Ingresan a la habitación de Derek, Leah junto con el padre Matt, quién mira a Brandon con mucho recelo, mientras éste se encoje de hombros.
—Brandon ven conmigo, tenemos muchas cosas de que hablar—comenta el padre.
—Está bien Matt, vamos al despacho.
Bosqueja el tío Brandon una gran sonrisa, la cual ellos corresponden y se retira con el padre. Dejándolos solos, Leah mira a Derek de reojos y éste de igual forma, al unísono sus palabras se atropellan.
—Yo primero Leah—advierte Derek—Leah lo siento, no fue mi intención ofenderte, discúlpame si lo hice. Es que me sacaste de mis casillas, vaya qué eres tenaz muchacha.
—Perdóname tú a mí, por llamarte paralítico Derek, no volverá a suceder—se excusa Leah, por su conducta.
—Realmente lo soy—manifiesta Derek con nostalgia.
—¡Oh por Dios Derek, no estés triste!
—Tranquila querida, tú no tienes la culpa de mí tristeza, esa la llevo en mi corazón y no la puedo arrancar, por más que quiera.
—¿Hay algo más allá que tu invalidez, que te aflige? —pregunta Leah con desconcierto.
—Ya Olvidemos los roces y las tristezas, mejor vamos a dar un paseo, pronto serás mi esposa.
—¡Que nervios! —exclama Leah enseguida.
—¿Te aterra ser mi esposa?
—Un poco, pero si quiero serlo.
—¿Por qué estoy atado a esta silla?, No quiero que sientas compasión por mi Leah, yo estoy resignado, a estar en esta silla de por vida.
—No digas eso, sé que eres un hombre muy bueno y no mereces sufrir. Yo leí en una oportunidad que, en las grandes ciudades, hay médicos sofisticados que pueden sanar cualquier mal. De seguro, pueden devolverles la movilidad a tus piernas.
—Entonces no eres tan bruta, al menos lees—se burla Derek de la inocente Leah.
—¡Derek!
—Es broma cariño—la toma de las manos y su mirada inocente, lo conmueve de inmediato.
*****
En el despacho.
—Brandon no estoy de acuerdo, con esa boda es absurda. No tengo nada en contra de la chiquilla, pero seamos honestos, no está a la altura del compromiso, me entiendes. Temo por la muchacha, no quiero que sufra por Dios—se persigna el sacerdote.
—Matt deja de ver tragedias, donde no las hay, ese matrimonio es lo mejor para los dos. Ambos están solos en el mundo, serán muy buena compañía el uno al otro.
—Difiero totalmente de tu criterio, ¿y el amor que Brandon? Ellos no están enamorados y Derek sigue empañado en Savannah.
—Con más razón, debe de casarse con Leah, sería la solución para desterrar ese falso amor de su vida.
—Te estás oyendo, es absurdo todo lo que dices Brandon.
—Tú eres un anticuado Matt modernízate.
—Te recuerdo, que soy un simple sacerdote y mi realidad, es distinta a la de los demás. Me enfoco en ver las almas y llevarlas, por el camino correcto.
—El amor es sufrimiento Matt y en lo fondo lo sabes.
—Por amor a Dios, Brandon no digas estupideces. Dios es eso amor.
—Ah sí y dónde estaba el amor de Dios, cuando me arrancó a Amy de mi lado.
—No cambies el tema, que lo tuyo y de Amy, fueron situaciones distintas.
—Distintas Matt, sabes todo lo que sufrí durante años, por no tener al amor de mi vida conmigo y lo peor, verla casada con otro hombre, donde estaba el amor de Dios, para aplacar tanto sufrimiento de mi alma, dime.
—No blasfemes Brandon y nos digas incoherencias.
—Tú eres hombre Matt, sólo que con sotana.
—Soy un siervo de Dios, que no se te olvide Brandon.
—Lo siento Matt, pero mi rencor con la vida, sigue tan vivo como está inmensa soledad, que estuvo a punto de matarme durante años.
—Cálmate Brandon. Se lo difícil que fue para ti, no ver realizado tu amor por Amy. Pero de eso a que le mientas a los muchachos, con que tienes una terrible enfermedad, para lograr que se casen, fuiste demasiado lejos.
—Fue una mentira piadosa.
—Las mientras tienen patas cortas.
—¿Tú dices?
Se detiene repentinamente, el padre Matt distraído y musita mentalmente:
«Si Brandon supiera, está gran verdad, que yo he guardado por años, motivado al secreto de confesión. Dios mío santo». Velozmente irrumpe el tío Brandon, en las corrientes de sus pensamientos:
—¿A dónde te fuiste Matt?
—Pienso en los muchachos y en tu absurda idea, de ese matrimonio por contrato.
—Allí mediante ese contrato, Leah estará protegida de por vida. Ya el tiempo dirá todo lo demás, puede que hasta se enamoren perdidamente, el uno del otro y saque, a la odiosa de la Savannah de su mente.
—Dios mío ten piedad y misericordia de todos nosotros—implora el padre Matt.
—Ya relájate, que todo estará bien, deja de estar angustiado a Dios y vamos, por unas tortas en la cocina.
—Si buena idea, está discusión me afloró el apetito.
—Cuando no Matt—se ríe rápidamente, el tío Brandon del padre Matt.
*****
En los sembradíos...
—Este lugar es hermoso. Lo extrañaré—señala Leah con nostalgia.
—No sientas nostalgia, Seattle es maravilloso y también, vendremos de visita a la finca.
—Tengo miedo Derek.
—Otra vez con lo mismo Leah, ya te dije que todo estará bien pequeña ¿Cuál es tu angustia?
—Ninguna.
—Vamos cuéntame todo con confianza, serás mi esposa.
—Es mi preocupación, compartir habitación contigo—manifiesta Leah acuciosamente.
—Ja, ja, ja, tranquila yo no muerdo. Y para tú serenidad, dormiremos en habitaciones separadas. En el contrato, se estipula que no te tocaré Leah.
—¿Ah no?
—No.
—Bueno tampoco puedes.
—¿Perdón?
—Vamos Derek, estás inválido no creo que eso funcione.
—Para tu información, puedo funcionar íntimamente. Sólo que tú, no eres mi tipo—se carcajea Derek.
—Insolente—se enoja Leah.
—Ya Leah, sólo bromeó ante tu imprudencia. Aprenderé con el tiempo a comprenderte, pero si urge lo de tus clases de modales.
—No pierdes el tiempo para llamarme bruta.
—Ven aquí—Leah se le arrima, se agacha para estar cerca de él—Yo voy a ser de ti, una dama de sociedad ya lo verás—señala el apuesto Derek con toda confianza.
—Confío en ti y en tus buenas intenciones. Ya pronto, seré la esposa del paralítico—expone Leah un comentario fuera de lugar.
—Leah más respeto—la reprende Derek.
—Lo lamento—se cuelga del cuello de Derek, y éste queda maravillado, con el repentino abrazo.
—Ahora levántate sí. Vamos a dar un paseo, por aquel lado, la puesta de sol se ve maravillosa—advierte Derek de prisa.
—Vamos—asienta la Leah, mientras bosqueja una gran sonrisa.
En una ceremonia íntima y algo atípica, dónde Derek junto con su abogado hacen a Leah previamente, firmar un contrato prenupcial. Donde detalla una cláusula, que Derek estipuló a última hora en concordancia con su abogado, cláusula que el tío Brandon desconoce. La inocente Leah firma de inmediato y posterior a ello, van hasta donde los espera el juez, para oficializar el casamiento. ¿Habrá hecho mal el apuesto Derek, en no decirle a nadie de su cambio de última hora? ¿Qué fue lo qué estipuló sin previo aviso? En la sala de mansión, la toma por su mano desde su moderna silla de ruedas. Leah esboza una risa nerviosa y el tío Brandon, la mira con entusiasmo buscando de apaciguar sus miedos. Por otro lado, el padre Matt está muy serio, ya que no está de acuerdo con un matrimonio tan extraño, dónde según para él, el amor no se demuestra por ningún lado. Tina la empleada de confianza, quién es una segunda madre para Derek, los mira desde la distancia tocando su corazón, está muy angustiad
El día siguiente. Miami Florida. —¡Oh por Dios qué rico sol! —grita Leah repentinamente y Derek la mira con rareza. —Controla tus emociones Leah. —¿Ahora que hice? —pregunta Leah haciendo pucheros. —Ven mejor siéntate a mi lado. Ya cuando regresemos, recibirás tus primeras clases. —¿Tan mal me comporto? —Muchísimo—señala Derek frunciendo el ceño. —¡Ah Caray! —exclama Leah, haciendo un extraño gesto con sus labios. —Pero tranquila, confío en tu inteligencia y en tus aptitudes. Creo—se muestra grácilmente confuso Derek. —¿Que musitaste al final Derek? —pregunta Leah con suspicacia. —Que si vas a poder con todo y mucho más querida. —Por lo visto, tienes más confianza en mí que yo. —Ya Leah, dejemos las complicaciones para otro momento, ahora acerquémonos hasta la orilla. —¿Quieres nadar? —En este inmenso mar no me atrevo, me da un poco de vergüenza. —Eso lo podemos solucionar. —¿Qué tienes en mente? —pregunta velozmente Derek, ya que Leah es muy disparatada. —Ya verás. E
Llegan a un prestigioso lugar nocturno, en South Beach en Miami. El rostro de Leah se mostraba muy extraño, observa todo con fascinación, en su vida había ido a su lugar tan lujoso como ese. —¿Te gusta el ambiente? Sé que todo esto es nuevo para ti—señala Derek sujetando su mano. —Es extraño, pero mira la gente como se divierte—indica Leah sonriendo. —¿Quieres bailar? —pregunta Derek sin miramientos. —¿Me estás tomando el pelo? —se sorprende Leah, debido a que él no puede caminar. —No para nada, vamos a bailar—insiste Derek obviando su invalidez. —Yo no sé bailar Derek y tú... —se queda confunde Leah y queda sin palabras. —Impongamos un nuevo baile—propone el guapísimo Derek, se carcajea Leah enseguida y lo sigue hasta la pista. Se olvidan del resto de las personas y se acomodan para disfrutar del ambiente, el momento es muy grato para ambos. Se miran divertidos y se contagian de la alegría del lugar. Se le acerca Derek a Leah y éste le dice: —Te enseñaré mis mejores pasos de
A la mañana siguiente, en la habitación de Derek...—¡Oh por Dios, Derek! —se despierta precipitadamente Leah y se toca, cayendo en cuenta que durmió en la cama de Derek.—¿Qué ocurre? —musita Derek entre dormido.—Dormimos juntos.—¿Qué cosa? —se levanta precipitadamente Derek.—Seguro fue el cansancio que nos venció, amanecí con la misma ropa puesta—insinúa Leah sin malicia y Derek lo toma a mal.—¿Por quién me tomas Leah, jamás haría nada que te lastimará?—Tranquilo Derek sólo me asusté, fue un extraño despertar, ya pasó. Voy a mi habitación para cambiarme.—Espera Leah, hoy es nuestro último día en Miami. Así que, vamos aprovecharlo al máximo—expone sacando a relucir su espíritu aventurero.—Lo sé, me daré prisa, estaré lista para despedirnos del mar de Miami—sale velozmente del cuarto de Derek y él queda muy sonriente en el suyo, tuvo al lado a una hermosa mujer y no sintió absolutamente nada, dándose cuenta que el recuerdo de Savannah sigue intacto. Enseguida llama a su cuidado
Oregón, Días después....Ya han pasado algunos días, de la luna de miel de estos excepcionales recién casados. Llega a la granja la señora Jessica Goldman, una mujer muy culta y refinada, que se encargará de mejorar a la inocente Leah.—Buen día señores—saluda la dama con mucha cortesía, se halla de la compañía de Leah y de su esposo Derek.—Qué bueno que vino señora Goldman, aquí la dejo con mi esposa, espero nos ayude. Es usted nuestra salvación—señala Derek bosquejando una tenue sonrisa.—Derek, me haces parecer como una salvaje—lo mira Leah con aprensión.—Lo único que, te hace falta es treparte por los árboles. Aunque creo, que ya eso lo haces—se carcajea Derek de inmediato.—Cierra la boca—lo reprende Leah mirándolo de reojos.—Veo que, se la llevan muy bien ustedes—apunta con gracia la señora Goldman.—Las dejo trabajar suerte Leah.—¡Santo cielo! —exclama Leah ante lo novedoso.—Bien señora Dixon, manos a la obra tenemos mucho trabajo—se dirigen juntas, al salón en ese gran es
Al culminar sus clases, Derek se acerca a Leah, para dar un paseo por los alrededores de la Granja.—¿Por qué tan decaída Leah?—Hoy no di el 100%.—Apenas son tus primeras clases, por lo visto también, tienes que aprender a ser paciente.—Es que quiero aprender rápido y quiero que esto acabe—asienta Leah con desesperación.—Tranquila disfruta el proceso, míralo con un gran aprendizaje, que te servirá para el resto de tu vida y no como una obligación. Si no estarás en serios aprietos.—Algo así creo que me dijo, Jessica.—¿Ya la tuteas? —pregunta Derek con rareza.—Ella misma me dijo que lo hiciera.—Bueno está bien Leah. Vamos a la pradera, quiero contemplar el paisaje.—Te gusta mucho estar en la granja ¿O me equivoco?—No te equivocas, me trae muchos recuerdos, vividos con mi abuelo, era muy bueno conmigo.—Yo también extraño mucho a mi abuela, me he quedado sola sin ella.—Tú no estás sola, ahora tienes a una familia, que te respaldará en todo.—Si tengo un esposo bajo contrato, a
Se interna Derek, en la habitación de Leah accionado el remoto de su silla. Ella lo mira de reojos y de inmediato se hace la dormida.—No finjas Leah, hablemos—murmura Derek muy cerca a la cama.—Vete Derek, quiero estar sola—indica Leah con lágrimas en sus ojos, aún sigue muy confundida.—Leah no llores, ven aquí—se levanta sollozando y se sienta en la cama.—Derek no sé qué me pasó. Lo lamento, debes de pensar que soy una atrevida de lo peor.—No para nada, no pienso mal de ti, fue solo un impulso, que me tomó por sorpresa—frunce Derek el ceño con desconcierto.—No volverá a pasar.—Ya Olvidemos ese tímido beso. Hagamos cómo si nunca existió.—¿Me perdonas Derek?—Leah por Dios, no tengo nada que perdonarte—por un impetuoso arrebato, Leah se le abalanza encima, se abraza a él con mucha fuerza y Derek, corresponde a ese abrazo con el mismo ímpetu.En la puerta se hallaba Martina, con una taza de té para la muchacha, al ver la escena tan tierna entre ambos sonríe y retorna nuevamente
Ya Savannah y su madre, han pisado suelo norteamericano, desde ya se encuentran en un lujoso pent-house en la cuidad de Seattle, aparentando un falso estatus de millonarias.—Ya tienes que poner manos a la obra Savannah, no tenemos mucho tiempo. Debes de ir a ver a Derek a la empresa, lo más pronto posible.—Déjame llegar mamá.—Nada de eso hija, que tiempo es lo que no tenemos. Así que te me arreglas, te pones guapa y vas a verlo ahora.—Eres un fastidio—frunce el ceño Savannah en señal de hastío.—Dime lo que quieras, pero obedece Savannah—la mira su madre con aprensión y Savannah se levanta del sofá, enseguida pone los ojos en blanco.Repentinamente tocan a la puerta y es un mensajero, les trae las facturas, con muchas deudas que tienen encima.Las recibe velozmente muy molesta y se dirige, hasta la habitación de Savannah, para seguir hostigándola, no quitará su dedo del renglón:—¿Ves esto Savannah? —le lanza las facturas a la cama.—¡Ahora que mamá! —exclama Savannah fastidiada,