Llegan a un prestigioso lugar nocturno, en South Beach en Miami. El rostro de Leah se mostraba muy extraño, observa todo con fascinación, en su vida había ido a su lugar tan lujoso como ese.
—¿Te gusta el ambiente? Sé que todo esto es nuevo para ti—señala Derek sujetando su mano.
—Es extraño, pero mira la gente como se divierte—indica Leah sonriendo.
—¿Quieres bailar? —pregunta Derek sin miramientos.
—¿Me estás tomando el pelo? —se sorprende Leah, debido a que él no puede caminar.
—No para nada, vamos a bailar—insiste Derek obviando su invalidez.
—Yo no sé bailar Derek y tú... —se queda confunde Leah y queda sin palabras.
—Impongamos un nuevo baile—propone el guapísimo Derek, se carcajea Leah enseguida y lo sigue hasta la pista.
Se olvidan del resto de las personas y se acomodan para disfrutar del ambiente, el momento es muy grato para ambos. Se miran divertidos y se contagian de la alegría del lugar. Se le acerca Derek a Leah y éste le dice:
—Te enseñaré mis mejores pasos de bailes—Derek hace algunas maniobras, con sus manos y Leah hace lo mismo.
Comienza Leah a soltarse y a comprender, que la vida a su lado será distinta, por lo que no tiene que ser aburrida, Derek es un joven alegre y muy entusiasta, por momentos olvida su condición, no obstante, la realidad en reiteradas ocasiones, golpea implacablemente en su mente y lo hace aterrizar de forma forzada. En este preciso instante, busca la manera de contagiarse del espíritu vivaz y risueño de la jovencita, se entrega junto con ella al disfrute.
¿Será todo el tiempo así su inusual matrimonio? ¿Pueden dos personas estar casados y ser sólo amigos, sin necesidad de enamorarse?
*****
Al cabo rato, se van a su mesa, por algo de beber:
—Me duelen las manos—señala Derek con gracia.
—Ja, ja, ja, vaya que las mueves muy bien—broma Leah, por el baile de Derek.
—Sólo sigo el ritmo.
—Eres admirable—lo mira con cariño y ternura.
—Gracias, sólo me divierto—manifiesta Derek.
Por otro lado, Derek se dice para sí mismo:
«La procesión se lleva por dentro». Frunce Derek ligeramente el entrecejo.
—Me dio hambre—menciona Leah velozmente.
—Pidamos algo de comer, pero en la habitación. Ahora vamos a seguir bailando.
—Ja, ja, ja, ja eres muy divertido. Vamos—lo sigue hasta la pista nuevamente.
*****
Oregón.
Granja Dixon.
Martina desde la soledad de su habitación, se pierde en profundidad, en las corrientes de sus turbios pensamientos. Ya su esposo Tobías, se hallaba profundamente dormido. Musita Tina mentalmente:
«Dios Santo, está verdad pesa y mucho»
Se levanta, toma una cajita y saca de ella, la foto de un bebé recién nacido. Por el movimiento y el ruido, se despierta Tobías, con los ojos entre abiertos le pregunta:
—¿Martina que haces despiertas a estas horas mujer? —lo mira con nerviosismo y responde:
—Vete a dormir Tobías.
Abre Tobías la mirada y le dice:
—¿Qué traes allí Tina, en tu mano?
—No es nada—esconde velozmente la fotografía.
—Déjame ver—se levanta Tobías, motivado por la curiosidad.
—Te dije que no es nada.
—Muéstrame lo que traías en la mano, Tina por favor ¿Qué escondes? — le muestra la fotografía, no tiene alternativa—¿Quién es este bebé? —pregunta Tobías con extrañeza.
—Es un sobrino.
—Si tú no tienes hermanos.
—Tuve uno y falleció.
—Me mientes Martina, soy tu esposo y entre los dos, no debería de haber secretos.
—Basta Tobías, te ahogas en un vaso de agua. Dame la foto—le arranca la fotografía de las manos y la presiona contra su pecho.
¿Qué esconde Tina con tanto recelo?
*****
Miami, Florida.
Ingresan ambos a la habitación que ocupa Derek, y Leah comienza a recorrerla observando todo con rareza, jamás imaginó en su vida estar en una suite de lujo y mucho menos estar rodeada de tantas comodidades, se detiene por un momento y se mira al espejo, lleva puesto un sencillo, pero moderno vestido ajustado de color lila, con su larga cabellera ondulada al natural, Leah no es de las que se maquillan, su lozano rostro al natural, se halla vibrante y sus hermosos ojos color miel brillan más que nunca. Derek, se detiene en su silla, desde un rincón de la habitación de hotel, la observa detenidamente y musita para sí mismo:
«Leah con todos sus defectos, es una mujer muy hermosa». La sencillez, de esta encantadora chica hace que el apuesto Derek, no sea inmune ante su belleza. Voltea sutilmente Leah y se le acerca a Derek, quién disimula velozmente, que la miraba en silencio.
—Derek aquí hay frutas—señala Leah, echando un vistazo al mostrador.
—Sí, también hay bebidas, si quieres un plato más fuerte, podemos pedirlo.
—Realmente si, estás frutas no me llenarían. Y tengo un hambre de elefante—hace Leah, un rato gesto y Derek se carcajea ante sus ocurrencias.
—¿Pidamos hamburguesas, te parece? —sugiere Derek.
—Me parece delicioso—indica la inocente Leah, mientras se deja tumbar en la enorme cama.
—¿Te gustó el viaje?
—Me fascinó, todos los lugares que visitamos, son realmente hermosos. Gracias Derek por este regalo.
—No tienes, que agradecer eres mi esposa.
—Entre comillas—musita Leah sonriendo.
—¿No lo crees mejor así? Las personas cuando se enamoran, se envuelven en conflictos.
—Si lo sé, mi abuela me decía, que enamorarse era doloroso.
—Vaya qué si lo es.
—¿Por qué lo dices? ¿Te has enamorado? ¿Has sufrido por amor? ¿Cuéntame Derek? —comienza Leah con el exasperado interrogatorio.
—No me atosigues con tus preguntas. Tu abuela tenía toda la razón, enamorarse a veces suele ser doloroso, cuando no se es correspondido.
—Espero nunca enamorarme entonces.
—¿Qué esperas de la vida Leah? —pregunta Derek.
—No se supongo, que cuidarte y vivir el resto de mi vida conmigo.
—¿Sin amor?
—Puede ser, que no alternemos, como una pareja normal. Nuestro matrimonio es diferente—advierte la dulce Leah.
—Vaya qué si lo es, Leah quiero decirte, que cuando quieras te puedes ir de mi lado, pero antes... — se calla el hermoso Derek y no le dice nada a Leah, referente al cambio que hizo en el contrato.
—¿Antes que Derek?
—Olvídalo mejor, vamos a pedir la comida me contagiaste tu apetito—disimula y ordena de inmediato la cena.
*****
Tiempo después…
Al terminar de cenar, se echan juntos en la cama, el cuidador de Derek lo ayuda a acostarse junto con Leah, quién decide hacerle compañía por un rato.
—En una hora, me voy a mi habitación a descansar. Pero antes quiero preguntarte, ¿Qué fue eso que callaste?, ¿Qué no me dijiste?
—No era nada importante, es más ya lo olvidé, vivamos el presente Leah, el pasado entristece y el futuro agobia—se zafa con astucia de su pregunta.
—Bueno no te entendí muy bien, pero está bien, mi intención tampoco es agobiarte. Mejor platícame de Seattle.
—Es una gran ciudad, muy hermosa y acogedora, está rodeada de agua, montañas y bosques, cuanta con miles de áreas verdes, limita con Canadá, Te encantará.
—¿En serio? No he vivido fuera de Oregón.
—Ya te acostumbrarás, la empresa principal está ubicada halla y tengo que, estar al pendiente de todo. Me tome unas vacaciones, para lo de la boda y también para refinarte. Luego en un par de meses, iremos a instalarnos allá definitivamente.
—¿No iremos más nunca al pueblo? —se asombra Leah.
—Claro que sí. Pero, pronto viviremos allí.
—¡Vaya! —exclama Leah grácilmente angustiada.
—Ya no te agobies, que todo estará bien
Se recuenta Leah, en su pecho para descansar y al cabo de unos minutos, ambos sucumben ante el cansancio, quedando profundamente dormidos inesperadamente.
A la mañana siguiente, en la habitación de Derek...—¡Oh por Dios, Derek! —se despierta precipitadamente Leah y se toca, cayendo en cuenta que durmió en la cama de Derek.—¿Qué ocurre? —musita Derek entre dormido.—Dormimos juntos.—¿Qué cosa? —se levanta precipitadamente Derek.—Seguro fue el cansancio que nos venció, amanecí con la misma ropa puesta—insinúa Leah sin malicia y Derek lo toma a mal.—¿Por quién me tomas Leah, jamás haría nada que te lastimará?—Tranquilo Derek sólo me asusté, fue un extraño despertar, ya pasó. Voy a mi habitación para cambiarme.—Espera Leah, hoy es nuestro último día en Miami. Así que, vamos aprovecharlo al máximo—expone sacando a relucir su espíritu aventurero.—Lo sé, me daré prisa, estaré lista para despedirnos del mar de Miami—sale velozmente del cuarto de Derek y él queda muy sonriente en el suyo, tuvo al lado a una hermosa mujer y no sintió absolutamente nada, dándose cuenta que el recuerdo de Savannah sigue intacto. Enseguida llama a su cuidado
Oregón, Días después....Ya han pasado algunos días, de la luna de miel de estos excepcionales recién casados. Llega a la granja la señora Jessica Goldman, una mujer muy culta y refinada, que se encargará de mejorar a la inocente Leah.—Buen día señores—saluda la dama con mucha cortesía, se halla de la compañía de Leah y de su esposo Derek.—Qué bueno que vino señora Goldman, aquí la dejo con mi esposa, espero nos ayude. Es usted nuestra salvación—señala Derek bosquejando una tenue sonrisa.—Derek, me haces parecer como una salvaje—lo mira Leah con aprensión.—Lo único que, te hace falta es treparte por los árboles. Aunque creo, que ya eso lo haces—se carcajea Derek de inmediato.—Cierra la boca—lo reprende Leah mirándolo de reojos.—Veo que, se la llevan muy bien ustedes—apunta con gracia la señora Goldman.—Las dejo trabajar suerte Leah.—¡Santo cielo! —exclama Leah ante lo novedoso.—Bien señora Dixon, manos a la obra tenemos mucho trabajo—se dirigen juntas, al salón en ese gran es
Al culminar sus clases, Derek se acerca a Leah, para dar un paseo por los alrededores de la Granja.—¿Por qué tan decaída Leah?—Hoy no di el 100%.—Apenas son tus primeras clases, por lo visto también, tienes que aprender a ser paciente.—Es que quiero aprender rápido y quiero que esto acabe—asienta Leah con desesperación.—Tranquila disfruta el proceso, míralo con un gran aprendizaje, que te servirá para el resto de tu vida y no como una obligación. Si no estarás en serios aprietos.—Algo así creo que me dijo, Jessica.—¿Ya la tuteas? —pregunta Derek con rareza.—Ella misma me dijo que lo hiciera.—Bueno está bien Leah. Vamos a la pradera, quiero contemplar el paisaje.—Te gusta mucho estar en la granja ¿O me equivoco?—No te equivocas, me trae muchos recuerdos, vividos con mi abuelo, era muy bueno conmigo.—Yo también extraño mucho a mi abuela, me he quedado sola sin ella.—Tú no estás sola, ahora tienes a una familia, que te respaldará en todo.—Si tengo un esposo bajo contrato, a
Se interna Derek, en la habitación de Leah accionado el remoto de su silla. Ella lo mira de reojos y de inmediato se hace la dormida.—No finjas Leah, hablemos—murmura Derek muy cerca a la cama.—Vete Derek, quiero estar sola—indica Leah con lágrimas en sus ojos, aún sigue muy confundida.—Leah no llores, ven aquí—se levanta sollozando y se sienta en la cama.—Derek no sé qué me pasó. Lo lamento, debes de pensar que soy una atrevida de lo peor.—No para nada, no pienso mal de ti, fue solo un impulso, que me tomó por sorpresa—frunce Derek el ceño con desconcierto.—No volverá a pasar.—Ya Olvidemos ese tímido beso. Hagamos cómo si nunca existió.—¿Me perdonas Derek?—Leah por Dios, no tengo nada que perdonarte—por un impetuoso arrebato, Leah se le abalanza encima, se abraza a él con mucha fuerza y Derek, corresponde a ese abrazo con el mismo ímpetu.En la puerta se hallaba Martina, con una taza de té para la muchacha, al ver la escena tan tierna entre ambos sonríe y retorna nuevamente
Ya Savannah y su madre, han pisado suelo norteamericano, desde ya se encuentran en un lujoso pent-house en la cuidad de Seattle, aparentando un falso estatus de millonarias.—Ya tienes que poner manos a la obra Savannah, no tenemos mucho tiempo. Debes de ir a ver a Derek a la empresa, lo más pronto posible.—Déjame llegar mamá.—Nada de eso hija, que tiempo es lo que no tenemos. Así que te me arreglas, te pones guapa y vas a verlo ahora.—Eres un fastidio—frunce el ceño Savannah en señal de hastío.—Dime lo que quieras, pero obedece Savannah—la mira su madre con aprensión y Savannah se levanta del sofá, enseguida pone los ojos en blanco.Repentinamente tocan a la puerta y es un mensajero, les trae las facturas, con muchas deudas que tienen encima.Las recibe velozmente muy molesta y se dirige, hasta la habitación de Savannah, para seguir hostigándola, no quitará su dedo del renglón:—¿Ves esto Savannah? —le lanza las facturas a la cama.—¡Ahora que mamá! —exclama Savannah fastidiada,
Cuidad de Seattle, un mes después...—¿Qué te parece la cuidad Leah? —pregunta Derek, una vez instalados en su lujosa mansión.—Aún sigo muy mareada por el avión—musita Leah y Derek de inmediato se ríe de ella.—Ja, ja, ja, me reí mucho de tu cara, al subirte en él.—Vi que tienen algunas ramplas adicionales, ¿Lo mandaste a construir especialmente para ti?—Sí querida, ahora soy un sujeto distinto y tengo que, adaptar ciertos espacios para mí movilidad—explica Derek.—Derek no te has puesto a pensar, en esas personas con tu misma condición y que, no tengan ni un centavo, seguramente sus vidas no son tan simples con la tuya—se emociona enseguida la apacible Leah.—¿Por qué crees que hice la fundación?, fue con la intención de ayudarlos, también doy charlas motivacionales, no es nada sencillo estar todo el día sentado. No te creas Leah, esto aún sigue siendo muy difícil para mí, a pesar que tengo a mi alcance las mejores condiciones de vida.—Lo sé Derek, bueno ya no hablemos de cosas t
—Aceptó Derek. Quiero ser la madre de tu hijo—advierte Leah con firmeza.—¿Hablas en serio Leah? —se sorprende Derek, con su enfática respuesta.—Muy en serio.—No quiero, que lo hagas por obligación.—No para nada. Derek, así como me juraste, no dejarme y hacerme feliz de una manera distinta. Yo quiero aceptar aquí, en este hermoso lugar ser la madre sustituta de tu heredero.—Mi heredero suena maravilloso. Nuestro heredero, un pequeño Derek o una pequeña Leah—se emociona Derek de inmediato.—Sí, sería maravilloso.—Leah prométeme una cosa, este será nuestro secreto por ahora.—Está bien así será. Nadie sabrá de nuestros planes.—Prometo no afectar tu castidad, me asegurare por todos los medios, que no manipulen tu pureza.—Entonces seguiré siendo, la Esposa Virgen del Paralítico—apunta Leah con gracia.—¡Leah! —exclama Derek, bosquejando una sutil sonrisa.—No lo digo en tono despectivo, sino de broma—indica Leah.—Lo sé querida. Serás la Esposa Virgen del Paralítico, Derek Dixon—se
Como era de esperarse Ilse, no se quedaría cruzada de brazos y envía esta vez, sola a Savannah a la sede de Empresas Dixon en Seattle.Hace caso a las indicaciones de su madre y en este instante, se halla a la espera de que éste salga de una importantísima reunión. Sale Derek en su silla, para adéntrese en su oficina y rápidamente hace contacto visual con la sensual Savannah, quién se muestra más altiva y bella que nunca ante la vibrante mirada de Derek. Ágilmente se le aproxima, exclamado su nombre con mucha sensualidad:—¡Derek!—¿Qué haces tú aquí? —pregunta Derek con asombro.—Con permiso—se retira la secretaria de Derek, para seguir con sus labores.—Derek si quieres me voy—se muestra sumisa con la intención de persuadirlo.—No espera, pasa. Estás hermosa como siempre—alaba su belleza y ésta arquea la mirada con mucha arrogancia.—¿Qué te trae por aquí después de tanto tiempo? ¿Por qué vienes justamente ahora Savannah?—¡Ahora estás casado! —manifiesta ella.—¿Cómo lo sabes?—Alb