo tiempo ahora, Elena. La esquivé sin siquiera mirarla, pero su voz me siguió, insistente. —¿Otra vez es por Rubí? ¿Qué demonios pasa contigo? Siempre corriendo detrás de esa mujer como si... Cerré la puerta antes de que terminara la frase. Su tono aún resonaba en mis oídos mientras bajaba las e